domingo, 14 de diciembre de 2008

Sesión 06-12-2008


ANTERIORMENTE, EN "NEVERFIELD"...
Danny Dalton: Vale. Ahora el Libro es un libro y las Sombras... Se han ido.
Profesor Vanister (NE) ¿Y si han ido a otros Springfield?
Leonard Powell: ¿Y si han ido…? (mira Danny) ¿Y si han ido al nuestro?

ATRAPADOS EN UNA ODISEA DIMENSIONAL…
Profesor Vanister (NE): Un mundo paralelo, señor Braddock; no lo olvide.
Aunque parezca idéntico al suyo, siempre hay alguna diferencia por pequeña que ésta sea.
***
William Whitehouse (DF): Todo empezó hace un año, cuando el Rey Sullivan III
condenó a muerte al Padre Carnahan por herejía contra Amanautor.


UN VIAJE A TRAVÉS DE REALIDADES ALTERNATIVAS...
Lord Powell (DF): Majestad, seré claro: necesitamos la gema del poder eterno.
Maese Dalton (DF): No se la pienso dar a ningún humano. ¡Y mucho menos a un elfo!

TODOS BUSCAN EL CAMINO DE VUELTA A CASA...
Danny Dalton (dándose cuenta): Este niño... Eres tú, ¿verdad?
Leonard Powell: Te está engañando, Danny. Es un demonio del inframundo, disfrazado como yo... Si te lo llevas, ocupará mi cuerpo.

PERO NO TODOS VIVIRÁN PARA ENCONTRARLO.
Danny Dalton (ante la dragona en la que se acaba de convertir Alma Grant): Vale. Vas a comerme, ¿verdad?

Episodio 2x10.- DRAGONSFIELD (Parte 4)
"King Arthur" - Hans Zimmer.

Ben Braddock (NE): Hay algo que todos deben saber… No somos quienes ustedes creen.

Todos los presentes en el salón del trono guardaron silencio.

Incluso los murmullos constantes de la interminable discusión entre Maese Jak Dalton y Lord Powell se vieron apagados por la revelación del joven Braddock. Todo lo que vino a continuación fue la repetición de lo que, para Leonard Powell y los demás viajeros dimensionales se había convertido ya en una costumbre: explicar de donde venían, qué eran los mundos paralelos. Ben agradeció tener a su lado al profesor para poder aclarar los detalles más confusos. Sin embargo, las explicaciones técnicas y racionales no podían aplacar el temor irracional hacia lo desconocido.

Y por eso, el Rey Sullivan ordenó a la guardia rodear a Ben y al profesor como si de una amenaza se tratasen…

William Whitehouse (DF): ¡Majestad! ¡Escuchadme! (se interpone entre las lanzas y Ben y el profesor) ¡Sé que no me consideráis digno de confianza… pero todos hemos oído hablar de las profecías. ¡Las que dicen que los héroes volverán y acabarán con la maldición! ¡Y lo han hecho! (los señala) Sean o no quien dicen ser… en el fondo… son ellos.

Ben miró a Billy. Había sido arriesgado dejarlo entrar con ellos en la sala del trono. Lo habían perdido de vista durante la aparición del dragón pero tanto Ben como el profesor suponían que había regresado al pueblo, a cuidar de sus padres. Lo que no esperaban era verlo regresar… con tan malas noticias.

Sir William Whitehouse (DF): Majestad, os lo ruego… La maldición ha cambiado. A peor. Ahora ya no afecta a las gentes de Springfield durante la noche. Han cambiado estando el sol aun en el cielo. ¡Me temo que se nos acaba el tiempo!

Ben no pudo evitar pensar en lo parecido que ese Billy lo era del amigo al que había dejado atrás, en su mundo natal. Era diferente… y al mismo tiempo, era la misma persona. Como Nora. Como su padre. Todo era tan parecido que incluso su hermano Eddie estaba a punto de morir. No lo haría en el Golfo y por una herida de bala. Pero lo haría encerrado en una catacumba, ejecutado por los propios hombres a los que comandó una vez… y antes de que pudiera convertirse en un monstruo. Uno de esos seres en los que se convertían los habitantes de esta versión de Springfield.

La posibilidad de que la profecía fuese cierta hizo que la corte al completo se replantease las opciones más drásticas (como ejecutar a los impostores) Pero eso no evitó algunas de las consecuencias más dolorosas.

