Marcus Vanister: Creo que nuestra prioridad es reparar la "Alfombra Mágica" y regresar a nuestro mundo, procurando no alterar aún más el curso de los acontecimientos de esta realidad paralela…
ARROJADOS A UNA ODISEA ENTRE DIMENSIONES ALTERNATIVAS…
Profesor Vanister (NE): Es la tanqueta. Lo que ha construido tu padre no es una máquina de salto dimensional. Es una máquina de guerra.
ENGAÑADOS POR EL LIBRO DE LAS SOMBRAS…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!
CAPTURADOS POR WOLFRAM & HART…
James Roth (ND): El señor Manners tiene el Corazón de Krahan... aunque ustedes lo conocen mejor como “el prisma”.
Ben Braddock (NE): Pero no tenemos la máquina de salto dimensional... así que no nos vale para nada.
CONDENADOS A ENMENDAR SUS PROPIOS ERRORES…
Ben Braddock (NE): ¿Qué ocurre, Danny? ¿De quién es esa carta?
Danny Dalton (leyendo): Leonard…es de Leonard.
Ben Braddock (NE): ¿Quieres decir que ellos le tienen? ¿Que está ... vivo?
… O A MORIR EN EL INTENTO.
Ben Braddock (NE): No… No puede ser…
Padre Vincent Layton (ND): Me temo que si. Fred Fesster es una de las almas que deberán capturar.
Episodio 3x08.-
Caso Nº00520910-X
NEVEREND contra WOLFRAM & HART
Universo Neverend
Piso franco de Billy Whitehouse. Suburbios de Los Ángeles.
Ahora.
Devon Powell (NE): Ahí estas...
Devon Powell llevaba esperando dos horas apoyado en aquella ventana. Sabía que su paciencia tendría su justa recompensa. A fin de cuentas, la paciencia era una de sus armas más poderosas. No tanto como el dinero o las influencias, claro. Pero la paciencia era lo que le permitiría alzarse de entre las cenizas. El dinero le daría los medios para levantar de nuevo las Torres Powell, aunque probablemente lo haría aquí, en Los Ángeles. Y las influencias en el gobierno y el ejército le permitirían retomar sus experimentos. El programa Twilight seguiría adelante y crearían una fuerza militar capaz de explorar otras dimensiones... Las posibilidades eran infinitas.
Abajo, en la calle y bajo la luz de las farolas, William Whitehouse se aproximaba a la entrada del bloque de apartamentos. Junto a Ben Braddock, el profesor Vanister y un grupo de viajeros procedentes de otro Springfield paralelo; Whitehouse había sido responsable del colapso de las Torres Powell y de que sus planes se hubiesen visto retrasados.
Por no hablar de la muerte de Leonard, claro.
Su hijo.
Devon Powell (NE): Muy bien, señores... (apartándose de la ventana) Estén preparados: el señor Whitehouse es... especialmente escurridizo.
Mientras sus dos guardaespaldas tomaban posiciones a ambos lados de la puerta del apartamento, Devon miró a la joven que dormía tendida en el sofá. Aun le costaba creer que aquella mosquita muerta pecosa y flacucha hubiese sido capaz de volar la cabeza de su hijo.
Por suerte, las influencias de Devon iban más allá de lo financiero, lo político y lo militar. Algunas iban más allá de la misma muerte.
Un par de disparos resonaron fuera, en la calle. En un barrio como aquel, dos disparos no iban a atraer la atención de la policía. Devon miró al exterior. Dos individuos trajeados flanqueaban el coche en el que dos de sus hombres montaban guardia. Aunque no reconoció a los trajeados, sólo había una cosa segura.
Whitehouse había desaparecido.
Billy Whitehouse (NE): Es hora de acabar con esto...
Devon se dio la vuelta y ahí estaba: de pie, a menos de cinco metros y con sus dos guardaespaldas encañonándole, con el gesto sorprendido de haberlo visto llegar veloz como una centella.
Billy Whitehouse (NE): No sé cómo lo has hecho, hijo de puta... No sé cómo has conseguido volver de entre los muertos...
Devon Powell (NE): Le aseguro que yo tampoco lo comprendo a ciencia cierta, señor Whitehouse... Eso me recuerda que debo contactar con mi abogado, el señor Goodwin Steele.
Billy Whitehouse (NE): Diga a sus hombres que bajen las armas.
Devon Powell (NE): ¿Cómo? Señor Whitehouse, compréndalo... Usted no va armado. Ellos sí. No está en posición de negociar. Nunca lo ha estado. Yo, en cambio...
Billy Whitehouse (NE): Es hora de acabar con esto...
