miércoles, 29 de abril de 2009

Sesión 25-04-09

ANTERIORMENTE, EN NEVERFIELD...
Marcus Vanister: Creo que nuestra prioridad es reparar la "Alfombra Mágica" y regresar a nuestro mundo, procurando no alterar aún más el curso de los acontecimientos de esta realidad paralela…

ARROJADOS A UNA ODISEA ENTRE DIMENSIONES ALTERNATIVAS…
Profesor Vanister (NE): Es la tanqueta. Lo que ha construido tu padre no es una máquina de salto dimensional. Es una máquina de guerra.

ENGAÑADOS POR EL LIBRO DE LAS SOMBRAS…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!

CAPTURADOS POR WOLFRAM & HART…
Sarah Kauffmann (ND): Tu amigo Leonard va a morir, Danny… Así aprenderás que no se juega con Wolfram & Hart.

CONDENADOS A ENMENDAR SUS PROPIOS ERRORES…
James Roth (ND): Éste no es solo su primer día en Wolfram & Hart... (se calza las gafas de sol y sonríe) Bienvenido al primer día del resto de su vida...

… O A MORIR EN EL INTENTO.

Episodio 3x06.-
Caso Nº00158112-X

ARTHUR BLAKE contra WOLFRAM & HART

Departamento de I+D
Subsótano 3, Sede de Wolfram & Hart. Los Ángeles.
Hace una hora.

Imagina que un millón de diminutos garfios penetran por cada uno de los poros de tu piel. Y luego alguien tira de todos ellos como quien te hace la cera en seco.

Más o menos eso es lo más parecido a viajar entre dimensiones por cortesía de Wolfram y Hart. La cámara, acolchada de blanco, está aislada del exterior. Imagino que así Knox y los demás “geeks” del departamento I+D no tienen que soportar nuestros agónicos gritos que marcan nuestras idas y venidas.

Con el estómago aun dando volteretas, trato de incorporarme. Miro a mi alrededor: Danny ha sido el primero en dejar de quejarse y se ha levantado. Aun va enfundado en el traje negro marca de la casa. Ayuda a incorporarse a Ben, quien aun lleva anudada la corbata del traje a su antebrazo. El resto de su indumentaria es el vivo testimonio de que nuestro paseo por el Los Ángeles de los años sesenta no ha sido un sueño: Ben aun va vestido con el uniforme de ese policía al que… Vaya. Creo que estoy adelantando acontecimientos. Lo importante ahora mismo es que en el maletín que lleva Ben entre los brazos está el alma que nos habían encargado dar caza.

James Roth (ND): Nunca me acostumbrare a esto.
Danny Dalton: Nenaza…
James Roth (ND): Lo dice el que se ha pegado casi una semana de vacaciones.
Ben Braddock (NE): No te pases James. Ha estado en coma…
James Roth (ND): Lo dicho…vacaciones.
Ben Braddock (NE): Vamos Danny… Volvamos al hotel.

Los veo caminar a lo largo del pasillo del departamento de I+D. A mi lado, Knox acaba de entregar el maletín a su equipo de “geeks” y me da la lata sobre los informes que he de rellenar. Apenas le presto atención: veo a Ben y Danny alejarse de mí…
Y es en ese momento, antes de que los dos desaparezcan tras las compuertas del laboratorio cuando tomo la decisión.
Esto no puede seguir así. Debo hacer algo.

James Roth (ND): Necesito que vengáis conmigo.

Danny y Ben se giran y se me quedan mirando con la extrañeza de a quien le acaban de invitar a un paseo por el espacio.

Danny Dalton: ¿Para qué?
James Roth (ND): Sarah Kauffman me pidió que rellenáramos el informe entre los tres…así que no voy a hacerlo todo yo.
Ben Braddock (NE): Bien, volvamos a la oficina y terminemos lo antes posible.
James Roth (ND): Tengo una idea mejor…

Bar “RaveNant”, Polígono Industrial Eisenhower.
Afueras de Los Ángeles.
Ahora.

Danny Dalton: Hazme un favor... y mátame.

No puedo evitar sonreír mientras paso por el lado de Danny, entrando en el local. Por su cara, imagino que es el último local que pisaría un “roquero sin causa” como él. Aun es temprano, no son ni las once, y el local está muerto. “Muerto”. Pienso en lo irónico que resulta ese adjetivo. La música breakbeat resuena en los altavoces, haciendo eco y dejándome claro que vuelvo a estar en mi época. Que he dejado atrás los años sesenta.

James Roth (ND): Os puede parecer extraño… (se sienta en uno de los reservados) Pero este sitio me ayuda a reubicarme tras cada uno de los saltos dimensio-temporales que damos con Wolfram & Hart. Además… me gusta esta música.
Danny Dalton: ¿Música? (sentándose) Tío, más vale que comencemos con el informe antes de que me dé por escuchar algo de esta “música” y me dé por cortarme las putas venas…
Ben Braddock (NE): Muy bien… Creo recordar que…

…cuando llegamos a su despacho, la señora Kauffman nos estaba esperando. Acabábamos de terminar una misión: habíamos tenido que atrapar a un tipo que podía cambiar de rostro cada cierto tiempo. No había resultado nada fácil y tanto el señor Braddock como yo estábamos aun débiles por el esfuerzo. Por ello, esta nueva misión representaba un segundo salto en el mismo día: algo que hasta entonces nunca habíamos afrontado. Sin duda aquello era una muestra más del especial interés que la señora Kauffman tenía en ponernos a prueba, sobre todo en lo que atañe al señor Danny Dalton (teniendo en cuenta su estado convaleciente)

Danny Dalton (molesto): Te repito que no estoy oxidado.
James Roth (ND): Oye, yo lo único que digo es que Kauffman te estaba poniendo a prueba.
Ben Braddock (NE): Eh… ¿Podemos seguir con el informe?

Nuestro objetivo era Arthur Blake: un importante hombre de negocios, de naturaleza obstinada y paranoíde. Su trato con Wolfram & Hart le había granjeado en vida la capacidad de ver el futuro. El hecho de ser capaz de prever los acontecimientos intensificó su naturaleza paranoica. Paradójicamente, el señor Blake falleció a la edad de cincuenta y siete años de un ataque al corazón. Si había algo que no podía prever era su propia muerte.

Los informes preliminares ubicaban la reaparición de su alma el 6 de Marzo de 1967, pocas horas después de su muerte, por lo que al señor Blake no le fue muy difícil hacer pasar su fallecimiento como una “falsa alarma”.

Teniendo como objetivo alguien capaz de prever el futuro, se nos planteaba nuestra misión como un reto difícilmente abarcable. Teníamos que analizar cada uno de nuestros pasos, medir sus consecuencias antes de actuar, utilizar el cerebro…

Danny Dalton: Claro. Ir a su edificio y decir que somos de Wólfram y Hart se puede llamar así.
James Roth (ND): Trato de decorarlo un poco, ¿vale?
Ben Braddock (NE): Al fin y al cabo sabía que iríamos, así que tampoco teníamos muchas opciones.
Danny Dalton: El hecho de que los capullos de Wolfram & Hart nos teleportasen hasta las puertas de su edificio también tuvo algo que ver…

Tal y como llegamos, entramos en el edificio. No nos sorprendió el hecho de que ya nos estuviesen esperando. Lo que si nos sorprendió fue el comité de bienvenida. Estabamos esperando, sentados en la recepción de aquel hotel reformado, cuando comenzó el tiroteo. De no ser por los reflejos del señor Braddock es muy posible que ahora mismo todos estuviésemos muertos.

Seis pistoleros contratados por Blake aparecieron desde las balconadas de los pisos superiores. Con sus ametralladoras Thompson no les fue difícil cubrir todo el vestíbulo de balas. El señor Braddock se incorporó, tumbando el sofá de la recepción y empleándolo como cobertura. El señor Dalton prefirió correr hacia el mostrador, buscando otra cobertura. Fue ahí cuando el señor Dalton recibió dos heridas de bala que, afortunadamente, resultaron ser meros rasguños.

Permanecí en un segundo plano, cubriendo al señor Braddock quien, de forma rápida y precisa, tomó a uno de los sicarios de Blake por la espalda. Lo apresó y empleó su propia Thompson para acabar con la vida de los demás matones.

Danny Dalton: Joder…y menuda manera de acabar con ellos. ¿Cómo coño lo hacías tan rápido, Capi?
Ben Braddock (NE): Ya te lo conté… (muestra su mano enguantada) El anillo.
Danny Dalton: Pero… ¿No me dijiste también que era mejor no usarlo?
James Roth (ND): Vale, sigamos…

El único matón de Blake al que dejamos con vida nos dio indicaciones sobre su paradero. Al parecer, nuestro objetivo tenía planeado salir del país a bordo de un velero. Con algo más de presión, el matón nos reveló el muelle en el que se encontraba atracado la embarcación de Blake (al que había bautizado con su mismo nombre, “Arthur Blake”)

Fue entonces cuando el señor Braddock, recordando que nuestro objetivo podría haber previsto que le daríamos caza en los muelles, propuso dejar nuestros pasos en manos del azár. Arrojando una moneda al aire decidiríamos si ir hacia el muelle o encaminar nuestros pasos de regreso al hotel propiedad de Blake.

Danny Dalton: La verdad es que estuvo muy bien pensado, Capi…pero ese cabron ya lo tenía previsto.
Ben Braddock (NE): Tal vez... Si hubiéramos vuelto al edificio entonces...
James Roth (ND): Dudo que estuviera allí, teniendo en cuenta donde lo encontramos.

Para cuando llegamos al muelle era medio día: la actividad de los estibadores y los porta-contenedores nos permitió colarnos sin demasiados problemas. El señor Braddock, en su línea de actitud impulsiva y poco dada a la reflexión, corrió hasta la embarcación de Blake. Curiosamente, no había ningún matón vigilándolo. Aquello sin duda olía cada vez peor...

Danny Dalton: ¿“Olía cada vez peor”? Joder, tío. Que es un informe, no una novela barata de detectives...
James Roth (ND): Oye, yo sólo pongo la verdad. Además si hubiera sido una novela, los protagonistas no hubiesen sido tan idiotas. El tío es un paranoico y le pone a su barco su propio nombre. Como pintarse una diana en la frente...
Ben Braddock (NE): Menos mal que se me ocurrió saltar del barco para evitar la explosión.
James Roth (ND): Aun así, estuvo cerca.

La explosión del barco no solo dejó claro que se trataba de una trampa y que Blake seguía llevándonos ventaja. El señor Dalton y yo pudimos cubrirnos de la onda expansiva y de los fragmentos de metralla. Sin embargo no pudimos evitar caer en manos de los policías que, en poco tiempo, acordonaron la zona. El señor Braddock, sin embargo, permaneció bajo las aguas, habiendo sobrevivido a la terrible explosión del “Blake”...

Danny Dalton: ¿Por qué te dejaste coger, Capi?
Ben Braddock (NE): Hay partidos que no puedes ganar, Danny. Comprendí que no le encontraríamos a él... Blake nos encontraría a nosotros.
James Roth (ND): Menos mal que para esta misión eras tú el encargado, Danny.
Danny Dalton: Vete a la mierda.

