miércoles, 3 de diciembre de 2008

Sesión 29-11-2008

ANTERIORMENTE, EN "NEVERFIELD"...
Danny Dalton: Vale. Ahora el Libro es un libro y las Sombras... Se han ido.
Profesor Vanister (NE)
¿Y si han ido a otros Springfield?
Leonard Powell: ¿Y si han ido…? (mira Danny) ¿Y si han ido al nuestro?

ATRAPADOS EN UNA ODISEA DIMENSIONAL…
Profesor Vanister (NE): Un mundo paralelo, señor Braddock; no lo olvide.
Aunque parezca idéntico al suyo, siempre hay alguna diferencia por pequeña que ésta sea.
***
William Whitehouse (DF): Todo empezó hace un año, cuando el Rey Sullivan III
condenó a muerte al Padre Carnahan por herejía contra Amanautor.

UN VIAJE A TRAVÉS DE REALIDADES ALTERNATIVAS...
Rey Sullivan III (DF): El Libro. El Libro de las Sombras.
El único objeto que, según sus palabras, podría detener para siempre a Garius Voldan.

TODOS BUSCAN EL CAMINO DE VUELTA A CASA...
Danny Dalton (intenta ayudarlo): Tío Russell, ¿qué ha pasado? ¿Dónde esta Margaret?
Russell T. Dalton: La oculté… en donde siempre estuvo la reserva india… junto a la mesa rocosa de Dry Rock

PERO NO TODOS VIVIRÁN PARA ENCONTRARLO.
Profesor Vanister (NE): ¿Señor Powell? (le toma el pulso) Oh. Dios. Mío…
Ben Braddock (NE): No tiene pulso…

Episodio 2x09 DRAGONSFIELD (Parte 3)

Lord of the Rings: The Two Towers
(Howard Shore)

"Es científicamente... imposible."
El pensamiento se repite una y otra vez en la cabeza del profesor Marcus Vanister mientras contempla el inmenso dragón de hueso que sobrevuela el castillo. Una parte de él le dice que haría bien en apartarse de la ventana de la torre, ceder al mismo pánico que marca los gritos de las gentes del castillo. Por otro lado en los aposentos de Maese Fesster (el joven hechicero de la corte) las voces que resuenan son las de sus compañeros...

Danny Dalton: Tiene que haber alguna manera Fred.
Fred Fesster (DF): Vuestro amigo ha cruzado la frontera entre la vida y la muerte, señor. Traer su alma significaría cruzar esa línea. Y tendría que ser alguien de confianza. Alguien capaz de convencerle para regresar... Pero es peligroso. El alma de esa persona también podría verse arrastrada por la del joven Leonard... Puede que para siempre.
Danny Dalton: Vale. ¿Qué tengo que hacer?

Sobre las voces de pánico que resuenan por todo el patio de armas, sobresale el grito de batalla de Sir Edward Braddock, llamando al mismísimo dragón de hueso. Éste responde a su desafío, descendiendo hasta pisar el suelo. Entre el polvo levantado, la criatura extiende su cuello como un puente de huesos a través del que desciende su jinete: el siniestro hechicero encapuchado que nuestros amigos pudieron ver en Dry Rock.

Sacerdote (DF): Rendid el castillo o todos sucumbiréis.
Sir Edward Braddock (DF): Criatura infernal... ¡Ni tú ni tu dragón podréis hacer frente a la vengadora sagrada!

Pero el impetu de la carga con la que Sir Braddock se lanza contra el sacerdote se ve bloqueado por un gesto de sus manos: un hechizo arroja al valiente caballero varios metros hacia atrás, estrellándolo contra las maderas de un establo. Nuestros amigos, que habían bajado al patio de armas cubiertos por un hechizo de invisibilidad de Maese Fesster, contemplan la escena.

Ben Braddock (NE): ¡¡¡Papá!!! (el profesor lo retiene, impidiendo que el Dragón pueda escucharlos)
Sacerdote (DF): Tenéis dos noches para rendir el castillo.

Y con un gesto del sacerdote, el gigantesco dragón de hueso vuelve a inclinar su cabeza. Una vez a lomos de semejante monstruo, la criatura alza de nuevo el vuelo, perdiéndose en el horizonte. Con la amenaza lo bastante lejos, Maese Fesster retira el hechizo de invisibilidad...

