domingo, 29 de marzo de 2009

Sesión 28-03-09

Episodio 3x02.-
Caso Nº00230323-X

RICK LOMBARDO contra WOLFRAM & HART

Agentes Responsables:
James Roth
Daniel Dalton
Marcus Vanister

Responsable de Área:
Sarah Kauffmann

Informe Previo sobre el Acusado:
Richard Devereaux nace en 1814, en el seno de una rica familia de terratenientes, poseedores de importantes tierras en la zona de Louisiana. Oficialmente, el joven Richard muere junto al resto de su familia durante una sangrienta revuelta de esclavos en 1830, en la cual la mansión familiar arde hasta los cimientos. Extraoficialmente, Richard logra sobrevivir no sin sufrir terribles quemaduras que le desfiguran el rostro por completo.

En Octubre de 1831, Richard traba contacto con uno de nuestros agentes. El acuerdo firmado especifica la restauración de su aspecto así como la adquisición del don conocido como Fascinación (ver informe de Recursos Sobrenaturales 4312-R, página 231, párrafo 8)

Bajo el alias de Rick Lombardo, Richard emprende una carrera de sucesivas estafas y fraudes centrando sus objetivos en ricas herederas y mujeres relacionadas con hombres de importantes recursos monetarios.

En Abril de 1836, Rick Lombardo es brutalmente asesinado por varios sicarios contratados por el ganadero Harry Ferguson. Tras fallecer, su alma pasa directamente al archivo provisional 329022, al cargo de nuestro agente Goodwin Steele.

Tras el robo del archivo y la desaparición del agente Steele, el alma del señor Deveraux escapa de su cautiverio junto a las que se encontraban encerradas allí (ver dossier adjunto)

Los informes de rastreo psíquico multi-dimensional indican que el alma del señor Deveraux pudo regresar a su antiguo cuerpo, aproximadamente unas diez horas después de su muerte.

Informe de la Operación:
Los agentes Dalton y Vanister son convocados junto al agente James Roth (recientemente ascendido por sus brillantes actuaciones en anteriores operaciones: ver dossieres adjuntos)

Tras la reunión informativa en la sala de juntas número doce, los agentes son debidamente preparados para la transferencia dimensional: se les proporciona, junto a los trajes reglamentarios, varios maletines de contención especial (debidamente configurados según los parámetros bio-plasmáticos del acusado)

Debidamente inoculados con el suero de resistencia paradimensional; a las nueve horas diecisiete minutos se lleva a cabo el protocolo de salto sin incidentes a destacar.

(a continuación se reproducen algunos fragmentos del informe oral presentado por los agentes a su regreso de la operación)

Danny Dalton: Aquello era el desierto, ¿vale? El jodido desierto…
Profesor Vanister: En aquel momento no nos percatamos pero más tarde averiguaríamos que habíamos aparecido justo en el lugar en el que había sido enterrado el cuerpo del señor Lombardo.
James Roth: El lugar habitado más próximo a nuestro punto de llegada resultó ser un pequeño pueblo de apenas tres o cuatro casas. Su nombre era Apocalipsis y estaba a menos de una hora de camino. Tardamos un poco más a causa de la insolación de la que fue víctima el señor Dalton…

(aunque se han registrado las quejas del señor Dalton con respecto al uso de trajes de chaqueta de color negro en entornos de calor extremo, se han eliminado los comentarios obscenos contra el agente Roth)

Profesor Vanister: Aunque quizá el término "cloaca infecta" sea un poco extremo, lo cierto es que los pocos habitantes que encontramos en Apocalipsis resultaron ser cuatreros y forajidos.
Danny Dalton: El jefe de todos ellos resultó ser un tipo gordo llamado (y esto no te lo vas a creer, colega) Fatboy. Como el jodido Fatboy Slim…

(se han eliminado del registro varios minutos en los que el agente Dalton tararea varias canciones del artista conocido como Fatboy Slim)

James Roth: Sin embargo, antes de que pudiéramos hablar directamente con Fatboy, topamos con su lugarteniente: un indio mestizo al que llamaban Eddie "Fast".
Profesor Vanister: Tanto el señor Fast como su jefe, el señor Fatboy, nos confundieron con detectives de la agencia Pinkerton. Por eso no fue muy complicado hacerles creer que pesaba una cuantiosa recompensa por el cuerpo del señor Lombardo…
James Roth: Fue así como descubrimos que habían sido ellos los que habían enterrado su cuerpo… y uno de los chicos de Eddie Fast, un criollo llamado "Pitch", le había arrancado los ojos al cadáver…
Danny Dalton: Los muy capullos… Tendría que haber visto cómo salieron corriendo cuando vieron la fosa abierta.
James Roth: Eddie Fast y sus chicos se asustaron mucho al comprobar que, en efecto, el bueno de Lombardo había salido de su tumba. Eso nos permitió convencer a Fatboy de que Eddie y los suyos se habían largado con el cuerpo para cobrar la recompensa.
Profesor Vanister: Bueno, lo cierto es que el señor Fatboy tampoco se fiaba demasiado de nosotros.
James Roth: Es cierto… Joder, aun siento nauseas por ese maldito whisky que tuve que tragar.
Danny Dalton: No aguantas nada, tío.
James Roth: Claro… Olvidaba que tú hiciste tu parte cargándote el banjo de aquel pobre tipo.
Danny Dalton: Jódete, Roth.

(fragmento de discusión eliminado)

