martes, 26 de mayo de 2009

Sesión 16-05-09 - Parte 1 de 2

ANTERIORMENTE, EN “NEVEREND”...
Danny Dalton: Así que en esta dimensión, Leonard, tú y yo volvimos sanos y salvos.


EL HOGAR DE BEN BRADDOCK Y MARCUS VANISTER...
Ben Braddock: Espere, profesor... ¿dice que éste Billy es de otra...?

Marcus Vanister: No, señor Braddock. Éste es nuestro Billy. Solo que le han implantado el ADN del otro Billy. Compatibilidad genética perfecta, claro...

UNA REALIDAD ALTERNATIVA...
Billy Whitehouse: Ben, ese año y pico que llevas pensando que yo estaba en Nueva York... ha sido un año y pico en el que me han hecho ni se sabe cuantos experimentos y mierdas médicas. Y alguien tiene que pagar por ello.


DONDE VOLVIERON A CASA UN AÑO DESPUÉS...
Billy Whitehouse: Devon Powell está enviando máquinas de salto dimensional a saquear otros mundos...
Ben Braddock: Alguien tiene que pararle los pies.

UNA DIMENSIÓN QUE CREEN HABER DEJADO ATRAS...
Ben Braddock (después que Rachel haya volado la cabeza a Leonard Powell): Rachel, no... Tranquila. Tranquila...
Leonard Powell (aun sobresaltado, mirándose a sí mismo... y manchado la sangre de su otro "yo"): Joder...

... Y A LA QUE TENDRÁN QUE VOLVER.

Episodio 3x08.-
Caso Nº00520910-X
NEVEREND contra WOLFRAM & HART


Universo Neverend.
Hace unas horas.

“... a la espera de nuevas noticias. Mientras tanto, las fuerzas militares mantienen el cerco en torno al condado de Springfield, California, dos meses después de los desafortunados atentados terroristas contra las instalaciones de Powell Corporation...”

“... los rumores en torno a la muerte de su principal accionista, Devon Powell, quedaron desmentidos tras una rueda de prensa sorpresa dada a primera hora de esta mañana en la sede de la corporación aquí, en Los Ángeles. El señor Powell no quiso hacer mención...”

“... la implicación del número dos de la Powell Corporation, Jack Dalton, en la intentona terrorista perpetrada contra intereses estratégicos nacionales. Las autoridades militares no descartan la posibilidad de que otros terroristas hayan buscado refugio aquí, en Los Ángeles...”

Billy Whitehouse cambiaba de canal, uno tras otro. Rachel, acurrucada a su lado, se revolvió entre sueño y sueño, murmurando. Billy apagó el televisor y esperó que el rumor de los suburbios no la despertasen. Hacia dos meses que Rachel apenas si conciliaba el sueño. Y aquella era la primera vez que lo lograba sin calmantes. Billy la llevó hasta la cama y la dejó descansar. Luego recogió su cazadora gastada y rebuscó en sus bolsillos. Durante un par de minutos, Billy sostuvo en la mano aquellas dos entradas para el final de la temporada de futbol. Tribuna lateral.

Billy Whitehouse (NE): Ben...

Ben Braddock había llegado a ser una prometedora estrella del futbol profesional. Billy nunca había aspirado a tanto. Y sin embargo... Miró por un segundo sus cicatrices, las que cubrían sus brazos y, por debajo de la ropa, otras zonas de su cuerpo. Las que Devon Powell y sus siniestros experimentos habían provocado en él. De no haber sido por Ben y los demás, Billy aun seguiría siendo un conejillo de indias en manos de Devon Powell. Aun seguirían implantándole ADN de sus otras versiones de otras dimensiones alternativas.

Ben se había marchado con aquel peculiar grupo de viajeros dimensionales: las versiones de Danny Dalton, Leonard Powell y aquel chico, Fred Fesster. No había vuelto a saber de ellos en aquellos dos meses.

Dos meses... y los Patriots iban a jugar su primer partido de temporada. Si Ben iba a cumplir su promesa, Billy estaría allí para verlo. Poniendose la cazadora, se dispuso a abrir la puerta cuando escuchó una voz a su espalda...

Rachel Wayne (NE): ¿Billy...? ¿a dónde...?