La súbita aparición de la policía en el lugar de la explosión nos tuvo que haber puesto sobre aviso de lo que enseguida pudimos comprobar: que el señor Blake tenía comprada a las fuerzas del orden de Los Ángeles. Los policías nos encerraron en un viejo almacén de los barrios bajos, probáblemente con la intención de que no resúltasemos un estorbo mientras Blake planeaba la forma de salir del país.

Por suerte, el señor Braddock consiguió liberarse de las esposas que lo retenían y nos ayudó tanto a mi como al señor Dalton a quitarnos las nuestras.

James Roth (ND): ¿Veis? Los informes hay que decorarlos un poco...
Danny Dalton: ¿Qué ibas a poner?
James Roth (ND): Que me queríais dejar allí tirado.
Ben Braddock (NE): No nos fiábamos de ti, James...
Danny Dalton: Corrijo. No nos fiamos de ti.
James Roth (ND): Qué halagador...

Una vez neutralizada la amenaza de los dos policías que mantenian vigilada la entrada de aquel viejo almacén, nos encontramos de nuevo ante la tesitura de cómo atrapar a un hombre que podía ver su futuro. Y esa resultó ser la cuestión tal y como mencionó el señor Braddock en un alarde de ingenio.

Ben Braddock (NE): Bueno, en ese momento me pareció una buena idea...
Danny Dalton: No seas modesto, Capi. Estuviste rápido.

Teniendo en cuenta que el señor Blake podía ver su futuro, el señor Braddock propuso utilizar a una persona cercana a Blake para que nos llevase hasta él. Recordando la información que la señora Kauffman nos proporcionó sobre el objetivo, descubrimos que además de ser un millonario paranoide y preconitor, Blake era un padre modelo. Su hija, Teresa, sería la que nos llevaría hasta él.

En 1967, Teresa Blake contaba con veinte años y acudía a la Universidad de Berkeley. Utilizando el furgón policial y las ropas de uno de los agentes que nos habían retenido, el señor Braddock se hizo pasar por un agente al servicio de su padre y logró ganarse la confianza de la joven, la cual sabia donde se escondía su padre.

Así, sin ella saberlo, nos llevó hasta un viejo edificio, uno de los muchos inmuebles propiedad de Blake que había por toda la ciudad. Mientras el señor Dalton y el señor Braddock accedían al edificio acompañados de Teresa, yo permanecí en el coche. A tenor de nuestros últimos encuentros, convenía estar preparado.

Ben Braddock (NE): Aquel viejo edificio de oficinas era un auténtico laberinto de pasillos. Y lo mejor es que, cuando llegamos al supuesto despacho, Teresa nos reveló que había una entrada secreta, escondido en la biblioteca. Había que presionar un viejo volumen sobre un tal... ¿Nostradamus?
James Roth (ND): Qué propio...
Danny Dalton: Una vez allí, llegamos hasta un bunker subterráneo. Algo sacado de los años cincuenta, ¿vale? La chica metió la clave y entramos.
Ben Braddock (NE): Arthur Blake estaba allí y no estaba dispuesto a dejarse atrapar.
Danny Dalton: Agarré a la chica y le puse mi pistola en su cabeza pero...
Ben Braddock (NE): Sus hombres atacaron…parece como si supieran de antemano que el señor Dalton no dispararía.
James Roth (ND): No hubieras disparado, ¿verdad, Danny?
Danny Dalton: Creo que eso no lo sabía ni el. Y yo menos.
Ben Braddock (NE): Lo importante es que conseguí abrir el maletín y encerrar en él a Blake... antes de que me disparara a bocajarro.
Danny Dalton: Y, por supuesto, dejamos marchar a la niña. Bastante la habíamos jodido ya...

Cierro la carpeta, dando por terminado el informe. Aun puedo ver la mirada de amargura en los ojos de Danny. Los de Ben parecen algo más duros. Como si, en el fondo, se estuviese acostumbrando a recibir ordenes... y cumplirlas. Charlie, el camarero, se acerca. Danny pide una cerveza. Ben, un vaso de leche. Y yo pido lo de siempre.

James Roth (ND): Bien. Informe terminado.
Danny Dalton: Cojonudo. Ahora habla…
Ben Braddock (NE): ¿Qué...? (mira a Danny) ¿Qué pasa, Danny?
Danny Dalton: Vamos, Capi. ¿De verdad crees que este tío nos ha traído aquí para escribir el puñetero informe? (mira a Roth) ¿De qué coño vas, tío?
James Roth (ND): Asi me gusta... (sonríe) Directo y delicado como una patada en la boca. Como siempre...
Danny Dalton: Si no me convence lo que tienes que contar, si que vas a saber qué es ser delicado.
James Roth (ND): En realidad no trabajo para la Señora Kauffman.
Ben Braddock (NE): ¿Qué quieres decir?
James Roth (ND): Trabajo para otro socio de la firma…el señor Manners.
Danny Dalton: ¿Y?
James Roth (ND): El señor Manners está dispuesto a devolveros a casa.
Danny Dalton: ¿Y que gana él con eso?
James Roth (ND): Joder a la señora Kauffman, para empezar. Ahora mismo hay dos gallos de pelea y un único puesto como socio de la firma. Sólo puede quedar uno...
Ben Braddock (NE): ¿Y qué tenemos que hacer?
James Roth (ND): Averiguar el plan de la señora Kauffman. Averiguar qué demonios planea en relación a Danny...
Danny Dalton: ¿Por qué yo?
James Roth (ND): Porque según ella... serás tú quien traiga el apocalípsis.

Los dos se quedan en silencio. Tal y como me quedé yo cuando lo escuché la primera vez. Danny Dalton y apocalípsis son dos terminos que jamás imaginarías en una sola frase.

Ben Braddock (NE): ¿Có... (incrédulo) ¿Cómo?
James Roth (ND): El Apocalípsis es el negocio de Wolfram & Hart. Cada socio tiene su propia apuesta al respecto. Y la de la señora Kauffman es Danny. Eres... su caballo ganador.
Ben Braddock (NE): Y el señor Manners tiene otro individuo para sus planes.
James Roth (ND): Exacto.

Ben baja la vista, pensativo. Danny, en cambio, no ha abierto la boca en todo este tiempo. Simplemente se ha quedado con los brazos cruzados, mirándome fijamente.

Ben Braddock (NE): No nos conoces de nada. Te arriesgas demasiado. Solo un loco o un suicida contaría todo lo que nos has contado.
James Roth (ND): Siempre he sido un suicida.
Danny Dalton: Y una mierda.

Danny aparta su cerveza y se echa para delante. Me clava su mirada de rencor.

Danny Dalton: No eres más que una rata más de Wolfram & Hart. Dime, Roth... ¿qué te ha prometido Manners? ¿Qué ganas tú con todo esto?
James Roth (ND): ¿Yo? (sonríe) Descansar en paz, Danny.
Ben Braddock (NE): Un momento, tú...

Por un instante, casi temo haber ido demasiado lejos. Ben me señala y abre mucho los ojos. Hace unos días no me habría preocupado de las teorías de un palurdo demasiado aficionado al futbol americano. Pero después de ver como funciona su cabeza, de saber que hay algo más que jugadas y partidos en su cerebro... Casi temo que me haya descubierto...

Ben Braddock (NE): Eres... Eres otro alma del Libro de las Sombras, ¿verdad?
James Roth (ND): No de ese libro. Pero el señor Manners prometió darme una carta de recomendación para cuando me toque bajar al infierno...
Danny Dalton: Pongamos que me creo todo eso... ¿Tienes alguna prueba de que Manners puede ayudarnos?
James Roth (ND): El señor Manners tiene el Corazón de Krahan... aunque ustedes lo conocen mejor como “el prisma”.
Danny Dalton: Espera un segundo... ¿el prisma? ¿La gema que hace funcionar el cachivache de Vanister?
Ben Braddock (NE): Pero no tenemos la máquina de salto dimensional... así que no nos vale para nada.
James Roth (ND): Yo me encargare de recuperar la máquina de salto.
Ben Braddock (NE): Tenemos... Tenemos que pensarlo, no podemos contestar ahora.
James Roth (ND): Lo entiendo... (se incorpora, poniendose la chaqueta) Pero no os toméis demasiado tiempo.

Es mi última carta. Busco en mis bolsillo y la saco. Si después de esto no confían en mí...

James Roth (ND): Un amigo tuyo me dejó esto para tí, Danny...

Dejo reposar la carta en su mano y me marcho. Antes de que puedan hacer la clase de preguntas que no podré responder sin mentiras.

Ben Braddock (NE): ¿Qué ocurre, Danny? ¿De quién es esa carta?
Danny Dalton (leyendo): Leonard…es de Leonard.
Ben Braddock (NE): ¿Quieres decir que ellos le tienen? ¿Que está ... vivo?

CONTINUARÁ...

miércoles, 15 de abril de 2009

Sesión 09-04-09


Episodio 3x05.-
Caso Nº00452308-X
DOUGLAS MEYER contra WOLFRAM & HART

Agentes Responsables:
Gavin Park (Supervisor de Campo)
James Roth
Benjamin Braddock


Responsable de Área:
Sarah Kauffmann

Informe Previo sobre el Acusado:
Douglas Meyer nace en 1962, en el seno de una familia de clase media en Filadelfia. A la edad de veinte años, ingresa en la Academia de Policía de Nueva York donde se graduará con honores dos años después. Ejerce como patrullero del Distrito 13 de Queens durante cinco años pasados los cuales es ascendido a oficial y, posteriormente, a detective.

En el transcurso de esos años, contrae matrimonio con Samantha Harrington, quien asumirá el apellido Meyer al casarse con Douglas. Un año y medio después de su boda, nace su hija, Emily Meyer.

En invierno de 1998, el señor Douglas Meyer traba contacto con Goodwin Steele, con quien [FRAGMENTO ELIMINADO POR CUESTIONES DE SEGURIDAD]

El detective Douglas Meyer fallece el 3 de Diciembre del 2000, durante un intercambio de disparos entre dos bandas rivales. El detective Meyer, que salía de unos oficios religiosos en la parroquia de Saint Patrick, Queens; recibe dos impactos de bala, uno en el vientre y otro a la altura del cuello. Fallece a las 20 horas, 14 minutos, antes de que llegue la ayuda médica.

De acuerdo a lo estipulado en el contrato firmado previamente, su alma pasa directamente al archivo provisional 329022, al cargo de nuestro agente Goodwin Steele.

Tras el robo del archivo y la desaparición del agente Steele, el alma del señor Meyer escapa de su cautiverio junto a las que se encontraban encerradas allí (ver dossieres adjuntos)

Los informes de rastreo psíquico multi-dimensional indican que el alma del señor Meyer pudo regresar a su antiguo cuerpo, aproximadamente unas diez horas después de su muerte.

Informe de la Operación:
Los agentes Roth y Braddock son convocados junto a su nuevo jefe de campo, el señor Gavin Park (recientemente asignado a la unidad de Recuperación de Datos a petición personal de la directora de departamento, Sarah Kauffmann: ver dossieres adjuntos)

Tras la reunión informativa en la sala de juntas número doce, los agentes son debidamente preparados para la transferencia dimensional: se les proporciona, junto a los trajes reglamentarios, varios maletines de contención especial (debidamente configurados según los parámetros bio-plasmáticos del acusado)

Debidamente inoculados con el suero de resistencia paradimensional; a las siete horas cuarenta y dos minutos se lleva a cabo el protocolo de salto sin incidentes a destacar.