Profesor Vanister: Una vez los dos hombres del señor Fatboy yacían completamente ebrios, pudimos quitarles sus armas. Lo cierto es que la colaboración del barman fue imprescindible. Me dio la impresión de que usted le recordó a alguien, ¿no es así, señor Dalton?
Danny Dalton: Déjelo, profe…
James Roth: En cualquier caso, pudimos salir de allí. Era ya de noche y no teníamos muy claro a donde íbamos a meternos.
Danny Dalton: Sí… El tal Fatboy fue el que nos dijo que había muchas leyendas locales. Una en concreto nos llamó la atención.
Profesor Vanister: Al parecer había una mansión a unas dos millas de Apocalipsis. Se trataba de un burdel regentado por una misteriosa mujer a la que llamaban Madame Rouge.
James Roth: Fatboy nos dijo que era un burdel muy exótico. Y que la madame era de Nueva Orleáns. Eso junto al hecho de que Lombardo era un mujeriego, nos llevó a pensar que un burdel sería el típico lugar que usaría como refugio.
Danny Dalton: Y lo cierto es que dimos en el clavo.
Profesor Vanister: Mademoiselle Rouge en efecto daba asilo al señor Lombardo, quien en su condición de invidente se encontraba expuesto y prácticamente indefenso.
James Roth: Lo que nos pilló por sorpresa es el hecho de que Rouge y sus chicas fuesen vampiresas...
Danny Dalton: Vampiros... (se toca el cuello inquieto) Odio a esos bichos...
Profesor Vanister: La mención de que trabajábamos para Wolfram & Hart y que buscábamos al señor Lombardo fue lo que llevó a Mademoiselle Rouge a tomar una postura más... beligerante.
James Roth: ¿Beligerante? Se nota que no fue a usted a quien esa vampiresa cogió de rehén...
Danny Dalton: El caso es que el follón que montamos en aquel burdel fue suficiente como para llamar la atención del tal Lombardo, que salió de su escondrijo... Y aquí el profe utilizó uno de los maletines para darle caza.
James Roth: Lo dices como si fuese un gran triunfo. Te recuerdo que el tal Lombardo estaba medio desnudo y ciego como un topo...
Profesor Vanister: Lo cierto es que el señor Lombardo aun conservaba el don de controlar a cualquier sujeto femenino. O al menos esa sensación nos dio pues, en cuanto se vio atrapado en el maletín, la actitud de Mademoiselle Rouge y sus pupilas cambió radicalmente para con nosotros...
Danny Dalton: Y diez minutos después de abandonar ese burdel, comenzamos a sentir ese jodido cosquilleo y... ¡bang! De vuelta al jodido Wolfram & Hart.

(la supervisora Kauffmann da por concluido el registro del informe oral llegados a este punto)

Observaciones:

* El agente James Roth parece haberse integrado bien en la dinámica de grupo. Pese a la carencia de apego que tienen por su vida sus dos nuevos compañeros, no se han detectado incidentes que vayan más allá del mero conflicto verbal.

* El profesor Marcus Vanister parece haber desarrollado algún tipo de sensibilidad paranormal que le permite captar presencias paradimensionales. Si se trata de algún tipo de mutación a raíz de sus desplazamientos entre realidades o un efecto secundario del suero, el Departamento de I+D se encargará de supervisar su evolución (ver dossier adjunto)

* Con respecto al señor Daniel Dalton, muestra una considerable adaptabalidad teniendo en cuenta la reciente pérdida del señor Leonard Powell. Parece ir asimilando su nueva condición y ha comenzado a hacer uso de los recursos de esta firma (ver desglose de contabilidad sobre los gastos realizados con su tarjeta de crédito)

FIN DEL INFORME.

viernes, 27 de marzo de 2009

Sesión 21-03-09 (Parte 3 de 3)

Episodio 3x01.- NEVERDALE
(Epílogo - Parte 3 de 3)

P.O.V. - MARCUS VANISTER

Blanco.

Tendido en ese suelo impoluto, Marcus Vanister abre los ojos. Es el suelo más limpio que ha visto jamás. Es banal. Pero es lo primero que puede pensar mientras su cerebro trata de hacer que su cuerpo se incorpore. Su mente trata de montar un collage de retazos con los últimos acontecimientos. Estaban en un tren. Con el joven señor Powell, si... Y aquel agente de Wolfram & Hart, a quien habían enviado a rescatarlo.

Marcus Vanister (NE): Rescatarme de... ¿de donde?

Colocándose sus gafas y acomodándose a su traje de color gris, Marcus miró a su alrededor. Aquel lugar, esa especie de habitación blanca sin muros, sin paredes ni techo... Lo único seguro era que había un suelo bajo sus pies. Por lo demás, aquel lugar podía ser cualquiera.

Marcus Vanister (NE): ¿Hola? ¿Hay alguien... ahí?

Al darse la vuelta, Marcus vio varias figuras que se encontraban en la lejanía. Dos hombres, de espaldas al profesor, lucían trajes oscuros. Junto a ellos, había tres figuras más. Había una mujer, enfundada en un elegante traje gris de ejecutivo. A su lado, una niña pequeña. Y entre ambas, un hombre en mono naranja, de rodillas y con las manos esposadas a la espalda.

Marcus Vanister (NE): ¡Eh! ¡Oigan! (camina hacia ellos) Perdonen, si pudieran...

Marcus apenas había dado dos pasos cuando la niña pequeña se aproximó a los dos hombres que lucían trajes negros... y les hizo entrega de una pistola. Se detuvo en seco, pensando que quizá sería una amenaza.

Mesektet (ND) (a su espalda): Eres tonto.

Marcus se dio la vuelta: tras él, de la nada, se había materializado una niña pequeña vestida con un uniforme de colegio privado. Rubia, con el pelo lacio y la piel lechosa. Moribunda.

Mesektet (ND): Crees que eres muy listo porque has construido una máquina que te lleva de una dimensión a otra... (juega con un yo-yo) Pero para nosotros, los Ra-Tet, no eres más que un tonto.
Marcus Vanister (NE): ¿Quién...? ¿Quién eres tu?
Mesektet (ND): No lo ves... Soy ella.

Marcus vuelve la vista a la otra niña. La que les ha entregado una pistola a esos dos jóvenes enchaquetados. La misma que ahora señala al hombre arrodillado y esposado. No puede oir lo que dicen. Marcus tampoco lo necesita: de alguna forma, intuye lo que está pasando.

Marcus Vanister (NE): Van... ¡Van a matar a ese hombre!
Mesektet (ND): Es posible... (juguetea con el yo-yo) Pero lo hagan o no, tu no podrás impedirlo, tonto.
Marcus Vanister (NE): ¿Por qué? Solo tengo que...
Mesektet (ND): No podrás... porque ya ha pasado.

Y como una macabra confirmación, el estampido de la pistola llega a oídos de Marcus. Durante una brizna de segundo, la mente del profesor Vanister se entretiene en buscar una explicación científica a por qué las palabras no consiguen llegar a sus oídos y, en cambio, la detonación del arma si lo ha logrado. Quizá porque sólo los acontecimientos clave, aquellos que marcan el inicio o el final de una linea cronológica paralela...

