martes, 23 de diciembre de 2008

Sesión 13-12-2008

ANTERIORMENTE, EN "NEVERFIELD"...
Danny Dalton: Vale. Ahora el Libro es un libro y las Sombras... Se han ido.
Profesor Vanister (NE) ¿Y si han ido a otros Springfield?
Leonard Powell: ¿Y si han ido…? (mira Danny) ¿Y si han ido al nuestro?

ATRAPADOS EN UNA ODISEA DIMENSIONAL…
Profesor Vanister (NE): Un mundo paralelo, señor Braddock; no lo olvide. Aunque parezca idéntico al suyo, siempre hay alguna diferencia por pequeña que ésta sea.
***
William Whitehouse (DF): Todo empezó hace un año, cuando el Rey Sullivan IIIcondenó a muerte al Padre Carnahan por herejía contra Amanautor.

UN VIAJE A TRAVÉS DE REALIDADES ALTERNATIVAS...
Lord Powell (DF): Majestad, seré claro: necesitamos la gema del poder eterno.
Maese Dalton (DF): No se la pienso dar a ningún humano. ¡Y mucho menos a un elfo!

TODOS BUSCAN EL CAMINO DE VUELTA A CASA...
Ben Braddock (NE): Lord Powell no quería devolver el alma de Garius Voldan, sino justamente lo contrario. Este es el hechizo…(le entrega el pergamino a Maese Fred) ¿podrías darle la vuelta?

PERO NO TODOS VIVIRÁN PARA ENCONTRARLO.
Danny Dalton (a lomos de Alma Grant... en forma de dragón): Muy bien, tío feo… (quita el seguro del H&K) Vamos a jugar.

Episodio 2x11.- DRAGONSFIELD (Parte 5 de 5)

“No es como montar en una Harley...”

Danny Dalton aun no puede creerse estar donde está: volando a docenas de metros por encima del suelo, a lomos de un gigantesco dragón de escamas plateadas (que en realidad es una chica de apenas diecisiete años... no cualquier chica, sino “la” chica) Definitivamente no era su idea de pasar el verano... pero desde que él y sus amigos se vieron atrapados en este loco viaje entre dimensiones paralelas, la vida no le ha dado muchas opciones.

Y, en ese preciso instante su única opción es agarrarse a su montura mientras vuelan bajo una tormenta de fuego y ácido. Su oponente es un colosal dragón de hueso sobre el que cabalga una especie de hechicero o sacerdote enfundado en túnica roja. Por un momento, Danny cree tener todas las cartas a su favor. A fin de cuentas, el tipo solo lleva una lanza... y él tiene la mejor tecnología alemana en lo que respecta a subfusiles.
O al menos ese es su pensamiento hasta que los proyectiles chocan contra una barrera invisible que rodea al sacerdote.
Y el sacerdote, lanza en ristre, carga contra él a lomos de su dragón.


Mientras en el exterior tiene lugar la cruenta batalla entre dragones, Ben Braddock y Marcus Vanister suben apresuradamente las escaleras de la torre del hechicero de la corte. Un hechicero que es el propio Vanister... en esta realidad de espada y brujería. Junto a ellos, el joven Fred Fesster, un aprendiz de mago que debe poner a prueba sus conocimientos en la materia... para salvar a todo un reino.

Ben Braddock (NE) (mostrando un pergamino): Este es el ritual que Lord Powell quería usar para terminar de dar forma física a Garius Voldan... ¿Crees que podrías darle la vuelta? ¿Invertirlo para encerrarlo de nuevo en el Libro?
Fred Fesster (DF): Es... complicado. Necesitaré algo más... la joya del poder etern...
Profesor Vanister (NE) (viendo venir una bola de fuego por la ventana): ¡CUIDADO!

El muro vuela en pedazos y toda la torre tiembla de arriba abajo. A través del polvo levantado y los restos del derrumbe, Ben y el profesor descubren que el joven Fesster se ha llevado la peor parte del golpe. Ben coge sobre los hombros al aprendiz de hechicero mientras el profesor sale al exterior, esquivando como puede la mortal lluvia de fuego que cae sobre el patio de armas del castillo... cortesía de los dos dragones que luchan en el cielo púrpura del amanecer.

Una vez dentro de la tanqueta, el profesor Vanister intenta llamar la atención de Danny Dalton. Pero incluso el sistema de altavoces de “Margaret 2.0” palidece ante la colosal contienda que tiene lugar en el cielo. Sobre todo cuando ambos dragones se enzarzan en un espectacular combate cuerpo a cuerpo. A duras penas, Danny se mantiene aferrado a su montura y temiendo ser tan insignificante como una pulga a lomos de un sabueso rabioso.

