domingo, 31 de agosto de 2008

Sesion 30-08-08

EN LA PRIMERA TEMPORADA DE NEVERFIELD…

Danny Dalton, Leonard Powell, "Perro Loco" Washington y Fred "Fess" Fesster se vieron embarcados en un viaje a través de dimensiones alternativas…

El responsable: Marcus Vanister, profesor de ciencias y el responsable de haber convertido una furgoneta Volkswagen T3 en una máquina de salto dimensional.

Visitaron distintas versiones de su Springfield. En la primera, habitada por vampiros y criaturas de la noche, vieron morir a "Perro Loco" Washington…

En la segunda, un Springfield bajo una falsa cuarentena y controlado por el ejército estadounidense; falleció el profesor Marcus Vanister…

Un tercer salto llevó a nuestros protagonistas a un Springfield muy similar al suyo: un universo en el que habían conseguido regresar… hacía ya un año.

De nuevo, Danny, Leonard y Fred consiguieron escapar, impidiendo que el Devon Powell de dicha realidad viese cumplidos sus sueños de dominio multidimensional…
...y con dos nuevas incorporaciones: el Ben Braddock y el Marcus Vanister de aquel mundo se fueron con ellos.

Un cuarto salto los llevó a un Springfield donde las fuerzas místicas despertaban una vez cada cierto tiempo: un lugar en el que la magia era perseguida y castigada con fuego.

Sin posibilidad de emplear a "Margaret" para realizar un nuevo salto, nuestros protagonistas se vieron obligados a confiar en un artefacto místico de dicho mundo. Un objeto de poder casi infinito y que podía devolverles a casa…

… por un precio.

PRÓLOGO

Russell abre los ojos y despierta gritando.
Se lleva las manos a la cara. Tiene miedo de separar los dedos y mirar a su alrededor. La voz de Linda le da fuerzas para hacerlo. La ve salir del cuarto de baño y Russell reconoce el albornoz que lleva. Y comprende donde están. Es una suite del hotel Glenndale. En la radio suena "Mr. Sandman".

Es 1953.

Russell abraza con fuerza a Linda. Ella besa su hombro y le pregunta en un susurro por lo que le ocurre.

Y Russell le cuenta su pesadilla.
Le dice que en su sueño el coronel Rockstone daba su nombre como candidato para un experimento. No se trataba de un nuevo prototipo de avión, sino de una especie de proyecto secreto. Lo dirigía un joven alemán llamado Karl Van Ishter.

En su sueño, explica Russell, lo llevaban a una base en mitad de Nuevo Méjico. Allí, lo metían en una especie de traje de buzo y luego lo encerraban en una cámara acorazada. De repente, dos enormes turbinas comenzaron a dar vueltas y, poco a poco, su cuerpo era desintegrado. Reducido a menos que polvo.

Linda le toma las manos y las besa. Está temblando. Russell sigue contando el sueño aunque le advierte que "es entonces cuando todo se vuelve aun más extraño".

Russell le explica que despierta dentro de ese sueño. Despierta en un desierto. Parece el de Nevada pero… algo no encaja. Camina durante horas y finalmente llega a una carretera. Y ahí comienza a notarlo: los coches, la ropa… incluso la gente. Es América. Pero al mismo tiempo no lo es. Linda escucha el delirio de Russell y todo cuanto le relata: automóviles con nombre japonés, carteles publicitarios con mujeres semidesnudas, diminutos teléfonos de plástico sin hilos y con televisión (¡a color!)...

Russell se abraza aún más a Linda, pegando su mejilla en su suave vientre. Le explica que en su pesadilla, pasa dos semanas vagando sin rumbo. Sus intentos por contactar con la base son inútiles: la voz de una operadora le asegura que hace décadas que ese número fue deshabilitado.
En su sueño, Russell se convierte en un vagabundo a quien todos toman por loco.
Y camina durante días hasta que se le ocurre una idea.
Volver.
Volver a Springfield. A su hogar. Allí estará su hermano Daniel, con sus dos renacuajos (el bueno de Jack y el revoltoso Charlie) Russell casi nota las lágrimas derramarse cuando le cuenta a Linda su penoso peregrinaje de vuelta a casa.