Mesektet (ND): O quizá sea porque tu pequeña mente de humano usa esas absurdas teorías cuánticas para tapar el dolor que te provoca aquello que pasa ante tus ojos.

Aquello no era una niña.
Pero sus palabras eran ciertas.
Su mente había estado elucubrando todo tipo de teorías acerca del lugar en el que se encontraban; sobre qué podía ser el tren del que habían escapado... teorías, teorías, teorías...
Lo que fuese para no percatarse de lo obvio.
Y lo obvio era que aquellos dos jóvenes enchaquetados eran sus compañeros de viaje en esa desquiciada odisea dimensional en la que estaban atrapados.
Lo obvio era que aquel joven que yacía en el suelo, con los sesos esparcidos, era Leonard Powell.

Marcus Vanister (NE): No... Esto no puede suceder. Ese agente de Wolfram & Hart... ¡Le arrebatamos el billete! ¡Debería....!
Mesektet (ND): Al humano que conoces como Leonard Powell se le ofreció un trato... y él tomó su decisión. Y debe pagar por ello.
Marcus Vanister (NE): Pero, yo... Yo también tomé una decisión, yo...

Y mientras lo decía, Marcus lo comprendió. Comprendió cuando había ocurrido. Comprendió por qué había tenido un extraño deja-vu al recordar su viaje a Sunnydale. Comprendió por qué, mientras estuvo en el tren, sus recuerdos solo llegaban hasta el Motel Gates.

...tres orificios en su pecho dejan claro que la vida se le escapa por momentos. Las manos de Leonard se empapan de sangre...

Leonard Powell (tratando de contener las hemorragias): No. Usted no, ¿me oye? Esto no va a pasar otra vez...
Profesor Vanister (NE): Señor Powell... Llévelos de vuelta... Llévelos... a casa...

Comprendió que había muerto.
En el pasado.
Sobre el suelo del Motel Gates.

Marcus Vanister (NE): No sobreviví... (mira a la niña) Pero si que lo hice... El señor Finn logró detener la hemorragia. Lo recuerdó...

...el secuestro por parte de los agentes de "La Iniciativa"; la alianza con Devon Powell y su plan de dar un golpe contra Wolfram & Hart desde dentro…
... la mirada de Sarah Kauffmann al descubrir la traición...

Marcus Vanister (NE): Lo recuerdo todo. Oh. Dios. Mío... Recuerdo todo lo que ha pasado...
Mesektet (ND): El tiempo es una noción que empleais las criaturas tontas como los humanos... Antes y después carecen de significado para los Ra-Tet (hace una cabriola con el yo-yo) ¡Anda! ¿¡Has visto que chuli!?
Marcus Vanister (NE): Pero, ¿por qué me habéis traido de vuelta? ¿Por qué a mi y no a otro...?
Mesektet (ND): Porque puedes ser tonto... pero eres un tonto necesario.
Marcus Vanister (NE): ¿Necesario...?
Mesektet (ND): Por él.

Y señala a Danny Dalton. Un Danny Dalton como jamás antes lo había visto Marcus Vanister. Es un Danny Dalton roto. Sólo por primera vez en toda su vida.

Mesektet (ND): Aquel al que llamais Leonard Powell tomó su decisión. Tú... hubieses tomado otra muy diferente.
Marcus Vanister (NE): Si... Yo no habría dudado.

El profesor Vanister se sorprende de la frialdad de su propia voz. Es sincera y dura. Es la verdad: ante aquella misma decisión, no habría dudado en sacrificar a una alimaña como Devon Powell...
Y eso no le hace sentir mejor.

Mesektet (ND): Ahora debes marcharte... Tienes trabajo que hacer.
Marcus Vanister (NE): Ir... ¿a dónde?

La niña no se molesta en responderle: tan solo se aleja enfrascada en el vaivén de su yo-yo. Con un "ping", las puertas de un ascensor se abren a su espalda, emergiendo de un muro blanco como la nieve. Un muro que nadie hubiese podido distinguir en todo aquel fondo blanco y eterno.

Marcus entra en el ascensor. Cuando las puertas se cierran, pulsa de forma mecánica un botón blanco que hay en el extremo inferior del panel. Nota el leve efecto de la gravedad mientras el ascensor comienza a subir. El único acompañante a sus pensamientos es un insípido hilo musical.
Al menos, hasta que su reflejo en los espejos del ascensor le dirige la palabra.

Marcus Vanister (¿?): Hola, genio.

Trenes imposibles. Habitaciones Infinitas. Niñas con la mirada de un demonio. Que tu propio reflejo te hable desde el otro lado del espejo comienza a ser una de las cosas que no te sorprenden...

Marcus Vanister (NE): Eh... Bien... (se ajusta las gafas) Imagino que esta es otra...
Marcus Vanister (¿?): ...¿triquiñuela de Wolfram & Hart? Joder... "Triquiñuela". Ibas a decir eso, ¿verdad? No cabe duda, como versión mía eres un completo nenaza...
Marcus Vanister (NE): Bueno, en términos exactos, tú serías una versión mía... Dios, no puedo creer que esté hablando...
Marcus Vanister (¿?): ¿Contigo mismo? Mira, ¿crees que me gusta ser tu piloto automático?
Marcus Vanister (NE): ¿Piloto...?
Marcus Vanister (¿?): Asi que no te lo han contado... Vale. ¿De verdad creías que Wolfram & Hart iba a tomarse tantas molestias para sacarte del Otro Lado... sin asegurarse de que ibas a ser un perrito obediente?
Marcus Vanister (NE): ¿Qué eres tu?
Marcus Vanister (NE): Soy tu, genio. O lo era, al menos hasta que en mi dimensión un bastardo llamado Carnahan me... (hace un gesto de cortar el cuello) En fin, ya sabes lo que viene después...
Marcus Vanister (NE): ¿Un tren?
Marcus Vanister (¿?): EL tren, genio. El último tren que todos tomamos. Y a mi me iba a dejar en un lugar muy cálido. Eh, no me quejo: sabía lo que me esperaba habiendo llevado una vida como la mía. Lo que no esperaba era que un tipo de Wolfram & Hart me sacase de ahí... Y me hizo una oferta que no podía rechazar.
Marcus Vanister (NE): Esto es ridículo...
Marcus Vanister (¿?): No voy a darte más detalles, genio. Pero escúchame con atención... Si no haces lo que los jefes quieren, si te sales un poco de lo que te marquen... Bueno, entonces... (sonrie) digamos que sabré lo que es estar en tu pellejo.