Muchos metros por debajo, Ben consigue llegar a Margaret y pone a salvo al bueno (e inconsciente) de Maese Fesster. Sin embargo, el cuerpo calcinado que encuentra apoyado junto a la tanqueta le recuerda que casi nunca se puede salvar a todos. Con casi total seguridad se trata de los restos de William Whitehouse: un desconocido aquí... pero su mejor amigo en el mundo del que procede.

Pero hay una batalla en progreso y no hay tiempo que perder: tras intentar de nuevo contactar con Danny por megafonía, Ben decide probar algo distinto... y más contundente. A los mandos de la ametralladora, Ben aprieta el gatillo apuntando al gigantesco dragón de hueso. Los disparos ni tan siquiera se le aproximan... pero llaman su atención lo suficiente como para dar a Danny y a su dragona la oportunidad que estaban buscando.

Al mismo tiempo, Danny vacia el cargador de su Heckler & Koch contra el sacerdote. Todas las balas impactan contra el escudo de fuerza que lo proteger... y sólo una consigue atravesarlo. No necesita más: el impacto no lo matará. Pero la caída, sí. El retroceso es lo bastante fuerte como para que el sacerdote pierda el equilibrio... y caiga a plomo sobre el suelo del patio de armas. Justo antes de ver como cae, Danny contempla el rostro al descubierto del hombre al que acaba de condenar... Su tio Russell.

Por su parte, la gigantesca Alma Grant alza una de sus garras y corta la cabeza del enorme dragón de hueso. Ésta se estrella contra el suelo, estando a punto de aplastar al pobre profesor Vanister que intentaba regresar al castillo. Decapitado y desprovisto de su jinete, el dragón de hueso inicia una torpe retirada, volando sin control como una gallina sin cabeza.

Alma desciende dejando que Danny vuelva a pisar tierra firme. Y lo hace completamente destrozado, con sus ropas chamuscadas y consumidas por el ácido, mostrando un cuerpo marcado por las cicatrices de ésta y otras contiendas. Y pese a todo, aun tiene fuerzas para mantener su eterna pose de tipo duro.

Maese Dalton (DF) (acercándose a su “hijo”): No ha estado mal... para un humano.
Ben Braddock (NE): Maese Dalton, me temo que hemos podido acabar con el sacerdote... pero aun hay que frenar a Garius Voldan. Y para eso necesitaremos la joya que su pueblo guarda en las minas.

Así, con la promesa de entregarles a cambio la vida de Lord Powell (el traicionero elfo al que tienen retenido en el interior de “Margaret 2.0”); nuestros amigos se disponen a partir de camino a las minas enanas.

Danny Dalton: Muy bien, tíos... (poniendo en marcha a “Margaret”) Agarraos a...
Leonard Powell (interrumpe, aparenciendo por la puerta): Me parece que ya has conducido demasiado durante mi ausencia, ¿no, Danny?
Profesor Vanister (NE): Es la primera vez que me alegro de ver a un Powell...
Ben Braddock (NE): Bueno, creo que no habeis sido presentados... Leonard, éste es Maese Dalton, señor de los enanos.
Leonard Powell: Un momento... (mirando a Danny y al enano) es tu... ¿es tu padre? ¿Tu padre es un enano?

Las risas de Leonard duran la mayor parte del viaje, casi eclipsando a la música en mp3 que suena a través de los altavoces de “Margaret 2.0”: en este caso, otra de las pistas que los programadores debieron dejar en memoria durante su construcción.

Profesor Vanister (NE): Señor Powell, ¿podría apagar ese ruido infernal?
Danny Dalton: ¿Ruido infernal, profe? Es peor: es música disco... ¡APAGA ESO, PIJO!
Leonard Powell (para sí mismo): Un enano... Su padre es un enano... ¡Esto es buenísimo!

Apenas una hora después, con el sol de la mañana en el cielo, “Margaret 2.0” llega al campamento minero de los enanos, el rodea el acceso a las montañas: una formación algo más grande que la que nuestros amigos pudieron conocer en las otras versiones de Neverfield que han visitado.

El trato con Maese Dalton es claro: el prisma a cambio de la vida de Lord Powell. El cabecilla de los enanos invita a nuestros viajeros a adentrarse en las cavernas de la montaña, donde se guarda la joya. Sin embargo, Ben Braddock no se fia de dejar a alguien tan peligroso como Devon Powell sin vigilancia. Junto con Leonard, Ben permanece en la tanqueta mientras Danny y el profesor siguen a Maese Dalton al interior de la mina.