(a continuación se reproducen algunos fragmentos del informe oral presentado por los agentes a su regreso de la operación)

Gavin Park (ND): Antes de comenzar me gustaría mencionar que el procedimiento de salto resulta extramadamente doloroso...
James Roth (ND): Con el debido respeto, JEFE... Teniendo en cuenta que básicamente nos desintegran molécula a molécula y luego nos vuelven a reintegrar en un tiempo y espacio diferente, empleando para ello alguna clase de cruce entre magia y tecnología que apenas si alcanzo a entender... Bueno teniendo en cuenta todo ello no creo que un poco de dolor sea para tanto. Joder... Empiezo a sonar como el profesor.
Gavin Park (ND): En cualquier caso, el señor Roth, el señor Braddock y yo comenzamos nuestra búsqueda en el mismo lugar donde aparecimos.
James Roth (ND): Si, en mitad de Central Park casi al anochecer... Diciembre del 2008.
Gavin Park (ND): Y fue allí donde encontramos la primera pista.
James Roth (ND): Pillé un periódico para comprobar que, en efecto, habíamos viajado al momento y lugar adecuados. Y fue así como descubrimos algo más.
Gavin Park (ND): Al parecer, el agente Douglas Meyer no solo había vuelto a la vida debido a la fuga de almas... sino que además no había perdido el tiempo.
James Roth (ND): Su necrológica aparecía en la página 48. Pero apenas un par de páginas antes, había una noticia local en la que se mencionaba las acciones de una especie de justiciero callejero.
Gavin Park (ND): Alguien había metido entre rejas a algunos matones, todos ellos miembros de la banda de Caceta, ese señor del crimen de medio pelo que había dado pasaporte a Meyer...
James Roth (ND): Estaba oscureciendo y Central Park no parecía el mejor lugar para quedarnos, asi que optamos por ir a visitar a la esposa del difunto antes de que fuese más tarde.
Gavin Park (ND): Sin embargo, aquella mujer no nos lo puso nada fácil...
James Roth (ND): Bueno, JEFE, ahí debe darle el mérito a Ben...

(Ben Braddock se limita a responder a la mirada de James Roth con una fría inclinación de cabeza)

Gavin Park (ND): Si, bueno... En cualquier caso, a aquella mujer no le gustó nada vernos aparecer ante su puerta. Lo cierto es que el chico, Ben, se desenvolvió bastante bien aunque poco pudimos sacar en claro de la esposa del difunto.
James Roth (ND): Así que probamos otro camino: la comisaria del Distrito 13.
Gavin Park (ND): Allí, Ben y yo fuimos a hablar con el compañero de Meyer... ¿cómo demonios se llamaba? ¿Tú lo recuerdas, Ben, muchacho?

(Ben Braddock mantiene su silencio, limitándose a negar con la cabeza)

Gavin Park (ND): Ya... En fin, el caso es que el tipo no parecía tener ni idea de los acuerdos que Meyer tenía con Wolfram & Hart. Así que nos limitamos a pedirle que contactase con nosotros si... bueno, si algo raro sucedía.
James Roth (ND): Y mientras ellos no sacaban nada en claro, yo hice una visita a los calabozos. Allí encontré a los matones que el “misterioso justiciero” había capturado esa misma tarde. Curiosamente, alguien parecía habérseme adelantado.
Gavin Park (ND): Ah, si... Joder. ÉSE tipo.
James Roth (ND): Era gigantesco, ¿vale? Pelo corto y afeitado por las sienes, rostro de piedra y ojos pequeños. Y le sacaba dos o tres cabezas a cualquiera de esos tres matones. El caso es que el gigantón salió de los calabozos en cuanto me vio aparecer. Debí... Debí intimidarle.
Gavin Park (ND): ¡JA!
James Roth (ND): Bueno, JEFE... En aquel momento no sabíamos quien era realmente. Además, me preocupaba más sacar algo en claro de los tres matones. Cuando dijeron que su asaltante “no parecía humano”, ante su resistencia a las balas... Bueno, quedó claro que había sido cosa de Meyer.
Gavin Park (ND): Tampoco es que fuese un gran avance...
James Roth (ND): Lo mismo puedo decir de lo que hicieron Ben y usted...

(fragmento de discusión omitido: en ella, el señor Braddock permanece al margen en todo momento)

Gavin Park (ND): ¡Eso no es lo importante, James, muchacho! Lo importante... es que ese tipo no nos hubiera seguido de no haber sido por ti.
James Roth (ND): Vale... ¿Y como demonios iba yo a saber que se gigantón era una especie de Terminator enviado por el Vaticano?
Gavin Park (ND): Para cuando Ben vio aquel emblema en la gabardina de cuero de ese tipo, él ya nos había seguido hasta el bufete de Wolfram y Hart.

(Sarah Kauffmann realiza una serie de preguntas acerca del motivo que impulsó a los agentes a ir hasta la sede de Wolfram y Hart en Nueva York. Se aprecia una leve incomodidad entre los miembros del equipo: durante unos instantes, los señores Park y Roth miran al señor Braddock. Éste permanece en silencio y es el señor Park quien reanuda el relato)

Gavin Park (ND): Bueno, lo cierto es que ese tipo parecía peligroso y... ¿qué podíamos hacer? ¿Viajar hasta Los Ángeles para pedir un poco de ayuda?
James Roth (ND): Lo cierto es que menos mal que nos dejaron aquel todoterreno. Aun me sigo preguntando... ¿qué fue aquello que le tiramos a ese asesino del Vaticano?
Gavin Park (ND): Una especie de clavos explosivos, ¿no? El caso es que funcionó...
James Roth (ND): Aquello dejó al tipo sin su moto. Pero salió sin un rasguño de un accidente que habría dejado en silla de ruedas al más pintado...
Gavin Park (ND): En fin, lo cierto es que seguíamos sin tener pistas y entonces... Bueno, lo cierto es que se le ocurrió a Ben...

(Ben Braddock permanece una vez más en silencio, con el gesto serio)

Gavin Park (ND): La idea básica era buscar a Samantha Meyer. Si en vida, Douglas había dado su vida por protegerla, sin duda volvería a aparecer si creía que ella se encontraba en peligro.
James Roth (ND): En realidad no hizo falta ir a buscarla a su apartamento porque la encontramos en la Iglesia de Saint Patrick.
Gavin Park (ND): Si, habíamos ido ahí por la vi...
James Roth (ND): JEFE...

(Se produce un silencio entre ambos, roto casi de inmediato por la nueva intervención del señor Park, que parece rectificar su anterior frase)

Gavin Park (ND): Ah... Claro. Bueno, el caso es que allí tenía lugar la misa por el difunto agente Meyer.
James Roth (ND): Y de alguna forma, el espíritu de Douglas consiguió llevar a Caceta y sus matones hasta las mismas puertas de la capilla.
Gavin Park (ND): Douglas y la banda de Caceta intercambiaron disparos. Bueno... más bien, eran ellos los que intentaban tirotear a Douglas aunque éste...
James Roth (ND): Las balas le atravesaban como si fuese Casper, ¿vale?
Gavin Park (ND): Así que dejamos que Douglas se encargase de Caceta. Y en cuanto lo dejó esposado a la farola más próxima, cogimos el maletín y lo devolvimos su alma a donde pertenecía. Es lo que yo llamo un trabajo rápido, sencillo y...

[FRAGMENTO DE CONVERSACIÓN ELIMINADO DE INFORME OFICIAL. ACCESO RESTRINGIDO A SOCIOS DE NIVEL MEDIO Y ALTO]

Ben Braddock (NE): No.
Sarah Kauffmann (ND): ¿Disculpe?
Ben Braddock (NE): No fue un trabajo sencillo. Ni tampoco fue justo.
Gavin Park (ND): Ben, muchacho, el tipo firmó un acuerdo con Wolfram y Hart...
Ben Braddock (NE): Y lo cumplió en su momento. Lo mataron y su alma fue al inf... a donde tenía que ir. El hecho de que yo... de que mis compañeros y yo lo liberasemos fue una...
Sarah Kauffmann (ND): ¿Desafortunada coincidencia?
Ben Braddock (NE): Sí, en efecto. Fue mala suerte.
James Roth (ND): Vamos, Ben... Sabes que no estas siendo objetivo... Lo que hacía ese tipo, Meyer, era tomarse la justicia por su mano.
Ben Braddock (NE): Estaba limpiando las calles. Y además, señora Kauffmann... ¿Por qué no nos dijo el auténtico motivo por el que había firmado Meyer con Wolfram & Hart?
Sarah Kauffmann (ND): No era relevante para el caso. Su misión...
Ben Braddock (NE): Mi misión es enmendar un error que mis compañeros y yo cometimos al liberar esas almas. Pero si por culpa de nuestro error una buena persona como Meyer tiene la oportunidad de...
Gavin Park (ND): Ben, muchacho, era su mujer. Samantha…
Ben Braddock (NE): Ya, ¿pero que iban a poder hacerle a ella Wolfram y Hart?
Gavin Park (ND): Le habrían devuelto el cáncer.

(silencio por parte de todos durante unos segundos)

Gavin Park (ND): No podíamos hacer nada, Ben, muchacho...
Ben Braddock (NE): Pero el señor Meyer... no firmó a cambio de poder, o de riquezas. Lo hizo para salvar a su esposa. ¿Me está diciendo que alguien como él no merecía aprovechar un golpe de suerte?
Gavin Park (ND): ¿Quieres que te lo dé por escrito? El trato se había roto. Finito. Sin trato, no hay cura para el cáncer.
James Roth (ND): ¿Por qué sino crees que Meyer se entregó a nosotros en cuanto detuvo a Caceta?
Ben Braddock (NE): Yo… Yo no firmé por esto. Garius Voldan es una cosa. Pero el agente Meyer…
Sarah Kauffmann (ND): Todos los que han firmado con nosotros conocían los riesgos, señor Braddock. Desde Garius Voldan hasta el agente Meyer… Todos.
Ben Braddock (NE): Incluyéndome a mí.

(la supervisora Kauffmann da por concluido el registro del informe oral llegados a este punto)

Observaciones:

* Pese a las previsiones, complace comprobar que los férreos preceptos morales del joven Benjamin Braddock comienzan a mostrar síntomas de desgaste. Pese a sus constantes quejas sobre el destino del agente Meyer, asumió con relativa facilidad las órdenes de capturar y devolver su alma a la firma. Se recomienda seguir con el curso de las actividades previstas.

* El profesor Marcus Vanister fue relegado durante el transcurso de este operativo a labores de apoyo logístico en el Departamento de I+D. El objetivo es perfeccionar el sistema de salto dimensional para lo que se ha destinado a Vanister como asesor del equipo al cargo del Profesor Kurt Casey.

* El agente supervisor Gavin Park ha demostrado su capacidad de lidiar con un equipo potencialmente hostil. Su segundo operativo vuelve a saldarse con un éxito sin apenas costes presupuestarios.

