lunes, 22 de junio de 2009

Sesión 20-06-09 (Parte 1 de 2)

ANTERIORMENTE, EN NEVERFIELD...
Marcus Vanister: Creo que nuestra prioridad es reparar la "Alfombra Mágica" y regresar a nuestro mundo, procurando no alterar aún más el curso de los acontecimientos de esta realidad paralela…

ARROJADOS A UNA ODISEA ENTRE DIMENSIONES ALTERNATIVAS…
Profesor Vanister (NE): Es la tanqueta. Lo que ha construido tu padre no es una máquina de salto dimensional. Es una máquina de guerra.

ENGAÑADOS POR EL LIBRO DE LAS SOMBRAS…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!

CAPTURADOS POR WOLFRAM & HART…
Gavin Park (ND): Si, Roth, muchacho. Ahora yo soy el jefe de equipo. La señora Kauffmann acaba de ascenderme… (sonríe) ¿no te lo había dicho?

CONDENADOS A ENMENDAR SUS PROPIOS ERRORES…

Gavin Park (ND): Mira, Roth… (se acerca a él) Los dos sabemos que en Wolfram y Hart hay muchos intereses enfrentados. Y estoy seguro de que los dos tenemos nuestros propios intereses.

… O A MORIR EN EL INTENTO.
Gavin Park (ND): Vanister y Roth… Señora Kauffmann, se lo advierto: puede que trabajen para alguien de dentro de Wolfram y Hart.

Episodio 3x10.-
VLADIMIR KAMINSKI contra WOLFRAM & HART

Aeropuerto de Los Ángeles.
2:45 AM.


“... lo que muchos llaman ya “la maldición Grant”. Un año después del atentado que dejó graves daños en la orgullosa Torre Grant, el evento organizado por el magnate neoyorquino tuvo que ser cancelado a causa de las sospechas de un nuevo complot terrorista contra él. Fuentes próximas aseguran que Gideon Grant se encuentra fuera de peligro, recuperándose de la...”

La periodista no llega a terminar la frase: el monitor de televisión, junto a los otros siete que emitían la noticia por distintos canales, se funde en una cascada de chispas. Los murmullos se extienden por la terminal del aeropuerto mientras varios operarios acuden extintor en ristre, dispuestos a aplacar el pequeño incendio que han provocado los televisores. Cuando dentro de un par de horas abran el vientre de esos monitores probablemente se pregunten cómo demonios se han podido fundir desde dentro.

Gavin Park sonreiría de no ser porque conoce la respuesta. A fin de cuentas, hacer que las cosas se derritan ante su mirada es uno de los terroríficos poderes que ostenta Sarah Kauffmann, enviada de los Socios Fundadores, alta ejecutiva de Wolfram y Hart y, actualmente, su jefa directa.

Sarah Kauffmann (ND): Estoy muy decepcionada, señor Park... Mucho.

Junto a dos guardaespaldas, Gavin camina junto a la enfurecida ejecutiva, tratando de buscar una excusa. Su mejor excusa.

Gavin Park (ND): No sé cómo el profesor Vanister pudo llegar tan deprisa a Nueva York. Sin duda recibe ayuda de quien sea que le ayuda desde dentro del bufete...
Sarah Kauffmann (ND): Es obvio quien ha ayudado al señor Vanister. Y sin duda, también está empleando a Braddock y Dalton en mi contra.

Apenas han salido de la terminal y ya está ahí la enorme limusina de Kauffmann. Un criado oriental ciego, anciano, alto y delgado como un palillo abre gentilmente la puerta del coche a la señora Kauffmann.

Sarah Kauffmann (ND): Es Holland Manners, señor Park. Es él quien está ayudando a Vanister y los demás. Debería aprovechar el hecho de que estarán ausentes las próximas horas para tratar de averiguar algo más sobre ellos. Estoy...

El sirviente la interrumpe un instante, susurrando algo a su oído. Gavin no puede ni imaginarse lo que es. Pero sin duda debe ser una terrible noticia. El semblante de por sí furioso de Kauffmann se torna incluso pálido. ¿Es miedo lo que ve Park en los ojos de la zorra infernal?

Sarah Kauffmann (ND): Señor Park, tengo... asuntos importantes que atender. Espero por su bien que en las próximas horas encuentre alguna pista que demuestre la implicación del señor James Roth, Vanister y demás con Holland Manners. Nadie me decepciona dos veces y vive para contarlo, señor Park.

La limusina se aleja mientras Park trata de acallar esas voces que le repiten una y otra vez “estás en un aeropuerto, muchacho: ¡pilla el primer vuelo a cuanto-más-lejos-mejor y pon un océano de por medio entre tú y esa jodida puta demoníaca!”

Pero, en lugar de eso, Park hace un gesto a uno de los taxis que se apilan en el acceso del aeropuerto. El conductor, un chico de apenas veinte años y estética de los Beach Boys.

