martes, 23 de junio de 2009

Sesión 20-06-09 (Parte 2 de 2)

ANTERIORMENTE, EN NEVERFIELD...
Marcus Vanister: Creo que nuestra prioridad es reparar la "Alfombra Mágica" y regresar a nuestro mundo, procurando no alterar aún más el curso de los acontecimientos de esta realidad paralela…

ARROJADOS A UNA ODISEA ENTRE DIMENSIONES ALTERNATIVAS…
Profesor Vanister (NE): Es la tanqueta. Lo que ha construido tu padre no es una máquina de salto dimensional. Es una máquina de guerra.

ENGAÑADOS POR EL LIBRO DE LAS SOMBRAS…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!

CAPTURADOS POR WOLFRAM & HART…
Gavin Park (ND): Si, Roth, muchacho. Ahora yo soy el jefe de equipo. La señora Kauffmann acaba de ascenderme… (sonríe) ¿no te lo había dicho?

CONDENADOS A ENMENDAR SUS PROPIOS ERRORES…

Gavin Park (ND): Mira, Roth… (se acerca a él) Los dos sabemos que en Wolfram y Hart hay muchos intereses enfrentados. Y estoy seguro de que los dos tenemos nuestros propios intereses.

… O A MORIR EN EL INTENTO.
Gavin Park (ND): Vanister y Roth… Señora Kauffmann, creo que trabajan para alguien de dentro de Wolfram y Hart.

Episodio 3x10.-
VLADIMIR KAMINSKI contra WOLFRAM & HART

Hospital Saint Betheleem. Los Ángeles.
5.22 AM.

Gavin Park (ND): Agente Pierce, del departamento de Homicidios.

Bajo las luces de las ambulancias y el trasiego habitual de una madrugada de sábado en urgencias; las credenciales psíquicas de Wolfram y Hart hicieron su trabajo y los enfermeros asintieron y dejaron pasar al agente Pierce.

Supervisor de Urgencias (ND): Ah, si. El vagabundo… Alguien lo dejó en Urgencias. Tenía una hemorragia bastante fea. Parece que ya lo han subido a planta. Habitación 302.
Gavin Park (ND): ¿Se sabe algo de quien lo trajo?
Supervisor de Urgencias (ND): No, señor. Pero es lo habitual, ¿sabe? Tenemos casos como ese todos los fines de semana…
Gavin Park (ND): Ya me imagino… Muchas gracias.

Pero no. Aquel tipo de perilla y pendiente en la oreja no tenía ni idea. No podía imaginar que el sin techo al que habían atendido era un psíquico, un precognitor capaz de ver el futuro. Había trabajado para Wolfram y Hart, concretamente para Sarah Kauffmann. Y había visto algo relacionado con aquellos viajeros dimensionales que, hacía ya tres meses, habían aparcado su tanqueta en la planta cuarta del bufete.

El psíquico, Vladimir Kaminski, había escapado de unas instalaciones de W&H. El azar quiso ponerlo en el camino de Gavin. Una magnífica forma de arreglar las cosas con Sarah Kauffmann tras el chasco de Gideon Grant. ¿Y que hace Gavin? Deja al bueno de Vladimir en manos de quien encabeza la lista negra de Wolfram y Hart: el vampiro con alma. El jodido Ángel.

Claro que quedaban menos de tres horas para que amaneciese. Con un poco de suerte, el chupasangres se habría retirado a su refugio y…

Ángel (ND): Voy con él.

Gavin escucha su voz y se detiene. Está ahí, junto al mostrador de enfermeras. Ángel lo saluda esbozando lo que para un vampiro eternamente melancólico debe ser lo más parecido a una sonrisa. Gavin suspira y asiente, resignado: “dejemos que crea que tiene las de ganar. Cuando llegue el comando de asalto de Wolfram y Hart, ya veremos si le quedan ganas de sonreir…”

Gavin Park (ND): Vaya. No pensaba encontrarte por aquí…
Ángel (ND): ¿Y dejarlo sólo, en manos de Wolfram y Hart?
Gavin Park (ND): Eh, ¿Quién crees que va a pagar las facturas del hospital?
Ángel (ND): ¿No has visto el informe médico? Tiene el cerebro como un colador. ¿Vas a decirme que no sabes nada de eso?
Gavin Park (ND): Ya te lo dije antes… Trabajo para Wolfram y Hart, sí. Pero es solo una tapadera, ¿vale? Ayudo a unas personas, a los…
Ángel (ND): A esos “viajeros” de los que hablaba el vagabundo, ¿no?
Gavin Park (ND): Exacto… (el ascensor se abre, dejándoles en la planta quinta) Aquí estamos, Ángel, muchacho…

Un amable policía deja de flirtear con la jefa de enfermeras y, diligentemente, guía a los dos supuestos detectives de homicidios hasta la habitación del paciente.

Policía 1 (ND): Creo que está dormido todavía. Pero si quieren iniciar el traslado…
Gavin Park (ND): Si, cuanto antes lo… (se queda petrificado) Mierda.
Ángel (ND), (también lo ha visto): Oh, no…

El policía aun no ha terminado de girar el pomo cuando Ángel y Gavin se percatan del haz de luz verdosa que ha parpadeado por un segundo, filtrándose bajo la puerta. Hay alguien dentro de la habitación con Vladimir. Y ellos saben quien es.

Ángel (ND): ¡A un lado!
Policía 1 (ND): Pero, ¿qué…?

Gavin saca su pistola mientras contempla como Ángel propina una potente patada contra la puerta. No sólo la saca de sus goznes sino que sale disparada como un proyectil plano, atravesando la estancia de lado a lado y destrozando el ventanal justo antes de caer al vacío.

Las sospechas se confirman cuando, en la penumbra de la estancia, el brillo jade que rodea a la joven oriental se convierte en la única fuente de luz. Junto a ella, otro individuo. Este no es tan corpulento como el gigantesco vagabundo que los atacó en el callejón… pero es sin duda más inquietante. Luce una cazadora de cuero, similar a la de los aviadores de la Segunda Guerra Mundial. Su rostro y sus manos permanecen ocultos bajo unos sucios vendajes.


Y en sus manos dos pistolas de nueve milímetros aparecen de la nada.

Con una desquiciada risotada, el misterioso sujeto cubre de balas la estancia, dejando a la joven una oportunidad de oro para tratar de llevarse consigo a Vladimir.

Uno de los proyectiles alcanza a Gavin en el brazo. Al menos tres muerden la carne muerta de Ángel. Lo único que consigue es enfurecerle. Cuando Gavin lo ve incorporarse, siente un escalofrío. Ha visto muchos vampiros. Pero en el rostro demoníaco de Ángel se pueden intuir las atrocidades que hizo cuando respondía por su otro nombre…

Ángel (ND): Espero que sepas volar… ¡Te hará falta!

Antes de que ese cruce de momia y pistolero pueda siquiera encañonarlo con su pareja de pistolas, Ángel lanza una patada aérea que se hunde en el pecho de su oponente. Lo desestabiliza lo suficiente como para que se precipite al vacío, a través del mismo hueco que dejó la puerta. Ángel ve como el cuerpo rompe la cristalera superior del atrio del hospital. No han transcurrido ni dos segundos cuando se escucha una pavorosa explosión que sacude los cimientos del hospital. Los gritos y la confusión se adueñan del lugar, dejando claro que ha llegado la hora de salir de ahí.

Ángel (ND): Es hora de salir de aquí (coge en brazos al inconsciente vagabundo) Esto ya no es seguro…
Gavin Park (ND): ¿Y a donde vas a llevarlo? ¡Esa cabroncilla de ojos rasgados puede volver a teleportarse en cualquier momento!
Ángel (ND): Créeme… Donde voy yo no podrá seguirme.
Gavin Park (ND): Espera, joder. Estoy herido…

Ángel se detiene por un instante y lo mira. La herida del hombro de Park no parece gran cosa. Sobrevivirá. Pero eso no es lo importante. Lo que realmente importa es que asegura estar haciendo el doble juego a Wolfram y Hart. ¿Y si fuera cierto? ¿Sería esto una oportunidad para conseguir un aliado dentro del bufete?

Ángel (ND): Maldita sea… (suspira y entrega una tarjeta de Investigaciones Ángel a Gavin) Cuando Wesley se entere… Va a volverse loco.

“Investigaciones Ángel”. Suburbios de la Zona Oeste.
5.59 AM


Wesley Wyndam-Pryce (ND): ¿Estas completamente loco? (baja la voz y lleva a Ángel aparte) ¡Has traído a un agente de Wolfram y Hart a la oficina!
Ángel (ND): Tranquílizate, Wes… Bajaré a ver como sigue nuestro invitado.
Wesley Wyndam-Pryce (ND): ¡Espera! ¿Vas a dejarme aquí con…? (Ángel baja las escaleras) Sí, vas a dejarme a solas con él.

Gavin ve desaparecer a Ángel escaleras abajo, quedándose con el tal “Wesley”. Tiene todo el aspecto de un bibliotecario. Y parece igual de peligroso. Gavin pasea la vista por el lamentable inmueble. De acuerdo: Ángel es un vampiro con más de dos siglos de experiencia. Pero ¿ese sitio? ¿Un tugurio que no vale ni el dinero de su demolición? ¿Y se supone que esta panda de perdedores es un peligro potencial para Wolfram y Hart? Fuese como fuese, a Sarah Kauffmann casi le da un infarto (o lo que sea que padecen las criaturas infernales) cuando se enteró de quien tenía en su poder a su vidente particular. Ahora era cosa de Gavin el sacarlo de ahí. Para ello había dos opciones. Y descartando el enfrentamiento directo con Ángel, solo quedaba una vía. La negociación.