* El agente James Roth, en cambio [FRAGMENTO ELIMINADO POR CUESTIONES DE SEGURIDAD]

* El agente Daniel Dalton aun permanece en observación: los escáneres psíquicos realizados constatan que su mente se encuentra libre de cualquier clase de sugestión latente (motivada por su contacto con las capacidades de dominación mental de nuestro viejo cliente Hans Hammer, ver Caso Nº00416791-X: HANS HAMMER contra WOLFRAM & HART) Su regreso al servicio activo sigue aun pendiente de confirmación...

FIN DEL INFORME.

sábado, 11 de abril de 2009

Sesión 08-04-09 - Parte 2 de 2

Episodio 3x04.-
BEN BRADDOCK contra WOLFRAM & HART
(Parte 2 de 2)

Vestíbulo del Cine Rialto.
Harlem Hispano, Nueva York.
Hace 10 horas.

Gavin Park (ND): Ya estamos como siempre… (alzando las manos, a modo de indefensión) Muchacho, ¿por qué apuntas a un hombre desarmado?

James Hetfield hubiera disparado en cuanto vio a aquellos tres tipos trajeados entrar en el vestíbulo del viejo Rialto. Su pistola de nueve milímetros se encontraba a escasos centímetros del rostro de aquel oriental sonriente.

James Hetfield (ND): Siempre me ha parecido más sensato estar a este lado de la pistola. Y creo que tu colega opina lo mismo, ¿no?

James Roth amartilló su automática mientras la colocaba a escasa distancia de la mejilla de Hetfield.

James Roth (ND): Eres rápido, colega. Pero… ¿tanto como una bala?
James Hetfield (ND): ¿Quieres apostar, niñato?
Gavin Park (ND): Bueno, ¿y por qué no nos calmamos todos un poco? (buscando apoyo) ¿No está de acuerdo conmigo, Vanister?

El profesor Vanister, sin embargo, se encontraba paralizado. Su mirada, completamente fija y ausente al mismo tiempo, estaba centrada en el anillo que lucía en su dedo el hombre que encañonaba a Gavin. Había algo en ese anillo. Algo…

Ben Braddock (NE): ¿Pro… Profesor?

Una voz familiar hizo que Vanister viese rota su concentración. De la penumbra de uno de los pasillos que salían de aquel vestíbulo, apareció la silueta de Benjamín Braddock. Aunque vestía una cazadora vaquera gastada, aun podía verse bajo ella la elegante camisa y pantalones del traje que Wolfram y Hart le había dado en su momento.

Profesor Vanister (NE): ¡Señor Braddock!

Cuando se está lejos, cualquier cosa que nos recuerda el hogar es bienvenido. Para bien o para mal, aquel científico cuyos experimentos habían sido el detonante de toda aquella odisea era lo más parecido a una familia que le quedaba a Ben.

Gavin Park (ND): Oh, genial. Abrazos. (mirando el arma de Hetfield) ¿Puede dejar ya de encañonarme, amigo?

A bordo de un coche de empresa de Wolfram y Hart.
Algún punto entre la calle 23 y la Quinta Avenida.
Nueva York.
Hace 7 horas y media.

James Roth (ND): A ver si lo he entendido… (conduciendo) Tu primo (o al menos tu primo en esta dimensión) tiene una especie de refugio secreto bajo un cine abandonado. Y junto a una panda de pirados se dedica a recuperar una serie de anillos los cuales, además de dar… “superpoderes”, pueden acabar por poseerte.

El rumor del coche mientras atravesaba las nocturnas calles del centro de Nueva York eran lo único que rompía el silencio del lugar.

James Roth (ND): ¿Me he dejado algo?
Ben Braddock (NE): Bueno… (sentado en el asiento de atrás, se apoya en los delanteros) Confío en que el señor Park mantenga su promesa.

Gavin, sentado en el asiento del co-piloto, miró a Ben con inocencia.

Gavin Park (ND): Incluso si su primo Brad no hubiese amenazado con “silenciarme”, Ben, no tengo el menor interés en ganarme un enemigo de su calibre. Es un pez gordo de W&H en Nueva York. Si quiere mantener toda su cruzada contra los anillos en secreto para el bufete… ¿Quién soy yo para buscarle las cosquillas?
Ben Braddock (NE): Muchas gracias, señor Park, yo…
Gavin Park (ND): No tienes por qué darlas, Ben, muchacho… Ahora volveremos a Los Ángeles, redactaremos un informe en el que diremos simplemente que te encontramos en uno de los sitios marcados como “posibles” y…
Profesor Vanister (NE): Señor Park… Tengo una extraña sensación. Un presentimiento.
Gavin Park (ND): Vanister, amigo… ¿a qué viene eso ahora?

James Roth rebusca en su bolsillo y, sin dejar de conducir, muestra lo que guardaba en él.

James Roth (ND): Bueno… quizá esto tenga algo que ver con el “mal yuyu” del profesor.

Los ojos de Ben se abren como platos al ver relucir el dorado del anillo entre los dedos de Roth.

Ben Braddock (NE): No… (lo coge de los dedos de Roth) Es uno de los anillos de los que me habló mi primo. ¿De donde lo…?
James Roth (ND): Ey, tío, a mi no me sueltes el rollo. Se le debió caer a alguno de los colegas de tu primo.
Ben Braddock (NE): Da media vuelta. Tenemos…

Ben deja la frase pendiente de un hilo. Sus ojos se posan en el brillante y reluciente anillo. Y, movido por una fuerza que no es capaz de explicar con simples palabras, Ben Braddock desliza la argolla metálica en torno a su falange.

Ben Braddock (NE): Tenemos que volver.
Profesor Vanister (NE): No creo que ponerte el anillo sea buena idea, Ben.
Gavin Park (ND): Ben, muchacho… Kauffmann nos ha ordenado regresar cuanto antes a Los Ángeles. Y eso quiere decir en menos de tres horas. Si no…
Ben Braddock (NE): Este anillo es peligroso. ¡No pienso llevarlo a Wolfram y Hart! ¡Da media vuelta!
James Roth (ND): ¿Aquí todos me dan órdenes? Siéntate y tranquilízate, ¿vale?

El coche acelera. A través de la ventanilla, las calles pasan a cada vez más velocidad. Pero Ben no puede apreciarlo. Porque de repente todo va demasiado lento. Y, en realidad, todo sucede demasiado deprisa.

Ben Braddock (NE): ¡Detén el coche… YA!

Para cuando quiere darse cuenta, Ben está ya sobre la calzada. Apenas si es consciente de haber abierto la portezuela del coche de una soberana patada. Antes de que su cerebro pueda preguntarse por qué todo va tan despacio a su alrededor, Ben arranca a correr en dirección al Rialto.

Al cruzar la calle, escucha un sonido lejano. Son los frenos de un autobús de línea que se precipita sobre él. Los reflejos de Ben son lo bastante rápidos como para evitar morir arrollado. Pero no puede evitar estrellarse de frente contra un poste de electricidad.

Para cuando todo vuelve a moverse a ritmo normal, Ben está tendido en el suelo. Puede sentir el dolor llegando a raudales a su cerebro. Su nariz es un surtidor de sangre y algunos de sus dientes yacen en el suelo, deslizándose por el charco de líquido carmesí que mana de su cara.

El profesor y el señor Park han bajado del coche y lo llevan entre los dos hasta su interior.

Ben Braddock (NE): Tenemos… (balbuceante) Tenemos que volver…
Gavin Park (ND): Esta bien, Ben, muchacho… Volveremos al Rialto. Pero la próxima vez… abre la puerta del coche como todo el mundo, ¿vale?

Gavin sube a bordo del coche. James lo mira, incrédulo.

James Roth (ND): No iremos a volver, ¿verdad?
Gavin Park (ND): Pues si, James, muchacho… Es precisamente lo que vamos a hacer.
James Roth (ND): Usted manda... JEFE.

Exterior del Cine Rialto.
Harlem Hispano, Nueva York.
Hace 6 horas.


James Roth (ND): Una idea cojonuda JEFE.

Al tiempo que termina de murmurar eso entre dientes, James estampa su puño contra la cara del último de los cuatro pandilleros que han intentado robarle el coche. Incluso con una puerta menos (cortesía de Ben), ese Audi era un caramelito en un lugar como ese.

Los dos últimos pandilleros aun corrían, alejándose de allí cuando James vio salir del Rialto a sus compañeros. Todos tenían esa mirada en los ojos. La mirada de no haber encontrado nada. Y pese a todo, James preguntó. Sólo por constatar que aquello había sido una pérdida de tiempo.

James Roth (ND): Dejadme adivinar… Nada de nada, ¿verdad?
Ben Braddock (NE): Ni rastro de mi primo Brad o de sus compañeros.
Profesor Vanister (NE): No debe preocuparse, señor Braddock. No creo que esos hombres que nos atacaron en el interior del Rialto hayan acabado con la vida de su primo.
Gavin Park (ND): Opino lo mismo, Ben, muchacho… Además, a juzgar por el todoterreno en el que llegaron, esos hombres trabajaban para una empresa de seguridad privada… (leyendo el letrero del todoterreno) “Stormwood”. Algo me dice que tu primo Brad y sus amigos "caza-anillos" tienen sus propios problemas y enemigos...
James Roth (ND): Genial. Ahora podremos irnos y…
Ben Braddock (NE): No. Aun no… (a Gavin) Señor Park, mi primo puede haber ido a su apartamento. Quizá le encontremos allí…

Gavin miró su reloj e hizo un breve cálculo mental. Luego puso la mano sobre el hombro de Ben.

Gavin Park (ND): El avión privado de Wolfram y Hart hace el trayecto Nueva York-Los Ángeles en dos horas y media. Eso nos da un margen de sesenta y dos minutos… a partir de ya.

Apartamento de Bradley Braddock.
Upper West Side, Nueva York.
Sesenta y dos minutos después.

Gavin Park (ND): Ben, muchacho… Se acabó el tiempo.

Durante los últimos cuarenta minutos, Ben había ido de un sitio a otro de la casa, buscando de arriba a bajo algo que pudiera decirle donde se encontraba su primo. Había puesto patas arriba cada centímetro cuadrado de aquel lujoso apartamento del Upper West Side.

Pero lo cierto es que, en los últimos diez minutos, Ben se había quedado paralizado, con la mirada perdida sobre un viejo panel de instantáneas. Eran viejos recuerdos de Brad. Una de las instantáneas lo mostraba junto a un viejo Chevy.

Gavin Park (ND): Ben, muchacho… (susurró y miró de reojo al guardia de seguridad que los había dejado entrar en el apartamento: aun creía que eran agentes del FBI y así debía seguir siendo) Ben, tu primo no está aquí ni creo que venga. Es hora…
Ben Braddock (NE): No puedo. No puedo ir con ustedes… (mira su dedo, con el anillo) No mientras tenga esto en mi poder…
Gavin Park (ND): Ben… No voy a poder forzarte a hacerlo. Es tu elección. Quédate si quieres…

Gavin caminó hasta uno de los ventanales desde los que, cinco pisos por debajo, podía verse la calle. Allí, apoyados en el coche, el profesor Vanister y James Roth miraban inquietos el reloj.

Gavin Park (ND): Pero déjame decirte una cosa, Ben, muchacho… (se dirige a la salida y se detiene ante ella) Todos tomamos decisiones. Y todas tienen un precio que acabamos pagando.