Stewie (ND): ¿A dónde, colega?
Gavin Park (ND): Cien pavos si me llevas volando al Hotel Ambassador.
Stewie (ND): Por cien pavos le llevo al infierno si quiere, colega.
Gavin Park (ND): Por el momento, el Ambassador bastará... Gracias.

Son las tres de la madrugada y está agotado. Pero el inocente comentario de Stewie, el taxista, ha bastado para recordarle a Park lo que se está jugando. No hay tiempo para descansar: conecta su portátil y teclea frenéticamente, tratando de bucear entre las fichas de personal de Wolfram y Hart. “Veamos quien eres realmente, James Roth...” Las sospechas son claras: Roth es el único de Wolfram y Hart que ha tenido contacto con Vanister y los chicos. Sin duda el primer candidato en una lista muy corta de posibles topos enviados por Holland Manners para buscar las cosquillas a Kauffmann.

Es entonces cuando se activan tres defensas informáticas. Tres barreras para proteger un simple archivo de personal. Park teclea a toda velocidad, luchando por borrar sus huellas. Parece que es demasiado para sus habilidades como hacker. Tendrá que buscar ayuda... y Park sabe exactamente a quien llamar.

Pero antes de poder hacerlo, su taxista frena el coche.

Stewie (ND): Eh, ¿colega?... El Ambassador.

Gavin baja del taxi con la tarjeta de Stewie entre los dedos: parece que se ha ganado un chofer de confianza. Camina bajo una insípida pero molesta lluvia, en una madrugada incómoda. Está a pocos metros de la marquesina del hotel cuando ve a dos miembros del personal de seguridad sacando la basura... por la puerta principal.

El vagabundo forcejea, soltando improperios en un idioma que parece venir del bloque del Este. Los guardias de seguridad no le entienden ni les importa. Cuando lo dejan en la calle, se dan la vuelta, de regreso al Ambassador.

Park pasa junto al vagabundo, sintiendo ese escalofrío que le recorre el espinazo siempre que está a punto de meterse en problemas. Cuando siente la mano del pordiosero aferrarse a su pierna, sus sospechas se confirman.

Gavin Park (ND): Eh, amigo... No...
Vagabundo (ND): Usted.... Usted les conoce...

El tipo luce un chubasquero marrón, sucio y mojado. Aparenta unos treinta años, es más gordo que corpulento y lo mira con unos ojos verdes inyectados en sangre. Sangre... como la que mana por su nariz.

Gavin Park (ND): Oiga, amigo... Su nariz...
Vagabundo (ND): ¡Usted les conoce!
Gavin Park (ND): ¿Conocer... a quien?
Vagabundo (ND): ¡A los viajeros! ¡Usted conoce a los viajeros que vinieron de otro mundo!

Callejón próximo al Hotel Ambassador.
3.32 AM.

Una vez más, Cordi había acertado de pleno.
Ángel se aproximó al borde de la azotea, contemplando los cuatro pisos en caída libre que lo separaban del asfalto mojado del sucio callejón. El vagabundo apareció tambaleándose sobre sus propios tobillos mientras gesticulaba y hablaba de forma atropellada, entre nervioso y delirante. Hace más de cien años que no escucha el acento pero Ángel no lo duda: es ruso, probablemente de las regiones próximas al estrecho de Bering. Si ese vagabundo es el protagonista de una de las visiones de Cordi es porque los “Grandes Poderes” quieren protegerlo de un peligro inminente. La pregunta ahora era… ¿qué peligro?

Gavin Park (ND): Tranquilo, amigo, tranquilo… Explíqueme detenidamente eso de los viajeros.

El tipo que acompaña al sin techo va vestido con un traje de dos mil dólares. Su ritmo cardíaco es acelerado y es definitivamente humano. Por un segundo, Ángel se plantea que quizá sea ese pobre tipo quien va a ser víctima del vagabundo. Empieza a barajar posibilidades (un cambiaformas, un vampiro de las alcantarillas, un brujo…)
…hasta que escucha la palabra mágica.


Vagabundo (ND): Sé que… triabajas para Wolfram y Hart… Pero ieres amigo de los viajeros… Debo advertierles…

“Wolfram y Hart”. Si su estómago aun funcionase, Ángel sentiría ganas de vomitar: desde las alturas, escucha como el tipo trajeado y oriental reconoce trabajar para ese bufete de alimañas demoníacas. Por lo poco que ha dicho el vagabundo, parece que éste ha conseguido escapar de uno de los muchos cubiles que la firma tiene en Los Ángeles para solo el Diablo sabe qué impíos propósitos. Eso da igual ahora: ya tendrá tiempo de hablar con el sin techo… en cuanto dé buena cuenta del picapleitos.

Su gabardina negra ondea al viento mientras se deja caer. Sus pies tocan el suelo, interponiéndose entre el vagabundo y el trajeado.

Angel (ND): Esté tranquilo, señor. Me llamo Ángel y estoy aquí para protegerlo… (se gira y mira a Park) Esto no llevará mucho tiempo…
Gavin Park (ND): ¡Joder…! (saca su pistola) ¿Quién eres tú?
Angel (ND): ¿Y… (sorprendido, mirando más allá de Park)… ¿quien es él?
Gavin Park (ND): Vamos, ¿de verdad crees que caeré en un truco…?