A varios metros por debajo de sus pies, mientras Gavin daba vueltas a los argumentos que utilizaría para convencerlo; Ángel se adentró en la penumbra de su recámara. Bajo la titilante luz de las velas, Vladimir Kaminski se revolvía como un enfermo atormentado por visiones febriles.

Vladimir Kaminski (ND): Ah… Iusted…
Ángel (ND): Debería descansar. Esos cerdos de Wolfram y Hart le han…
Vladimir Kaminski (ND): Da, da… Ellos siacarme tioda la información con sus artilugios… (se señala la cabeza) Siolo piequeñas piezas sin sentido aquí, en mi quiabesa

Es entonces cuando Kaminski comienza a relatar su historia. La historia del tercer hijo de un humilde matrimonio afincado en Vladivostok, Rusia. Le cuenta sobre las visiones del futuro que desde muy joven le privaban del sueño de los justos; y de cómo unos ricos hombres de negocios americanos llegaron un día, asegurándole el porvenir de su familia si aceptaba viajar con ellos, poniendo su don a su servicio.

Durante casi diez minutos, Kaminski llora al recordar las cosas que el bufete infernal le forzó a ver en el futuro. Finalmente, parece que logra reunir fuerzas para continuar…

Vladimir Kaminski (ND): Wiolfram y Hart cumplir su pialabra… Pero hace tries mieses, algo cambió. Lliegaron unas piersonas… de un liugar más allá de nuestro mundo…
Ángel (ND): ¿Los viajeros?
Vladimir Kaminski (ND): Da, da… Los viajeros. Mi supervisiora, Siarah Kauffmann, me encargó vier el fiuturo de ellos… Y cuando lo hice… me envió a ese liugar… ese laboratorio…
Ángel (ND): ¿Qué vio en el futuro... sobre esos viajeros?

La mirada de Kaminski, inyectada en sangre a causa de las hemorragias, muestra una mezcla de terror y decepción.

Vladimir Kaminski (ND): Sieñor Angel… Sé que me quieda poco tiempo y… De donde io vengo, se dice que quien no muere dionde nació, vivirá eternamente pierdido…

Antes de que pronuncie las palabras, Ángel ya sabe cual va a ser la petición de Kaminski. Y de antemano, sabe que piensa cumplirla.

A fin de cuentas, es el último deseo de un moribundo.


Despacho Privado de Maikah King, Nave Industrial 2.
Campo de Extracción Petrolífera “Pinewood”.
Afueras de Los Ángeles.
6:30 AM


Maikah King (ND): ¿Y para esta mierda tenías tanta prisa?

Con un firme tirón, Maikah arranca el pliego de impresora y se lo tiende a Gavin, que permanece recostado cómodamente en el sofá del despacho. A través de las cristaleras, a vista de pájaro, se puede ver cómo una pequeña tropa de limpiadoras, en su mayoría hispanas, limpia laboriosamente los vestigios de la “rave sangrienta” de esa noche.

Gavin Park (ND): Sabía que no sería nada para ti, Maikah, muchacho… Para ser el mejor organizador de fiestas privadas para vampiros con pasta, sigues siendo un hacker de la hostia.
Maikah King (ND): En serio, Park… ¿Para que quieres los planos de un viejo edificio de los suburbios?

Gavin no contestó y mantuvo la vista en aquel pliego de impresora: en él se podía ver hasta el más mínimo detalle de la estructura del edificio en el que se encontraba “Investigaciones Ángel”. Incluidos los “retoques” que el vampiro con alma había realizado en las alcantarillas. El mismo chupasangres estirado que lo había puesto de patitas en la calle hacía menos de una hora. Sin más explicaciones. “Ahora Kaminski está bajo mi protección.” Y punto. Ni negociación ni nada de nada. Así que Ángel quería jugar duro, ¿eh? Pues genial. Gavin esperaría a que fuese de día y luego… bueno, los detalles ya los arreglaría luego. Por el momento le bastaba encontrar una vía de acceder al cubil de Ángel. Y parecía que la clave estaba en las alcantarillas.

Maikah King (ND): Bueno, colega… Si no se te ofrece nada más…
Gavin Park (ND): En realidad, sí. Hay otra cosa… (tendiéndole una tarjeta con un número de serie escrito al dorso) Quiero que accedas a este servidor.
Maikah King (ND): Esto es un servidor de Wolfram y Hart… No, ni de coña. No muerdas la mano que te da de comer, colega…
Gavin Park (ND): Vamos, Maikah, muchacho… ¿Olvidas quien te dió los contactos para que montases tu chiringuito para chupasangres con pasta?

En el fondo, bajo las ropas de chico malo y las rastas a lo “perro salvaje”, Maikah seguía siendo el mismo “nerd” hacker al que Park había salvado el pellejo un par de años atrás. Aun tenía ese sentido del honor que a Park tanto le gustaba explotar.

Maikah (ND): Mierda… (agarrando su portátil) Pero esto salda mi deuda, ¿vale?
Gavin Park (ND): Maikah, muchacho… (sonríe) Deuda saldada.

No pasan ni cinco minutos cuando Maikah termina su trabajo. Mientras asimila los datos que el joven hacker le ha dado, Park se despide mecánicamente de él y abandona la nave industrial, completamente enfrascado en sus pensamientos. No puede dejar de darle vueltas. El archivo de información personal sobre James Roth tenía tres sellos de seguridad. Hasta ahí nada que no supiese ya el propio Park.

Sin embargo, lo más interesante es que los dos primeros habían sido dispuestos por Sarah Kauffmann… mientras que el tercero, un sello invisible para los demás usuarios internos del bufete, había sido puesto recientemente por otra persona.
Por Holland Manners.


Park lo había dicho pensando que era una pista falsa. Y al final iba a resultar que iba a ser cierto. Que James Roth trabajaba realmente para Holland Manners.

Gavin Park (ND): Hay que joderse… Se pone interesante.
Stewie (ND): ¿Perdona, colega?

Gavin sale de sus pensamientos al tiempo que se percata de que ya está en el taxi. Stewie lo mira, entre inquieto y expectante. Ha oído historias sobre las fiestas que se organizan aquí y siendo un simple mortal es normal que tenga ganas de irse de aquí.

Stewie (ND): ¿A dónde vamos, jefe?
Gavin Park (ND): Volvemos a donde me recogiste, Stewie, muchacho… (mira la tarjeta de “Investigaciones Ángel” que reposa entre sus dedos) He olvidado algo importante ahí.

Terminal 5.
Aeropuerto Internacional de Los Ángeles.
6.28 AM


“… Última llamada para los pasajeros del vuelo Oceanic 795 destino Vladivostok, con escala en Tokio, por favor embarquen por puerta seis…”

Ángel (ND): Ése es su vuelo, señor Kaminski.

Vladimir se da la vuelta, algo sobresaltado. De no haber estado tan ensimismado viendo los monitores de televisión del aeropuerto, tampoco hubiese podido ver el reflejo de Ángel a su espalda.

Vladimir Kaminski (ND): Griasias, sieñor Angel…
Ángel (ND): Su vuelo sale en apenas unos minutos, señor Kaminski. Sé que puede ser doloroso para usted pero…
Vladimir Kaminski (ND): Quiere siaber lo que vi siobre esos viajeros… (asiente con la cabeza) Lio quiomprendo… Debería iusted decírles a ellos lo que io ví…

Y Kaminski susurra unas breves palabras al oído del vampiro con alma.
De haber tenido un corazón que funcionase, puede que habría dejado de funcionar durante un segundo al escuchar lo que le dice el vidente moribundo.

Ángel (ND): ¿Está…? ¿Está usted seguro?
Vladimir Kaminski (ND): Nada es sieguro en iesta vida, sieñor Ángel… Nada salvo la muerte… Dasdivania, sieñor Ángel. Y gracias pior todo.

Ángel lo ve desaparecer entre la multitud de turistas y hombres de negocios que se pierden más allá de la puerta de embarque.

Quince minutos después, el Oceanic 795 hace la maniobra de despegue bajo el cielo púrpura. Apoyado contra su descapotable negro, el vampiro con alma lo contempla mientras da vueltas al misterioso mensaje que le ha dejado el vidente moribundo. Y comprende por qué Wolfram y Hart tiene tanto interés en recuperarlo. No deja de pensar en que el vuelo hará una escala en Tokio. Japón. Sus atacantes eran todos japoneses. ¿Ha puesto a salvo a Vladimir? ¿O lo ha enviado a una trampa segura?

La respuesta viene por si sola.
Apenas ha levantado el vuelo, el Oceanic 795 estalla en una pavorosa bola de fuego. Queda menos de una hora para el amanecer pero por un segundo parece que el sol se ha adelantado. Mientras los fragmentos llueven sobre la pista y comienzan a escucharse las primeras sirenas; Ángel mira a su espalda.

Una nube de polvo de jade flota en el ambiente y un pensamiento cruza la mente del vampiro con alma.

Fue un trabajo eficaz, pequeña teleportadora de ojos rasgados… Pero no debiste firmarlo.”

A una manzana y media de “Investigaciones Ángel”.
Suburbios de la Zona Oeste.
7.31 AM


Gavin Park (ND): En serio… (se incorpora y se da la vuelta) Tienes que dejar de acechar a la gente.

