jueves, 18 de junio de 2009

Sesión 13-06-09 (Parte 2 de 2)

PREVIAMENTE, EN "RINGS"...
(http://rings-therpgseries.blogspot.com/)

...Y ANTERIORMENTE, EN NEVERFIELD...
Marcus Vanister: Creo que nuestra prioridad es reparar la "Alfombra Mágica" y regresar a nuestro mundo, procurando no alterar aún más el curso de los acontecimientos de esta realidad paralela…

ARROJADOS A UNA ODISEA ENTRE DIMENSIONES ALTERNATIVAS…
Profesor Vanister (NE): Es la tanqueta. Lo que ha construido tu padre no es una máquina de salto dimensional. Es una máquina de guerra.

ENGAÑADOS POR EL LIBRO DE LAS SOMBRAS…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!

CAPTURADOS POR WOLFRAM & HART…
James Roth (ND): El señor Manners tiene el Corazón de Krahan... aunque ustedes lo conocen mejor como "el prisma".
Ben Braddock (NE): Pero no tenemos la máquina de salto dimensional... así que no nos vale para nada.

CONDENADOS A ENMENDAR SUS PROPIOS ERRORES…
Ben Braddock (NE): ¿Qué ocurre, Danny? ¿De quién es esa carta?
Danny Dalton (leyendo): Leonard…es de Leonard.
Ben Braddock (NE): ¿Quieres decir que ellos le tienen? ¿Que está ... vivo?

… O A MORIR EN EL INTENTO.
Ben Braddock (NE): No… No puede ser…
Padre Vincent Layton (ND): Me temo que si. Fred Fesster es una de las almas que deberán capturar.

Episodio 3x09.-
RINGS contra NEVERFIELD (Parte 2 de 2)

Vestíbulo de la Torre Grant.
Nueva York, 20.16 horas.
Marcus Vanister.

Los flashes cubren la alfombra roja. Por suerte, los periodistas y paparazzis están más centrados en las celebridades que bajan de las limusinas como para fijarse en la peculiar pareja que pasa en segundo plano, justo por detrás de una modelo anoréxica y un célebre rapero. Un escalofrío recorre la espalda de Marcus Vanister cuando piensa que quizá esa pareja sean de los elegidos por Gideon Grant para recibir uno de los veinte anillos demoníacos con los que piensa premiar a las celebridades neoyorquinas.

Su mente regresa al aquí y al ahora cuando su acompañante le aprieta el brazo.

Amanda Lomax (ND): Fíjese, profesor... Ahí está Grant. Y... Oh Dios...

La joven enmudece al reconocer a Bradley Braddock y a James Hetfield entre los guardaespaldas que acompañan a Gideon Grant. El profesor Vanister comparte la impresión de la joven... pero por distinto motivo.

Amanda Lomax (ND): No reconozco a la mujer con la que habla Grant. La que va acompañada de ese individuo oriental.
Profesor Vanister (NE): Me temo que yo si les conozco... a los dos. El individuo oriental es Gavin Park y la mujer es Sarah Kauffmann, de la directiva de Wolfram y Hart en Los Ángeles...
Amanda Lomax (ND): Oh, Dios...
Profesor Vanister (NE): Hay demasiada seguridad en el edificio... Espero que mis jóvenes amigos hayan pensado como acceder.
Amanda Lomax (ND): Parecen muy intrépidos, la verdad...
Profesor Vanister (NE): Eso, señorita Lomax, es precisamente lo que me preocupa...

Sobrevolando la Torre Grant.
Nueva York, 20.21 horas.
Danny Dalton y Ben Braddock.

Policía Metropolitana (por la radio): Atención, vuelo no identificado. Le habla el departamento de policía de Nueva York. Está violando espacio aéreo restringido. Por favor, identifíquese...

Mientras la avioneta tiembla con cada turbulencia del aire, el piloto, Pete Beaumont, mira hacia atrás: en la plataforma de salto, se encuentran los dos jóvenes agentes del FBI que se presentaron hace una hora en su oficina de Queens. Cuando Pete montó su escuela de paracaidismo nunca pensó que recibiría un encargo como aquel...

Pete Beaumont (ND): ¡Oigan! ¡Ya estamos en la zona de salto pero tengo a la policía al otro lado de la radio!. ¿¡Les digo que es un asunto federal!?