Ben Braddock (NE): Papá... (ayudando a su padre a incorporarse) ¿estas bien?
Sir Edward Braddock (DF): Tenemos que hablar con el Rey Sullivan...
Ben Braddock (NE): Papá, necesitamos un lugar seguro donde escondernos. Es imprescindible que salvemos al hijo de Lord Powell.

De regreso a los aposentos de Ben Braddock en el castillo, con vigilancia armada custodiando las puertas; el joven Maese Fesster lee los libros que ha cogido de forma apresurada de su torre.

Danny Dalton: Vamos Fred. No tenemos tiempo y sé que puedes hacerlo… Sé que eres un gran tipo, confío en ti.
Fred Fesster (DF): Pero, señor… ¡apenas me conoce!
Danny Dalton: Hazme caso, Fred. Eres una de las mejores personas que he conocido.

Nuestros protagonistas no tardan en ser llamados a la reunión de emergencia que ha convocado el Rey Sullivan III. Y una vez allí, tras las oportunas reverencias ante su majestad y sus consejeros...

Rey Sullivan III (DF): Joven Braddock... Me ha comentado tu padre que estas intentando salvar la vida de Leon Powell.
Ben Braddock (NE): Asi es majestad.
Rey Sullivan III (DF): No hay tiempo para eso, tenemos que decidir que plan vamos a seguir...
Profesor Vanister (NE): Es simple y complicado a la vez, majestad. tenemos que prepararnos para atacar o defendernos.
Ben Braddock (NE): Pero el hijo de Lord Powell es fundamental, es nuestra arma secreta, como cuando el entrenador decía antes del partido que…
Rey Sullivan III (DF): ¿Entrenador?
Profesor Vanister (NE): Majestad, (llamando la atención del rey) se refería a su instructor de armas...
Rey Sullivan III (DF): Entiendo. Bien Benjamin, espero que realmente sea importante como para perder el poco tiempo que nos queda antes del ataque.

En ese momento, la doble puerta de roble de la sala se abre y hacen su entrada Lord Powell y Maese Dalton: elfo y enano discuten entre sí, echándose las culpas el uno al otro, sobre lo que le ha pasado a sus hijos. Después de unas cuantas puyas por parte de cada uno, Lord Powell zanja el asunto y habla directamente al rey Sullivan.

Lord Powell (DF): Majestad, seré claro: necesitamos la gema del poder eterno. Puede ser decisiva en nuestro enfrentamiento, pero este... (contiene un insulto) este enano no lo entiende.
Maese Dalton (DF): No se la pienso dar a ningún humano. ¡Y menos aun a un elfo! Es una reliquia familiar, nos pertenece a nosotros. ¡Y seguirá siendo asi!
Ben Braddock (NE): Si no lo hace, tendrá la culpa de la destrucción de sus minas y de todo el reino...
Maese Dalton (DF): Descarada cría de humano... (echando mano de su hacha)

Ante la amenaza, Sir Edward Braddock y el resto de la guardia real se interponen entre él y el joven Ben Braddock. Por suerte, Danny Dalton trata de calmar a su padre, tratando de convencerle de que, pese al supuesto hechizo, sigue siendo su hijo...

Maese Dalton (DF): Todavia no sé si eres mi hijo... pero vamos a averiguarlo ahora mismo. Maese Fesster, lance una plegaria a Amanautor para ver el verdadero rostro de aquel que dice ser mi hijo...

Nuestros protagonistas comparten una misma mirada inquieta: si Jak Dalton descubre que Danny no es su auténtico hijo, las cosas se pondrían muy difíciles para todos. Por la mente de Ben Braddock cruza una idea fugaz. Es una locura y lo que es peor una mentira. Otra más. Antes de decirla en voz alta, Ben se plantea lo fácil que le resulta mentir. Y no le gusta.

Ben Braddock (NE): ¡Sabemos la identidad del sacerdote! (todos se giran y lo miran con expectación) Esta noche revelaremos su identidad.
Lord Powell (DF): ¿Esta noche? ¿Y porque no Ahora?
Profesor Vanister (NE): Todo a su tiempo, Lord Powell. Todo a su tiempo.

Pese a las diferencias que parece haber entre enanos y elfos, ambos se sienten igualmente contrariados por la situación de sus hijos. Y así, tanto Jak Dalton como Lord Powell abandonan la estancia, nada contentos: el primero porque aún duda de la identidad de su supuesto hijo. El segundo porque lo cree muerto.