Ahí, de pie en la entrada de aquel callejón, con una tapa de alcantarillado a medio abrir; Gavin Park trata de mantener una sonrisa de poker ante un vampiro con alma de más de doscientos años. No es nada fácil. Aunque lo hubiese sido de no ser por el maldito atasco que Stewie encontró a la salida de la interestatal tres.

Gavin Park (ND): He oído por la radio lo del vuelo ese de Los Ángeles-Vladivostok. Vaya cagada, ¿eh?
Ángel (ND): Maldito… (lo aferra por las solapas del traje y lo levanta como un muñeco de trapo) Lo habéis matado. Tú y tus amigos de Wolfram y Hart.
Gavin Park (ND): ¿De qué estas hablando?
Ángel (ND): La chica teleportadora… ¡Ella ha tenido algo que ver en el atentado del avión!
Gavin Park (ND): Ángel, muchacho, te recuerdo que también han intentado matarme a mí. Te aseguro que no trabajo para esa chica, ¿vale? Además…

Gavin mira por encima del hombro de Ángel. Y sonríe. Los primeros rayos de sol se filtran entre los rascacielos del centro. Dentro de muy poco, Ángel comenzará a parecerse mucho a una hamburguesa muy hecha.

Sin delicadeza alguna, Ángel deja caer a Gavin sobre el asfalto.

Ángel (ND): Vas a darles un mensaje a esos a los que Kaminski llamaba “los viajeros”. Diles que quiero hablar con ellos. En persona.

CONTINUARÁ…

lunes, 22 de junio de 2009

Sesión 20-06-09 (Parte 1 de 2)

ANTERIORMENTE, EN NEVERFIELD...
Marcus Vanister: Creo que nuestra prioridad es reparar la "Alfombra Mágica" y regresar a nuestro mundo, procurando no alterar aún más el curso de los acontecimientos de esta realidad paralela…

ARROJADOS A UNA ODISEA ENTRE DIMENSIONES ALTERNATIVAS…
Profesor Vanister (NE): Es la tanqueta. Lo que ha construido tu padre no es una máquina de salto dimensional. Es una máquina de guerra.

ENGAÑADOS POR EL LIBRO DE LAS SOMBRAS…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!

CAPTURADOS POR WOLFRAM & HART…
Gavin Park (ND): Si, Roth, muchacho. Ahora yo soy el jefe de equipo. La señora Kauffmann acaba de ascenderme… (sonríe) ¿no te lo había dicho?

CONDENADOS A ENMENDAR SUS PROPIOS ERRORES…

Gavin Park (ND): Mira, Roth… (se acerca a él) Los dos sabemos que en Wolfram y Hart hay muchos intereses enfrentados. Y estoy seguro de que los dos tenemos nuestros propios intereses.

… O A MORIR EN EL INTENTO.
Gavin Park (ND): Vanister y Roth… Señora Kauffmann, se lo advierto: puede que trabajen para alguien de dentro de Wolfram y Hart.

Episodio 3x10.-
VLADIMIR KAMINSKI contra WOLFRAM & HART

Aeropuerto de Los Ángeles.
2:45 AM.


“... lo que muchos llaman ya “la maldición Grant”. Un año después del atentado que dejó graves daños en la orgullosa Torre Grant, el evento organizado por el magnate neoyorquino tuvo que ser cancelado a causa de las sospechas de un nuevo complot terrorista contra él. Fuentes próximas aseguran que Gideon Grant se encuentra fuera de peligro, recuperándose de la...”

La periodista no llega a terminar la frase: el monitor de televisión, junto a los otros siete que emitían la noticia por distintos canales, se funde en una cascada de chispas. Los murmullos se extienden por la terminal del aeropuerto mientras varios operarios acuden extintor en ristre, dispuestos a aplacar el pequeño incendio que han provocado los televisores. Cuando dentro de un par de horas abran el vientre de esos monitores probablemente se pregunten cómo demonios se han podido fundir desde dentro.

Gavin Park sonreiría de no ser porque conoce la respuesta. A fin de cuentas, hacer que las cosas se derritan ante su mirada es uno de los terroríficos poderes que ostenta Sarah Kauffmann, enviada de los Socios Fundadores, alta ejecutiva de Wolfram y Hart y, actualmente, su jefa directa.

Sarah Kauffmann (ND): Estoy muy decepcionada, señor Park... Mucho.

Junto a dos guardaespaldas, Gavin camina junto a la enfurecida ejecutiva, tratando de buscar una excusa. Su mejor excusa.

Gavin Park (ND): No sé cómo el profesor Vanister pudo llegar tan deprisa a Nueva York. Sin duda recibe ayuda de quien sea que le ayuda desde dentro del bufete...
Sarah Kauffmann (ND): Es obvio quien ha ayudado al señor Vanister. Y sin duda, también está empleando a Braddock y Dalton en mi contra.

Apenas han salido de la terminal y ya está ahí la enorme limusina de Kauffmann. Un criado oriental ciego, anciano, alto y delgado como un palillo abre gentilmente la puerta del coche a la señora Kauffmann.

Sarah Kauffmann (ND): Es Holland Manners, señor Park. Es él quien está ayudando a Vanister y los demás. Debería aprovechar el hecho de que estarán ausentes las próximas horas para tratar de averiguar algo más sobre ellos. Estoy...

El sirviente la interrumpe un instante, susurrando algo a su oído. Gavin no puede ni imaginarse lo que es. Pero sin duda debe ser una terrible noticia. El semblante de por sí furioso de Kauffmann se torna incluso pálido. ¿Es miedo lo que ve Park en los ojos de la zorra infernal?

Sarah Kauffmann (ND): Señor Park, tengo... asuntos importantes que atender. Espero por su bien que en las próximas horas encuentre alguna pista que demuestre la implicación del señor James Roth, Vanister y demás con Holland Manners. Nadie me decepciona dos veces y vive para contarlo, señor Park.

La limusina se aleja mientras Park trata de acallar esas voces que le repiten una y otra vez “estás en un aeropuerto, muchacho: ¡pilla el primer vuelo a cuanto-más-lejos-mejor y pon un océano de por medio entre tú y esa jodida puta demoníaca!”

Pero, en lugar de eso, Park hace un gesto a uno de los taxis que se apilan en el acceso del aeropuerto. El conductor, un chico de apenas veinte años y estética de los Beach Boys.

Stewie (ND): ¿A dónde, colega?
Gavin Park (ND): Cien pavos si me llevas volando al Hotel Ambassador.
Stewie (ND): Por cien pavos le llevo al infierno si quiere, colega.
Gavin Park (ND): Por el momento, el Ambassador bastará... Gracias.

Son las tres de la madrugada y está agotado. Pero el inocente comentario de Stewie, el taxista, ha bastado para recordarle a Park lo que se está jugando. No hay tiempo para descansar: conecta su portátil y teclea frenéticamente, tratando de bucear entre las fichas de personal de Wolfram y Hart. “Veamos quien eres realmente, James Roth...” Las sospechas son claras: Roth es el único de Wolfram y Hart que ha tenido contacto con Vanister y los chicos. Sin duda el primer candidato en una lista muy corta de posibles topos enviados por Holland Manners para buscar las cosquillas a Kauffmann.

Es entonces cuando se activan tres defensas informáticas. Tres barreras para proteger un simple archivo de personal. Park teclea a toda velocidad, luchando por borrar sus huellas. Parece que es demasiado para sus habilidades como hacker. Tendrá que buscar ayuda... y Park sabe exactamente a quien llamar.

Pero antes de poder hacerlo, su taxista frena el coche.

Stewie (ND): Eh, ¿colega?... El Ambassador.

Gavin baja del taxi con la tarjeta de Stewie entre los dedos: parece que se ha ganado un chofer de confianza. Camina bajo una insípida pero molesta lluvia, en una madrugada incómoda. Está a pocos metros de la marquesina del hotel cuando ve a dos miembros del personal de seguridad sacando la basura... por la puerta principal.

El vagabundo forcejea, soltando improperios en un idioma que parece venir del bloque del Este. Los guardias de seguridad no le entienden ni les importa. Cuando lo dejan en la calle, se dan la vuelta, de regreso al Ambassador.

Park pasa junto al vagabundo, sintiendo ese escalofrío que le recorre el espinazo siempre que está a punto de meterse en problemas. Cuando siente la mano del pordiosero aferrarse a su pierna, sus sospechas se confirman.

Gavin Park (ND): Eh, amigo... No...
Vagabundo (ND): Usted.... Usted les conoce...

El tipo luce un chubasquero marrón, sucio y mojado. Aparenta unos treinta años, es más gordo que corpulento y lo mira con unos ojos verdes inyectados en sangre. Sangre... como la que mana por su nariz.

Gavin Park (ND): Oiga, amigo... Su nariz...
Vagabundo (ND): ¡Usted les conoce!
Gavin Park (ND): ¿Conocer... a quien?
Vagabundo (ND): ¡A los viajeros! ¡Usted conoce a los viajeros que vinieron de otro mundo!

Callejón próximo al Hotel Ambassador.
3.32 AM.

Una vez más, Cordi había acertado de pleno.
Ángel se aproximó al borde de la azotea, contemplando los cuatro pisos en caída libre que lo separaban del asfalto mojado del sucio callejón. El vagabundo apareció tambaleándose sobre sus propios tobillos mientras gesticulaba y hablaba de forma atropellada, entre nervioso y delirante. Hace más de cien años que no escucha el acento pero Ángel no lo duda: es ruso, probablemente de las regiones próximas al estrecho de Bering. Si ese vagabundo es el protagonista de una de las visiones de Cordi es porque los “Grandes Poderes” quieren protegerlo de un peligro inminente. La pregunta ahora era… ¿qué peligro?