Recuerda llegar de madrugada a los alrededores de la mina Dalton, escalar las rocas y llegar a la cima agotado. Buscar cobijo en un sucio cobertizo y…

Russell nota la calidez del cuerpo de Linda. Y sonríe. Ahora todo va bien: ahora ha despertado y ella está con él. Russell se escucha a sí mismo decirle a Linda que esta vez no la dejará sola en ese hotel. Que no aceptará la propuesta del coronel Rockstone.

Pero Linda no puede escucharle.
Porque lo que Russell abraza no es más que un cadáver.
Un cadáver que lleva más de medio siglo bajo tierra.

Russell abre los ojos.
Despierta gritando. Otra vez.
Al incorporarse, su cabeza choca contra varios tablones que reposaban, rotos y polvorientos. Es el viejo cobertizo de la mina Dalton. Afuera se escucha el trinar de los pájaros y, a lo lejos, el resonar de un reactor cruzando el cielo.

Es 2008.

Russell tose y siente nauseas: hace más de veinticuatro horas que no se lleva nada a la boca. No, desde que rebuscó en la basura de aquel bar de carreteras. Se ha vuelto loco. Es un vagabundo demente y siempre lo ha sido. Es la realidad.

Pero Russell, como cada mañana desde hace dos semanas, palpa el mono gris que llava puesto. Sus dedos pasan por encima de la insignia militar. La misma en la que puede leerse "Teniente Russell T. Dalton. USAF".

No es un sueño. Nada lo ha sido.

La luz de la media tarde impacta en los ojos de Russell. Se cubre la cara con sus manos sucias y siente el roce de una barba que crece salvaje. Sus ojos se acostumbran a la luz… pero no a lo que contempla desde lo alto del monte Dalton. Apenas si reconoce algunos de los edificios del viejo Springfield: todo lo que crece alrededor de su centro es como un mundo desconocido. Como el resto de esa América colorista, travestida y alienígena que lleva dos semanas descubriendo.

Hace más de cincuenta años que se fue. Aunque para él hayan sido menos de treinta días. El teniente Russell T. Dalton se pregunta si ha sido buena idea regresar a su hogar.
Aun se lo pregunta cuando siente el aire cargarse de electricidad.

"¿Electricidad?"

Reconoce esa sensación: las partículas acelerándose a su alrededor, la realidad plegándose como el plástico ante una llama…

"Es un salto. Barras y estrellas… ¡Es otro salto!"

Una esfera de energía rojiza comienza a brotar de ninguna parte.
Y Russell corre: intenta alejarse lo más deprisa que puede cuando una potente descarga lo lanza por los aires, aterrizando unos metros por detrás del cobertizo.

Pasan unos minutos. Russell va recuperándose del golpe y escucha voces. Un adulto y lo que parecen varios adolescentes. Se acerca con precaución y cautela: los espía desde una esquina del cobertizo. Apenas puede entender lo que dicen: utilizan una jerga extraña… casi tanto como la indumentaria que llevan.

Son cuatro adolescentes, tres blancos y uno negro. Y con ellos, en efecto, hay un hombre de unos cuarenta años, vestido con una especie de mono azul. ¿Quizá un técnico del proyecto Twilight? Todos parecen haber salido de una pelea: tienen contusiones y heridas, sobre todo uno de los muchachos que se aferra una fea herida en el vientre. Éste y el adulto (al que llaman "profesor") parecen discutir algo serio mientras otro de los chicos, el que lleva una cazadora, permanece arrodillado custodiando una especie de libro, tan voluminoso como aparentemente viejo.

El chico negro y otro que parece de buena familia dan brincos de alegria, mientras contemplan Springfield a vista de pájaro. "¡Estamos en casa!", gritan. Russell no puede estar más en desacuerdo. Y sale de su escondrijo dispuesto a conseguir respuestas. Y un billete de vuelta a casa.