Ben Braddock (NE): Esto no me pertenece… (arroja su espada al suelo) No soy digno de ella.
Sir Edward Braddock (DF) (la recoge y golpea la cara de Ben con su guantelete) Por supuesto que no.

Ben aun nota la sangre en su labio cuando un apurado Danny Dalton irrumpe en la sala del trono.

Danny Dalton: Vale, ¿qué me he perdido?
Profesor Marcus Vanister (NE): El señor Braddock ha revelado nuestra auténtica identidad como viajeros dimensionales. Pero… (nota el nerviosismo de Danny) ¿Le ocurre algo, señor Dalton? Ni que hubiese visto un fantasma…
Danny Dalton: Ni se lo imagina, profe…

Y Danny, advirtiéndoles de que nadie en la corte puede saberlo, lo cuenta en voz baja a sus compañeros. Una historia sobre jóvenes hechiceras que leen el pensamiento… y que se convierten en dragones. Casi tan alucinante como la explicación de cuanto nuestros amigos descubrieron en su visita al mausoleo.

Profesor Marcus Vanister (NE): En conclusión, caballeros… (tras haber explicado a grandes rasgos la situación) Garius Voldan está empleando el alma del difunto Padre Carnahan para, ahora que fue liberado del Libro, tomar forma física en este universo. Y es el mausoleo el lugar que ha servido de cubil al sacerdote de Garius Voldan, el hombre al que en nuestro mundo llamamos… Russell T. Dalton.

Y con esas palabras, Danny y Ben vuelven a entrar en la sala del trono llevando a un inconsciente Russell. La sorpresa de la corte es casi tan grande como la de nuestros héroes al conocer el nombre que recibe su compañero de fatigas en este universo.

Sir Edward Braddock (DF): No puedo creerlo… Russell Braddock.
Danny y Ben (a la vez): ¿¿Braddock??
Profesor Marcus Vanister (NE): Claro… Eso explica porque su padre es un enano y él era un humano. Fascinante.

Su majestad el Rey Sullivan III explica a los presentes que Russell Braddock era un infame miembro de la familia Braddock, el cual había sido acusado de emplear ritos prohibidos de magia negra… para prolonga de forma antinatural su vida. Un adorador de los Profetas de Garius Voldan, una orden de adoradores de aquel pérfido hechicero.

Sin embargo, no hay mucho más tiempo para largas historias: quedan pocas horas para que se cumpla el ultimátum dado por Russell Braddock a bordo de su dragón de hueso.

Ben Braddock (NE): No nos queda tiempo para discusiones… Maese Dalton, Lord Powell… les hemos contado la verdad sobre nosotros. Hemos confiado en ustedes. Es hora de que ustedes lo hagan por nosotros.
Maese Jak Dalton (DF): Pero, nos han mentido y…
Ben Braddock (NE): Y podríamos haberlo seguido haciendo. Pero eso no hubiera ayudado en nada. Como tampoco lo hará que ustedes sigan discutiendo. Eso solo ayudará a alguien…
Profesor Vanister (NE): A Garius Voldan.

Consiguiendo que dejen aparcadas sus diferencias por un momento, Maese Jak Dalton acepta entregar la joya del poder eterno para llevar a cabo el ritual que puede volver a encerrar el alma de Garius Voldan en el Libro. Por su lado, Lord Powell acepta en escoltar a nuestros héroes (y al lider de los enanos) hasta la ciudadela de los elfos.

Profesor Vanister (NE): Yo me quedaré en el castillo, junto al señor Whitehouse… Puede que entre los libros de mi versión en este paralelo pueda encontrar algo de utilidad. Y, Ben…(en voz baja) Tenga cuidado con Lord Powell.

"MARGARET 2.0" se pone en marcha con el rugido de sus motores. Mientras Danny Dalton aprieta con fuerza el acelerador, conecta un programa de mp3 en el ordenador de a bordo del vehículo. La música resuena atronadora a través de la megafonía de la tanqueta, mientras deja atrás el castillo.

Maese Jak Dalton (DF): Montañas de Mithril… (alucinado) ¿Qué clase de artefacto de metal es este?
Danny Dalton: Y lo que es peor… ¿Qué clase de friki pone en un playlist la banda sonora de "Piratas del Caribe"?
Lord Powell (DF): Señor Braddock, cuando lleguemos a las Torres cogeremos el pergamino que necesito. El que contiene el conjuro para…

Un golpe seco en el lateral de la tanqueta los pilla a todos por sorpresa.