Rey Sullivan III (DF): Muy bien. Aguardaremos su revelación. Mientras tanto, hagan lo que puedan para recuperar al joven León Powell. Quizá si salvamos su vida podamos garantizar la cooperación de los elfos ante la amenaza que se cierne sobre nosotros.
Ben Braddock (NE): Si, Majestad. Pero... vamos a necesitar un lugar seguro.
Rey Sullivan III (DF): ¿Mas seguro que el castillo?
Danny Dalton: Con todo respeto, "Majestad"... (se enciende un cigarrillo ante el asombro de los presentes) Hemos dicho que descubriremos al sacerdote que empezó todo esto. Le aseguro que van a intentar matarnos.

Pocos minutos después, con el rey retirándose a sus aposentos, todos los presenten abandonan la sala del trono. Todos... menos Danny Dalton y Alma Grant.

Alma Grant (DF): Antes de que intentes mentirme a mi también, debo advertirte que he leído tu mente. Sé quien eres realmente, Daniel Dalton. Y debo pedirte un favor. Hay algo oscuro encerrado en el viejo mausoleo...
Danny Dalton: Y quieres que nosotros echemos un vistazo. Vale. Pero antes tengo que salvar a un amigo...
Alma Grant (DF): No te hagas el duro. Recuerda que puedo leerte como un libro abierto, Daniel Dalton.
Danny Dalton: Pues si vuelves a hacerlo tal vez el libro se cierre de golpe, cariño.

Danny regresa a los aposentos de Ben Braddock, donde explica la situación a sus compañeros.

Danny Dalton: Vale, la cosa es así. Hace bastante tiempo, unos misteriosos guerreros encerraron el alma de ese tal Garius Voldan en un libro. Los antepasados de Braddock ayudaron a conseguirlo pero el libro y esos guerreros desaparecieron sin dejar rastro.
Ben Braddock (NE): ¿Alma te ha contado todo eso?
Danny Dalton: Y aun hay más, Capi. Dice que el alma del tal Voldan ha vuelto y que puede utilizar el cuerpo del padre Carnahan para sus fines. Al parecer, el bueno de Carnahan lanzó una maldición al pueblo hace cosa de un año...
Ben Braddock (NE): Y quiere que vayamos al mausoleo... Muy bien. Vamos, profesor...
Danny Dalton: Yo debo quedarme, Capi. Si hay alguien que puede traer de vuelta al pijo... ese soy yo.

Dejando en sus aposentos a Maese Fesster y Danny Dalton realizando el ritual para salvar a su amigo; Ben Braddock y el profesor Vanister acuden en busca de Sir Edward, a quien encuentran en sus aposentos, preparando su armadura para la batalla.

Sir Edward Braddock (DF): Así que queréis adentraros en el mausoleo...
Ben Braddock (NE): Padre, sé que es peligroso pero necesitamos comprobar nuestras sospechas antes de revelar la identidad del sacerdote y...
Sir Edward Braddock (DF) (interrumpe): No voy a detenerte, Benjamin... Pero antes de que te marches... Ya estás preparado para ésto (coge su arma más preciada, una impresionante espada consagrada a Amanautor) Arródillate.
Ben Braddock (NE) (susurrando): ¿Qué...? ¿Qué va a hacer, profesor?
Profesor Vanister (NE): No se preocupé, señor Braddock. (sonríe) Va a nombrarle caballero.
Danny Dalton
MALO CONOCIDO y BUENO POR CONOCER

Hace un segundo estaba en aquella habitación. Fred había terminado de pintar esa especie de círculo satánico en el suelo, como los de la portada del disco aquel de Black Sabbath. Pensar en las cosas que he dejado atrás ayuda. No mucho, pero ayuda. Había colocado el cuerpo de Leonard en ese círculo cuando Fred comenzó a entonar esa especie de canción.

Fue entonces cuando todo se volvió... sicodélico.

Con sicodélico quiero decir que cuando quise darme cuenta estaba en otra parte. Un pasillo de... bueno, no podría decirte la distancia exacta. Era largo, ¿vale? Y había un montón de puertas a ambos lados. Todas cerradas. Iba a abrir la que tenía más cerca cuando apareció ese crío asustado. No debía tener más de ocho años.
Y apareció de la puta nada, ¿vale?

Niño: ¡Señor! ¡Señor! ¡Necesito su ayuda, señor! ¡Quiere matarme!
Danny Dalton: ¿Quién quiere matarte, chaval?
Niño (señala una figura que aparece al final del pasillo): Él.

Y ahí estaba el pijo. El mismo Leonard al que ni le habría dirigido la palabra de no habernos metido en todo este fregado dimensional. El mismo al que había venido a salvar.