Devon se dio la vuelta y ahí estaba: de pie, a menos de cinco metros y con sus dos guardaespaldas encañonándole, con el gesto sorprendido de haberlo visto llegar veloz como una centella.
Billy Whitehouse (NE): No sé cómo lo has hecho, hijo de puta... No sé cómo has conseguido volver de entre los muertos...
Devon Powell (NE): Le aseguro que yo tampoco lo comprendo a ciencia cierta, señor Whitehouse... Eso me recuerda que debo contactar con mi abogado, el señor Goodwin Steele.
Billy Whitehouse (NE): Diga a sus hombres que bajen las armas.
Devon Powell (NE): ¿Cómo? Señor Whitehouse, compréndalo... Usted no va armado. Ellos sí. No está en posición de negociar. Nunca lo ha estado. Yo, en cambio...
Devon Powell (NE): Yo tengo todas las cartas, señor Whitehouse. ¿De verdad cree poder hacer algo para evitar que gane esta partida?
Billy Whitehouse miró la ventana, a espaldas de Devon Powell. Y sonrió.
Billy Whitehouse (NE): Si. Creo que si.
Universo Neverend.
Exterior del piso franco de Whitehouse. Suburbios de Los Ángeles.
Tres minutos antes...
Danny Dalton: Es una pésima idea, profe.
El profesor Vanister no le contestó: seguía mirando los vendajes improvisados que habían frenado de momento la hemorragia craneal de Ben. Éste seguía inconsciente, más muerto que vivo...
Profesor Marcus Vanister (NE): Si el señor Whitehouse quiere resolver sus asuntos pendientes con Devon Powell, ¿quiénes somos nosotros para interponernos?
Danny Dalton: Los tipos que han venido a devolverlo al infierno. Eso para empezar, profe.
Afuera, Billy Whitehouse caminaba con paso firme hacia su casa. Dentro de aquel apartamento estaba el hombre que lo había utilizado como rata de laboratorio. El hombre que había arruinado no sólo su vida, sino también la de Ben Braddock.
Danny Dalton: Profe, ¡problemas!
Danny señaló un coche que había aparcado al otro lado de la calle. Los dos tipos que había dentro parecían llevar un luminoso neón sobre sus cabezas. Y en él podía leerse “Escoria a sueldo de Devon Powell”.
Profesor Marcus Vanister (NE): Deberíamos...
Danny Dalton (saliendo del coche y empuñando su pistola): Actuar. Ya.
Antes de poder darse cuenta, ambos caminan en dirección al coche de los matones de Powell. Si no consiguen detenerles, piensa Danny, al menos podrán darle algo de ventaja a Billy. La idea es sencilla: encañonar a los matones antes de que ni tan siquiera puedan sacar sus propias pipas. Los muy bastardos no les dan la oportunidad: les han visto venir y parecen dispuestos a apretar el gatillo sin hacer preguntas. Danny no tiene problemas en ponerse a su nivel y volar la cabeza del primero de ellos. El parabrisas se llena de sangre. El conductor rebusca su arma y casi se mea en los pantalones cuando el profesor Vanister mete el cañón de su pistola por la ventanilla.
Y un sonoro “click” deja claro que su arma se ha encasquillado.
Profesor Vanister (NE): Oh. Cielos...
Danny Dalton: ¡Profe! ¡Al suelo!
Vanister besa el suelo mientras un segundo disparo de Danny impacta contra la nuca del conductor, que cae sobre el claxon. Danny se acerca hasta el profesor.
Danny Dalton: ¿Esta usted bien? Casi...
El sonido de cristales rotos interrumpe su frase. Apenas si tiene tiempo de mirar hacia arriba y ver como, de una de las ventanas del quinto piso, surgen dos figuras. Caen al vacío enzarzadas en una mortal melé. Y con el crujido del metal y los huesos quebrados, ambos caen pesadamente, aplastando el techo del coche.
Profesor Marcus Vanister (NE): ¿Qué...?
Danny Dalton: Oh, mierda...
Entre estertores, Devon Powell boquea, como quien intenta articular unas últimas palabras, ahogadas por la sangre que brota de su garganta. Sobre él, yace el cuerpo inerte de Billy. Una docena de impactos de bala marcan su espalda.
Danny Dalton: Lo siento, chico... Profesor, el maletín.
Danny marca el triple seís en la cerradura automática del elegante maletín. Por un segundo, antes de abrirlo ante él, mira a Devon Powell.
Danny Dalton: Muy bien, viejo cabrón... Hora de volver al infierno.
Universo Neverdale.
Instalaciones Médicas de Wolfram y Hart.
Dos meses después.