Ben Braddock (NE): ¡Tenemos compañía!

Ben abre la compuerta superior de la tanqueta y contempla la escena: atraviesan a toda velocidad los prados, rumbo al sur. Pero la noche ya había caído cuando dejaron el castillo… y las criaturas salvajes, parecidas a extraños monstruos de piel verde y fibrosa, salen al encuentro de lo que para ellos es poco más o menos que comida enlatada.

Ben intenta ponerse a los mandos de la ametralladora pero uno de los más rápidos consigue saltar sobre la tanqueta, hiriéndole de gravedad en el hombro. Cae al interior del vehículo… ¡y la criatura entra con él! Sin tiempo a pensar, Ben aferra uno de los subfusiles que había en el arsenal de "Margaret 2.0" y aprieta a ciegas el gatillo. Sólo un milagro impide que las balas reboten contra las paredes del reducido compartimento. En su lugar, el pecho de la criatura se convierte en un surtidor carmesí que cubre a Ben de carne y sangre.

Cuando cae al suelo una vez muerta, la bestia recupera su forma original… mostrando a un anciano con aspecto de vagabundo.

Ben Braddock (NE): El… el viejo Phil… (suelta el arma, aun humeante)
Maese Jak Dalton (DF): Extraño artefacto, ¡por Mithra! (contempla el arma)
Lord Powell (DF): Déjeme ver esa herida, Sir Braddock… (una imposición de manos y una oración hacen que, con un leve haz de luz curativa, las heridas de Ben se cierren) Ya está.
Danny Dalton (aminorando la marcha): Muy bien, gente. Creo que hemos llegado…

Cuando salen, Ben y Danny no pueden evitar dejar fija su mirada sobre las dos inmensas torres de marfil blanco que, rodeadas por pasarelas, ascienden en la noche, iluminadas por el brillo de la luna llena. No son rascacielos… Ninguna mano humana podría construir algo así.

Maese Jak Dalton, al ser un enano, se ve obligado a permanecer dentro de "Margaret 2.0". Danny y Ben, sin embargo, tienen el privilegio de acompañar a Lord Powell hasta sus dependencias privadas, en lo más alto de una de las torres. El interior de la misma resplandece con la misma luz y aura de limpieza que el resto: muy diferente a la suciedad que imperaba en la fortaleza humana. Sin embargo, lo más sorprendente es ver caras conocidas entre la guardia elfa que circula por los pasillos. Tyler Crow, enfundado en una impresionante armadura dorada, hace un intento por impedir el acceso de dos humanos al interior de la última planta.

Y es allí, en lo más alto de la torre, donde Danny Dalton contempla la inmensidad del reino de Springfield. En la noche, se pueden ver las luces del castillo del rey Sullivan. Y un escenario sacado de un cuento de hadas… que no deja de ser, en el fondo, su propio hogar.

Mientras, pulsando un resorte en una de las estanterías que hay en la estancia, Lord Powell accede a un compartimento secreto. Allí, seguido por Ben Braddock, rebusca entre unas estanterías aun más llenas de libros y secretos. Lord Powell apenas si tarda unos segundos en encontrar lo que busca. Están a punto de abandonar la estancia cuando algo llama la atención de Ben. Es un símbolo. Una calavera gravada en la piedra, rodeada de lágrimas talladas en bajorrelieve. Intenta recordar.
Pero no puede hacerlo. De hecho, no es lo único que de repente no puede hacer.
No puede moverse. Literalmente, está paralizado.

Ben contempla impotente a Lord Powell, quien sonríe… dejándole encerrado en aquel cubil secreto. Danny aun está fuera, ensimismado por la vista de pájaro del reino de Springfield. Es entonces cuando la puerta del despacho se abre… dejando paso a un grupo de guardias armados con arcos y encabezado por Tyler Crow.

Por si necesitara alguna prueba más de su traición, Lord Powell regresa del cubil secreto con una sola palabra en los labios.

Lord Powell (DF): Matadlo.
Danny Dalton: Vale.

Es una locura y lo sabe. Como si tuviese otra opción. Esquiva el primer intento de ensartarlo con una espada y, con el mismo movimiento, agarra un busto de piedra que Lord Powell tiene en su mesa. Y mientras corre hacia el ventanal… lo arroja contra él.