Leonard Powell: Venga, Danny... ¿En serio crees que haría daño a un crío?
Danny Dalton (cogiendo al crío en brazos): Entonces, ¿por qué le persigues?
Leonard Powell (sonríe): Porque está en mi mente. Y me pertenece. Entrégamelo.
Danny Dalton: Ni de coña.
Leonard Powell: Tsk, tsk, tsk... Estás en mi terreno, Danny. Aquí, mando yo.

Y entonces lo hizo. Leonard estaba aun ahí delante, de pie, mirándome. Y de repente aparecieron varios Leonard más. Era como en la peli esa de "Matrix", ¿vale? Pero yo no iba a quedarme a que me diesen una paliza. Agarré al crío con fuerza y entré por una de las puertas. Pensé encontrar un refugio pero...

... es invierno. Mamá está en el despacho de papá. Papá le grita por un maletín. Le dice que no debía haberlo abierto. Le dice cosas feas. Mamá llora. Mucho. Entro en la habitación y le doy un abrazo para que no esté triste. Pero papá sigue gritando. Grita hasta que se va...

La sensación se va tan rápido como llegó. Es como colarte en el garito de alguien... sin que te hayan invitado. Para cuando quiero darme cuenta, vuelvo a estar en el pasillo. El crío sigue en mis brazos. Y Leonard también sigue aquí.

Leonard Powell (enfadado): Deja de urgar en mi cabeza, Danny. Y Dame al niño.
Danny Dalton (dándose cuenta): Este niño... Eres tú, ¿verdad?
Leonard Powell: Te está engañando, Danny. Es un demonio del inframundo, disfrazado como yo... Si te lo llevas, ocupará mi cuerpo.
Danny Dalton: Demuéstralo.
Leonard Powell: Vale... ¿recuerdas a N´Goth?

Me deja de piedra. Aun estoy barajando que tenga razón cuando le veo hacer el primer movimiento. Pero soy más rápido, pijo. Descargo mi puño contra su mandíbula y no pierdo el tiempo en darle una segunda oportunidad. De un salto me cuelo por otra de las puertas...

... Es primavera. No me gusta estar en el recreo. Pero los médicos dicen que estoy mejor. Mienten. Puedo verme en el espejo. Estoy flaco. Demasiado. Las niñas se ríen. Me llaman "cadáver". Me llaman "monstruo". Me llaman cosas peores. Y luego vuelven a reir...

Vale, así que el pijo ha tenido una vida jodida. Bienvenido al club, colega. Sabía que eras más fuerte de lo que pareces. Pienso en ello cuando vuelvo al pasillo. Y de nuevo, la historia se repite... Pero esta vez no es una puerta lo que encuentro. Es un jodido arco, con una jodida luz blanca...

Niño: ¡Rápido!, ¡tenemos que cruzar! ¡O nos cogerá!
Leonard Powell: Si cruza ese niño, moriré. Y será tu culpa, Danny.
Niño: ¡No le hagas caso! ¡Quiere matarme porque soy debil!
Danny Dalton: ¿Y si os hago cruzar a los dos?
Leonard Powell: No funciona así, Danny. Uno se va. Y otro se queda. Para siempre.
Niño: ¡Por favor! ¡No me dejes aquí! ¡Seré bueno! ¡Si me quedo aquí moriré!
Leonard Powell: Todo cuanto has visto son imágenes creadas por ese demonio. ¡Quiere que te compadezcas de él, Danny! ¿Crees que yo haría algo así?
Niño: ¡Es mentira! ¡Le hiciste daño a esa...!

Y Leonard salta sobre nosotros. Por suerte soy más rápido y puedo apartarlo de un empujón antes de que ponga sus manos sobre el crío. Lo veo incorporarse y entonces comienzo a comprenderlo.

Danny Dalton (dejando al crío en el suelo): Lo siento... (Danny ayuda a Leonard a levantarse) Pijo, te vienes conmigo.
Niño: ¡No! ¡No sabes lo que haces!…¡voy a morir!…Él... ¡él es malo!
Danny Dalton (antes de cruzar): Ya sabes lo que dicen: mejor malo conocido…

Lo último que recuerdo es que sonrío maliciosamente. Pero, ¿por qué sonrío? ¿Soy yo quien sonríe... o es Leonard?
Entonces me doy cuenta que es la primera vez que lo llamo así.
Y ahí acaba el sueño.

Ben Braddock y Marcus Vanister
¿QUIEN ES… GARIUS VOLDAN?