Gavin enmudece al escuchar unas guturales palabras en japonés a su espalda. Al darse la vuelta, tanto él como Ángel pueden ver una figura que los observa desde el acceso del callejón. Mide dos metros y algunos centímetros más, luce una melena larga junto con una barba poblada. Su indumentaria, como su aspecto, son los de un vagabundo. Por un momento, casi parece una simple pelea de sin techos.

Es entonces cuando un coche atraviesa la avenida y sus faros iluminan por un segundo el callejón. Dura un parpadeo… lo suficiente como para que Ángel y Park vean proyectada la auténtica sombra del vagabundo japonés en la pared. La sombra de un temible samurai, enfundado en su armadura de batalla… y katana en ristre.

Ángel (ND), (murmurando para sí): “¿Para qué vas a ir armado, Ángel?” “No necesitarás tu espada, Ángel”… Es la última vez que te hago caso, Wes…

Con un feroz grito de samurai, el vagabundo se lanza contra Ángel. Éste acepta el reto y corre en su dirección. Una patada que habría decapitado a cualquier humano apenas si tuerce de forma imposible la mandíbula del gigante japonés. Con una sonrisa, el coloso se recompone la quijada y se lanza de nuevo contra Ángel.

Ángel (ND): Vale… (mira hacia la entrada del callejón: se escucha un camión de la basura acercándose) Plan B.

El gigantón está tan cegado por su frenesí de samurai que no reacciona a tiempo: Ángel aguarda el tiempo necesario para retirarse un poco y efectuar un derribo. El gigantón tropieza y se estrella contra el camión de basuras. El impacto es tal que su cuerpo acaba estampado contra un escaparate de una lujosa boutique.

Ángel se da la vuelta, pensando que quizá ha sido una treta de distracción por parte del ejecutivo de Wolfram y Hart. Sin embargo, esa teoría se desvanece en cuanto comprueba que el trajeado está siendo atacado por un peculiar oponente. No llegará a los veinte, viste con ropa de cuero negro y lleva el pelo cortado en punta y tintado de violeta. Una especie de aureola de polvo de jade envuelve a la adolescente japonesa que intenta estrangular al tipo de Wolfram y Hart. “¿Debo salvarlo?”

Antes de poder contestar, Park consigue zafarse y encañona con su pistola a la chica. Ésta se desvanece en el aire, en un estallido de luz verde acompañado de una polvareda de jade.

Ángel (ND): Definitivamente, no son humanos… (mira a Park) ¿Amigos tuyos?
Gavin Park (ND): Claro…(irónico) Por eso han intentado matarme. A mi y a…

Va a señalar al vagabundo. Pero éste yace en el suelo. Inconsciente. Mientras Park trata de reanimarlo, Ángel no necesita acercarse para comprobar que apenas tiene pulso.

Ángel (ND): Necesita un hospital… (lo coge en brazos) Y lo tendrá.
Gavin Park (ND): El más próximo es el Saint Betheleem… Nos vemos allí, ¿de acuerdo?

Ángel no le responde. Por un momento se plantea llevarlo directamente a “Investigaciones Ángel”. Pero lo cierto es que necesita ayuda médica. Y si no lo lleva a ese hospital, posiblemente muera. Maldita sea...

Gavin Park (ND): ¿¡De acuerdo!? (Park ve impotente como Ángel alcanza la azotea de un solo salto) Jodidos vampiros…

Es en ese momento cuando suena su móvil. Es Sarah Kauffmann… ¿Quién dijo que la noche no podía empeorar?

Gavin Park (ND): Park.
Sarah Kauffmann (ND): ¿Señor Park? (por teléfono)
Gavin Park (ND): Verá, señora Kauffmann, yo…
Sarah Kauffmann (ND): Escúcheme, señor Park. Hay un cambio en sus prioridades. Una de nuestras instalaciones de investigación en Los Ángeles ha sufrido un ataque hace unas horas… y uno de nuestros mejores videntes ha desaparecido.

Y Sarah Kauffmann empieza a hablarle de Vladimir Kaminski, el psíquico precognitor desaparecido. Cuando ve la foto del tal Kaminski y reconoce sus facciones en el rostro de aquel vagabundo que ha dejado en manos de ese vampiro…

Es entonces cuando Park ya sabe que está metido de mierda hasta el cuello.

Sarah Kauffmann (ND): Encuéntrelo y tráigamelo con vida… con la mayor discreción. ¿Ha quedado claro?
Gavin Park (ND): Sólo una última cosa, señora Kauffmann… ¿conoce a un tal “Ángel”?

CONTINUARÁ…

1 comentario:

Unknown dijo...

Que me molo este capitulo ^__^ ¿Tendra algo que ver con el personaje que interprete? jejejeje.

A ver la siguiente parte ;)