Rachel lo miraba desde el umbral del dormitorio. Parecía estar a punto de venirse abajo entre lágrimas. Discutir con ella no serviría de nada.

Billy Whitehouse (NE): Vuelve a la cama... Yo... Estaré bien, Rachel...
Rachel Wayne (NE): Vas a verle, ¿verdad?
Billy Whitehouse (NE): Sé que es peligroso, Rachel. Pero hizo una promesa... y Ben siempre cumple. Si dijo que estaría allí...
Rachel Wayne (NE): Estará ahí, Billy. (se acerco a él) Y ese es el problema... Ben... sus... sus amigos... Ellos siempre traen problemas.

Billy abrazó a Rachel, sintiendo como temblaba de miedo y preocupación. Devon Powell había hecho algo más que regresar milagrosamente de entre los muertos: había conseguido movilizar al ejército y al departamento de policía de Los Ángeles para buscarles. A él y a Rachel. A él lo buscaba por ser su conejillo de indias. A Rachel la buscaba por otro motivo. La buscaba por pura y sencilla venganza.

A fin de cuentas, fue Rachel la que había matado a su hijo.

Universo Neverdale.
Hace unas horas.

Danny Dalton: Y una mierda... No pienso hacerlo, tio.

La habitación era una de las más caras, ya no del hotel sino de todo Los Ángeles. Danny Dalton había necesitado apenas un par de días para convertirla en una zona de guerra. Mientras lo veía dar vueltas de un lado para otro, tratando de contenerse para no destrozar su guitarra contra las paredes de la suite; James Roth trataba de buscar las palabras necesarias para calmarlo.

James Roth (ND): Me temo que no estas en posición de negociar, Danny... A fin de cuentas es tu cometido...
Danny Dalton: ¿Mi cometido? No me jodas, Roth... Claro que a ti te da igual. No era tu amigo, ¿no? ¡Para ti es solo una puta alma fugitiva más!

James Roth apretó con fuerzas las manos. Suspiró y se levantó, dispuesto a marcharse. No quería hacer o decir nada que pudiera lamentar.

James Roth (ND): Mira, yo sólo he venido a avisarte, ¿de acuerdo? Avisarte de que la próxima alma que te envien a cazar puede ser la de Fred Fesster.

Roth caminó hasta la puerta, aprovechando el silencio meditabundo de Danny. Puso la mano en el pomo y estaba a punto de abrirla cuando cedió. Cedió a decir algo de lo que posiblemente algun día se lamentaría.

James Roth (ND): Por cierto, Danny... Si te niegas a dar caza a Fred... tendrás todo mi apoyo.

Danny lo miró como si hablara en un idioma extraterrestre.

Danny Dalton: ¿Cómo...?
James Roth: Que estaré contigo, ¿vale?
Danny Dalton: Ah, claro... “estarás con nosotros”. Porque te conviene, ¿no? Porque trabajas para Manners a espaldas de Kauffmann. Porque a tu jefe le conviene que nos larguemos de esta dimensión, ¿es eso?
James Roth (ND): Danny, escucha...
Danny Dalton: No, Roth. Vas a escucharme tu a mi. Vas a conseguirme una entrevista en persona con Manners. Y vas a dejar de tutearme, joder. No me fio de ti. Nunca me he fiado de ti. ¿Está claro?

Roth lo miró y guardó silencio por un instante. Entonces comenzó a sonar el busca de Danny. Era Kauffmann: un nuevo trabajito para Wolfram y Hart les esperaba. Roth se dispuso a salir de la suite.

Danny Dalton: ¿A dónde crees que vas?
James Roth (ND): Tengo el día libre, ¿vale? No os acompaño en esta misión...
Danny Dalton: Una última cosa, Roth.

Roth lo miró desde el umbral de la puerta.

Danny Dalton: La carta que me diste. La que estaba escrita por Leonard... Dijiste que te la entregó un agente de Wolfram y Hart. ¿Dónde...?
James Roth (ND): Déjame darte un consejo gratis, agente Dalton. Olvídate de Leonard Powell. Como solemos decir en Wolfram y Hart... “es un caso perdido”.

Y cerró la puerta tras de sí. Danny tuvo el impulso de salir a buscarlo y pedirle más explicaciones. Pero algo le decía que no le iba a gustar lo que iba a descubrir si seguía interrogando a Roth.