Su reflejo se acerca aun más. Marcus da un paso hacia atrás, temeroso como si su otro yo pudiera salir del espejo...

Marcus Vanister (¿?): Y apuesto a que imaginas lo primero que haré en cuanto esté en tu pellejo, ¿verdad? (sonríe maliciosamente) Oh quizá no... porque tú serías incapaz de hacerle esas cosas a Rayna...

El ascensor se detiene. Parece que pasa una eternidad antes de que las puertas se abran...

Marcus Vanister (¿?): Esta es tu planta, genio. Ya nos veremos...

Las puertas se abren y Marcus Vanister sale del ascensor como a quien persigue un fantasma. Varios oficinistas y secretarias lo miran desde sus escritorios. Vanister mira a su alrededor, contemplando el ajetreo cotidiano de una oficina cualquiera. Una oficina de Wolfram & Hart.

Sin despegar su mirada de las puertas del ascensor, Marcus tropieza con alguien. A punto está de disculparse cuando, al darse la vuelta, reconoce al joven trajeado que lo mira con gesto prepotente...

Marcus Vanister (NE): Usted. (mira con desprecio) De todas las personas que esperaba encontrar aquí... usted es la última a quien esperaba encontrarme.
James Roth (ND): ¿Por qué? (se quita las gafas de sol) ¿Porque me arrebató el billete? Me temo que sabrá mucho de ciencia o de aquello de lo que usted sea profesor... Pero en lo que respecta a cómo trabajamos aquí, aun le queda mucho por aprender.
Marcus Vanister (NE): ¿Y usted me las va a enseñar?
James Roth (ND): Sé que me culpa por la muerte de ese chico... Leonard, ¿verdad?
Marcus Vanister (NE): Si le queda un mínimo de decencia, no vuelva a pronunciar su nombre, señor...
James Roth (ND): Roth... (le tiende la mano) James Roth.

Marcus Vanister mira la mano que le tiende el joven. En su rostro no hay ni un ápice de compasión. Ha dejado que un crío de diecisiete años vaya de cabeza al infierno. Y ahora espera que le estreche la mano...

Antes de pronunciar unas palabras duras y cargadas de rencor, el pitido de un busca resuena en el bolsillo del profesor Vanister. Es el mismo pitido que suena también en el bolsillo del joven James Roth.

Marcus Vanister (NE): ¿Qué demonios...?
James Roth (ND) (mirando el busca): En fin, parece que la señora Kauffmann nos llama...

El joven camina con paso firme a través del pasillo. Se detiene y lanza una mirada divertida al profesor Vanister.

James Roth (ND): Anímese profe. Éste no es solo su primer día en Wolfram & Hart... (se calza las gafas de sol y sonríe) Bienvenido al primer día del resto de su vida...

CONTINUARÁ...

jueves, 26 de marzo de 2009

Sesión 21-03-09 (Parte 2 de 3)

Episodio 3x01.- NEVERDALE (Epílogo – Parte 2)

P.O.V. – MARCUS VANISTER


Aferrado al exterior de aquel vagón de ganado, Marcus Vanister apretó los dientes.

Derribar de un solo disparo al Morgan Kyle de Psifield era una cosa. Herir de gravedad al Morgan Kyle vampírico de Shadowfield había sido algo altamente improbable. Esquivar las cimitarras del tercero de aquellos Morgan Kyle alternativos había sido un atentado contra las leyes de la probabilidad...
Pero esto...

Los gritos y el forcejeo procedentes del interior del vagón hicieron que el pánico a la velocidad (y a los efectos que la misma podría tener si se caía de un tren en marcha) acabasen en un segundo plano en la mente de Marcus.
Si no podía abrir una de las compuertas del techo y dejar que la luz del radiante sol acabase con el último de los Morgan Kyle, tendría que hacerlo...

Entonces, aquella criatura chupa-sangres a la que ya habían derrotado, hundió su puño en el pecho de Leonard Powell. El sonido de la piel rasgándose, de los músculos desgarrados y los huesos aplastados quedaron eclipsados por el grito agónico de Leonard Powell.

Morgan Kyle (SF): Sí, muchacho... Grita para mí.

Fue entonces cuando se escuchó otro sonido. Por un instante, Marcus no pudo identificarlo. Ni falta que le hizo: la sonrisa cuajada de colmillos de aquel vampiro se convirtió en un rictus al percatarse de que Leonard, con su último aliento, había interpuesto la hoja de aquella cimitarra entre él y su corazón.

Morgan Kyle (SF): Hijo de...

Y estalló en una nube de cenizas y polvo. Debilitado y con la sangre manando libremente del agujero en su abdomen, Leonard cayó al suelo.

Marcus Vanister (NE): ¡Señor Powell! (se acerca a él, tratando de taponar la herida) Se pondrá bien, ya verá...
Leonard Powell (aturdido): Pro... profesor... ¿qué demonios...? (sonrió por la ironía) No puedo creer que haya llegado usted antes al infierno…
Marcus Vanister (NE): No diga eso, señor Powell… (taponando la herida) Esto no es el infierno. Es california, ¿me oye? Y va a quedarse aquí…
Leonard Powell (aturdido, al filo de la inconsciencia): No lo entiende, ¿verdad… profe? Claro que me quedo aquí… Ya estoy muerto.
Marcus Vanister (NE): Pero… ¿por qué dice eso?
Leonard Powell (sonríe, macabro): Porque me volé la maldita cabeza, profe. Por eso.

Marcus mira por un segundo a Leonard. Su sangre se congela al ver la certeza con la que habla ese joven. Es la certeza de los condenados a muerte. De los que se saben ya con los pies en la tumba.

Marcus Vanister (NE): No… (se incorpora) No, no puede ser…
Leonard Powell: ¿Ah, no? ¿Y como explica…

Leonard intenta señalar los cuerpos de los tres Morgan Kyle pero no llega a terminar la frase. Marcus sigue su dedo y comprende la sorpresa del joven. Han desaparecido. Como si nunca hubiesen estado allí. Marcus vuelve a mirar a Leonard: su herida ha desaparecido. Por completo.