Danny y Ben se miran por un segundo. Ambos sabían que, por muy bien que funcionasen las identificaciones psíquicas que Wolfram y Hart les habían proporcionado, la policía iba a estar vigilando los alrededores de la Torre Grant. Sobre todo teniendo en cuenta que, hacia cosa de un año, ese mismo edificio había sufrido un atentado terrorista mediante la táctica del helicóptero kamikaze.

Pete Beaumont (ND): ¿¡Qué les digo!?

Danny se limita a sonreir y presiona la palanca. El suelo se abre bajo sus pies y los de Ben. Y de repente, sus estómagos sienten la presión de quien se ve privado del suelo. Danny lanza un alarido triunfante mientras la adrenalina se dispara. Ben, sin embargo, no reacciona bien ante el movimiento sorpresa de su compañero... y abre el paracaídas tan rápido que éste se engancha en el ala de la avioneta. La presión en torno a su cuello no deja lugar a dudas:
o corta las amarras y se deja caer al vacío. O morirá ahorcado a cientos de metros del suelo.

En menos de un segundo, Ben da gracias a Dios por dos cosas. La primera, llevar consigo una pequeña navaja multiusos. La segunda, contar con un paraca de emergencia.

A varios cientos de metros por debajo, Danny siente el viento golpear su cuerpo. Apenas alcanza a ver nada. Las luces de la ciudad van haciéndose más brillantes y es entonces cuando descubre que la Torre Grant se aleja de su trayectoria. Aterrizar en mitad de la calle será la mejor forma de llamar la atención de la seguridad del edificio. Aunque no será ni la mitad de malo que aterrizar con los dientes, claro.

En ese momento, Danny siente la mano de alguien que le toma del brazo derecho. A su lado, Ben mueve frenéticamente sus manos, tratando de indicar a Danny que ha llegado la hora de tirar de la anilla.

Menos de tres minutos después, ambos se encontrarán sobre la azotea. Pero lo que pasa en esos eternos instantes se pierde en el mar de adrenalina que llena la cabeza de los dos. Ben rueda por el suelo de la azotea de la Torre Grant, revolviéndose y enredándose en su paracaídas. Para cuando logra liberarse del mismo, Danny lo mira como un James Bond cualquiera: aun con el paracaídas a la espalda, con su elegante traje de chaqueta negro y fumando un cigarrillo.

Danny Dalton (satisfecho): Debo reconocerlo, Capi... esto del paracaídas ha molado un huevo.
Ben Braddock (NE): Si... (entre asustado y agotado) Un huevo... Lo que tu... (sorprendido) Oh, mierda...

Danny se da la vuelta y ve el cuerpo de un guardia de seguridad de la Torre Grant. Yace a varios metros de un helicóptero que reposa sobre la plataforma del helipuerto. En su pecho, una pavorosa herida de escopeta. Si no está muerto, le queda poco.

Danny Dalton: Capi... Creo que alguien se nos ha adelantado.

Salón de Recepciones. Planta Baja de la Torre Grant.
Nueva York, 20.32 horas.
Marcus Vanister.


Gavin Park (ND): En efecto, trabajo para Wolfram y Hart. Me llamo Gavin Park...

Le tiende la mano, sonriente y diligente como siempre. El profesor Vanister sonríe bajo su barba postiza: un acento alemán y un poco de interpretación de teatro aficionado parecen ser suficientes para que Park no sospeche de él. Una pena que a Vanister no le importe lo más mínimo revelar sus cartas. No a Park. No a alguien que tiene tanto perder como ellos. Sobre todo ahora que Amanda está lo bastante lejos como para verse involucrada.

Gavin Park (ND): Y dígame, Herr Vandervilt... ¿Cuál es el problema que nuestro bufete puede solventarle?
Profesor Vanister (NE): Verrá, tratarrse de... (se acerca en confidencia y revelando su auténtica voz) ... de un socio traidor.

A juzgar por la velocidad en la que Park trata de zafarse de su mano, Vanister deduce que su esfínter acaba de pasar a Defcon 2.

Gavin Park (ND): Vaya... eh... (mira para todos lados, tratando de escabullirse) Acabo de recordar algo... Si me disculpa...
Profesor Vanister (NE): Si cree que puede jugárnosla, señor Park... piense que usted también tiene asuntos por los que responder. ¿O cree que he olvidado lo que ocurrió en aquel aeródromo?