Gavin se ajusta el traje y se dispone a salir. Es la voz de Ben la que lo frena. Al girarse y verlo, ve que ha cogido la fotografía de un Brad de hace tiempo. El Brad que vendía coches usados.

Ben Braddock (NE): Tiene razón, señor Park… (se guarda la fotografía) Es hora de pagar por lo que hice.

Despacho de Sarah Kauffmann.
Sede de Wolfram y Hart, Los Ángeles.
Cuatro horas y veinte minutos después.

Sarah Kauffman (ND): Pagar por lo que hizo… (mordisqueó las patillas de sus gafas mientras miraba a Ben) ¿Es lo que quiere, señor Braddock?
Ben Braddock (NE): Es lo justo, señora Kauffmann.

Desde que habían llegado a Los Ángeles, Ben sentía un desagradable quemazón entorno a su dedo anular. Sentado ahí, ante Sarah Kauffmann, Ben se acarició disimuladamente su mano enguantada, tratando de paliar esa desagradable sensación.

Sarah Kauffmann (ND): Sus amigos, el profesor Vanister y el señor Dalton, tendrán que firmar tarde o temprano su acuerdo de cooperación…
Ben Braddock (NE): No si yo firmo por ellos.
Sarah Kauffmann (ND): Vamos, no…
Ben Braddock (NE): Es cierto que todos hicimos un trato con aquel libro… Pero fui yo al que esas… (trató de buscar una palabra para definirlas) esas sombras poseyeron. Y al que usaron para dejarlas en libertad. Por lo tanto… soy yo quien debe pagar por ello.

Sarah Kauffmann miró al chico de diecinueve años que tenía ante ella. Ben mantuvo su mirada firme. Ella, en cambio, se limitó a sonreír y levantarse. Mientras paseaba alrededor del muchacho, activó con un gesto de su mano el sistema automatizado de video que disponía su despacho. En una pantalla plana de alta definición, comenzaron a pasar distintas escenas. Escenas protagonizadas por sus compañeros, el profesor Vanister y el señor Dalton. En algunas incluso aparecía el difunto Leonard Powell.

Sarah Kauffmann (ND): Parece usted estar dispuesto a dar sacrificar su alma por sus amigos… aunque ellos no parecían preocupados por usted.

En aquellas escenas, tomadas en cada una de las reuniones que habían tenido con Sarah Kauffmann desde su llegada a la firma, ninguno de ellos había preguntado por el paradero de Ben.

Sarah Kauffmann (ND): Dígame, señor Braddock… ¿aun sigue dispuesto a hacer semejante sacrificio?

Ben bajó la vista. Trató de respirar con calma, intentando controlar sus sentimientos. Luego miró a Kauffmann.

Ben Braddock (ND): He perdido a mi padre, a la mujer que amaba… si algún día regreso al mundo al que pertenezco, seguramente acabe mis días entre rejas. He sacrificado la mitad de la vida que me queda por capturar una sola de las almas que liberé… (bajó la vista y apretó los dientes) ¿De verdad cree que me da miedo perder mi alma?

En su recuerdo, Ben volvió a escuchar las palabras que su primo Brad le había dicho poco antes de que abandonasen el Rialto. Antes de que un anillo maldito acabase en su poder. Antes de que volviese a Los Ángeles. Antes de poder hacer una tontería como la que estaba a punto de hacer.

Brad Braddock (ND): “Recuerda, Ben… Nunca firmes nada con Wolfram y Hart.”

De vuelta en aquel despacho, Ben miró a la mujer que tenía ante sí.

Ben Braddock (NE): Y ahora, señora Kauffmann… ¿Dónde tengo que firmar?

-EPÍLOGO-

Habitación Blanca.
En algún lugar entre lugares.
En algún momento entre el pasado y el futuro.

Una niña rubia juguetea con una peonza, hipnotizada ante su bailoteo. A su espalda, una mujer enfundada en un elegante y sobrio traje gris de ejecutivo hace acto de presencia.

Sarah Kauffman (ND): Tal y como predijo, el señor Braddock se sacrificó al firmar por el resto.
Mesektet (ND): Humanos… Tan predecibles. Tan aburridos… (sonríe) No como esta maravillosa peonza… Nunca sabes hacia donde se inclinará…
Sarah Kauffman (ND): Pero… Mi señora… Aun nos queda por encontrar a Bradley Braddock.
Mesektet (ND): No te impacientes, criatura tonta… Mientras tengamos a un Braddock, el otro…

La peonza termina de girar y cae. Muerta sobre el suelo.

Mesektet (ND): Caerá… (sonríe) Al final, siempre caen.

CONTINUARÁ...

viernes, 10 de abril de 2009

Sesión 08-04-09 - Parte 1 de 2


PREVIAMENTE, EN "RINGS"...
(http://rings-therpgseries.blogspot.com/)

...Y ANTERIORMENTE EN "NEVERFIELD"...
Marcus Vanister: Creo que nuestra prioridad es reparar la "Alfombra Mágica" y regresar a nuestro mundo, procurando no alterar aún más el curso de los acontecimientos de esta realidad paralela…

ARROJADOS A UNA ODISEA ENTRE DIMENSIONES ALTERNATIVAS…
Profesor Vanister (NE): Es la tanqueta. Lo que ha construido tu padre no es una máquina de salto dimensional. Es una máquina de guerra.

ENGAÑADOS POR EL LIBRO DE LAS SOMBRAS…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!

CAPTURADOS POR WOLFRAM & HART…
Sarah Kauffmann (ND): Tu amigo Leonard va a morir, Danny… Así aprenderás que no se juega con Wolfram & Hart.

CONDENADOS A ENMENDAR SUS PROPIOS ERRORES…
James Roth (ND): Éste no es solo su primer día en Wolfram & Hart... (se calza las gafas de sol y sonríe) Bienvenido al primer día del resto de su vida...

… O A MORIR EN EL INTENTO.

Episodio 3x04.-
BEN BRADDOCK contra WOLFRAM & HART
(Parte 1 de 2)

Ruinas de Nuestra Señora de las Lágrimas.
Bajo los cimientos del cine Rialto, Harlem Hispano.
Nueva York.
Hace una semana.

James Hetfield (ND): No es nuestra prioridad, Brad… Y lo sabes.

La voz del viejo campeón de las semifinales del 95 resonó con eco entre las paredes de la vieja iglesia. La iluminación de los fluorescentes, de una tonalidad inquietantemente verdosa, daban al lugar un aspecto mucho más tétrico del que ya tenía de por sí. En sus buenos tiempos, Nuestra Señora de las Lágrimas había sido una orgullosa capilla. Ahora parecía el escenario de alguna producción de bajo presupuesto de la Hammer.

James Hetfield (ND): Nuestra prioridad son los anillos.

Bradley Braddock terminó de guardar sus cosas en aquel petate. Apenas si había prestado atención a las palabras del viejo Hetfield. Quizá era verlo cojear de aquella forma. O quizá era porque, como a todos los que se habían topado en su vida con los anillos, la amargura les marcaba la voz. Fuera como fuese, a Brad siempre le había parecido que Hetfield hablaba como un viejo. Cansado y hundido.

Brad Braddock (ND): Los anillos… (cierra el petate) Vale. Tú quédate aquí rebuscando entre los viejos libros del viejo Lomax. Yo tengo mejores cosas que hacer…

Bradley, enfundado en su traje de chaqueta oscuro, se puso el petate al hombro. Se sentía más cómodo sintiendo el peso de aquella bolsa de deportes que llevando su elegante maletín de abogado.

James Hetfield (ND): Brad…

Brad se detuvo y miró a James. Éste se había recostado sobre uno de los bancos de la vieja iglesia, con uno de los viejos libros de ocultismo que el difunto Lomax había almacenado en los sótanos de aquel viejo cine, en lo que había sido antaño la capilla de Nuestra Señora de las Lágrimas.

James Hetfield (ND): Hace menos de dos semanas que nos persigue medio FBI. A duras penas hemos conseguido volar bajo el radar de Gideon Grant; aun no sabemos ni la décima parte de lo que había descubierto el viejo Lomax acerca de esos condenados anillos y, para colmo, tenemos a Baal rondando por las calles de Nueva York…
Brad Braddock (ND): ¿A dónde quieres llegar, James?
James Hetfield (ND): A que esa persona a la que tienen retenida esos tipos del gobierno que mencionaste, ese tío por el que te vas a jugar el cuello… bueno… Tiene que ser realmente importante, ¿no?
Brad Braddock (ND): Es más que importante, James. Es de mi familia.

Mansión de Devon Powell.
Crawford Lane, Sunnydale.
Hace seis días.

La última vez que Ben vio a su primo Bradley fue hace cinco años, durante Acción de Gracias. Se había pasado toda la cena intentando convencer a su padre de que comprase un viejo Chevy del 85. “Una ganga 100% americana”, solía decir. Bradley había dejado Springfield varios años atrás, nada más acabar el instituto. Había montado un pequeño de coches usados en Queens, Nueva York. Bradley siempre había sido un charlatán sonriente, abierto y pacífico.

El mismo Bradley que vendía coches de segunda mano con el cuentakilómetros trucado iba enfundado en una especie de mono negro, con una espada japonesa a la espalda y, hasta hacía un segundo, pasamontañas cubriéndole el rostro.

Ben murmuró algo parecido a “en mi mundo, vendes coches”. Era la forma más rápida de decir que Ben no era de este universo; que había venido a bordo de una máquina de salto dimensional que habían robado en uno de los mundos paralelos que habían visitado con anterioridad. Era la forma abreviada de decir que su primo Brad (el vendedor de coches) jamás hubiera podido entrar en una mansión vigilada y protegida por agentes de una rama secreta del gobierno dedicada a combatir amenazas de origen sobrenatural (más conocida como “La Iniciativa”)

Pero ahí estaba: sentado junto a Ben a bordo de aquel todoterreno, con el pasamontañas aún en la mano y con la misma sangre fría con la que lo había sacado de su cautiverio.

Brad Braddock (ND): Ben, eso no es necesario… (pero Ben seguía encañonándolo con su arma) Te lo dije antes y te lo vuelvo a decir… He venido a rescatarte.

Y como para remarcar el hecho de que el rescate aun no se había completado, un par de proyectiles impactaron contra la chapa de aquel todoterreno. A unos cincuenta metros, varios miembros del equipo de asalto que protegía la mansión apuntaban contra el coche que habían tomado prestado Ben y su primo.

Ben Braddock (NE): ¡Maldita sea! (pisó el acelerador) ¡Espero no equivocarme al confiar en ti!
Brad Braddock (ND): Tú pon los ojos en la carretera (saca la pistola por la ventanilla y aprieta el gatillo) Yo me encargo de cubrir la salida…

Mientras atraviesa la carretera privada que les llevará fuera de la propiedad de Devon Powell, Ben no puede tener la sensación de que nunca ha abandonado su hogar. A veces, pese a las diferencias monumentales existentes entre esos mundos paralelos, hay escenarios tan similares unos de otros que casi parece que nunca han abandonado su hogar.