Mientras los arcos se tensan y las flechas se preparan para volar hacia él; el busto abre la primera brecha en el ventanal. El resto tiene que hacerlo el propio Danny… atravesando lo que queda de cristalera con su cuerpo. Eso no evita que una de las flechas se clave en su costado. Casi de milagro, Danny consigue aferrarse a una de las pasarelas decorativas que recorren en espiral el exterior de la torre. Se desliza como si fuese el tobogán de un parque temático… pero con una flecha clavada en el costado, la diversión se convierte en dolor.

Aunque son más de diez pisos de bajada, Danny llega al suelo antes de que la guardia de Tyler Crow llegue allí. "Otra de las ventajas de que en este mundo no haya ascensores" piensa Danny mientras mete el código de acceso en la compuerta de "Margaret 2.0".

Maese Jak Dalton (DF): ¡¡Por Mithra!! (saliendo del blindado, empuñando su enorme hacha)
Danny Dalton: Es una trampa… (subiendo a la torreta y disparando contra los balcones de la torre, desde los que disparan flechas varios elfos) … ¡Póngase a cubierto!

Mientras tanto, en lo más alto de la torre, el hechizo de Lord Powell deja de tener efecto: Ben consigue salir del cubil secreto del hechicero elfo y, habiendo atraído Danny toda la atención, no le resulta difícil escabullirse empleando el mismo "tobogán improvisado" que utilizó el propio Danny.

Para cuando Ben llega al nivel del suelo, el estampido de la calibre cincuenta ha cesado por un segundo. Al ver la escena lo comprende todo: Tyler Crow y el resto de la guardia elfa permanece ante las puertas de la torre. Y unos pasos por delante está Lord Powell, con su mirada fija en Danny. El cual… está paralizado.

Lord Powell (DF): Muy bien… Y ahora quiero que utilices ese artefacto y acabes con ese miserable enano.
Danny Dalton (resistiendo el control mental): Ni… de… coña…
Ben Braddock (NE): ¡¡Danny!!

Y Ben sale de su escondrijo, corriendo como si fuesen las yardas más importantes del partido clave de la temporada. Aunque lo suyo no es el baseball, se desliza por la tierra consiguiendo hacer que Lord Powell pierda el equilibrio y, lo que es más importante, la concentración.

Tyler Crow (DF): Maldita escoria humana… (pisa la cara de Ben Braddock, dispuesto a aplastarle) ¡Muere!
Danny Dalton (libre de la parálisis): Tu primero, colega...

Los proyectiles atraviesan la armadura élfica de Tyler Crow como lo hacen con su carne. Su cuerpo cae pesadamente sobre el suelo, convertido en picadillo de carne. De nuevo, en menos de dos horas, Ben vuelve a encontrarse cubierto de sangre ajena. Pero no hay tiempo para quejarse o para mostrar repugnancia…

Lord Powell (DF): ¿Qué…? (intentando incorporarse)
Ben Braddock (NE): A dormir, amigo. (y, aun en el suelo, le propina una fuerte patada en la cara que lo deja inconsciente)

Cogiéndolo como rehén, a nuestros héroes no les resulta muy difícil salir con vida de la ciudadela élfica. Una vez en marcha, la travesía hasta el castillo les obliga a volver a cruzar los prados infestados por los monstruosos habitantes de Springfield.

Danny Dalton: Muy bien, capi… (a los mandos de la ametralladora) Voy a despejarte el camino.

Bajo la luz de la luna, el fuego automático mantiene alejados a los monstruos que osan acercarse más de la cuenta al vehículo. Mientras, con el cielo púrpura del alba, la fortaleza del castillo comienza a perfilarse en el horizonte.

Ben Braddock (NE) (a través de la megafonía) ¡LOS DEL CASTILLO! ¡EN NOMBRE DE BENJAMIN BRADDOCK, ABRID LAS PUERTAS!
Danny Dalton: ¡Capi!¡Estos bichos se acercan muy deprisa! ¡Acelera!
Ben Braddock (NE): ¡Agárrate!

Ben recuerda por un instante aquella vez, cuando aun estaba aprendiendo a conducir la furgoneta de su padre. Aquella noche de invierno en la que derrapó por la carretera. Aquella vez en la que por poco se matan su padre y él. Lo más probable era que volcasen y entraran en la fortaleza dando vueltas de campana.

Los frenos chirrían y la tanqueta traza un giro de ciento ochenta grados mientras de los bordes de las puertas principales saltan chispas y esquirlas de piedra. Las voces de los guardias gritando "cierren las puertas" resuenan por toda la muralla mientras "Margaret" hace su entrada triunfal en el patio de armas de la fortaleza.