El miedo es mayor que su prudencia y Gavin se zafa de un fuerte tirón, quedando libre de la presa de Vanister. Éste lo ve alejarse, perderse entre la gente. Parece que ha conseguido asustarlo.
O al menos eso es lo que el profesor espera.

Profesor Vanister (NE): Espero que el señor Dalton y el señor Braddock tengan más suerte...

Azotea de la Torre Grant.
Nueva York, 20.40 horas.
Danny Dalton y Ben Braddock.

Ben Braddock (NE): ¡Por fin! ¡Ya era hora!

Aun con sus armas encañonando al joven, los dos guardias de seguridad se miran confusos. A menos de cinco metros, junto al cuerpo de uno de los suyos, un joven trajeado permanece arrodillado, intentando hacer un torpe masaje cardíaco.

Ben Braddock (NE): ¡Soy yo quien les ha llamado! (saca su cartera de la chaqueta y la abre ante ellos) ¡Agente Meadaboy, FBI!

Pero en esa cartera los dos guardias de seguridad no ven nada. Absolutamente nada. Comparten una mirada fugaz y asienten. Uno de ellos se acerca y un segundo antes de que pueda lanzarse sobre Ben, éste se adelanta a su movimiento. Consigue reducirlo a tiempo de ver como Danny sale de entre las sombras, encargándose del segundo guardia.

Danny Dalton: Te dije que confías demasiado en ese cacharro psíquico de Wolfram y Hart, Capi... (mira a los guardias de seguridad) No tardarán en dar la alarma.
Ben Braddock (NE): Pues entonces... (sostiene la pistola de uno de los guardias) Entonces vamos a darles un buen motivo de alarma.

Danny sigue la mirada de Ben hasta una de las esquinas de la azotea. En ella, hay un kit completo de lucha contra incendios. Dos máscaras antigás... y un extintor.

Danny Dalton: ¿Qué...? (sonríe) No estarás pensando...
Ben Braddock (NE): Si, Danny... Lo estoy pensando.

Salón de Recepciones. Planta Baja de la Torre Grant.
Nueva York, 20.40 horas.
Marcus Vanister.


Gideon Grant (ND): Señoras y caballeros: un segundo de atención, por favor...

Un centenar de cabezas se giran al unísono: junto al atril de presentaciones, los focos se centran en la silueta de Gideon Grant.

Gideon Grant (ND): Vamos a proceder con la entrega de los galardones. Sin embargo, por motivos de seguridad, la ceremonia se llevará a cabo en una habitación a parte. Por supuesto, y como no quiero que ninguno de los presentes se pierda el magnífico discurso que he preparado...

Las luces se encienden de nuevo y revelan una gigantesca pantalla plana que surge de una de las paredes. Los aplausos no tardan en aparecer mientras Gideon Grant abandona el atril, bajo los flashes de las cámaras. Sarah Kauffmann, acompañada de Gavin Park, entra en la habitación. Tras ella, Bradley Braddock y James Hetfield.

El profesor Vanister prueba un sorbo de champagne, tratando mantener una imagen de tranquilidad absoluta. Pero no puede... Tiene que hacer algo. O veinte de las personas más influyentes de una de las ciudades más importantes del planeta se convertirán en demonios.

Marcus Vanister (NE): Esto… (murmurando) Esto no es una buena idea…

Pero antes de poder pensarlo dos veces, sus manos ya han activado la alarma de incendios. La confusión y el miedo se propagan a la vez que los murmullos de la concurrencia.

Gideon Grant (ND): Tranquilícense, por favor. No hay motivos para…

Y es en ese instante cuando todos sienten el rumor inequívoco de una explosión lejana. Los muros vibran por un segundo.

La siguiente señal de que algo va mal es el estruendo de uno de los cinco ascensores del edificio estampándose contra el suelo de la planta baja.


Escaleras de la Torre Grant.
Nueva York, 20.43 horas.
Danny Dalton y Ben Braddock.

Agente de Seguridad 1 (a través de un walkie): Repito, una explosión en la planta diez. No, aun no sabemos nada…
Agente de Seguridad 2: Espera, Ted… Mira.