Aun dudaba sobre si perseguirlo o no cuando la puerta de su suite volvió a abrirse. Ben Braddock lo miró mientras terminaba de ponerse la corbata.

Ben Braddock (NE): ¿Danny? Es Kauffmann, tenemos...
Danny Dalton: Si, Capi, si: Ya lo sé. Tenemos trabajo.

Universo Neverend.
Estadio de los Patriots, Los Ángeles.
Grada Interior, Izquierda.
Ahora.


Rachel tenía razón.
Aquel era el pensamiento que se repetía una y otra vez mientras las pistolas resonaban desde el graderío del estadio desierto. Billy saltaba los escalones de tres en tres, aferrando con fuerza a Rachel y presionando al máximo sus capacidades de velocidad incrementada. Por un segundo pensó que fueron esos terribles y dolorosos experimentos a los que lo había sometido Devon Powell lo único que lo habían permitido sobrevivir tanto tiempo.

Jadeando, Billy llegó hasta la barrera de seguridad. A pocos metros por debajo, el terreno de juego. Mientras, en lo alto de las gradas y rodeando por completo el hemiciclo, una docena de tipos trajeados, con gafas de sol y pistolas automáticas salieron a su encuentro.

Rachel Wayne (NE): Oh, no... Estan por todas partes. Billy, ¡van a cogernos! ¡No dejes que me cojan!
Billy Whitehouse (NE): ¡No voy a permitirlo! ¿me oyes? ¡No voy a dejar que te hagan daño pero ahora tienes que ser fuerte, Rachel!

Entonces, en el silencio de aquel estadio desierto, se pudo escuchar el eco de los percutores de sus armas. Estaban rodeados. Billy podría tener una oportunidad gracias a su velocidad y reflejos sobrehumanos. Pero Rachel... Billy la colocó tras de sí, como si él mismo fuese un chaleco antibalas. Miró por un instante a los tres matones de Powell que se acercaban a él, pistola en mano.

Billy Whitehouse (NE): Muy bien. (encarando con valor a sus perseguidores) Estoy listo para...

Dejó la frase en el aire. Para su sorpresa, los tres tipos trajeados se detuvieron. Bajaron sus armas durante un instante. Billy se sorprendió: ¿tan convincente les había parecido?

Entonces miró a Rachel y vio sus ojos, asustados, mirando al terreno de juego. Cuando Billy se dio la vuelta y vio aquella esfera de energía azulada que se estaba materializando en mitad del campo de futbol, comprendió que no era a él a quien estaban mirando todos.

Allí, sobre el cesped del terreno de juego, acababan de materializarse tres figuras que Billy alcanzó a reconocer pese a sus elegantes trajes de ejecutivo. Danny Dalton, el profesor Marcus Vanister y Ben Braddock.

Por un segundo, Billy se permitió el lujo de sonreir.
Ben.
El muy cabrón había cumplido su promesa.

Fue entonces cuando un primer disparo impactó a escasos centímetros de Billy y Rachel. El descanso había terminado y había llegado la segunda parte del partido. Billy saltó por encima de la barrera y sus pies tocaron el cesped del campo. Con Rachel de la mano, se dispuso a hacer la carrera de su vida. Y entonces recordó algo que solía decir el entreneador McDugan...

“Si tienes a Braddock de tu parte en el terreno de juego, no hay partido imposible”.

Billy rezaba para que el viejo McDugan tuviese razón.

Universo Neverdale
Sala de Juntas nº2.Planta Octava de la sede de Wolfram & Hart en Los Ángeles
54 minutos antes.

Sarah Kauffmann (ND): Me temo que este caso les atañe de una forma muy personal, caballeros...

Dejó caer el dossier sobre la mesa de reuniones como quien deja caer una bomba. Marcus Vanister, Danny Dalton y Ben Braddock intercambiaron unas silenciosas y nerviosas miradas. Lo peor de todo es que aquello no les tomaba por sorpresa.

Entonces las luces se apagaron y en la pantalla de proyecciones apareció el rostro de su próximo objetivo. Era una de las almas fugadas del Libro de las Sombras... y Sarah Kauffmann tenía razón: era un viejo conocido.

Pero, para su sorpresa, no era Fred Fesster.