Gavin Park (ND): Tranquilo, amigo, tranquilo… Explíqueme detenidamente eso de los viajeros.

El tipo que acompaña al sin techo va vestido con un traje de dos mil dólares. Su ritmo cardíaco es acelerado y es definitivamente humano. Por un segundo, Ángel se plantea que quizá sea ese pobre tipo quien va a ser víctima del vagabundo. Empieza a barajar posibilidades (un cambiaformas, un vampiro de las alcantarillas, un brujo…)
…hasta que escucha la palabra mágica.


Vagabundo (ND): Sé que… triabajas para Wolfram y Hart… Pero ieres amigo de los viajeros… Debo advertierles…

“Wolfram y Hart”. Si su estómago aun funcionase, Ángel sentiría ganas de vomitar: desde las alturas, escucha como el tipo trajeado y oriental reconoce trabajar para ese bufete de alimañas demoníacas. Por lo poco que ha dicho el vagabundo, parece que éste ha conseguido escapar de uno de los muchos cubiles que la firma tiene en Los Ángeles para solo el Diablo sabe qué impíos propósitos. Eso da igual ahora: ya tendrá tiempo de hablar con el sin techo… en cuanto dé buena cuenta del picapleitos.

Su gabardina negra ondea al viento mientras se deja caer. Sus pies tocan el suelo, interponiéndose entre el vagabundo y el trajeado.

Angel (ND): Esté tranquilo, señor. Me llamo Ángel y estoy aquí para protegerlo… (se gira y mira a Park) Esto no llevará mucho tiempo…
Gavin Park (ND): ¡Joder…! (saca su pistola) ¿Quién eres tú?
Angel (ND): ¿Y… (sorprendido, mirando más allá de Park)… ¿quien es él?
Gavin Park (ND): Vamos, ¿de verdad crees que caeré en un truco…?

Gavin enmudece al escuchar unas guturales palabras en japonés a su espalda. Al darse la vuelta, tanto él como Ángel pueden ver una figura que los observa desde el acceso del callejón. Mide dos metros y algunos centímetros más, luce una melena larga junto con una barba poblada. Su indumentaria, como su aspecto, son los de un vagabundo. Por un momento, casi parece una simple pelea de sin techos.

Es entonces cuando un coche atraviesa la avenida y sus faros iluminan por un segundo el callejón. Dura un parpadeo… lo suficiente como para que Ángel y Park vean proyectada la auténtica sombra del vagabundo japonés en la pared. La sombra de un temible samurai, enfundado en su armadura de batalla… y katana en ristre.

Ángel (ND), (murmurando para sí): “¿Para qué vas a ir armado, Ángel?” “No necesitarás tu espada, Ángel”… Es la última vez que te hago caso, Wes…

Con un feroz grito de samurai, el vagabundo se lanza contra Ángel. Éste acepta el reto y corre en su dirección. Una patada que habría decapitado a cualquier humano apenas si tuerce de forma imposible la mandíbula del gigante japonés. Con una sonrisa, el coloso se recompone la quijada y se lanza de nuevo contra Ángel.

Ángel (ND): Vale… (mira hacia la entrada del callejón: se escucha un camión de la basura acercándose) Plan B.

El gigantón está tan cegado por su frenesí de samurai que no reacciona a tiempo: Ángel aguarda el tiempo necesario para retirarse un poco y efectuar un derribo. El gigantón tropieza y se estrella contra el camión de basuras. El impacto es tal que su cuerpo acaba estampado contra un escaparate de una lujosa boutique.

Ángel se da la vuelta, pensando que quizá ha sido una treta de distracción por parte del ejecutivo de Wolfram y Hart. Sin embargo, esa teoría se desvanece en cuanto comprueba que el trajeado está siendo atacado por un peculiar oponente. No llegará a los veinte, viste con ropa de cuero negro y lleva el pelo cortado en punta y tintado de violeta. Una especie de aureola de polvo de jade envuelve a la adolescente japonesa que intenta estrangular al tipo de Wolfram y Hart. “¿Debo salvarlo?”

Antes de poder contestar, Park consigue zafarse y encañona con su pistola a la chica. Ésta se desvanece en el aire, en un estallido de luz verde acompañado de una polvareda de jade.

Ángel (ND): Definitivamente, no son humanos… (mira a Park) ¿Amigos tuyos?
Gavin Park (ND): Claro…(irónico) Por eso han intentado matarme. A mi y a…

Va a señalar al vagabundo. Pero éste yace en el suelo. Inconsciente. Mientras Park trata de reanimarlo, Ángel no necesita acercarse para comprobar que apenas tiene pulso.

Ángel (ND): Necesita un hospital… (lo coge en brazos) Y lo tendrá.
Gavin Park (ND): El más próximo es el Saint Betheleem… Nos vemos allí, ¿de acuerdo?

Ángel no le responde. Por un momento se plantea llevarlo directamente a “Investigaciones Ángel”. Pero lo cierto es que necesita ayuda médica. Y si no lo lleva a ese hospital, posiblemente muera. Maldita sea...

Gavin Park (ND): ¿¡De acuerdo!? (Park ve impotente como Ángel alcanza la azotea de un solo salto) Jodidos vampiros…

Es en ese momento cuando suena su móvil. Es Sarah Kauffmann… ¿Quién dijo que la noche no podía empeorar?

Gavin Park (ND): Park.
Sarah Kauffmann (ND): ¿Señor Park? (por teléfono)
Gavin Park (ND): Verá, señora Kauffmann, yo…
Sarah Kauffmann (ND): Escúcheme, señor Park. Hay un cambio en sus prioridades. Una de nuestras instalaciones de investigación en Los Ángeles ha sufrido un ataque hace unas horas… y uno de nuestros mejores videntes ha desaparecido.

Y Sarah Kauffmann empieza a hablarle de Vladimir Kaminski, el psíquico precognitor desaparecido. Cuando ve la foto del tal Kaminski y reconoce sus facciones en el rostro de aquel vagabundo que ha dejado en manos de ese vampiro…

Es entonces cuando Park ya sabe que está metido de mierda hasta el cuello.

Sarah Kauffmann (ND): Encuéntrelo y tráigamelo con vida… con la mayor discreción. ¿Ha quedado claro?
Gavin Park (ND): Sólo una última cosa, señora Kauffmann… ¿conoce a un tal “Ángel”?

CONTINUARÁ…

jueves, 18 de junio de 2009

Sesión 13-06-09 (Parte 2 de 2)

PREVIAMENTE, EN "RINGS"...
(http://rings-therpgseries.blogspot.com/)

...Y ANTERIORMENTE, EN NEVERFIELD...
Marcus Vanister: Creo que nuestra prioridad es reparar la "Alfombra Mágica" y regresar a nuestro mundo, procurando no alterar aún más el curso de los acontecimientos de esta realidad paralela…

ARROJADOS A UNA ODISEA ENTRE DIMENSIONES ALTERNATIVAS…
Profesor Vanister (NE): Es la tanqueta. Lo que ha construido tu padre no es una máquina de salto dimensional. Es una máquina de guerra.

ENGAÑADOS POR EL LIBRO DE LAS SOMBRAS…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!

CAPTURADOS POR WOLFRAM & HART…
James Roth (ND): El señor Manners tiene el Corazón de Krahan... aunque ustedes lo conocen mejor como "el prisma".
Ben Braddock (NE): Pero no tenemos la máquina de salto dimensional... así que no nos vale para nada.

CONDENADOS A ENMENDAR SUS PROPIOS ERRORES…
Ben Braddock (NE): ¿Qué ocurre, Danny? ¿De quién es esa carta?
Danny Dalton (leyendo): Leonard…es de Leonard.
Ben Braddock (NE): ¿Quieres decir que ellos le tienen? ¿Que está ... vivo?

… O A MORIR EN EL INTENTO.
Ben Braddock (NE): No… No puede ser…
Padre Vincent Layton (ND): Me temo que si. Fred Fesster es una de las almas que deberán capturar.

Episodio 3x09.-
RINGS contra NEVERFIELD (Parte 2 de 2)

Vestíbulo de la Torre Grant.
Nueva York, 20.16 horas.
Marcus Vanister.

Los flashes cubren la alfombra roja. Por suerte, los periodistas y paparazzis están más centrados en las celebridades que bajan de las limusinas como para fijarse en la peculiar pareja que pasa en segundo plano, justo por detrás de una modelo anoréxica y un célebre rapero. Un escalofrío recorre la espalda de Marcus Vanister cuando piensa que quizá esa pareja sean de los elegidos por Gideon Grant para recibir uno de los veinte anillos demoníacos con los que piensa premiar a las celebridades neoyorquinas.

Su mente regresa al aquí y al ahora cuando su acompañante le aprieta el brazo.

Amanda Lomax (ND): Fíjese, profesor... Ahí está Grant. Y... Oh Dios...

La joven enmudece al reconocer a Bradley Braddock y a James Hetfield entre los guardaespaldas que acompañan a Gideon Grant. El profesor Vanister comparte la impresión de la joven... pero por distinto motivo.

Amanda Lomax (ND): No reconozco a la mujer con la que habla Grant. La que va acompañada de ese individuo oriental.
Profesor Vanister (NE): Me temo que yo si les conozco... a los dos. El individuo oriental es Gavin Park y la mujer es Sarah Kauffmann, de la directiva de Wolfram y Hart en Los Ángeles...
Amanda Lomax (ND): Oh, Dios...
Profesor Vanister (NE): Hay demasiada seguridad en el edificio... Espero que mis jóvenes amigos hayan pensado como acceder.
Amanda Lomax (ND): Parecen muy intrépidos, la verdad...
Profesor Vanister (NE): Eso, señorita Lomax, es precisamente lo que me preocupa...