Profesor Vanister (NE): Todo caballero debe velar las armas, señor Braddock.
Ben Braddock (NE): ¿Velar las armas? ¿Qué significa eso?
Profesor Vanister (NE): Bueno... (sonríe) Pronto lo averiguará.

La mirada entre sorprendida y asustada del señor Braddock es casi tan divertida como la reacción de los habitantes de este mundo ante el paso de nuestro blindado. Sigo pensando que no es buena idea que estas gentes contemplen tecnología ajena a su mundo. Pero también es cierto que debemos llegar al mausoleo y examinarlo antes de que anochezca. El resto del viaje lo paso enfrascado en la fascinante lectura de los libros que encontré en los aposentos de mi alter-ego de esta dimensión. Reconozco mi caligrafía en unos textos que me son del todo incomprensibles… ¿qué extraño sistema de símbolos es este?

Para cuando me doy cuenta, el señor Braddock frena bruscamente la tanqueta: hemos llegado a nuestro destino. El mausoleo: un gigantesco edificio del tamaño de una colosal catedral, en el que según Alma Grant se guarda algo más que cadáveres. Sea como sea, vamos a averiguarlo.

El señor Braddock y yo nos encaminamos hacía el interior del fascinante edificio, luciendo atuendos medievales ante los que, como brutales anacronismos, destacan las nuestras linternas halógenas.

El hedor a muerte y podredumbre nos golpea en la cara, junto con el polvo y las telarañas que anidan dentro del santuario. La luz de las linternas alumbra filas y filas de sepulcros, asustando a las bandadas de murciélagos que salen del lugar al sentir nuestra llegada. En el centro, se alza una orgullosa estatura, de varios pisos de alto, en el que está representado Amanautor, el dios al que rezan los habitantes de este mundo.

Subimos lentamente las escaleras que llevan al piso superior. Allí, salvo por la continuación de la estatua de Amanautor, el cambio es radical: no hay ni rastro de polvo. Para empeorar las cosas, encontramos dos grandes estancias cuyas puertas son recientes. Mientras el señor Braddock examina, espada en mano, la otra estancia; me encamino al interior de la segunda: sostengo sin convicción el subfusil mientras sopeso lo fácil que se puede llegar uno a acostumbrar al tacto de un arma. La habitación resulta ser una biblioteca: libros y libros decoran las paredes de la estancia. A punto estoy de avisar de mi hallazgo al señor Braddock cuando escuchó ruidos.

Bajando las escaleras que llevan a la última planta… Pasos.

Consigo esconderme a tiempo pero el señor Braddock no tiene tanta suerte: incluso yo escucho su puerta al cerrarse. Los misteriosos intrusos cesan su conversación. ¡Han descubierto al señor Braddock! Por poco que me guste usar un arma, no puedo permanecer al margen…

Salgo de la habitación con el arma entre las manos. Ante un sorprendido Braddock, puedo ver dos figuras. Una de ellas, encapuchada, la reconozco de inmediato: es el sacerdote que cabalgaba a lomos del dragón de hueso. El otro hombre… Al principio no le identifico pero entonces caigo en la cuenta. Es el padre Callahan.

Profesor Vanister (NE): ¡Señor Braddock! (quita el seguro) ¡Yo le cubro!

El subfusil se despierta en cuanto aprieto el gatillo. Las balas salen una tras otra, trazando su mortal recorrido y levantando astillas de roca por doquier. Varias balas impactan contra el cuerpo del sacerdote, que pierde el equilibrio y cae al suelo… ¡dejando al descubierto su rostro!

Ben Braddock (NE): ¿Russell? (extrañado) ¿Russell Dalton?

Impasible, el padre Carnahan (o quien sea en realidad) alza las manos y murmura un par de palabras. De sus palmas veo generarse sendas llamaradas de fuego azul. Y como dos incandescentes pelotas de tenis, salen disparadas en dirección a Ben. Éste salta hacia la estatua, aferrándose con fuerza… aunque no la suficiente, quedando colgado de una sola mano. Una de las llamaradas impacta con su espalda, haciéndole apretar los dientes de dolor.

Estoy acabando de bajar las escaleras cuando Ben se deja caer hasta el primer piso. Salimos de allí como alma que lleva el diablo. Es tal el miedo que se apodera de nosotros que apenas si prestamos atención al sonido del roce de piedra contra piedra, proveniente de los sepulcros.