Marcus Vanister (NE): Oh. Dios. Mío.
Leonard Powell: Si, más o menos… (se mira el cuerpo, buscando las heridas ya desaparecidas) En fin, comprendo que yo esté aquí… pero ¿y usted?
Marcus Vanister (NE): ¿Yo…?

El profesor comienza a balbucear una breve explicación de todo lo que recuerda: los retazos de la mañana perfecta de un día perfecto; su llegada a la estación y su encuentro con aquel agente de Wolfram & Hart…

Leonard Powell: Entonces, ¿le está esperando al final del tren?
Marcus Vanister (NE): Eso dijo, sí…
Leonard Powell: Pues… ¿a qué estamos esperando?


***

Los Petersen vivían en la casa de al lado, en Nueva Jersey. Eran una pareja joven a los que siempre había cortado el césped por unos dólares. Por aquel entonces, aquello era el mejor negocio que un crío de doce años podía desear.

Claro que por aquel entonces, Marcus Vanister aun vivía con su madre en aquella casa de Nueva Jersey. De aquello hacía toda una vida.

Revisor: ¿Le pongo una copa, profesor?

Marcus se dio la vuelta, sobresaltado. Tras la barra del vagón restaurante, se encontraba de nuevo aquel hombrecillo de ojos saltones y sonrisa levemente inquietante. Era el mismo revisor que había fichado su billete al entrar. Ahora lucía el atuendo de un amable camarero.

Marcus Vanister (NE): ¿Qué…? Oh, no… Gracias… (Marcus volvió a mirar a la pareja de ancianos que compartían carantoñas en uno de los reservados) Ellos… Son los…
Revisor (sonriendo): Si, señor. Los Petersen. Una pareja encantadora… y muy enamorada. Se han ido los dos juntos… ¿Qué le parece? Romántico, ¿verdad?
Marcus Vanister (NE): Pero… (Marcus miró a ambos lados, percatándose de un detalle) Espere… ¿Ha visto al joven que ha entrado conmigo?
Revisor (confuso): Profesor, usted ha entrado sólo en este vagón…
Marcus Vanister (NE): ¿Cómo dice? No, no, no… El joven que me acompañaba, el señor Leonard Powell…
Revisor (continuando su frase): … no tiene acceso a este vagón. Créame, profesor… El no viaja en primera clase como usted o los Petersen.
Marcus Vanister (NE): ¿Qué quiere decir?
Revisor: El señor Powell viaja en el mismo tren, en efecto… pero no viaja al mismo lugar que usted, me temo…

Marcus Vanister dio un par de pasos hacia atrás, contemplando el vagón restaurante de arriba a bajo. Al menos media docena de personas compartían un agradable almuerzo o café, entre charlas y risas. Todo el mundo parecía relajado. En paz…

Instintivamente, Marcus buscó entre la concurrencia alguna cara conocida. Una en concreto…

Revisor (sacando al profesor de sus pensamientos): No lo encontrará, profesor… El señor Frederick Fesster viajó en este mismo tren hace un tiempo. Pero me temo que su parada era también la del joven Leonard Powell…
Marcus Vanister (NE): Yo… Debo irme… (alejándose, buscando la salida del vagón) Muchas gracias...
Revisor: Ya sabe… Si necesita algo. Cualquier cosa… (señala un botón en la pared) No dude en apretar el botón rojo.

***

James Roth (ND): Ya era hora… El tren está a punto de llegar a su destino.

Marcus acababa de dejar atrás el vagón restaurante. Por un segundo, casi esperaba encontrar al joven Leonard Powell al otro lado. En su lugar, el profesor se encontró en un vagón de pasajeros igual al que había dejado atrás en primera clase… e igualmente vacío. Al fondo del todo, donde debería estar la compuerta de acceso al siguiente vagón, Marcus pudo ver la doble puerta metálica de un ascensor.

James Roth (ND): Imagino que trae el billete…
Marcus Vanister (NE): Si, claro… (mirando el vagón, aturdido y confuso: buscando cualquier rastro de Leonard) Pero hay algo…
Leonard Powell (a su espalda): ¿Profesor?

Marcus se dio la vuelta y vio a Leonard salir de la puerta que comunicaba supuestamente con el vagón restaurante. De no haber sido por la presencia de aquel inquietante agente de Wolfram & Hart, el profesor le habría preguntado si él también había pasado por el fantasmagórico vagón restaurante…

Marcus Vanister (NE): Es el agente de Wolfram y Hart que le comenté, señor Powell…
Leonard Powell: Ah, el tipo que nos va a sacar de aquí… (avanzando hacia él) Genial, tío…
James Roth (ND): No tan deprisa… (saca una pistola y encañona a Leonard) Mis instrucciones no dicen nada de un segundo pasajero…
Leonard Powell: Mira, tío… Hay sitio de sobra en ese ascensor…
James Roth (ND): Si, tienes razón… Pero no hay billetes de sobra. Lo siento.
Leonard Powell: Esta bien… Si así es como lo quieres…

El intento por lanzarse a por el billete que sostenía en la mano el agente de Wolfram y Hart acaba con el cañón de su pistola a pocos milímetros de la frente de Leonard…

James Roth (ND): Aquí una bala en la cabeza no te matará, chico… Pero te frenará el tiempo suficiente como para que dejes de molestar…
Marcus Vanister (NE): Pues si él no viene con nosotros… yo tampoco.

Marcus Vanister nunca ha sido un buen jugador de poker. Por eso, cuando sostiene entre sus manos el billete que le entregó, el joven agente de Wolfram y Hart puede leer en sus ojos que no se trata de ningún farol. El profesor está preparado para quedarse en el infierno…

Para empeorar la situación, el tren comienza a aminorar su velocidad. A través de la megafonía, una agradable voz femenina anuncia la parada de Springfield, California.

James Roth (ND): Como quiera, profesor… (saca de su chaqueta su propio billete y lo muestra) Yo tengo billete y me iré. Con o sin usted.
Leonard Powell (a Vanister): Profesor… no lo haga.
Marcus Vanister (NE): Pero señor Powell…
Leonard Powell: Danny va a necesitarle allí arriba. Alguien tendrá que llevarlo de vuelta a casa, ¿no cree?