Danny Dalton: Chicos… Creo que tenemos un problema.

Danny tarda un par de segundos en darse cuenta de que sus compañeros de salto dimensional no le están mirando a él. Ni siquiera están mirando como las llamas de su mechero acarician el jodido libro de las Sombras sin tan siquiera hacerle un jodido rasguño.

Lo que están mirando es a esa especie de vagabundo que acaba de salir de detrás del cobertizo. Y se abraza al profesor Vanister.

Russell T. Dalton: Habeis saltado… ¡Habéis saltado! ¿Os ha enviado el coronel Rockstone? ¿Cómo…? ¿Cómo vamos a volver?
Profesor Marcus Vanister (NE): ¿Señor? Creo… Creo que se confunde… Nosotros…
Russell T. Dalton: Mi nombre es… Dalton. Teniente Russell T. Dalton, de las Fuerzas Áereas de los Estados Unidos de América.
Danny Dalton: Joooooder…
Leonard Powell: Danny… ¿ha dicho Dalton? ¿Le conoces?
Danny Dalton: Si, pijo. Era el tío de mi abuelo.
Leonard Powell: ¿Era?
Danny Dalton: Murió, pijo. En Corea. Hace más de cincuenta años…

Sin embargo, la sorpresa y el asombro por este descubrimiento pronto pasa a un segundo plano… cuando el profesor Vanister encañona con su arma a Leonard Powell.

Profesor Vanister (NE): Vas a decirme ahora por qué tu padre intentó matarnos en Witchfield.
Leonard Powell: ¿Va a disparar? ¿En serio, profesor?
Ben Braddock (NE): Profesor Vanister, ¿qué está…?
Russell T. Dalton: ¿Van Ishter? (se aproxima al profesor, casi interponiéndose entre Leonard y el arma) ¿Karl Van Ishter?
Profesor Vanister (NE): Ese… era mi padre.
Fred "Fess" Fesster: Claro. Ahora todo encaja.

Entre los datos que aporta el propio profesor Vanister y las teorías de "Fess", queda claro que la muerte del teniente Dalton en Corea fue una forma de cubrir la aparente muerte por desintegración acaecida durante el primer experimento que llevó a cabo el ejército americano con la "Alfombra Mágica".

Leonard Powell: Bueno, todo eso está muy bien. Pero… ¿no nos olvidamos de algo? ¡Joder, estamos en casa! O al menos lo parece… Bajemos, echemos un vistazo y…
Danny Dalton: No tan deprisa, pijo. Antes hay algo que quiero deciros… sobre el Libro.
Profesor Vanister (NE): Nos trajo aquí por un precio. Pero, ¿Cuál?
Danny Dalton: El profesor Vanister de Witchfield me advirtió del poder de eso… Porque es algo más que un libro, os lo puedo asegurar.
Ben Braddock (NE): Chicos, no me encuentro…
Leonard Powell: Vale, si tan peligroso es lo guardamos en la cámara acorazada de mi casa y…
Profesor Vanister (NE): ¿En manos de un Powell? Jamás.
Ben Braddock (NE): En serio. Creo que…
Russell T. Dalton: Pero, ¿Qué importa ese montón de páginas viejas? Tenéis que ayudarme a volver…
Danny Dalton: No con eso, tío Russell. No es…
Ben Braddock: Chi… ¿chicos?
Profesor Vanister (NE): No podemos usar el libro para devolverlo…
Fred "Fess" Fesster: Profesor, puede ser su única…
Russel T. Dalton: ¿Desde cuando se hace tanto caso a los negros?
Ben Braddock (voz de las Sombras): ¡¡¡NO TENEIS NI IDEA!!!

Y Ben Braddock cae inconsciente, con una mancha carmesí abriéndose paso por los escasos vendajes que cubren su herida del vientre. Pese a los esfuerzos de Fred por frenar la herida, el teniente Dalton ha visto heridas así en la guerra. Necesita un hospital. O morirá.