Sobrevolando la Torre Grant.
Nueva York, 20.21 horas.
Danny Dalton y Ben Braddock.

Policía Metropolitana (por la radio): Atención, vuelo no identificado. Le habla el departamento de policía de Nueva York. Está violando espacio aéreo restringido. Por favor, identifíquese...

Mientras la avioneta tiembla con cada turbulencia del aire, el piloto, Pete Beaumont, mira hacia atrás: en la plataforma de salto, se encuentran los dos jóvenes agentes del FBI que se presentaron hace una hora en su oficina de Queens. Cuando Pete montó su escuela de paracaidismo nunca pensó que recibiría un encargo como aquel...

Pete Beaumont (ND): ¡Oigan! ¡Ya estamos en la zona de salto pero tengo a la policía al otro lado de la radio!. ¿¡Les digo que es un asunto federal!?

Danny y Ben se miran por un segundo. Ambos sabían que, por muy bien que funcionasen las identificaciones psíquicas que Wolfram y Hart les habían proporcionado, la policía iba a estar vigilando los alrededores de la Torre Grant. Sobre todo teniendo en cuenta que, hacia cosa de un año, ese mismo edificio había sufrido un atentado terrorista mediante la táctica del helicóptero kamikaze.

Pete Beaumont (ND): ¿¡Qué les digo!?

Danny se limita a sonreir y presiona la palanca. El suelo se abre bajo sus pies y los de Ben. Y de repente, sus estómagos sienten la presión de quien se ve privado del suelo. Danny lanza un alarido triunfante mientras la adrenalina se dispara. Ben, sin embargo, no reacciona bien ante el movimiento sorpresa de su compañero... y abre el paracaídas tan rápido que éste se engancha en el ala de la avioneta. La presión en torno a su cuello no deja lugar a dudas:
o corta las amarras y se deja caer al vacío. O morirá ahorcado a cientos de metros del suelo.

En menos de un segundo, Ben da gracias a Dios por dos cosas. La primera, llevar consigo una pequeña navaja multiusos. La segunda, contar con un paraca de emergencia.

A varios cientos de metros por debajo, Danny siente el viento golpear su cuerpo. Apenas alcanza a ver nada. Las luces de la ciudad van haciéndose más brillantes y es entonces cuando descubre que la Torre Grant se aleja de su trayectoria. Aterrizar en mitad de la calle será la mejor forma de llamar la atención de la seguridad del edificio. Aunque no será ni la mitad de malo que aterrizar con los dientes, claro.

En ese momento, Danny siente la mano de alguien que le toma del brazo derecho. A su lado, Ben mueve frenéticamente sus manos, tratando de indicar a Danny que ha llegado la hora de tirar de la anilla.

Menos de tres minutos después, ambos se encontrarán sobre la azotea. Pero lo que pasa en esos eternos instantes se pierde en el mar de adrenalina que llena la cabeza de los dos. Ben rueda por el suelo de la azotea de la Torre Grant, revolviéndose y enredándose en su paracaídas. Para cuando logra liberarse del mismo, Danny lo mira como un James Bond cualquiera: aun con el paracaídas a la espalda, con su elegante traje de chaqueta negro y fumando un cigarrillo.

Danny Dalton (satisfecho): Debo reconocerlo, Capi... esto del paracaídas ha molado un huevo.
Ben Braddock (NE): Si... (entre asustado y agotado) Un huevo... Lo que tu... (sorprendido) Oh, mierda...

Danny se da la vuelta y ve el cuerpo de un guardia de seguridad de la Torre Grant. Yace a varios metros de un helicóptero que reposa sobre la plataforma del helipuerto. En su pecho, una pavorosa herida de escopeta. Si no está muerto, le queda poco.

Danny Dalton: Capi... Creo que alguien se nos ha adelantado.

Salón de Recepciones. Planta Baja de la Torre Grant.
Nueva York, 20.32 horas.
Marcus Vanister.


Gavin Park (ND): En efecto, trabajo para Wolfram y Hart. Me llamo Gavin Park...

Le tiende la mano, sonriente y diligente como siempre. El profesor Vanister sonríe bajo su barba postiza: un acento alemán y un poco de interpretación de teatro aficionado parecen ser suficientes para que Park no sospeche de él. Una pena que a Vanister no le importe lo más mínimo revelar sus cartas. No a Park. No a alguien que tiene tanto perder como ellos. Sobre todo ahora que Amanda está lo bastante lejos como para verse involucrada.

Gavin Park (ND): Y dígame, Herr Vandervilt... ¿Cuál es el problema que nuestro bufete puede solventarle?
Profesor Vanister (NE): Verrá, tratarrse de... (se acerca en confidencia y revelando su auténtica voz) ... de un socio traidor.

A juzgar por la velocidad en la que Park trata de zafarse de su mano, Vanister deduce que su esfínter acaba de pasar a Defcon 2.

Gavin Park (ND): Vaya... eh... (mira para todos lados, tratando de escabullirse) Acabo de recordar algo... Si me disculpa...
Profesor Vanister (NE): Si cree que puede jugárnosla, señor Park... piense que usted también tiene asuntos por los que responder. ¿O cree que he olvidado lo que ocurrió en aquel aeródromo?

El miedo es mayor que su prudencia y Gavin se zafa de un fuerte tirón, quedando libre de la presa de Vanister. Éste lo ve alejarse, perderse entre la gente. Parece que ha conseguido asustarlo.
O al menos eso es lo que el profesor espera.

Profesor Vanister (NE): Espero que el señor Dalton y el señor Braddock tengan más suerte...

Azotea de la Torre Grant.
Nueva York, 20.40 horas.
Danny Dalton y Ben Braddock.

Ben Braddock (NE): ¡Por fin! ¡Ya era hora!

Aun con sus armas encañonando al joven, los dos guardias de seguridad se miran confusos. A menos de cinco metros, junto al cuerpo de uno de los suyos, un joven trajeado permanece arrodillado, intentando hacer un torpe masaje cardíaco.

Ben Braddock (NE): ¡Soy yo quien les ha llamado! (saca su cartera de la chaqueta y la abre ante ellos) ¡Agente Meadaboy, FBI!

Pero en esa cartera los dos guardias de seguridad no ven nada. Absolutamente nada. Comparten una mirada fugaz y asienten. Uno de ellos se acerca y un segundo antes de que pueda lanzarse sobre Ben, éste se adelanta a su movimiento. Consigue reducirlo a tiempo de ver como Danny sale de entre las sombras, encargándose del segundo guardia.

Danny Dalton: Te dije que confías demasiado en ese cacharro psíquico de Wolfram y Hart, Capi... (mira a los guardias de seguridad) No tardarán en dar la alarma.
Ben Braddock (NE): Pues entonces... (sostiene la pistola de uno de los guardias) Entonces vamos a darles un buen motivo de alarma.

Danny sigue la mirada de Ben hasta una de las esquinas de la azotea. En ella, hay un kit completo de lucha contra incendios. Dos máscaras antigás... y un extintor.

Danny Dalton: ¿Qué...? (sonríe) No estarás pensando...
Ben Braddock (NE): Si, Danny... Lo estoy pensando.

Salón de Recepciones. Planta Baja de la Torre Grant.
Nueva York, 20.40 horas.
Marcus Vanister.


Gideon Grant (ND): Señoras y caballeros: un segundo de atención, por favor...

Un centenar de cabezas se giran al unísono: junto al atril de presentaciones, los focos se centran en la silueta de Gideon Grant.

Gideon Grant (ND): Vamos a proceder con la entrega de los galardones. Sin embargo, por motivos de seguridad, la ceremonia se llevará a cabo en una habitación a parte. Por supuesto, y como no quiero que ninguno de los presentes se pierda el magnífico discurso que he preparado...

Las luces se encienden de nuevo y revelan una gigantesca pantalla plana que surge de una de las paredes. Los aplausos no tardan en aparecer mientras Gideon Grant abandona el atril, bajo los flashes de las cámaras. Sarah Kauffmann, acompañada de Gavin Park, entra en la habitación. Tras ella, Bradley Braddock y James Hetfield.

El profesor Vanister prueba un sorbo de champagne, tratando mantener una imagen de tranquilidad absoluta. Pero no puede... Tiene que hacer algo. O veinte de las personas más influyentes de una de las ciudades más importantes del planeta se convertirán en demonios.

Marcus Vanister (NE): Esto… (murmurando) Esto no es una buena idea…

Pero antes de poder pensarlo dos veces, sus manos ya han activado la alarma de incendios. La confusión y el miedo se propagan a la vez que los murmullos de la concurrencia.

Gideon Grant (ND): Tranquilícense, por favor. No hay motivos para…

Y es en ese instante cuando todos sienten el rumor inequívoco de una explosión lejana. Los muros vibran por un segundo.

La siguiente señal de que algo va mal es el estruendo de uno de los cinco ascensores del edificio estampándose contra el suelo de la planta baja.


Escaleras de la Torre Grant.
Nueva York, 20.43 horas.
Danny Dalton y Ben Braddock.

Agente de Seguridad 1 (a través de un walkie): Repito, una explosión en la planta diez. No, aun no sabemos nada…
Agente de Seguridad 2: Espera, Ted… Mira.