Ben Braddock despierta. Sus últimos recuerdos son de un vagón de metro. Recuerda haberse incorporado a toda velocidad, tratando de ayudar al profesor Vanister (pero, ¿a qué? ¿ayudarlo para qué?) Luego, un tropezón absurdo y... oscuridad.
James Roth (ND): Bienvenido al mundo de los vivos.
Ben Braddock tiene media cabeza vendada y siente sus movimientos lastrados por obra y gracia de los analgésicos. La cabeza le zumba y le retumba.
Ben Braddock (NE): ¿Qué...? (se percata de que está tendido en una cama de hospital) ¿Qué ha pasado?
James Roth (ND): Tranquilo, Capi... Tómatelo con calma. Llevas cerca de dos meses así...
Ben Braddock (NE): ¿Dos... dos meses? ¿Y el profesor? ¿Y Danny?
James Roth (ND): El profesor y Danny han venido a verte a menudo, desde que llegaron de esa misión...
Ben Braddock (NE): ¿Misión? ¿Qué... misión?
James Roth (ND): Espera un segundo... ¿no recuerdas nada?
Ben Braddock (NE): No recuerdo... no recuerdo nada de…
De repente, Ben siente que algo falta. Algo además de ese enorme vacío oscuro en el que debían estar sus recuerdos.
Mira sus manos.
Ben Braddock (NE): El anillo... (mira a Roth) ¿Dónde está el anillo?
James Roth se incorpora al tiempo que Ben se desconecta de los aparatos de medición.
James Roth (ND): Tranquilo, ¿vale? El anillo lo tiene el profesor. Esta sano y salvo.
Como si hubiese realizado un conjuro, la puerta se abre. El profesor Vanister y Danny Dalton hacen acto de presencia, luciendo sus elegantes trajes de Wolfram y Hart.
James Roth (ND): ¿Lo ves?
Danny Dalton: Capi...
Profesor Vanister (NE): ¡Señor Braddock! ¿Cómo se encuentra...?
Ben Braddock (NE): Estoy bien, profesor pero... ¿el anillo?
Profesor Vanister (NE): No se preocupe, señor Braddock... (muestra sus manos enguantadas) No he tenido ningun percance... al menos no tan grave como el suyo.
Danny Dalton: Ben, sobre lo que pasó en la misión...
Ben Braddock (NE): Me lo cuentas por el camino, Danny...
Ben se incorpora, buscando sus ropas.
Danny Dalton: Un momento, Ben... ¿camino de donde?
Ben Braddock (NE): Es hora de arreglar un asunto, Danny... (mira las manos enguantadas del profesor) Volvemos a Nueva York.
CONTINUARÁ...
Ben Braddock (NE): El anillo... (mira a Roth) ¿Dónde está el anillo?
James Roth se incorpora al tiempo que Ben se desconecta de los aparatos de medición.
James Roth (ND): Tranquilo, ¿vale? El anillo lo tiene el profesor. Esta sano y salvo.
Como si hubiese realizado un conjuro, la puerta se abre. El profesor Vanister y Danny Dalton hacen acto de presencia, luciendo sus elegantes trajes de Wolfram y Hart.
James Roth (ND): ¿Lo ves?
Danny Dalton: Capi...
Profesor Vanister (NE): ¡Señor Braddock! ¿Cómo se encuentra...?
Ben Braddock (NE): Estoy bien, profesor pero... ¿el anillo?
Profesor Vanister (NE): No se preocupe, señor Braddock... (muestra sus manos enguantadas) No he tenido ningun percance... al menos no tan grave como el suyo.
Danny Dalton: Ben, sobre lo que pasó en la misión...
Ben Braddock (NE): Me lo cuentas por el camino, Danny...
Ben se incorpora, buscando sus ropas.
Danny Dalton: Un momento, Ben... ¿camino de donde?
Ben Braddock (NE): Es hora de arreglar un asunto, Danny... (mira las manos enguantadas del profesor) Volvemos a Nueva York.
CONTINUARÁ...
5 comentarios:
arrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, que molon!!!!
A Nueva York....Una semana de teleoperador da para tener ideas con mucha mala baba...OS VAIS A CAGA¡¡¡¡ :P
Por cierto que no se me olvide el comentario habitual en agradecimiento por el curro que se tiene que pegar aqui Preacher con mis resumenes...Mu bien :P
Nada hombre... De todas formas, tuve una mañana tranquila en el curro y pude meterle mano al resumen.
A ver si cuelgo una tonterida que he hecho. Como creo que vamos a tener parón de dos semanas, lo mismo lo cuelgo la que viene para darle vidilla al blog.
Yo a lo mejor te paso un video resumen de lo que esta por venir jur jur jur
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