El profesor Vanister lee en los ojos de Leonard. De no conocerlo tan bien, casi habría creído aquel farol. Ambos se dan un fuerte abrazo que casi parece una despedida real…

James Roth (ND): Vamos, profesor… (impaciente) No podemos quedarnos aquí mucho más tiempo antes de que llamemos su atención…

Con un “ping”, la puerta del ascensor se abre. El joven trajeado mira a su espalda durante un solo segundo. Es todo lo que necesita el profesor: con un movimiento rápido, propina un fuerte empujón al chico, precipitándolo contra el interior del ascensor.

James Roth (ND): ¿¡Pero qué coño…!? (furioso, encañona con la pistola a Vanister) ¿Qué pretendía? ¿Quitarme el arma?
Marcus Vanister (NE): No exactamente…

Y Marcus muestra lo que acaba de arrebatarle de las manos.

James Roth (ND): No… (mira con pánico a Vanister justo cuando el tren termina de detenerse) ¡NO!

Durante un latido, el joven intenta saltar fuera del ascensor, tratando de abalanzarse sobre el profesor. En el tiempo que él trata de hacerlo, Vanister tiende el billete al joven Powell. Éste extiende la mano…

Y para el profesor Vanister, todo se vuelve de un solo color.

Blanco.

P.O.V. – LEONARD POWELL

“Lo he conseguido. Lo he conseguido. Lo he conseguido…”

Leonard aun no se atreve a abrir los ojos. Teme hacerlo y encontrarse de nuevo en el vagón. O en un sitio peor. Quizá de eso trate el infierno: en creer continuamente que puedes escapar y llegar a la salida solo para darte cuenta de que sigues atrapado…

“Pensándolo bien no es muy distinto a andar dando tumbos entre mundos paralelos…”

Pero no lo era. No era lo mismo. Ni de lejos. Porque hasta ese momento, Leonard no había tenido miedo de abrir los ojos. Sólo Dios sabe cuanto tiempo habría pasado de no haber sido por aquella voz en la oscuridad que lo llamaba…

Holland Manners: ¿Señor Powell?

Los párpados le pesan como sacos de arena. Se abren en el tiempo en el que nace y muere un bosque. Al principio, la luz del despacho lo ciega y le clava un punzón en la cabeza. Es un dolor sordo. Punzante.

Leonard Powell: ¿Qué…?
Holland Manners (ND): No hemos sido debidamente presentados, señor Powell… Mi nombre es Holland Manners.

Leonard estrecha la mano de ese tipo. Es entonces cuando se percata de un pequeño detalle…
¿Desde cuando tiene una alianza de compromiso en el dedo anular?

Leonard Powell: Espere un momento… (se incorpora, algo mareado) ¿Esto es…? Es Wolfram y Hart, ¿verdad?
Holland Manners (ND): Si, señor Powell. Esto sigue siendo Wolfram y Hart. Y usted sigue siendo el señor Leonard Powell… más o menos.
Leonard Powell: ¿Qué demonios quiere decir con…?

Leonard no llega a terminar la frase. Acaba de contemplar su reflejo en uno de los ventanales del despacho. La imagen que le devuelve el cristal es la de un joven de veintipocos años, pelo castaño corto…

Leonard Powell: Oh no… No puede ser…
Holland Manners (ND): Me temo que sí, señor Powell… O debería decir “señor Roth”.
Leonard Powell: Mi nombre es Leonard Powell.
Holland Manners (ND): Oh, claro que sí. Pero procure no decirlo nunca jamás fuera de esta oficina… (saca de su chaqueta un móvil) o a través de otro telefono que no sea ese.
Leonard Powell (lo atrapa al vuelo): ¿Qué…? Un momento… ¿Espera que acepte sus ordenes?
Holland Manners (ND): Oh, ya lo creo. Y con una sonrisa además. Porque, señor Powell, créame cuando le aseguro que debería alegrarse. A fin de cuentas, el alma del señor Roth ocupa el lugar que debería ocupar la suya en el Infierno. Y allí seguirá… mientras su condición sea nuestro “pequeño secreto”.
Leonard Powell: Pero, mis compañeros…
Holland Manners (ND): La señora Kauffmann envió al señor Roth a un rescate no autorizado al infierno. Se tomó muchas molestias en rescatar al profesor Vanister… pero no en usted. Eso me intrigaba… como me intrigan los planes que la señora Kauffmann tiene para su amigo, el señor Dalton.

Leonard miró a través de la ventana. Y luego volvió a mirar a Manners.

Leonard Powell: Quiere que sea su espía. Su maldita marioneta…
Holland Manners (ND): ¿Es que tiene una oferta mejor?
Leonard Powell: Debo decírselo a mis compañeros. Ellos…
Holland Manners (ND): Morirán.

Lo dijo como quien afirma que lloverá al día siguiente. O como quien da el resultado de un partido sin importancia…

Holland Manners (ND): Si conozco bien a esa víbora infernal de Sarah Kauffmann, el destino que aguarda a sus amigos es la muerte… o algo peor. Haciéndose pasar por James Roth podrá averiguar mucho más sobre dichos planes… y ayudar a sus amigos a escapar de esta dimensión.
Leonard Powell: Pero… ¿y yo? Quiero decir…
Holland Manners (ND): Si. Comprendo lo que quiere decir. Me temo, señor Powell, que no hay forma de restaurar su cuerpo original. Y créame, si sus amigos llegasen a descubrir quien es…
Leonard Powell: … jamás me dejarían aquí.
Holland Manners (ND): Jamás se irían sin usted. Y eso, señor Powell, los dejará a merced de Kauffmann y Wolfram & Hart… para toda la eternidad. Dígame… ¿Es eso lo que quiere para sus amigos?

Mirando a través del ventanal, contemplando las atestadas calles bajo la azulada mañana de Los Ángeles; Leonard pensó en que desde que había comenzado aquella odisea entre mundos paralelos siempre se había sentido atrapado. Atrapado entre los límites de aquel pueblo infame.

Ahora, por fin, había conseguido salir de él.
Y se sentía más atrapado que nunca.

Leonard Powell: Muy bien, Manners… ¿cuando empiezo?
Holland Manners (ND) (sonriendo): Ya ha comenzado, señor Roth.

CONTINUARÁ

miércoles, 25 de marzo de 2009

Sesión 21-03-09 (Parte 1 de 3)

EN ANTERIORES TEMPORADAS DE "NEVERFIELD"

UN EXPERIMENTO SIN CONTROL ARROJÓ A DANIEL DALTON Y A OTROS JÓVENES A UNA ODISEA ENTRE MUNDOS PARALELOS...