De entre el humo, surgen dos figuras. Llevan elegantes trajes negros y lucen las máscaras antigás reglamentarias contraincendio. Una de las dos figuras carga con la segunda, que parece malherida.

Agente de Seguridad 1: Dios, ¿qué ha pasado?
Enmascarado 1: El ascensor de la planta 10… Dios, es horrible. ¡Hay más gente ahí arriba! ¡Necesitan ayuda!
Agente de Seguridad 2: Muy bien, quedaos aquí. (al otro agente) ¡Vamos!

Una vez han desaparecido escaleras arriba, Danny Dalton se quita su máscara por un segundo y sonríe.

Danny Dalton: Y el Oscar al Mejor Actor es para…
Ben Braddock (NE): Vaya… (quitándose la máscara) ¿Quién iba a pensar que un extintor iba a provocar semejante explosión?
Danny Dalton: Capi, a veces das miedo… Bueno, ¿y ahora?
Ben Braddock (NE): Ahora a los subterráneos. Allí está el generador. Lo apagamos y esperamos que el profe haga su parte.

De nuevo con las máscaras antigás ocultando sus rostros, Danny y Ben consiguen llegar hasta la planta baja. El caos y la confusión que se ha extendido entre los invitados a la fiesta pone las cosas fáciles a la hora de llegar hasta el sótano.

Otra cosa que ayuda, claro, es descubrir que alguien ha llegado antes que ellos: las dos cerraduras de seguridad han sido reventadas y otros dos agentes de seguridad yacen en el suelo con heridas de escopeta.

Danny Dalton: Joder… (aferra su pistola) Vale. Sea quien sea, tiene que estar ahí dentro. A la de tres. Uno, dos…
Ben Braddock (NE): ¡Tres!

Bajo las luces rojizas de emergencia, el sótano es un lugar mucho más claustrofóbico de lo que podían esperar. Entre un sin fin de tuberías y conductos, un viejo y corpulento conocido de Ben y Danny los mira mientras manipula uno de los depósitos de agua.

Arthur Craig (ND): ¿Qué pasa, amigos?
Ben Braddock (NE): Señor Craig… Veo que al final ha podido venir.
Arthur Craig (ND): Veinte anillos son muchos anillos…
Danny Dalton: ¿Y qué se supone que está haciendo?

Danny observa como Craig vierte el contenido de una botella marcada con una cruz en el interior de uno de los conductos. Ben los mira, siguiéndolos con la mirada. Y entonces, con el sonido de la alarma contra incendios sonando en el piso de arriba, lo comprende.

Ben Braddock (NE): Espera… Agua bendita, alarma contraincendios… Oh, joder…
Arthur Craig (ND): Si. Y ahora, id a por ese bastardo de Grant. Creedme... Va a preferir haberse quedado en el infierno.

Y a modo de confirmación, un grito completamente inhumano eclipsa la alarma contraincendios.

Salón de Recepciones. Planta Baja de la Torre Grant.
Nueva York, 20.44 horas.
Marcus Vanister.


Hace un segundo que los aspersores se han puesto en marcha. Marcus Vanister pensaba que iba a ser mucho más difícil, la verdad. Pero el hecho de que tanto Gideon Grant como la mayor parte de la comitiva que lo acompañaba comiencen a rugir de dolor deja claro que el agua ha sido debidamente consagrada.

Y Vanister se sorprende a sí mismo utilizando la palabra “milagro”. Gideon y compañía están demasiado ocupados tratando de salir del edificio. Apartan y empujan a todo el que se pone en su camino. En uno de los golpes, la tarima en la que se encuentran los anillos cae al suelo. Dos miembros del equipo de seguridad se lanzan a recogerlos. Marcus Vanister no deja escapar la ocasión…

Profesor Vanister (NE): Caballeros… (muestra su credencial psíquica) Jefe de Seguridad de la Grant Corporation. Yo me haré cargo de esto, ¡ustedes protejan al señor Grant!

Con sus manos temblorosas y amparado en el caos y la confusión que reinan en la estancia, Marcus atesora los veinte anillos en sus manos. Deja caer la mayoría en el interior del estuche.
La mayoría, si. Pero no todos.
Los últimos diez reposan entre las palmas de sus manos. Los contempla, hipnotizado.