Brad Braddock (ND): Parece que los hemos dejado atrás… (mira a Ben) Buenos reflejos… No conduces mal para alguien que supuestamente a muerto en un accidente tráfico…
Ben Braddock (NE): Brad… esto… hay algo que debo decirte sobre quien crees que soy…
Brad Braddock (ND): No te preocupes, Ben. Lo sé todo.
Ben Braddock (NE): ¿Si? (sorprendido) ¿En serio?
Brad Braddock (ND): Claro… Lo supe desde el momento en que entraste en La Iniciativa. Y por eso mismo supe que había algo raro en ese “desafortunado” accidente en el que moriste. Aquello apestaba a tapadera desde el principio…
Ben Braddock (NE): Así que crees que soy agente de La Iniciativa, ¿eh?
Brad Braddock (ND): Ya te lo dije… Lo sé todo.

El todoterreno frena bruscamente. Brad mira a Ben, atónito.

Ben Braddock (NE): Pues te equivocas, Brad. (le mira) No tienes ni idea de quien soy en realidad.

Avión Privado de Wolfram & Hart.
A unos mil metros del suelo.
Hace 7 horas.


Gavin Park (ND): ¿Y quien cojones es Ben Braddock?

Gavin dejó caer el informe que le habían entregado sobre la mesilla del jet privado. James Roth lo miró mientras apuraba un cóctel. El profesor Vanister apenas si levantó la vista del portátil. Desde que habían despegado de Los Ángeles, el científico se había pasado la mayor parte del tiempo con la nariz metida en la pantalla del ordenador.

James Roth (ND): Bueno JEFE. Es el tipo al que la señora Kauffmann nos ha mandado buscar en Nueva York, ¿no JEFE?

Gavin no necesitaba ser adivino para saber que ni al profesor Vanister ni a James Roth les gustaba recibir órdenes suyas. Sobre todo a este último.

Gavin Park (ND): Está claro que no es una de las almas perdidas del Libro de las Sombras. Y, al menos en este universo, era un agente de La Iniciativa… hasta que desapareció en el operativo responsable de la captura de Goodwin Steele. Mi pregunta… (trató de llamar la atención del profesor) ¿quién es realmente?

El profesor Vanister dejó pasar unos desagradables segundos de silencio. Y luego, sin levantar la vista del ordenador, respondió…

Profesor Vanister (NE): El señor Braddock, al igual que yo, procedemos de un universo paralelo. Un universo al que llegaron el señor Dalton y el señor Powell. Su llegada desencadenó una serie de… desafortunados sucesos que acabaron con la vida de los seres queridos del señor Braddock. Su novia, su padre…

Hubo un silencio tenso. Gavin pudo sentir la amargura en las palabras del profesor. Pudo incluso oler la culpabilidad en su estado más puro…

Profesor Vanister (NE): Sin nada que lo retuviese, el señor Braddock se unió a mí cuando decidí acompañar a los señores Dalton y Powell en su odisea entre dimensiones. Luego, tras el incidente con el Libro de las Sombras y nuestra captura de Wolfram & Hart, el señor Braddock y el señor Dalton cayeron en manos de La Iniciativa cuando el bufete nos envió a Sunnydale… en pos del rastro de Goodwin Steele.
James Roth (ND): Lo que no entiendo, profesor… (revisó uno de los informes que les había dado Sarah Kauffmann) si la última vez que lo vieron fue hace 9 días, cuando aun estaba retenido por Devon Powell y La Iniciativa… ¿por qué en Wolfram y Hart creen que está en Nueva York?

Gavin le arrebató el informe de las manos a James. Era una forma tan ruda como eficaz de marcar su territorio…

Gavin Park (ND): Al parecer, un tal agente E. Thompson, de la sucursal de Wolfram & Hart de Nueva York, ha trazado un perfil de su ubicación mediante… (sonríe y lee)… “mediante el empleo de asesoría clarividente”. (mira a James) Dios, me encanta trabajar para esta firma.
James Roth (ND): Entonces, según esos clarividentes de la oficina de Nueva York, Braddock se encuentra en esa ciudad y… en uno de estos sitios, ¿no?
Gavin Park (ND): Un viejo cine abandonado, un local de moda, un hospicio… mmm… Creo que deberíamos empezar por el local de moda…
James Roth (ND): Buena idea, JEFE.
Profesor Vanister (NE): Debo disentir, caballeros.

Gavin miró al profesor. Si de James le molestaba su sentimiento de “príncipe destronado” que desde su llegada como jefe de equipo había sentido contra él, Gavin no aguantaba la suficiencia casi británica de Vanister…

Gavin Park (ND): ¿Y como puede estar tan seguro, profesor?
Profesor Vanister (NE): He trazado un sistema de vectores utilizando como parámetros los distintos lugares posibles del paradero del señor Braddock… y crean un sistema de líneas cruzadas que pasan por un mismo punto… el viejo cine Rialto.
Gavin Park (ND): Ya, pero…
Profesor Vanister (NE): Por otro lado, he conseguido acceder a los archivos de Wolfram y Hart en Nueva York. Y he descubierto dos cosas muy interesantes. La primera que no hay ningún agente E. Thompson en ninguno de sus departamentos.
James Roth (ND): ¿Cómo? Entonces, este informe… ¿no lo ha enviado nadie de Wolfram y Hart Nueva York?
Profesor Vanister (NE): Oh no, señor Roth. En efecto ha sido enviado por un agente de Wolfram & Hart en Nueva York…

El profesor Vanister dio la vuelta a su portátil y mostró a Gavin y James la ficha de uno de los abogados del bufete en Nueva York.

James Roth (ND): Joder con Ben… (silbido) Vaya familia tiene en Nueva York.
Gavin Park (ND): (leyendo) “Bradley Braddock”…¡¿agente de Wolfram y Hart?!
James Roth (ND): ¿Porque nadie nos lo ha dicho antes?
Profesor Vanister (NE): ¿Ve esas marcas en los bordes de la pantalla? Es una página de acceso restringido.
Gavin Park (ND): No hay duda: ese tal Brad es un pez gordo de Nueva York.
James Roth (ND): ¿Quieres decir que en Los Angeles, nadie sabe de su parentesco?
Gavin Park (ND): Ya conoce el dicho, Señor Roth. Que la mano derecha nunca sepa lo que hace la izquierda.
James Roth (ND): Ya pero… ¿a qué viene tanto misterio? ¿Por qué no indicarnos a las claras donde se encuentra Ben en lugar de marearnos con tantas ubicaciones posibles?
Profesor Vanister (NE): ¿No está claro, señor Roth? (el profesor se ajustó las gafas y lo dijo con total naturalidad) Es una trampa, por supuesto.

Ruinas de Nuestra Señora de las Lágrimas.
Bajo los cimientos del cine Rialto, Harlem Hispano.
Nueva York.
Hace 10 minutos.

Ben Braddock (NE): ¿¡Que eres qué!?

Ben soltó una carcajada amarga que resonó al chocar contra las paredes de aquella capilla subterránea. Bradley trató de acercarse y calmar al chico…

Bradley Braddock (ND): Ben, no es para…
Ben Braddock (NE): ¿Que no es para…? (indignado, mirando acusador a Brad) Confié en ti, joder. Te hice caso cuando me dijiste que volver a Los Ángeles era peligroso. Te hice caso también cuando me dijiste que en Nueva York estaría a salvo. He pasado casi una semana encerrado aquí, ¿vale? Mientras mis amigos estaban en manos del mismo bufete para el que trabajas… tu me asegurabas que conseguirías sacarlos de allí.

Ben notaba la furia crecer dentro de él. Lo cierto es que en la última semana no había visto la luz del sol y estaba más que harto de esperar allí encerrado.

Ben Braddock (NE): Casi me lo había creído tu historia de los anillos, Brad…
Brad Braddock (ND): Es cierto, Ben… Te oculté que trabajaba para Wolfram y Hart. Pero la historia de los anillos…
Ben Braddock (NE): ¡Venga ya! (se incorporó y alzó los brazos, mostrando el escenario) El sitio es acojonante, vale… pero esa historia de los anillos que dan poderes a quien los lleva…
Brad Braddock (ND): Es la verdad, Ben. Este lugar pertenecía a un viejo experto en ocultismo. Murió y tanto yo como otras personas hemos decidido continuar su legado.
Ben Braddock (NE): … hasta que supiste de mi muerte y decidiste investigarlo, ¿no?
James Hetfield (ND): En efecto… así fue.

En la semana que Ben llevaba encerrado allí, su único contacto con el exterior había sido Brad, quien venía cada día con víveres y promesas de que pronto tendría noticias de sus amigos. No esperaba que hoy fuera distinto. Pero si bien no fueron sus amigos los que aparecieron por la puerta, Ben se sorprendió al reconocer a aquel hombre.

A través de la puerta secreta que conectaba los sótanos del viejo cine con la capilla subterránea que le servía de cimientos, Ben vio aparecer a un hombre de unos cuarenta y pocos, vestido con cazadora vaquera, gorra y que llevaba consigo un pesado volumen de ciencias ocultas..

Ben Braddock (NE): No puedo creerlo… ¡James Hetfield! ¡49 carreras completas en el 83! ¡Eras…

Ben iba a decir “una estrella”. Entonces vio que, aquella “estrella” caminaba cojeando, moviéndose con cierta torpeza y cansancio.

James Hetfield (ND): Si… Era una “gran promesa”. Pero mi vida cambió… (muestra un anillo en su dedo) por ésto.

Ben conocía la historia de James Hetfield. Era la historia de una joven promesa que acaba cumpliendo su destino de gloria y partidos de éxito. En su universo, la historia de James Hetfield era la historia que todos los jóvenes deportistas ansían vivir. En esta, era la historia de un hombre destrozado por la maldición de un anillo.

James Hetfield (ND): Estos anillos te proporcionan dones más allá de lo humano, Ben… pero el precio es siempre demasiado alto. Y por ello deben estar bajo control. Nuestra misión es así de importante… y pese a todo, tu primo fue a buscarte. Arriesgando su delicada posición dentro de Wolfram y Hart…
Ben Braddock (NE): ¿Delicada… posición?
Brad Braddock (ND): Soy de los que piensa que se puede cambiar el sistema desde dentro. Si Wolfram y Hart supiera que intento mantenerlos alejados de los anillos...
Ben Braddock (NE): Pero, mis amigos... ¿que ha sido de ellos?
Brad Braddock (ND): Según mis informes, aun trabajan para Wolfram & Hart, en Los Ángeles. Me he encargado de enviar los suficientes informes y pistas como para que puedan encontrarte…

De repente, los fluorescentes que iluminaban la estancia comenzaron a parpadear. Ben, inquieto, miró a Brad.

Ben Braddock (NE): ¿Qué… qué ocurre?
Brad Braddock (ND): O tus amigos acaban de llegar…
James Hetfield (ND): … o tenemos problemas.

CONTINUARÁ…

lunes, 6 de abril de 2009

Sesión 04-04-09 (P.O.V.- GAVIN PARK)

Episodio 3x03.-
WILLIAM WHITEHOUSE contra WOLFRAM & HART
(Parte 4 de 4)

P.O.V. – GAVIN PARK

Sede de Wolfram & Hart, planta 3.
Hace dos semanas.

Lou Weeks (ND): Qué me pongan un traje de colegiala y me monten como una yegua… ¡Lo has conseguido bastardo!