UNO DE SUS VIAJES LOS LLEVÓ A CRUZARSE CON UN OBJETO DE INCREIBLE PODER: EL LIBRO DE LAS SOMBRAS.

LA ESENCIA OSCURA ENCERRADA EN DICHO OBJETO LES LLEVÓ HASTA UNA REALIDAD PARALELA MUY SIMILAR A LA SUYA PROPIA...

... SIENDO UNA ARTIMAÑA PARA FORZARLES A REALIZAR UN RITUAL QUE PERMITIÓ LIBERAR TODAS LAS ALMAS ENCERRADAS EN EL LIBRO.

FINALMENTE, EL VEHÍCULO DE SALTO DIMENSIONAL FUE INTERCEPTADO POR WOLFRAM & HART...

... UN BUFETE DE ABOGADOS MUY ESPECIAL Y LOS PROPIETARIOS ORIGINALES DEL LIBRO DE LAS SOMBRAS.

Episodio 3x01.- NEVERDALE (Epílogo – Parte 1)


P.O.V. – MARCUS VANISTER

“Es el mejor día de mi vida.”

Con ese pensamiento, el profesor Marcus Vanister ocupó su cómodo asiento de ventanilla en la desierta primera clase del expreso de Los Ángeles.
Sonreía. Tenía motivos.

Dos horas antes había despertado en su pequeño apartamento de Los Ángeles, bajo la luz de una radiante mañana de verano. Había desayunado los mejores huevos con bacon que podía recordar. Había hecho el amor en la ducha con la mujer a la que amaba. Y ahora se encontraba a bordo del tren que lo llevaría hasta el Centro de Investigaciones Avanzadas de Springfield, California. Esa misma noche daría una conferencia científica que cambiaría la historia. En apenas unas horas, el profesor Marcus Vanister iba a hacer público el primer procedimiento eficaz de teletransporte.

Marcus miró a través de la ventana: desde el concurrido andén, pudo ver a Evan Foster y a Rayna que se despedían agitando la mano. La joven le lanzó un beso y el profesor pudo leer en sus labios “nos vemos esta noche. Te quiero”. Marcus sonrió otra vez: si, sin duda aquel era el mejor día de su vida.

Y, sin duda, aquello no podía ser real.
No podía serlo porque él había dejado Los Ángeles hacía años. Porque hacía años desde la última vez que sintió el roce de la piel de Rayna contra la suya. Y porque los diseños de su dispositivo jamás permitieron el codiciado teletransporte. En su lugar, Marcus Vanister había creado una máquina de salto dimensional que los había arrojado a él y a un grupo de críos inocentes a una odisea entre realidades paralelas…

Sin duda éste se trataba de otro reino paralelo, otro mundo en el que los acontecimientos habían tenido lugar de forma distinta… Si tan sólo tuviera un periódico para comprobar el momento justo…

Como si respondiese a sus deseos, un ejemplar de “Los Ángeles Tribune” cayó sobre la mesa de su reservado. Marcus miró por un segundo la fecha: era la misma de su primer salto dimensional. ¿Se trataba de una broma? ¿Había viajado en el…?

Marcus Vanister (NE): Gracias, muchas… (colocándose las gafas)… ¿gracias?

En un primer momento, Marcus había pensado que se trataba del revisor: el amable hombrecillo enfundado en traje blanco y gorrito rojo que lo había recibido a bordo del tren. A fin de cuentas había sido a él a quien le había pedido el periódico.

Sin embargo, Marcus jamás en su vida había visto al joven que había dejado caer el ejemplar del “Los Ángeles Tribune”. No tendría más de veintipocos años, de pelo castaño oscuro, tez pálida y un elegante traje. Un traje negro.

Marcus Vanister (NE): ¿Quién…?
James Roth (ND): Me temo que no tenemos mucho tiempo, profesor… (se sienta frente a él) Me envía Wolfram & Hart… Estoy aquí para rescatarlo.

“Wolfram & Hart”. Junto a la visión de aquel elegante traje negro (que tan familiar le había resultado), aquellos dos apellidos parecieron abrir la caja de Pandora de los recuerdos de Marcus. A los recuerdos de sus jóvenes compañeros de odisea dimensional, otros momentos más recientes brotaron de su memoria: el Libro de las Sombras; el ritual que liberó aquellas criaturas; el infernal bufete de abogados y la aparatosa entrada que hicieron en sus instalaciones; el viaje a aquella versión de Springfield a la que en ese universo llamaban Sunnydale…

Un macabro deja-vu sacudió con un escalofrío el cuerpo de Marcus.

Marcus Vanister (NE): Un momento… ¿Rescatarme? ¿De qué…?
James Roth (ND): No sé para qué cree que está usted en este tren, profesor. Pero le aseguro que no es lo que imagina. Usted no lo recuerda, profesor… Pero…

En ese momento, el tren comenzó a moverse. La cara del joven quedó marcada por la preocupación.

James Roth (ND): Mierda… (se incorpora, nervioso) No tardará en venir... No puedo quedarme más tiempo aquí...
Marcus Vanister (ND): Oiga, joven... No sé que...

El chico saca de su traje de chaqueta un billete de tren y lo deja en manos de Marcus.

James Roth (ND): Escúcheme. Escúcheme con mucha atención. Antes de que el tren llegue a su destino, reúnase conmigo en el último vagón. Y lleve consigo este billete.
Marcus Vanister (ND): ¿Y si no le acompaño?
James Roth (ND): Entonces su viaje será sólo de ida, profesor.

Marcus sintió de nuevo aquel escalofrío. El mismo que notó junto a aquel deja-vu. Bajó la vista y miró aquel billete. Era idéntico al que Marcus había mostrado al revisor antes de subir al tren. Entonces fue cuando los ojos del profesor se percataron de un detalle: las letras impresas aquel billete estaban al revés. Como reflejadas en un espejo.

Marcus Vanister (NE): Por lo menos podría decirme su nombre...

Pero para cuando alzó la vista, el misterioso joven se había desvanecido: Marcus volvía a estar sólo en la sección de primera clase del tren.

Marcus Vanister (NE): Vaya...

Con el billete aun en las manos, el profesor miró hacia la puerta del fondo.
Y con un suspiro, se dispuso a salir al encuentro del misterioso joven.