De entre el humo, surgen dos figuras. Llevan elegantes trajes negros y lucen las máscaras antigás reglamentarias contraincendio. Una de las dos figuras carga con la segunda, que parece malherida.

Agente de Seguridad 1: Dios, ¿qué ha pasado?
Enmascarado 1: El ascensor de la planta 10… Dios, es horrible. ¡Hay más gente ahí arriba! ¡Necesitan ayuda!
Agente de Seguridad 2: Muy bien, quedaos aquí. (al otro agente) ¡Vamos!

Una vez han desaparecido escaleras arriba, Danny Dalton se quita su máscara por un segundo y sonríe.

Danny Dalton: Y el Oscar al Mejor Actor es para…
Ben Braddock (NE): Vaya… (quitándose la máscara) ¿Quién iba a pensar que un extintor iba a provocar semejante explosión?
Danny Dalton: Capi, a veces das miedo… Bueno, ¿y ahora?
Ben Braddock (NE): Ahora a los subterráneos. Allí está el generador. Lo apagamos y esperamos que el profe haga su parte.

De nuevo con las máscaras antigás ocultando sus rostros, Danny y Ben consiguen llegar hasta la planta baja. El caos y la confusión que se ha extendido entre los invitados a la fiesta pone las cosas fáciles a la hora de llegar hasta el sótano.

Otra cosa que ayuda, claro, es descubrir que alguien ha llegado antes que ellos: las dos cerraduras de seguridad han sido reventadas y otros dos agentes de seguridad yacen en el suelo con heridas de escopeta.

Danny Dalton: Joder… (aferra su pistola) Vale. Sea quien sea, tiene que estar ahí dentro. A la de tres. Uno, dos…
Ben Braddock (NE): ¡Tres!

Bajo las luces rojizas de emergencia, el sótano es un lugar mucho más claustrofóbico de lo que podían esperar. Entre un sin fin de tuberías y conductos, un viejo y corpulento conocido de Ben y Danny los mira mientras manipula uno de los depósitos de agua.

Arthur Craig (ND): ¿Qué pasa, amigos?
Ben Braddock (NE): Señor Craig… Veo que al final ha podido venir.
Arthur Craig (ND): Veinte anillos son muchos anillos…
Danny Dalton: ¿Y qué se supone que está haciendo?

Danny observa como Craig vierte el contenido de una botella marcada con una cruz en el interior de uno de los conductos. Ben los mira, siguiéndolos con la mirada. Y entonces, con el sonido de la alarma contra incendios sonando en el piso de arriba, lo comprende.

Ben Braddock (NE): Espera… Agua bendita, alarma contraincendios… Oh, joder…
Arthur Craig (ND): Si. Y ahora, id a por ese bastardo de Grant. Creedme... Va a preferir haberse quedado en el infierno.

Y a modo de confirmación, un grito completamente inhumano eclipsa la alarma contraincendios.

Salón de Recepciones. Planta Baja de la Torre Grant.
Nueva York, 20.44 horas.
Marcus Vanister.


Hace un segundo que los aspersores se han puesto en marcha. Marcus Vanister pensaba que iba a ser mucho más difícil, la verdad. Pero el hecho de que tanto Gideon Grant como la mayor parte de la comitiva que lo acompañaba comiencen a rugir de dolor deja claro que el agua ha sido debidamente consagrada.

Y Vanister se sorprende a sí mismo utilizando la palabra “milagro”. Gideon y compañía están demasiado ocupados tratando de salir del edificio. Apartan y empujan a todo el que se pone en su camino. En uno de los golpes, la tarima en la que se encuentran los anillos cae al suelo. Dos miembros del equipo de seguridad se lanzan a recogerlos. Marcus Vanister no deja escapar la ocasión…

Profesor Vanister (NE): Caballeros… (muestra su credencial psíquica) Jefe de Seguridad de la Grant Corporation. Yo me haré cargo de esto, ¡ustedes protejan al señor Grant!

Con sus manos temblorosas y amparado en el caos y la confusión que reinan en la estancia, Marcus atesora los veinte anillos en sus manos. Deja caer la mayoría en el interior del estuche.
La mayoría, si. Pero no todos.
Los últimos diez reposan entre las palmas de sus manos. Los contempla, hipnotizado.

Cada uno de estos anillos alberga un poder inmenso… Con ellos quizá tengamos una oportunidad de enfrentarnos a Sarah Kauffmann. Podríamos plantar cara a Wolfram y Hart. Puede que incluso nos permitan regresar a casa…”

Lentamente, uno a uno, cada anillo va ocupando uno de sus dedos. El ritmo de su corazón se acelera, con la adrenalina de quien sabe estar jugando a una ruleta rusa con cinco balas en el tambor.

Cuando se incorpora, estuche bajo el brazo, Marcus Vanister se siente como nunca antes se había sentido.

Profesor Vanister (NE), (a sí mismo): Muy bien, Marcus… Recuerda que eres mortal.

Salida de Emergencia. Zona de Servicio de la Torre Grant.
Nueva York, 21.04 horas.
Gideon Grant.


Una vez fuera, el dolor cesa. Siente su piel marcada por las quemaduras mientras piensa en las formas (terribles y dolorosas) en las que el responsable va a pagar por esto. La escoria de Wolfram y Hart no ha tardado en poner pies en polvorosa: probablemente quieren desentenderse de todo ese fiasco. Él no puede hacer lo mismo. Es su casa. Alguien se ha meado en su casa y ese alguien va a pagar por ello.

Desde el umbral de la puerta de servicio, ha contemplado cómo sus marionetas, Bradley Braddock y James Hetfield han fracasado en la intentona por frenar a quienes parecen responsables de aquel desastre. El primero yace inconsciente entre los restos de la limusina que uno de los intrusos utilizó para intentar escapar. La condujo el tiempo suficiente como para que Bradley se aferrara al techo de la misma… y saltó a tiempo de que chocase contra un autobús que iba en dirección contraria.

El otro intruso también lleva márcara antigás y acaba de romper el brazo de Hetfield, arrebatándole el anillo que le proporcionaba el poder de la llama verde de Inconnuma. Aunque no puede ver sus caras, Gideon comprende que deben conocer el poder de los anillos pues el segundo de los intrusos no duda en colocarse el anillo de Inconnuma e intenta usarlo contra él. Idiota.

Con toda la facilidad del mundo, Gideon evita la descarga y alza la mano, dejando ver los cinco anillos que acumula en su puño.

Gideon Grant (ND): Y ahora… (susurro) MUERE.

El enmascarado gime de dolor e hinca la rodilla en el suelo. Gideon aun desconoce sus identidades. Bah. Es lo de menos: tendrá tiempo de diseccionarlas y colgarlas de su colección privada cuando acabe con ellos.

Gideon Grant (ND): No sé quienes sois… pero lo vais a…

No termina la frase. Un dolor como el de una aguja de coser seccionando un globo ocular estalla a la altura de su frente. El agua bendita se clava en su piel junto las esquirlas de cristal de una elegante copa de champagne.

Parcialmente cegado por el dolor y las quemaduras, Gideon golpea a ciegas a su atacante, arrojándolo al otro lado de la avenida.

Danny Dalton: Joder, menudo golpe. Pero parece que aun respira.
Ben Braddock (NE): Si. Llévate al profesor… (encuentra el estuche con los anillos oculto en su chaqueta) ¡Nos vemos en el Rialto!
Danny Dalton: Pero, ¿qué piensas hacer?
Ben Braddock (NE): Tengo que sacar a Brad de aquí… ¡Corre!

La visión va regresando y Gideon contempla al joven que yace arrodillado junto a la humeante limusina, cruzada en mitad de la avenida. A sus pies, el cuerpo de Bradley Braddock, inconsciente. Gideon camina hacia ambos, pensando en las mil formas de matarlo…
Y es entonces cuando aquel enmascarado hace una jugada inesperada.

Ben Braddock (NE): ¿Quieres los anillos, Grant? ¡Pues ve a por ellos!

Y los arroja.
Los anillos brillan en el aire como perlas ingrávidas… durante un instante. Con un tintineo se escurren entre las rendijas de una alcantarilla.

Gideon Grant (ND): ¡¡NO!! (arranca con sus propias manos la alcantarilla) ¡¡CONDENADO JESUCRISTO, NO!!

Y mientras Gideon Grant sumerge sus manos en varios palmos de escoria, Ben Braddock corre con el cuerpo de su primo Brad entre los brazos.
Y sonríe. Porque le ha salvado.
Ha pagado su deuda.
Ahora, están en paz.


Departamento de I+D, Subsótano 3.
Sede de Wolfram y Hart. Los Ángeles.
Ocho horas después.

Profesor Vanister (NE): ¿Y después?

Las puertas del ascensor se abren dejando a Danny, Ben y el profesor ante el ajetreado laboratorio subterráneo de I+D.

Ben Braddock (NE): Bueno, llevamos a Bradley al Rialto y dejamos allí los anillos. Craig sacó a Amanda de la Torre Grant y estaban allí esperandonos. Creo que es el comienzo de una hermosa amistad...
Danny Dalton: Los tiene usted cuadrados, Profe… ¡Mira que ponerse diez jodidos anillos!
Profesor Vanister (NE): Me pareció… buena idea.
Ben Braddock (NE): El caso es que Amanda tuvo la amabilidad de curar sus heridas, poner a buen recaudo esos anillos… y Brad nos consiguió un avión privado.
Danny Dalton: Me pregunto cómo le habrá ido a Roth…

Los tres se acercan a Knox, el joven ayudante de laboratorio, en parte responsable de la cámara de salto dimensional.