Ben Braddock (NE): Profesor… (subiendo a "Margaret 2.0") Dígame una cosa, los Dalton de este universo, ¿no eran enanos?
Profesor Vanister (NE): Ya aclararemos eso convenientemente, señor Braddock. Ahora conduzca y llévenos de vuelta a casa. Antes de que salgan el señor Dalton y el padre Carnahan.
Ben Braddock (NE): Profesor, mi espada atravesó su cuerpo como si fuese un fantasma. Y Russell... Russell lo llamó Garius.
***
Las primeras antorchas iluminan el patio de armas del castillo cuando "Margaret 2.0" irrumpe de nuevo allí. Pese a que ya la han visto antes, las miradas de temor y sorpresa aun siguen en las caras de todos los habitantes del castillo. Ben y el profesor no pueden ocultar su alivio al encontrar a Danny, sano y salvo, aguardándoles ante la escalinata de la fortaleza. Una vez se cuentan sus respectivas experiencias, un soldado interrumpe la conversación: Alma Grant ha pedido entrevistarse de nuevo con el joven Dalton.

Danny Dalton: No os preocupéis. Volveré pronto… Cuidad del pijo.

Apenas si se ha marchado Danny cuando se escuchan trompetas de aviso: desde las almenas, varios soldados anuncian la llegada de Sir Ed Braddock.

Ben Braddock (NE): Si mi padre está reunido con el rey, entonces… (se da cuenta) Oh, Señor… (y sale corriendo para salir al encuentro de la comitiva que se aproxima al castillo)
Profesor Vanister (NE): Pero, ¿qué sucede?
Ben Braddock (NE): ¡Mi hermano Eddy! ¡Ha vuelto!

Los temores del profesor Vanister de que se trata de alguna trampa o conjuro de ilusionismo fraguado por Garius Voldan chocan de bruces con una realidad… que es aun peor.

Los soldados llevan a un malherido Eddy Braddock hasta los establos. Allí, Ben recibe a su hermano como si fuese el de su mundo. Pide a voces un médico, un curandero… lo que sea. Pero mientras llega la voz de su hermano Eddy se debilita a cada palabra…

Eddy Braddock (DF): No hay tiempo, Benjamin. Tenéis que acabar conmigo.
Ben Braddock (NE): ¿De que estas hablando? Te vas a poner bien.
Eddy Braddock (DF): Eso… (sonrisa triste) Eso le dije al primer soldado al que hirieron esos monstruos.
Ben Braddock (NE): ¿Qué quieres decir?
Profesor Vanister (NE): Que si no le matamos… se convertirá en una de esas bestias.

Los alaridos que llegan con el anochecer resuenan por todo el pueblo.
Más que un aviso, una profecía de lo que está aun por llegar.

***
Danny Dalton es guiado por el soldado que, antorcha en mano, lo lleva a través de angostos pasadizos. Finalmente, su guía se detiene ante un muro que, al girar una antorcha, se aparta con el gruñir de la roca… mostrando el acceso a una gruta secreta. Y allí, en una caverna excavada en roca viva, cubierta de montañas de monedas, gemas y cofres; justo en el centro está Alma Grant. El soldado se marcha dejando a Danny a solas con ella.

Alma Grant: Nadie suele venir a la sala del tesoro del castillo. Veo que completasteis vuestro cometido.
Danny Dalton: Joder… (intuyendo que, de nuevo, le ha leído la mente) Déjalo ya, ¿vale?
Alma Grant: Lo siento, es la costumbre. Llevo siglos vigilando el reino junto a mi madre. Es ya algo… natural en nosotras.
Danny Dalton: Bueno, Entonces ya sabes quienes están detrás de todo esto… ¿Y ahora que hacemos?
Alma Grant: Antes deja que te revele un secreto. Como compensación por inmiscuirme en los tuyos.

Si le pidiesen que describiera cómo sucede, Danny sería incapaz de hacerlo. Al principio, Alma se limita a darle la espalda. Y luego… Luego su túnica comienza a cambiar, a transformarse. La seda deja paso a un material que, bajo la luz de las antorchas, brilla como la plata. Pero no es su ropa, porque allí donde había piel, ahora hay escamas. Donde había una joven de apenas veinte años, se alza ahora majestuoso un gigantesco dragón plateado.

Es entonces cuando aquella figura colosal gira su cabeza para contemplarlo desde las alturas. Sus fauces comienzan a abrirse y Danny da un par de titubeantes pasos hacia atrás.

Danny Dalton: Vale. Vas a comerme, ¿verdad?

CONTINUARÁ…

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