Lou Weeks. 40 años. Los últimos veinte los ha pasado como chupatintas metido en su cubículo de la tercera planta de Wolfram & Hart. Tiene un colesterol tan alto como grande es su panza. Está casado con una morsa llamada Betthany que le prepara cada día un (repugnante) sándwich de pavo y jalapeños.

Mientras recogía sus cosas del escritorio adyacente, Gavin tuvo más claro que nunca que él no acabaría como Lou. No es que fuera un mal tipo… pero Gavin tenía otros planes para su vida.

Gavin Park (ND): Tampoco ha sido tan terrible, Lou, muchacho…
Lou Weeks (ND): “Asesor de Relaciones Diplomáticas”. ¡Joder! ¡Eso son por lo menos dos ceros más en tu cuenta! Sin contar que vas a trabajar para uno de los peces gordos de W&H… Por cierto… (baja la voz, en confidencia) ¿Tiene cuernos y cola?
Gavin Park (ND): No, Lou… La señora Kauffmann es un ser humano como tu y como yo…

Y mientras mentía miserablemente, Gavin pudo recordar la inquietud que recorrió su espina dorsal mientras aquella cosa con forma de cuarentona ejecutiva le hacía aquella entrevista personal.

Lou Weeks (ND): En fin, tio… ¡Acuérdate de tus colegas de adquisiciones cuando seas la mano derecha de Kauffmann !

Gavin estuvo a punto de meter la pata en ese momento. Tenía la guardia baja y le faltó poco para hacer algún comentario velado sobre sus propios intereses. Los chupatintas como Lou no tenían ni puñetera idea de las luchas de poder que tenían lugar en las altas esferas de la firma. Sin embargo, si las guerras internas de W&H hubieran sido carreras de caballos, Kauffmann era una triste yegua tullida… mientras que el gran Holland Manners iba a ser el semental que ganaría el jodido gran Derby.
A Gavin le habían dado boletos para apostar por Kauffmann. Pero él quería subirse al carro del caballo ganador.

Gavin hubiera metido la pata al hacer ese comentario en voz alta, si. Pero fue entonces cuando toda la planta tercera tembló de arriba a bajo. La taza de su escritorio cayó al suelo partiéndose en mil pedazos mientras del techo se desprendían hilos de gravilla y cemento.

Las alarmas saltaron y, tal y como habían ensayado tantas veces en los simulacros de emergencia, el personal fue trasladado hasta el vestíbulo. Entre la multitud de ejecutivos y oficinistas que murmuraban entre curiosos y preocupados, Gavin pudo ver como el equipo de asalto, armado con armas automáticas, subía las escaleras.

Gavin aferró por el brazo a uno de ellos, un viejo conocido al que había desplumado al poker alguna que otra vez.

Gavin Park (ND): Ey, Charlie, ¿qué cóño está pasando?
Charlie Garrison (ND): No te lo vas a creer, Park… Pero dicen que un jodido blindado acaba de materializarse en la planta cuarta.

El jefe de su unidad llamó la atención a Charlie y éste subió escaleras arriba. Gavin lo vio desaparecer mientras pensaba que aquello era una mierda de primera categoría.

Compadecía al pobre capullo al que le tocase limpiar aquel marrón.

Despacho de Sarah Kauffmann.
Planta 10. Sede de Wolfram y Hart, Los Ángeles.
Hace 16 horas.

Sarah Kauffmann (ND): Seré clara, señor Park… (dejó el informe sobre la mesa) Es una misión delicada.

Misión delicada”. Gavin hojeó el informe de doscientas páginas mientras pensaba que aquel era un buen eufemismo para decir “marrón”.

Sarah Kauffmann (ND): Como sabe… Un comando rebelde de La Iniciativa asaltó nuestras oficinas hace cosa de una semana. Dicho comando fue parte responsable de la reciente desaparición de uno de nuestros agentes, el señor Goodwin Steele.

Gavin recordaba haber oído algo al respecto: se rumoreaba que el tipo se había largado con informes importantes del bufete. Siendo Wolfram & Hart una firma como la que era, “informes importantes” podía significar cualquier cosa.

Sarah Kauffmann (ND): El caso es que, una vez comprobado que se trataba de una facción rebelde de La Iniciativa; los socios fundadores han considerado conveniente templar las relaciones con dicha organización. Para ello, vamos a hacerles entrega de un presente…

Hojeando el informe, Gavin vio a lo que se refería con “presente”: aquel blindado que se había materializado en la planta cuarta del bufete. Habían tardado una semana en desmantelarlo y convertirlo en piezas.

Sarah Kauffmann (ND): Dicho artefacto ha sido desmontado y empaquetado para ser llevado en tren hasta las instalaciones de La Iniciativa ubicadas en la localidad de Sunnydale. (dejó un silencio y miró a Gavin) ¿Alguna pregunta?
Gavin Park (ND): Er… Si. En el informe… se menciona a un prisionero. El soldado William Whitehouse.
Sarah Kauffmann (ND): En efecto. Se encuentra retenido en las dependencias del sótano tres… Acuda allí y compruebe si su condición actual hacen viable su devolución a La Iniciativa.
Gavin Park (ND): Perdone, señora, pero… ¿A qué se refiere con “condición actual”?

Sótano Tres.
Sede de Wolfram & Hart, Los Ángeles.
Hace 14 horas y media.

Doctor Kurt Casey (ND): Daños cerebrales irreparables. (deja de comprobar las pupilas del prisionero y mira a Gavin) Lo siento, señor Park.

Gavin jamás había estado aquí. Claro que había oído las historias sobre el sótano tres. Todo el mundo había oído las historias del sótano tres. Pero como todo el mundo, Gavin había preferido pensar en ellas como “leyendas de oficina”.

Ahora, sin embargo, viendo al pobre desgraciado que yacía en aquella silla de metal, con aquel fin de cables conectados a su cabeza, Gavin comprendía que todo era cierto. La estancia, iluminada bajo una enfermiza luz verdosa, era tan acogedora de una sala de interrogatorios de la Europa del Este.

Gavin Park (ND): Pero… ¿qué le han hecho?
Doctor Kurt Casey (ND): La señora Kauffmann ordenó un escáner cerebral completo. El riesgo de lesiones era alto, ¿sabe? Pero si no, no hubiéramos podido captar imágenes tan buenas de sus recuerdos…

El científico señaló un viejo monitor de televisión: la imagen parpadeaba de vez en cuando y los colores desaparecían a cada instante, como una vieja recepción televisiva. En pantalla, el punto de vista era el de los ojos del individuo.

Gavin Park (ND): Espere un segundo, doc… ¿Dice que esos son sus recuerdos?
Doctor Kurt Casey (ND): Si, señor Park. Concretamente… (revisa unos datos numéricos del escáner) son recuerdos de sus ocho años. Y… ¡Maldita sea!

Un instante después, antes de que el científico pudiera llegar a los controles del escáner, William Whitehouse comenzó a convulsionarse. Como a un reo al que le están dando la descarga mortal en una silla eléctrica. De no haber tenido un protector de plástico metido en la boca, el desgraciado se habría arrancado la lengua con sus propios dientes.

Doctor Kurt Casey (ND): ¡Es un recuerdo traumático! ¡Knox, diez miligramos de Norazepán! ¡Rápido!

Mientras el doctor y su ayudante dopaban al chico, Gavin centró su atención en la pantalla del escáner. Fue pura curiosidad morbosa. William Whitehouse era un soldado de La Iniciativa, un tipo duro acostumbrado a desollar vampiros con sus manos desnudas… ¿qué mierda le había acojonado tanto?

Y entonces la vio en pantalla. Estaba ahí, en la imagen congelada del recuerdo de Whitehouse, apoyada junto al quicio de una puerta, mirando a cámara con ojos desquiciados. Gavin sintió una punzada helada en el corazón. Reconoció a aquella mujer. Y en aquel momento, algo más fuerte que su miedo hizo actuar a Gavin. Algo que otros habrían denominado “sucio oportunismo”. Algo que a él le gustaba llamar “crear buenas oportunidades”.

Gavin Park (ND): Doc… Prepare al señor Whitehouse para su traslado inmediato.

Esquina de la 12 con Kensington Avenue.
A dos manzanas de Wolfram y Hart, Los Ángeles.
Hace 13 horas, cuarenta minutos.

Gavin Park (ND): Por última vez, Jeffrey… ¡es un negocio seguro!

Aquello era algo más que una de las quince cabinas que aun quedaban en pié en la zona céntrica de Los Ángeles. Aquel teléfono público era, paradójicamente, el medio más seguro para mantener una conversación a espaldas de oídos indiscretos.

Al otro lado de la línea, Gavin podía escuchar el rumor de fondo de uno de esos tugurios subterráneos donde escoria vampiro como su colega Jeffrey solía estar un jueves al medio día.

Jeffrey (ND): No sé, Gavin, tío… A ver, hablar con esta tía es ya de por sí peligroso, ¿lo pillas? ¿Cómo estas tan seguro de que le va a interesar el tipo ese, el tal Winnehouse?
Gavin Park (ND): Es Whitehouse. Y créeme... He oído decir que tu señora es de gustos fijos. Cuando muerde algo… quiere repetir siempre.
Jeffrey (ND) Pues entonces también sabrás que es una tía peligrosa.
Gavin Park (ND): Mira, Jeff, muchacho… Si no quieres participar, encontraré a alguien que quiera…

Había conocido a Jeffrey en uno de esos “after-hours” para vampiros, jugando a algo que llamaban “poker sangriento”. Gracias a eso, Gavin sabía lo fácil que era colarle un farol al bueno de Jeffrey…

Jeffrey (ND): Está bien, está bien… Llamaré a la señora y le daré el nombre de ese tal Limehouse.
Gavin Park (ND): Es Whitehouse.

Y colgó. Gavin miró su reloj y aguardó tres minutos. Hizo un repaso mental de lo que tenía planeado: en menos de media hora saldría con el convoy de Wolfram y Hart, escoltando el camión hasta la estación de trenes de Down Hill, en la zona sur de Los Ángeles. Una vez dejado el cargamento rumbo a Sunnydale, él tomaría la carretera interestatal. Y en algún punto entre Los Ángeles y Sunnydale, entregaría a Whitehouse a Jeffrey y sus colegas. Para cuando llegase a la sede de La Iniciativa en Sunnydale, Gavin pondría su mejor sonrisa, estrecharía un par de manos y ¡voila! Todo arreglado. Volvería a Wolfram y Hart con el beneplácito de la señora Kauffmann… y sin que la muy zorra supiese que había hecho un favor a uno de los mejores clientes de Holland Manners, su competidor directo dentro de la firma.

Jugar para el bando contrario de tu equipo siempre era peligroso, pensó Gavin. Pero también era la forma más rápida de ganar puntos ante Manners.

El teléfono de la cabina sonó dos veces. A la tercera, Gavin lo cogió.

Jeffrey (ND): Vale, tío. La jefa está ahora mismo en Europa pero llegará esta noche en un vuelo privado. Tomará tierra en el aeródromo McConahue en torno a las ocho. Yo y mis colegas estaremos allí esperando.
Gavin Park (ND): Perfecto, allí estaré…
Jeffrey (ND): Park, tío… Drusilla es algo más que un peso pesado, ¿vale? Está como una puta cabra. Ten mucho cuidado…
Gavin Park (ND): Jeff, muchacho, tranquilizate. Lo tengo todo controlado.