Profesor Vanister (NE): ¡Ah, señor Knox! ¿Qué tal ha ido el operativo?
Knox (ND): ¿El operativo…? (confuso, mira sus notas) No… ¿No les han dicho nada?
Profesor Vanister (NE): Decirnos… (inquieto) ¿Decirnos el qué?

Una voz a sus espaldas hace que los tres, Ben, Danny y el profesor, se den la vuelta con un sobresalto mal disimulado…

Sarah Kauffmann (ND): El señor Roth aun no ha regresado.
Knox (ND): La señora Kauffmann ya sabe que ustedes… bueno, que ustedes tuvieron ESE pequeño problema de desajuste dimensional del que ya les hablé.
Sarah Kauffmann (ND): Por suerte el señor Knox ha recalibrado la cámara de salto…
Danny Dalton: Un momento, no querrá decir…

Sarah Kauffmann se permite un segundo para mirarlos de arriba abajo. Están agotados, malheridos… apenas si se mantienen en pie.
Sí, sería una locura enviarlos así a una misión.

Sarah Kauffmann (ND): En efecto, señor Dalton… (mira su reloj) Salen ustedes en cinco minutos.

EPÍLOGO.

Año 2019.
Otro Londres.
Otro Universo…

Danny Dalton: Así que esto es el Big Ben…
Profesor Vanister (NE): Bueno, el que recuerdo no parecía haber sido bombardeado.

Como un gigantesco cíclope tuerto, el orgulloso Big Ben se alza ante los tres viajeros dimensionales, mostrando un gigantesco agujero humeante en donde antes había un hermoso reloj. Ben Braddock se incorpora, aun recuperándose de las nauseas de la reintegración molecular.

Ben Braddock (NE): Profesor, ¿ha visto esas columnas de humo? Las hay por toda la ciudad
Profesor Vanister (NE): A juzgar por las calles desiertas y esa alarma que suena por todas partes, parece que la ciudad está siendo atacada.
Ben Braddock (NE): Bueno, el informe decía que la ciudad estaba bajo el ataque de fuerzas aliení…
Danny Dalton (interrumpe): Ey, gente… Tenemos compañía.

Con un chirriar de frenos, un todoterreno de color negro aparece de una de las avenidas colindantes. Danny y Ben buscan sus armas mientras el profesor se aferra al maletín. El vehículo frena a escasos metros de ellos y una de sus puertas se abre.

Ben Braddock (NE): “Torchwood” (leyendo el logotipo del vehículo) ¿Qué se supone…?
Danny Dalton (viendo a la persona que baja del coche): Esto tiene que ser una jodida broma…

Enfundado en una elegante gabardina negra y sonriente bajo el Armageddon, una versión de Russell T. Dalton los contempla.

Danny Dalton: ¿Tio…? ¿Tío Russell?
Capitán Harkness (NW): Creo que me confudes, amigo. Mi nombre es Jack Harness. Capitán Jack Harkness. Y si queréis vivir… (se escucha una explosión a lo lejos) …vendréis conmigo.

CONTINUARÁ…

miércoles, 17 de junio de 2009

Sesión 13-06-09 (Parte 1 de 2)

PREVIAMENTE, EN "RINGS"...
(
http://rings-therpgseries.blogspot.com/)

...Y ANTERIORMENTE, EN NEVERFIELD...

Marcus Vanister: Creo que nuestra prioridad es reparar la "Alfombra Mágica" y regresar a nuestro mundo, procurando no alterar aún más el curso de los acontecimientos de esta realidad paralela…

ARROJADOS A UNA ODISEA ENTRE DIMENSIONES ALTERNATIVAS…
Profesor Vanister (NE): Es la tanqueta. Lo que ha construido tu padre no es una máquina de salto dimensional. Es una máquina de guerra.

ENGAÑADOS POR EL LIBRO DE LAS SOMBRAS…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!

CAPTURADOS POR WOLFRAM & HART…
James Roth (ND): El señor Manners tiene el Corazón de Krahan... aunque ustedes lo conocen mejor como "el prisma".
Ben Braddock (NE): Pero no tenemos la máquina de salto dimensional... así que no nos vale para nada.

CONDENADOS A ENMENDAR SUS PROPIOS ERRORES…
Ben Braddock (NE): ¿Qué ocurre, Danny? ¿De quién es esa carta?
Danny Dalton (leyendo): Leonard…es de Leonard.
Ben Braddock (NE): ¿Quieres decir que ellos le tienen? ¿Que está ... vivo?

… O A MORIR EN EL INTENTO.
Ben Braddock (NE): No… No puede ser…
Padre Vincent Layton (ND): Me temo que si. Fred Fesster es una de las almas que deberán capturar.

Episodio 3x09.-
RINGS contra NEVERFIELD (Parte 1 de 2)

Sala de Cuidados Intensivos. Planta 2.
Sede de Wolfram y Hart. Los Ángeles.
Universo Neverdale.


Ben Braddock (NE): Ya me has oído. Nos vamos a Nueva York.
Danny Dalton: Espera, Capi… Hay algo que no…
Ben Braddock (NE): ¿Es sobre la misión en nuestro mundo? (mientras se cambia de ropa, mira al profesor) ¿Fue todo bien, profesor? ¿Consiguieron encargarse de Devon Powell?
Profesor Vanister (NE): Eh… si, el señor Powell fue debidamente procesado, aunque…
Ben Braddock (NE): Genial. Así Billy y Rachel tendrán la oportunidad de tener una vida normal. (sonríe) Parece que al final vamos a tener un buen motivo para querer regresar a casa, ¿no cree, profesor?

Hace casi dos meses que Ben Braddock ha permanecido en coma, en la unidad de cuidados intensivos de Wolfram y Hart. Durante todo ese tiempo, ni el profesor Vanister ni el propio Danny Dalton han encontrado una forma suave de decirle a Ben que aquella operación en su mundo fue un éxito… sólo para Wolfram y Hart. Dos meses y aun no sabían cómo decirle que Billy Whitehouse había muerto tratando de acabar a su vez con Devon Powell. Danny y el profesor intercambiaron una mirada fugaz y se dijeron en silencio que ya habría tiempo para eso…

Danny Dalton: No es sobre la misión, Ben. Lo que intento decirte… (agarra el mando a distancia del televisor y lo conecta) Mejor lo ves tu mismo.
Ben Braddock (NE): Danny, qué…
Danny Dalton: Aquí está…

En pantalla, la reportera de la CNN se lleva la mano a sus auriculares mientras retransmite la noticia bajo la sombra de un gigantesco edificio. A medida que Danny va dándole voz, las palabras de la reportera hacen que Ben se estremezca…

Reportera CNN (NE): … para la gran celebración. En el aniversario del infame atentado contra la Torre Grant, todos se hacen la misma pregunta. ¿Se trata de un desafío a los terroristas? ¿Una muestra de arrojo ante quienes trataron de repetir el infame 11S hace apenas un año? Lo único que sabemos a ciencia cierta es que la gala que tendrá lugar mañana por la noche estará rodeada de fuertes medidas de seguridad. Y no es para menos: Gideon Grant apadrinará un acto conmemorativo en el que se hará entrega de un galardón en forma de anillo a las veinte personas de mayor influencia y calado de la Nueva York del siglo 21. Desde el alcalde hasta personalidades del cine y la televisión, todos recibirán un galardón que, en palabras del mismo Gideon Grant, "representa el compromiso y la unión de todos los neoyorquinos ante la lucha contra el terror".

Antes de que den paso a los deportes, Danny desconecta el aparato. El semblante de Ben es pura poesía. Lentamente, se sienta, como si de repente recordara que acaba de salir de un coma.

Ben Braddock (NE): Veinte anillos… Jesucristo.
Danny Dalton: Es lo que trataba de decirte, Ben. Acababa de oírlo por la radio.
Ben Braddock (NE): Tengo… tengo que ponerme en contacto con Brad, avisarlo de…
Danny Dalton: No te molestes. Ya lo he intentado y no hay manera de dar con él. Como si se lo hubiese tragado la puta tierra.
Ben Braddock (NE): Vamos a necesitar toda la ayuda posible en esto. Profesor, contacte con Arthur Craig… quizá siga en la ciudad y… Bueno, al menos seguimos teniendo su anillo, ¿no?

El profesor está a punto de marcar el número de móvil de Craig cuando escucha las palabras de Ben. Le mira y el chico comprende que algo no va del todo bien…

Ben Braddock (NE): Profesor, ¿qué…?
Profesor Vanister (NE): Me temo, señor Braddock, que el anillo… En fin…

El profesor se quita su guante y deja ver el anillo. Se lo quita con facilidad. "Demasiada facilidad" apunta mentalmente Ben. Cuando lo deja caer al suelo, se parte como la burda falsificación que es…

Profesor Vanister (NE): No tuve opción, señor Braddock… Wolfram y Hart supo desde el primer momento que usted lo llevaba consigo. Y cuando me lo exigieron…
Ben Braddock (NE): Maldita sea, profesor… ¡Mi primo Brad me lo entregó! ¡Me hizo responsable de él, maldita sea!
Profesor Vanister (NE): No crea que fue fácil, señor Braddock. Le repito que no tenía opción y, además, el trueque me permitió conseguir cierta información…
Ben Braddock (NE): ¿Información? ¿Qué…?
Profesor Vanister (NE): El portátil de Devon Powell, señor Braddock. En el que está toda la información relativa a MARGARET 2.0. Posiblemente, la información que nos permita dejar de vagar sin rumbo entre dimensiones… O al menos lo hará cuando Knox consiga desencriptar la clave de acceso.
Danny Dalton: ¿Knox? ¿Se fía usted de…?
Profesor Vanister (NE): El señor Knox ha demostrado ser…
Ben Braddock (NE): Bueno, es igual. No tenemos tiempo. Como decía… nos vamos a Nueva York.