Cada uno de estos anillos alberga un poder inmenso… Con ellos quizá tengamos una oportunidad de enfrentarnos a Sarah Kauffmann. Podríamos plantar cara a Wolfram y Hart. Puede que incluso nos permitan regresar a casa…”

Lentamente, uno a uno, cada anillo va ocupando uno de sus dedos. El ritmo de su corazón se acelera, con la adrenalina de quien sabe estar jugando a una ruleta rusa con cinco balas en el tambor.

Cuando se incorpora, estuche bajo el brazo, Marcus Vanister se siente como nunca antes se había sentido.

Profesor Vanister (NE), (a sí mismo): Muy bien, Marcus… Recuerda que eres mortal.

Salida de Emergencia. Zona de Servicio de la Torre Grant.
Nueva York, 21.04 horas.
Gideon Grant.


Una vez fuera, el dolor cesa. Siente su piel marcada por las quemaduras mientras piensa en las formas (terribles y dolorosas) en las que el responsable va a pagar por esto. La escoria de Wolfram y Hart no ha tardado en poner pies en polvorosa: probablemente quieren desentenderse de todo ese fiasco. Él no puede hacer lo mismo. Es su casa. Alguien se ha meado en su casa y ese alguien va a pagar por ello.

Desde el umbral de la puerta de servicio, ha contemplado cómo sus marionetas, Bradley Braddock y James Hetfield han fracasado en la intentona por frenar a quienes parecen responsables de aquel desastre. El primero yace inconsciente entre los restos de la limusina que uno de los intrusos utilizó para intentar escapar. La condujo el tiempo suficiente como para que Bradley se aferrara al techo de la misma… y saltó a tiempo de que chocase contra un autobús que iba en dirección contraria.

El otro intruso también lleva márcara antigás y acaba de romper el brazo de Hetfield, arrebatándole el anillo que le proporcionaba el poder de la llama verde de Inconnuma. Aunque no puede ver sus caras, Gideon comprende que deben conocer el poder de los anillos pues el segundo de los intrusos no duda en colocarse el anillo de Inconnuma e intenta usarlo contra él. Idiota.

Con toda la facilidad del mundo, Gideon evita la descarga y alza la mano, dejando ver los cinco anillos que acumula en su puño.

Gideon Grant (ND): Y ahora… (susurro) MUERE.

El enmascarado gime de dolor e hinca la rodilla en el suelo. Gideon aun desconoce sus identidades. Bah. Es lo de menos: tendrá tiempo de diseccionarlas y colgarlas de su colección privada cuando acabe con ellos.

Gideon Grant (ND): No sé quienes sois… pero lo vais a…

No termina la frase. Un dolor como el de una aguja de coser seccionando un globo ocular estalla a la altura de su frente. El agua bendita se clava en su piel junto las esquirlas de cristal de una elegante copa de champagne.

Parcialmente cegado por el dolor y las quemaduras, Gideon golpea a ciegas a su atacante, arrojándolo al otro lado de la avenida.

Danny Dalton: Joder, menudo golpe. Pero parece que aun respira.
Ben Braddock (NE): Si. Llévate al profesor… (encuentra el estuche con los anillos oculto en su chaqueta) ¡Nos vemos en el Rialto!
Danny Dalton: Pero, ¿qué piensas hacer?
Ben Braddock (NE): Tengo que sacar a Brad de aquí… ¡Corre!

La visión va regresando y Gideon contempla al joven que yace arrodillado junto a la humeante limusina, cruzada en mitad de la avenida. A sus pies, el cuerpo de Bradley Braddock, inconsciente. Gideon camina hacia ambos, pensando en las mil formas de matarlo…
Y es entonces cuando aquel enmascarado hace una jugada inesperada.

Ben Braddock (NE): ¿Quieres los anillos, Grant? ¡Pues ve a por ellos!

Y los arroja.
Los anillos brillan en el aire como perlas ingrávidas… durante un instante. Con un tintineo se escurren entre las rendijas de una alcantarilla.

Gideon Grant (ND): ¡¡NO!! (arranca con sus propias manos la alcantarilla) ¡¡CONDENADO JESUCRISTO, NO!!

Y mientras Gideon Grant sumerge sus manos en varios palmos de escoria, Ben Braddock corre con el cuerpo de su primo Brad entre los brazos.
Y sonríe. Porque le ha salvado.
Ha pagado su deuda.
Ahora, están en paz.