Mientras los chicos y el profesor discuten, Russell sale al exterior: hay demasiado que no entiende. Y demasiado que no le quieren contar. ¿Qué puñetas le pasaba a ese crío? ¿Y qué demonios es ese maldito libro? ¿Por qué le tienen tanto miedo?

Los pensamientos de Russell se ven interrumpidos al darse cuenta de lo que ocurre a los pies de la montaña: varios vehículos acaban de llegar a las inmediaciones de la mina abandonada. Entre varias furgonetas, hay un coche patrulla y otro de color negro.

Russell T. Dalton (irrumpe en el cobertizo): ¡Tenemos compañía! ¡Parece un equipo de búsqueda! ¡Y hay policías!
Leonard Powell: Si nos encuentran, al menos Ben tendrá ayuda médica…
Danny Dalton: Ni de coña. No pienso dejar que nos encierren o algo parecido. Y menos dejar ésto (muestra el Libro) en malas manos…
Fred "Fess" Fesster: Yo voy contigo, Danny.

Y así, mientras Danny Dalton y Fred "Fess" Fesster dejan atrás la mina Dalton, descendiendo por la cara opuesta a Springfield; los equipos de búsqueda llegan a la cima…

Agente John Ortega (entrando de una patada en el cobertizo): ¡FBI! ¡Las manos a la vista!
Norman McNamara (bajando lentamente la escopeta): Joder… ¿Leonard?
Leonard Powell: ¿No… Norman?
Agente John Ortega: Mantenga la distancia, McNamara. ¡Y ustedes! ¡Las manos donde pueda verlas!
Monica Deveraux (por radio, a la central): Señor… Son ellos. Es el profesor Vanister…
Profesor Vanister (NE): Si, soy yo. Pero estamos bien, si tan sólo…
Agente John Ortega (interrumpe y pone las esposas a Vanister): Las manos a la espalda, profesor. Encárguese de él, Deveraux.

Cuando salen del cobertizo, media docena de habitantes del pueblo que formaban parte del equipo de búsqueda contemplan estupefactos como sacan a los desaparecidos a la luz del día.

Norman McNamara: Joder, Leonard… ¿Dónde coño os habéis metido?
Leonard Powell: Larga historia, Norman…
Profesor Vanister (mientras lo arrastra el agente Ortega): Agente, debe dejar que le explique…
Agente John Ortega: Seguro que sí. Ya tendrá tiempo… (por móvil) Aquí Ortega. Si, señora. Tenemos a tres: Powell y Vanister. El tercero es… parece un vagabundo.
Norman McNamara (ayudando a salir del cobertizo a Russell): Vamos, amigo… ¿Cómo se llama?
Russell T. Dalton: Me llamo… Russell. Yo sólo dormía aquí… ¿sabe?
Norman McNamara: Venga con nosotros, amigo. Le daremos algo de comer y… joder, le daremos incluso una medalla.
Agente John Ortega (por móvil): No, de los otros no hay ni rastro…
Mónica Deveraux: ¡Agente Ortega! Venga a ver esto…

Un par de hombres del equipo de búsqueda sacan el cuerpo inconsciente de Ben Braddock.

Agente John Ortega: Joder… (al móvil) Rectifico. Es Ben Braddock. Repito: tenemos a otro de los desaparecidos.

Al oírlo, Leonard Powell y el profesor Vanister intercambian una mirada inquieta.

Leonard Powell: Quién lo iba a decir, ¿verdad, profesor? El Libro de las Sombras ha cumplido todos nuestros deseos … (mira el cuerpo de Ben) Todos a la vez.

CONTINUARÁ…

2 comentarios:

Darrell dijo...

brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, que guay!!!... ardo en deseos de jugar la semana que viene.
Tiene buena pinta esta temporada!!!!

Unknown dijo...

Se avecina una gorda sin duda, menudo marron para el profesor Vanister, desaparecido con cinco adolescente, ser un manipulador hipocrita, es una cosa, pero lo que se le puede venir encima, es una pasada.