Y diciendo eso, la puerta de la habitación se abre. Atraviesa el umbral una pareja de agentes de Wolfram y Hart. El primero es James Roth, el intrigante nuevo compañero de fatigas de nuestros protagonistas. El segundo es un individuo atlético, hispano y de unos treinta y tantos años. Perilla elegantemente recortada, peinado corto y engominado… Es John Ortega, la mano derecha de Sarah Kauffmann.

John Ortega (ND): Ah, están aquí… Bien. Acompáñenme a la sala de reuniones. Tienen una nueva misión.

El portazo suena lo bastante fuerte como para dejar claro que no ha sido una invitación formal.

Ben Braddock (NE): Pues parece que no vamos a Nueva York…

Sala de Reuniones. Planta 8.
Sede de Wolfram y Hart. Los Ángeles.
Quince minutos después.

John Ortega (ND): Su próximo objetivo les llevará a Londres.

Las luces se han apagado y en una enorme pantalla se muestra la imagen de un tipo bien parecido, de unos treinta y tantos, pelo largo en media melena castaña. Danny, el profesor y Ben intercambian miradas de duda y confusión. James Roth comprende a sus compañeros: el hecho de que Ortega les haya dicho que Sarah Kauffmann está de viaje de negocios en Nueva York no los ha dejado especialmente tranquilos.

John Ortega (ND): Su nombre es Andrew Mitchell, detective privado. Reside en Londres, en el número 11 de Downing Street. Su contrato con Wolfram y Hart estipulaba, a cambio de la contraprestación habitual, un incremento de su capacidad sensorial muy por encima de los límites humanos. (pulsa un botón y las luces vuelven a encenderse) Muy bien. El resto podrán leerlo en sus informes… ahora, si me disculpan.

Antes de que Ortega pueda dejarlos a solas, Ben no puede evitar casi atragantarse al leer uno de los párrafos del dossier.

Ben Braddock (NE): Espere un segundo… Aquí debe haber un error… la fecha…
John Ortega (ND): Me temo que no, Braddock. La fecha es correcta. 8 de Agosto de...
Profesor Vanister (NE): ...del año 2019
Danny Dalton: Y aquí donde pone "área metropolitana de Londres bajo el ataque y asedio de formas…" (levanta la vista, incrédulo) "¿Alienígenas?" Tienes que estar de…
John Ortega (ND): Yo de ustedes no me lo tomaría a la ligera, señores. Prepárense para el salto (mira el reloj) El tiempo vuela.

Apenas los ha dejado solos, Danny se incorpora dejando caer pesadamente el dossier sobre la mesa.

Danny Dalton: Esto es cosa de Kauffmann. ¡Está claro que enviarnos 11 años en el futuro es la mejor forma de evitar que agüemos la fiesta de Nueva York!
Ben Braddock (NE): Quizá podamos avisar a Arthur Craig, o a Vincent Layton…
Profesor Vanister (NE): He intentado llamar al señor Craig y, según parece, está en San Francisco, en mitad de la caza de otro anillo. Le he dejado el mensaje sobre el evento en Nueva York y los veinte anillos, pero…
Danny Dalton: Y el tal Layton por lo que sabemos no puede salir de los limites de su maldita iglesia, ¿no? No nos será de mucha ayuda.
Ben Braddock (NE): Pues tenemos que ir a Nueva York.
Danny Dalton: Es una puta locura, Capi. El suero…
Profesor Vanister (NE): Señor Dalton, el suero dejará de tener efecto en unas 22 horas. Con un poco de suerte… podríamos estar de vuelta a tiempo.
Danny Dalton: Bueno, eso nos deja sólo con el problema de que hay una misión que afrontar. Y si no la hacemos nosotros, ¿Quién cojones la va a hacer?

Ben, el profesor y Danny se miran en silencio y, al unísono, giran la cabeza. Sus miradas se posan en James quien, distraído, hojeaba su propia copia del dossier.

James Roth (ND): ¿Qué? (los mira) ¿Qué pasa?

Ruinas de Nuestra Señora de las Lágrimas.
Bajo los cimientos del cine Rialto, Harlem Hispano.Nueva York.
8 horas después.

Danny Dalton: Sigue sin gustarme…

La voz de Danny resuena en las paredes de piedra desnuda y en los escarpados escalones de la escalera que conduce al refugio secreto de Brad Braddock y los demás "cazadores de anillos". Ben comprende la inquietud de Danny: la capilla de aquella iglesia derruida, bajo los cimientos de aquel viejo cine, era posiblemente uno de los lugares más siniestros que había visto en su vida… "Con la salvedad de aquel mausoleo gigante que visité en aquella versión medieval de Springfield, claro.", pensó Ben.

Ben Braddock (NE): Lo comprendo, Danny. Pero Brad ha desaparecido sin dejar rastro. Si no está en su casa, es probable que esté aquí…
Danny Dalton: No me refería a eso, Capi. Me refería a dejar a Roth cubriéndonos.
Ben Braddock (NE): Quiere nuestra confianza y esta es su mejor oportunidad de ganársela. Dará caza al tal Andrew Mitchell por nosotros. No nos fallará…
Profesor Vanister (NE): Cielos... (contempla el inquietante escenario de la iglesia derruida bajo los cimientos del cine) Este lugar…
Amanda Lomax (ND): ¿Quiénes son ustedes?

Los tres se dan la vuelta al tiempo que los fluorescentes que penden del techo de la caverna se iluminan con un parpadeo. Mientras apagan sus linternas, contemplan a la joven que se ocultaba tras uno de los pilares básicos del cine. La misma que ha conectado las luces. La misma que luce un desgastado traje de abogada, impropio para una chica tan joven. No llegará a los treinta y pocos. Tiene el pelo rizado, castaño y es más bonita que atractiva.

Ben Braddock (NE): Señorita, verá…
Amanda Lomax (ND): Más les vale decirme quienes son…
Ben Braddock (NE): Me llamo Ben Braddock y…
Amanda Lomax (ND): ¿Braddock? Un segundo… ¿conoces a Brad?
Ben Braddock (NE): Es mi primo, en efecto. Y usted…
Amanda Lomax (ND): Me llamo Amanda Carpenter.
Danny Dalton: Y ahora es cuando nos dice que trabaja para Wolfram y Hart…

Por fortuna, los siguientes minutos dejan claro a Danny, Ben y el profesor que la joven Amanda no solo no trabaja para Wolfram y Hart sino que, además, forma parte del grupo de individuos que luchan en secreto por mantener bajo control esos infames anillos que albergan en su interior un poder infernal y peligroso…

Amanda Lomax (ND): Y así fue como Brad, David y los demás contactaron conmigo tras el funeral de mi padre. Él… (mira la capilla derruida) Esto es lo que me dejó. Su legado… y su misión.
Ben Braddock (NE): Entonces, ¿sabe lo que planea Gideon Grant? ¿Lo ha visto por televisión?
Amanda Lomax (ND): Mucho mejor... (saca de su bolso dos invitaciones) He conseguido un par de invitaciones gracias a un amigo que tengo en la Fiscalía. Cuando Brad y los demás desaparecieron, sospeché que Gideon Grant tramaba algo. Pero esto...
Profesor Vanister (NE): Claro...
Danny Dalton: ¿Qué ocurre, profe? Parece que le ha venido una revelación o...
Profesor Vanister (NE): Señor Braddock, ¿recuerda aquellos hombres a los que descubrimos intentando irrumpir en el Rialto en nuestra última visita a Nueva York?
Ben Braddock (NE): Si, lo recuerdo...
Profesor Vanister (NE): Los coches en los que llegaron tenían logotipos de una empresa de seguridad. Starkwood...
Amanda Lomax (ND): Oh, señor... Grant es dueño de esa empresa. Eso significa...
Ben Braddock (NE): Que posiblemente Brad y los demás estén en manos de Grant.

El silencio se hace en aquel sepulcro subterráneo. Y el tiempo sigue corriendo en contra de ellos.

Danny Dalton (rompiendo el silencio): ¿Y bien? ¿A qué coño estamos esperando?
Amanda Lomax (ND): ¿A dónde va?
Danny Dalton: Mira, guapa. Apenas si he entendido una mierda de toda esa movida esotérica de los anillos del demonio, ¿vale? Lo único claro es que quedan menos de dos tres horas para que empiece el espectáculo y no pienso quedarme aquí cruzado de brazos...
Ben Braddock (NE): Tiene razón. (mira a Amanda) Amanda, usted y el profesor entrarán por la puerta principal, con las invitaciones...
Profesor Vanister (NE): Pero, ¿yo? (mira preocupado a Ben) Pero, señor Braddock... Si Sarah Kauffmann está en esa recepción...
Ben Braddock (NE): Habrá cerca de mil personas en esa fiesta, profesor. Una barba postiza, gafas de sol y un tinte blanco harán maravillas con usted...
Danny Dalton: ¿Y nosotros, Capi? ¿Cómo vamos a entrar sin invitación en el sitio más seguro de la ciudad más segura del mundo?

Ben sonríe.

Ben Braddock (NE): Dime, Danny... ¿Nunca has querido hacer paracaidismo?

CONTINUARÁ...