Departamento de I+D, Subsótano 3.
Sede de Wolfram y Hart. Los Ángeles.
Ocho horas después.

Profesor Vanister (NE): ¿Y después?

Las puertas del ascensor se abren dejando a Danny, Ben y el profesor ante el ajetreado laboratorio subterráneo de I+D.

Ben Braddock (NE): Bueno, llevamos a Bradley al Rialto y dejamos allí los anillos. Craig sacó a Amanda de la Torre Grant y estaban allí esperandonos. Creo que es el comienzo de una hermosa amistad...
Danny Dalton: Los tiene usted cuadrados, Profe… ¡Mira que ponerse diez jodidos anillos!
Profesor Vanister (NE): Me pareció… buena idea.
Ben Braddock (NE): El caso es que Amanda tuvo la amabilidad de curar sus heridas, poner a buen recaudo esos anillos… y Brad nos consiguió un avión privado.
Danny Dalton: Me pregunto cómo le habrá ido a Roth…

Los tres se acercan a Knox, el joven ayudante de laboratorio, en parte responsable de la cámara de salto dimensional.

Profesor Vanister (NE): ¡Ah, señor Knox! ¿Qué tal ha ido el operativo?
Knox (ND): ¿El operativo…? (confuso, mira sus notas) No… ¿No les han dicho nada?
Profesor Vanister (NE): Decirnos… (inquieto) ¿Decirnos el qué?

Una voz a sus espaldas hace que los tres, Ben, Danny y el profesor, se den la vuelta con un sobresalto mal disimulado…

Sarah Kauffmann (ND): El señor Roth aun no ha regresado.
Knox (ND): La señora Kauffmann ya sabe que ustedes… bueno, que ustedes tuvieron ESE pequeño problema de desajuste dimensional del que ya les hablé.
Sarah Kauffmann (ND): Por suerte el señor Knox ha recalibrado la cámara de salto…
Danny Dalton: Un momento, no querrá decir…

Sarah Kauffmann se permite un segundo para mirarlos de arriba abajo. Están agotados, malheridos… apenas si se mantienen en pie.
Sí, sería una locura enviarlos así a una misión.

Sarah Kauffmann (ND): En efecto, señor Dalton… (mira su reloj) Salen ustedes en cinco minutos.

EPÍLOGO.

Año 2019.
Otro Londres.
Otro Universo…

Danny Dalton: Así que esto es el Big Ben…
Profesor Vanister (NE): Bueno, el que recuerdo no parecía haber sido bombardeado.

Como un gigantesco cíclope tuerto, el orgulloso Big Ben se alza ante los tres viajeros dimensionales, mostrando un gigantesco agujero humeante en donde antes había un hermoso reloj. Ben Braddock se incorpora, aun recuperándose de las nauseas de la reintegración molecular.

Ben Braddock (NE): Profesor, ¿ha visto esas columnas de humo? Las hay por toda la ciudad
Profesor Vanister (NE): A juzgar por las calles desiertas y esa alarma que suena por todas partes, parece que la ciudad está siendo atacada.
Ben Braddock (NE): Bueno, el informe decía que la ciudad estaba bajo el ataque de fuerzas aliení…
Danny Dalton (interrumpe): Ey, gente… Tenemos compañía.

Con un chirriar de frenos, un todoterreno de color negro aparece de una de las avenidas colindantes. Danny y Ben buscan sus armas mientras el profesor se aferra al maletín. El vehículo frena a escasos metros de ellos y una de sus puertas se abre.

Ben Braddock (NE): “Torchwood” (leyendo el logotipo del vehículo) ¿Qué se supone…?
Danny Dalton (viendo a la persona que baja del coche): Esto tiene que ser una jodida broma…

Enfundado en una elegante gabardina negra y sonriente bajo el Armageddon, una versión de Russell T. Dalton los contempla.

Danny Dalton: ¿Tio…? ¿Tío Russell?
Capitán Harkness (NW): Creo que me confudes, amigo. Mi nombre es Jack Harness. Capitán Jack Harkness. Y si queréis vivir… (se escucha una explosión a lo lejos) …vendréis conmigo.

CONTINUARÁ…

1 comentario:

Unknown dijo...

Como siempre...chapo con el resumen. Prometo que no va a ser muy jodido...pero claro, teniendo en cuenta lo malherido que estais :P .