Danny Dalton: Capi… No ha estado mal.
Ben Braddock (NE): ¿Qué…? (aun alucinado) Ah… Gracias.

Habiendo dejado a un inconsciente Lord Powell atado a la camilla de "Margaret", Danny y Ben, junto a Maese Jak Dalton, salen al exterior. Allí, docenas de guardias y soldados corren de un lado para otro, preparándolo todo para la lucha final. El color púrpura en el cielo es solo un aviso de que el amanecer llegará de un momento a otro. Y con él, los problemas.

Ben y Danny ven salir de una de las torres al profesor Marcus Vanister acompañado de Billy Whitehouse. Ambos tienen marcas evidentes de haber sufrido una dura pelea…

Danny Dalton (viendo el estado en que se encuentran): Vale. Imagino que ya sabéis que era una trampa.
Ben Braddock (NE): Profesor, ¿qué…?
Profesor Marcus Vanister (NE): Morgan Kyle, señor Braddock. O su versión en este mundo al menos… Intentó matarnos mientras estaba investigando en la biblioteca de mi alter-ego mago. Por suerte… (señala a Billy)
Danny Dalton: La constante Whitehouse, ¿no, profe?
William Whitehouse (DF) (sin entender de lo que hablan): Mi... ¿qué?
Profesor Marcus Vanister: ¿Y ustedes?
Ben Braddock (NE): Otra constante. La de que los Powell son escoria traicionera…

Ben extrae de su cinto el pergamino que le arrebató a Lord Powell y acude a los establos, de los cuales sale un visiblemente agotado Fred Fesster.

Maese Fesster (DF): Sir Braddock… Su hermano ha sido enviado a las catacumbas y encadenado, como dijo.
Ben Braddock (NE): De acuerdo… (le entrega el pergamino) Lord Powell no quería devolver el alma de Garius Voldan, sino justamente lo contrario. Este es el hechizo… ¿podrías darle la vuelta?
Maese Fesster (DF): ¿Invertir los efectos? No lo sé…
Ben Braddock (NE): Fred, no tenemos mucho tiempo…

Como si necesitase una confirmación de ello, un escalofriante alarido surca el cielo púrpura del amanecer. Durante un segundo, todos los guardias y soldados quedan paralizados por el miedo. Es justo lo que necesita el dragón de hueso para hacer su aparición, sobrevolando la fortaleza ¡y arrojando una lluvia de ácido sobre el patio de armas!

Ben Braddock (NE): ¡Vamos! (ayudando a Maese Fred) ¡Profesor, conmigo!
Profesor Vanister (NE): ¡Señor Braddock! (corriendo como él hacia la torre) ¿Dónde está el señor Whitehouse?
Ben Braddock (NE): ¿Billy? (se da la vuelta, apenas con el tiempo justo de ver como Billy queda atrapado entre la lluvia de ácido y Margaret) ¡¡¡Billy!!!

En mitad del caos que impera en el patio de armas, Danny Dalton apenas si puede reaccionar cuando el vómito de ácido cae sobre él. Se aferra instintivamente a su subfusil, como si aquello fuese a salvarle.
Pero no es eso lo que le salva.
El ácido, como una ola de dolor y muerte, salpica y quema el ala plateada de la gigantesca dragona. Pero no llega a tocar ni un solo ápice de la piel de Danny Dalton.

Danny Dalton: Alma…
Alma (DF) (telepáticamente): Sube, Daniel Dalton.

Y mientras el fuego provocado por el ácido, entre los gritos de los soldados y el humo de la batalla que acaba de comenzar, Danny Dalton sube a lomos de un gigantesco dragón plateado.

Recostado contra la chapa metálica del extraño carruaje que trajo a estos falsos héroes a su mundo, Billy Whitehouse sonríe mientras muere lentamente. Las quemaduras lo matarán en cuestión de minutos. Pero no le importa. La profecía se ha cumplido: el jinete y el dragón se alzan en el cielo, dispuestos a acabar con el mal que infecta a su pueblo.
Aunque quizá no es el jinete que había imaginado.


Y mientras su oponente encapuchado sostiene una lanza sobre su dragón de hueso y muerte; Danny Dalton se acomoda a lomos de Alma… y quita el seguro de su subfusil Heckler & Koch.

Danny Dalton: Muy bien, tío feo… Vamos a jugar.

CONTINUARÁ…

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