P.O.V. – LEONARD POWELL

“Ya es oficial...” – pensó Leonard – “Es el peor día de mi vida”.

Leonard jamás había visto un vagón de ganado en toda su vida. Pero de haber viajado en alguno, probablemente tendría el mismo aspecto que aquel en el que había despertado.

Sólo por el olor y por los garfios que colgaban del techo, Leonard pudo imaginar de qué eran las manchas (oscuras y resecas) que cubrían las paredes y el suelo de aquel vagón. Sin embargo no era la sangre lo que le preocupaba. En su escala de prioridades estaba, primero, el hecho de haber despertado encadenado a una de las paredes metálicas y errumbrosas del tren. Luego estaba el susurro de los tres hombres que murmuraban entre sí y a los que no podía distinguir en la penumbra del vagón. Apenas unos delgados hilos de luz se filtraban a través de las rendijas superiores, haciendo imposible identificarlos.

“Y por último, y no por ello menos importante, está el pequeño detalle de que debería estar muerto.”
Con ese pensamiento, Leonard hizo ademán de incorporarse, dispuesto a preguntar a sus misteriosos compañeros de viaje a) donde estaba y b) a qué cóño esperaban para sacarlo de ahí.

Leonard Powell: Esto... ¿Oigan?

Las tres siluetas se giraron al unísono al escuchar la voz de Leonard. Sus murmurllos cesaron y sus ojos se posaron en el joven enfundado en traje de ejecutivo (y aun manchado de su propia sangre)

Leonard Powell: Miren... No sé lo que ha pasado, ¿vale? Si esto es una movida de Wolfram & Hart o lo que sea, bueno... ¿Al menos podrían liberar...?

La voz de Leonard se desvaneció al tiempo que aquellas tres siluetas se aproximaron a él. Con paso lento, los tres individuos se colocaron a pocos metros del joven, permitiendo a este identificarlos.

El primero de ellos iba enfundado en una especie de mono militar, un uniforme de fuerzas especiales o algo así. A Leonard no le costó reconocerlo como uno de los trajes que llevaban esos cabrones del ejército americano que tantos quebraderos de cabeza les dieron en Psifield.

El atuendo del segundo individuo también le resultó familiar: lucía una gabardina negra, de cuero, larga hasta los tobillos. Bajo la misma, el tipo llevaba ropa de kevlar oscuro. Cuando vio sus ojos rojizos brillar en la oscuridad, un escalofrío recorrió la columna vertebral de Leonard: sólo había visto ojos así en uno de los mundos que habían visitado. En el primero. En Shadowfield.

La indumentaria del tercero parecía sacada de alguna peli de “El Señor de los Anillos”, con una capa negra y una armadura dorada bajo la misma. Si el segundo tenía los ojos rojos, los rasgos faciales de este tercer sujeto no dejaban lugar a dudas: orejas puntiagudas, piel púrpura oscuro y largo pelo blanco... Leonard jamás había visto a este tipo.

Y al mismo tiempo, sí que lo había visto. Los conocía a los tres.
Porque los tres eran Morgan Kyle.

Leonard Powell: Vale... ¿Esto es una pesadilla... o es el infierno?
Morgan Kyle (SF): Ambas cosas.

Y diciendo eso, el Morgan Kyle al que sus amigos y él habían dado muerte en Shadowfield aferró del cuello a Leonard con un crujido de sus vértebras. Las fauces del vampiro se abrieron dejando ver sus colmillos.

Lord Kyle (DF): ¡Conten tu sed, criatura de la noche! (desenvainando sus dos cimitarras) ¡El código de honor exige vengar la vida de mi Señor!
Comandante Morgan Kyle (PS): Tranquilo, elfo... (amartilla su calibre cuarenta y cinco) Hay Leonard para todos...
Leonard Powell (al borde de la asfixia): No... No hay para todos...

De haber sido solo dos, quizá aquello hubiese funcionado. A fin de cuentas, si había algo que Leonard sabía hacer bien en todos los mundos posibles... era sacar de quicio a Morgan Kyle. Bastaron varios comentarios más para que el elfo intentase imponerse al vampiro. Aun forcejeaban cuando Leonard se percató de un pequeño detalle. El frío contacto del cañón de la calibre cuarenta y cinco le recordó a Leonard que aun había un tercer Morgan Kyle del que preocuparse.

Comandante Morgan Kyle (PS): La última vez te disparé en el estómago... (aprieta el cañón contra la cabeza) No cometeré dos veces el mismo...

Y entonces, alguien abrió la compuerta metálica, desde el otro extremo del vagón. El Morgan élfico y el vampírico estaban demasiado ocupados resolviendo sus diferencias para percatarse. Sin embargo, el sonido metálico bastó para llamar la atención del Morgan militar durante un instante. Leonard no necesitó más: con la reducida movilidad que le permitían las cadenas, el joven golpeó la mano de Morgan haciendo que su pistola volase por los aires. El arma cayó al suelo y se deslizó hasta los pies del recién llegado. Éste se agachó y la sostuvo en sus manos.

Por un instante, Leonard se permitió imaginar quien podría ser el último invitado a esa fiesta. Esperaba ver a otro Morgan Kyle, procedente de otro mundo y con el que, como una de esas constantes que se repetían, también tendría cuentas pendientes. Leonard se temía lo peor...

Entonces vio como el profesor Vanister, enfundado en un traje de chaqueta gris, contemplaba entre confuso y temeroso el arma en sus manos.

Profesor Vanister (NE): ¿Señor...? ¿Señor Powell?

Tres pares de ojos se posaron en el recién llegado. Y una sonrisa apareció en los labios del Morgan de Shadowfield.

Morgan Kyle (SF): Genial... (muestra los colmillos) El aperitivo.

CONTINUARÁ...

lunes, 16 de marzo de 2009

Cabecera NEVERFIELD - Season 3



Pues gracias a la pericia de Raul montando el video, he podido añadirle unos retoquitos con el After Effects y añadiéndole una música que me parece más apropiada para lo que se avecina en la serie...

Por cierto, intenté colgarlo en Youtube pero tuve problemas con los derechos de autor... En fin...

Los rótulos se leían perfectamente cuando hice los videos. No contaba con el respeto prodigioso de Blogger video a la hora de pasarlo...

Ah, y aqui teneis otra versión del video, con una música quizá más adecuada para Wolfram & Hart: ya direis si le pega una más que otra.