Aeródromo McConahue, a 10 kilómetros de Los Ángeles.
Hace 7 horas.

Gavin Park (ND): Creo… (asfixia) que podemos... arre..glarlo...

Drusilla miró a Gavin mientras lo sujetaba por el cuello con una de sus manos. Los pies del ejecutivo se movían graciosamente a varios palmos del suelo arenoso del aeródromo. Ella parecía divertida ante el color sofocado que comenzaba a adquirir el rostro de Gavin. Éste por su parte no podía dejar de pensar cómo demonios había salido todo tan mal…

Quizá tendría que haberlo dejado correr cuando las cosas comenzaron a ponerse feas. Fue unas pocas horas atrás, cuando aquel jodido motorista apareció de la nada y arrojó su moto cargada de explosivos contra el coche de Gavin. De no haber ido en un robusto todoterreno, probablemente hubiese muerto en el atentado.

Para empeorar las cosas, Whitehouse había conseguido liberarse de sus presillas. Aun seguía bajo los efectos de los narcóticos y sedantes que el doctor Casey le había puesto. Sin embargo, el chico contó con cierta ayuda extra. Vanister y Roth, agentes de Wolfram y Hart también, habían seguido a Gavin desde que éste saliese de Wolfram y Hart escoltando el camión. Gavin había reconocido a Vanister de ciertas menciones que se hacían en el informe que le había entregado Kauffmann. Intuyó que el profesor le había estado siguiendo para saber qué iban a hacer con su invento. En un principio, Gavin había pensado que quizá Vanister y Roth estaban compinchados con el tipo de la moto en un intento por rescatar a Whitehouse.
Cuando quedó claro que ni Vanister ni Roth ni tampoco Whitehouse parecían conocer al tipo de la moto, Gavin optó por jugar una baza improvisada.

Y lo cierto es que había funcionado bastante bien: Gavin había conseguido llevar a Whitehouse hasta el aeródromo con la patraña de que él mismo había orquestado el atentado para cubrir su fuga. Por supuesto, Gavin lo adornó con algunas medias verdades que hicieron más digerible la farsa. El hecho de que Gavin, como el profesor Vanister y Roth, trabajase para Sarah Kauffmann le permitió ganar cierta confianza con ambos.

Así, pese a todos los contratiempos, Gavin hizo lo que se le daba mejor: utilizar los percances en su favor. Convirtió aquel inesperado atentado motorizado en una parte de su supuesto plan. Convirtió la entrega de Whitehouse a Drusilla en un heroico y arriesgado rescate. Todo había ido como la seda…

… hasta que Whitehouse vio bajar a Drusilla del avión.

Vanister y Roth se habían enfrentado a los colegas vampiros que el bueno de Jeffrey había traído consigo. Ahora, los dos yacían inconscientes dentro de los restos del deportivo negro de Roth.

Whitehouse, en cambio, seguía despierto y sostenía una pistola automática con la que había disparado varias veces contra Drusilla.

Y Gavin… Gavin había cometido una estupidez supina. Había intentado echar al suelo a Drusilla al ver que Whitehouse la encañonaba con su arma por la espalda. Un gesto tan noble como estúpido y peligroso. Tocar a Drusilla… ¿pero en qué coño estaba pensando? Ahora, mientras el oxígeno comenzaba a no llegar a su cerebro, Gavin pensó…

“Bueno… Al menos, ya no puede salir nada peor.”

Fue entonces cuando empezó a escuchar el sonido de los helicópteros acercándose. Antes de lo que tardó en pensar “cuidado con lo que deseas”, Gavin vio aparecer tras las colinas dos helicópteros de fuselaje negro. Uno de ellos comenzó a perseguir a Whitehouse, el cual desapareció entre la oscuridad reinante del aeródromo abandonado.

Un chorro de luz cayó sobre Drusilla, cegando a Gavin por unos instantes. Las aspas levantaron a su alrededor nubes de polvo y arena mientras el helicóptero tomaba tierra a unos metros de donde se encontraban ambos. De su interior, salió un escuadrón completo de comandos encapuchados, empuñando sus armas automáticas. Media docena de miras láser dibujaron puntos de luz sobre Drusilla y Gavin.

Drusilla (ND): Luciérnagas… (suelta a Gavin y hace ademán de intentar atrapar las luces rojizas) ¡Qué bonitas!

Gavin tosió bruscamente mientras trataba de ponerse en pie. Se incorporó al tiempo que se distanciaba de la vampiresa, la cual estaba demasiado ocupada cazando luciérnagas imaginarias. Alzando los brazos, Gavin se dispuso a rendirse… preparando una versión de los hechos que le permitiese salvar el pellejo ante un pelotón de agentes de La Iniciativa.

Por suerte no fue necesario: uno de los encapuchados bajó el arma y se quitó el pasamontañas. Llevándose la mano a un comunicador que pendía de su oreja, dijo las palabras mágicas que casi consiguieron que Gavin manchase los pantalones.

John Ortega (ND): Aquí jefe de equipo Ortega a Kauffmann. El objetivo es cliente nuestro. Repito, el objetivo es cliente de Wolfram y Hart.

Gavin sólo pudo pensar algo mientras esgrimía una sonrisa de falso alivio.
“Genial. Ahora sí que estoy jodido.”

Aeródromo McConahue, a 10 kilómetros de Los Angeles.
Hace 6 horas, veinticinco minutos.

John Ortega (ND): ¿Y bien? ¿Qué es lo que pasó?

Gavin sostenía entre las manos un café caliente. Llevaba sentado sobre el capó de aquel furgón negro casi media hora. Había visto llegar dos equipos completos de limpieza de Wolfram y Hart. Casi tres docenas de agentes trataban de limpiar todo aquel desastre.

John Ortega (ND): Según los informes… (mira una lista que le entrega uno de sus hombres) El convoy perdió contacto con usted a menos de dos kilómetros de la estación de tren.
Gavin Park (ND): Si, fue… Fue allí donde me atacaron.
John Ortega (ND): ¿Ellos?

Ortega señala a unos inconscientes Vanister y Roth: en esos momentos, varios médicos atienden sus heridas.

Gavin Park (ND): Si. Quiero decir, no. Bueno… Verá, quien llevó a cabo el atentado fue un tercero. No llegué a ver quien era. Pero es muy posible que trabajara para Vanister y Roth.

Ortega muestra una foto a Gavin. En ella se puede ver a un chico de unos veintipocos años. Es rubio, de mandíbula cuadrada. De su cabeza mana la suficiente sangre como para dejar claro que está muerto. Y lleva las ropas de cuero de aquel motorista.

John Ortega (ND): Su nombre es Samuel Wayne. Agente rebelde de La Iniciativa. Mis hombres encontraron su cuerpo en el lugar del atentado.
Gavin Park (ND): Si… El profesor Vanister le atropelló con su berlina, ¿sabe? Quizá una forma de limpiar sus huellas. El caso es que Vanister parecía querer ayudar a Whitehouse a huir y…
John Ortega (ND): ¿Por qué no le mataron a usted?
Gavin Park (ND): ¡No lo sé! Puede… puede que me quisieran como rehén. El caso… El caso es que intenté avisarles cuando me llamaron. Puede ver su informe…

Ortega revisa sus anotaciones y luego vuelve a mirar a Gavin.

Gavin Park (ND): Mire… ¿Ortega, verdad? Fue Whitehouse quien quiso venir hasta aquí. Y Vanister y Roth le seguían el juego… Yo sólo era su salvoconducto. Sólo eso.

En ese momento, suena el móvil de Ortega. Al tiempo que acepta la llamada se retira a una distancia prudencial. Gavin apura su café mientras trata de evaluar las posibilidades que tiene de salir limpio de ésta. Si le cuelga el muerto a Vanister y Roth, éstos no tardarán en devolverle la pelota. Será su palabra contra la suya… Tiene que improvisar. Tiene que…

Una luz se enciende en la cabeza de Park.

Gavin Park (ND): ¡Ortega! (corre hasta acercarse a él) ¡Hay algo más!
John Ortega (ND): ¿El qué, señor Park?
Gavin Park (ND): Vanister y Roth… De alguna forma contactaron con la señorita Drusilla... (baja la voz, en confidencia) Puede que trabajen para alguien de dentro de Wolfram y Hart.

Ortega mira a Gavin. Éste asiente de forma severa, para remarcar la gravedad de la acusación. Ortega se aparta unos metros y regresa junto a Gavin pasados unos instantes. Le tiende el teléfono.

John Ortega (ND): Es para usted…

Gavin mira el teléfono por un segundo, inseguro. Al otro lado de la línea, la voz de Sarah Kauffmann.

Sarah Kauffmann (ND): Escúcheme atentamente, señor Park. Voy a hacerle una oferta que no va a poder rechazar…

Apartamento de Wolfram y Hart.
Zona del Downtown, Los Ángeles.
Ahora.

La tetera silba y Gavin apaga el fuego del hornillo. Enfundado en un elegante kimono, vierte el té en tres diminutas tazas. Las coloca sobre la bandeja y se dispone a cruzar el estrecho pasillo de su falso apartamento.

No es su casa. Jamás podría serlo con su sueldo actual. Pero esa es sólo una de las muchas mentiras que va a tener que colarle a sus dos nuevos compañeros de trabajo.

Gavin se detiene ante las puertas de papel que bloquean el acceso al salón. Tras ellas, están Vanister y Roth. Éste último parecía estar a punto de despertarse. Gavin ha tenido apenas cinco minutos para ensayar su discurso. Su farsa.

Le dirá que les ha cubierto las espaldas, que ha presentado un informe en el que tanto él como Vanister han quedado como “héroes” al evitar que un grupo rebelde de La Iniciativa rescatase a Whitehouse. Les dirá que los comandos de asalto de Sarah Kauffmann no llegaron a tiempo al aeródromo y que, cuando lo hicieron, sólo encontraron a Drusilla.

Les dirá lo que haga falta para ganarse su confianza. Porque esa es ahora su misión: Sarah Kauffmann lo acaba de nombrar jefe de equipo, responsable a partir de ahora de Vanister, Roth y ese otro chico, el tal Dalton. Por supuesto es sólo una tapadera: el verdadero objetivo de Gavin es averiguar para quien trabajan Vanister y Roth. Averiguar si es cierto que ambos, en colaboración con Holland Manners, conspiran contra Sarah Kauffmann.

Aquello sería una buena forma de ganarse el aprecio de Kauffmann… de no ser por un pequeño detalle sin importancia.

Que no es cierto.

Porque fue Gavin quien dijo a Kauffmann que el profesor y el joven Roth podían trabajar para “alguien de dentro de Wolfram y Hart”. Fue Gavin quien se inventó aquello para colgarles el muerto a ellos de todo lo ocurrido en el aeródromo.

Lo que no podía imaginar Gavin es que fuesen sus propias mentiras las que lo llevarían a tener que jugar a este complicado doble juego.

Gavin suspira, respira hondo y abre las puertas de papel, haciendo malabares con la bandeja del té. En el salón, Roth acaba de recuperar la consciencia.

Gavin Park (ND): Ah… Veo que ya estas despierto.

CONTINUARÁ…