Sarah Kauffmann (ND): Devon Powell... o al menos una de sus infinitas versiones en otros tantos infinitos universos. Sin embargo, como les decía, es un viejo conocido de ustedes...

El profesor Vanister fue el primero en hojear el dossier. Pálido y sin poder articular palabra, pasó el informe a Ben. Su corazón casi da un vuelco al leerlo.

Ben Braddock (NE): Tiene que estar de broma...
Sarah Kauffmann (ND): Me temo que no, señor Braddock. Es el Devon Powell de su universo.
Danny Dalton: Espere un segundo... ¿el Devon Powell de qué universo?
Ben Braddock (NE): Del nuestro, Danny... (deja el informe sobre la mesa) Volvemos a casa, Profesor.

Universo Neverend
Metro de Los Ángeles, Línea 20.
En algun punto bajo Tershire Boulevard y Gibbons.
Dos horas más tarde.


Profesor Marcus Vanister (NE): ¡Mantened la herida presionada!

Mientras el profesor marca el camino, Danny Dalton y Billy Whitehouse intentan sacar del vagón de metro a un inerte Ben Braddock. Tras de sí, además de un reguero de sangre, dejan a todo el pasaje, más de dos docenas de personas murmurando entre curiosos y temerosos.

Billy Whitehouse mira el rostro de los asustadísimos pasajeros y, por un momento, se alegra de haber dejado a Rachel en el hospital. Ya fue demasiado para ella la precipitada fuga del estadio de los Patriots. Billy no quiere ni imaginarse el shock que le habría producido verse en esa situación.

Danny Dalton: ¡Billy! ¡Joder, colega, date prisa!

El vozarrón de Danny le hizo volver a la realidad: de una fuerte patada, Danny había reventado el candado de una compuerta metálica. Bajo la ténue luz de una desnuda bombilla, Billy y Danny rebuscaron entre los rincones de aquel cuarto de mantenimiento, rezando por encontrar cualquier cosa que pareciese un botiquín.

Profesor Vanister (NE): ¡El señor Braddock necesita un médico!
Billy Whitehouse (NE): Pero, ¿qué demonios ha pasado? Hace un momento, mientras escapabamos en el metro, era todo agilidad y velocidad...
Danny Dalton: Y de repente tropieza y rompe con la cabeza una de las ventanillas del metro...
Profesor Vanister (NE): Ha sido el anillo, señor Dalton. Ese anillo... ¡Pero ahora no hay tiempo! ¡Tenemos que buscar un médico!
Billy Whitehouse (NE): ¡Imposible, profesor! ¡Se lo dije! Mire, no tiene por qué contarme por qué andan buscando a Devon Powell... ¡Pero él me busca a mi! ¡Y ha puesto a toda la policía de Los Ángeles tras mi pellejo!
Danny Dalton: Oye, tio... Por culpa de llevar a tu Rachel a un puto lugar seguro tenemos a la poli tras nuestros talones. Pero, claro, ahora que es Ben quien necesita un médico te entran los reparos...
Billy Whitehouse (NE): Dalton, Ben es mi mejor amigo. Si crees que voy a dejarlo morir...
Profesor Vanister (NE): ¡Es suficiente, caballeros! ¡Sus discusiones no ayudarán a detener la hemorragia craneal del señor Braddock!

Por un instante, tanto Danny como Billy miran el cuerpo de Ben. Apenas respira. Puede que le queden minutos de vida. Y durante unos segundos, nadie sabe qué hacer. Nadie dice nada.

Billy Whitehouse (NE): Tienes razón, Danny... Necesita un médico. Y voy a buscarlo.

Billy sube apresuradamente las escaleras que le llevan hasta la calle. Lo cierto es que no tiene nada. Ni la más remota idea de qué puede hacer.

Es entonces cuando suena su movil. Reconoce el número de Rachel. Probablemente se haya despertado en el hospital. Estará aterrorizada.

Billy Whitehouse (NE): ¿Rachel?

Pero al otro lado del móvil, una voz conocida y terrible corta la respiración de Billy.

Devon Powell (NE): Me temo que Rachel no puede ponerse ahora mismo, Whitehouse.

CONTINUARÁ...

1 comentario:

Darrell dijo...

quiero la segunda parte ya!!!!!!!