Los túneles del gigantesco entramado subterráneo están decorados con bajorrelieves que cubren las paredes. Muestran diversas escenas de la historia del pueblo enano. Mientras, carretas y vías metálicas recorren los túneles transportando un mineral extraño, oscuro y al parecer muy resistente. Incluso el profesor Vanister se siente tentado de coger un poco para examinarlo...

Finalmente, Danny y el profesor llegan a una enorme gruta natural. Allí, el camino acaba dejando paso al más absoluto de los vacíos. Una caída aparentemente infinita y, a varios metros de distancia, la única porción de suelo que permanece en pie dentro de la gruta. Sobre él, un pequeño altar del que brota un haz de luz que ilumina la estancia. Por supuesto es allí donde reposa el prisma.

Maese Dalton (DF): Cuando excavamos, toda la gruta se vino abajo... menos ese trozo de ahí.
Profesor Vanister (NE): Dijo que no podían darnos la joya... Pero no nos dijo que no eran capaces de cogerlo.
Maese Dalton (DF): ¡Claro que puedo! Sólo que... aun no lo he intentado.

Danny sonríe: fisicamente, las piernas cortas de los enanos les impiden dar un salto lo bastante amplio como para alcanzar el prisma. Pero él no tendrá ese problema. Atándose una cuerda a la cintura, Danny se dispone a saltar. El profesor Vanister no deja de hacer complejos cálculos sobre trayectorias, velocidades y aceleración. Danny se preocupa por algo más importante: no quedarse a medio camino.

Y sin pensarlo dos veces, Danny salta. Las buenas noticias son que consigue llegar al otro lado. Las malas es que el nudo se deshace nada más poner los pies en suelo firme. De haber llegado de un solo salto, no lo habría contado.

Danny Dalton (observando el prisma con atención): Imagino que si cojo el prisma, el suelo caerá bajo mis pies... Así que tengo que ser lo bastante rápido como para coger el prisma y saltar. Vale... (lanza la cuerda al profesor) Agarre fuerte, profe...

Si hubiera tenido razón, Danny habría conseguido saltar al otro lado del abismo, con el prisma en su poder. Pero no la tuvo. El suelo no se vino abajo. Aun está en el aire cuando el rugido de las llamas que brotan del abismo llega a sus oidos. La cuerda se quema y Danny cae al vacío.
El profesor Vanister es lo bastante rápido como para aferrarle del brazo... pero no es lo bastante fuerte como para mantenerlo cogido mucho más tiempo.

Profesor Vanister (NE): Señor... Dalton... (apenas puede respirar) Trepe... por encima mía.
Danny Dalton: Profe... No puede con mi peso... Caeremos... los dos...

Por desgracia para ambos, Danny lleva razón... y el cuerpo del profesor no da más de sí, precipitándose hacia el abismo. Danny tiene que soltar el prisma para poder agarrarlo antes de que caiga al vacío. Pero los dos están al límite: el profesor ha invertido todas sus fuerzas en sostenerlo. Y él… él puede que tenga el hombro dislocado.

Profesor Vanister (NE): Señor Dalton… márchese…
Danny Dalton: Ni… de… coña, profe… Aun tiene una… promesa que cumplir. Tiene… que… llevarnos… ¡a casa!

Un último esfuerzo está a punto de arrancarle el brazo del lugar que Dios y su anatomía le dieron. El grito es de auténtico dolor. Pero funciona. Y ambos acaban tendidos en el suelo de aquella caverna, agotados y destrozados. Por un momento recuerdan el motivo por el que se han jugado la vida y lo contemplan: en el suelo, brillante y devolviéndoles una mirada imposible. El prisma.

De regreso al exterior, ante “Margaret 2.0” y con un Fred Fesster recuperado de sus heridas, el grupo de aventureros se reúne para seguir adelante con aquello que los trajo aquí…

Maese Fesster (DF): Según las leyendas, se dice que el elfo sacrificará su inmortalidad. El enano, aquello que más apreciaba, el mineral mithril. Y el humano la mitad de su larga y próspera vida.
Ben Braddock (NE): ¿La… mitad?
Profesor Vanister (NE): Debe referirse a la esperanza de vida. Si un cuerpo está programado para morir con ochenta años…
Leonard Powell: No llegarías a los cuarenta. Cojonudo…
Danny Dalton: Vale, aquí Lord Powell va a ceder su inmortalidad le guste o no. Los enanos tienen ese mithril a patadas… ¿Quién sacrificará la mitad de su vida?

Por extraño que parezca, la discusión entre los aventureros no es por evitar ocupar el puesto sino por todo lo contrario. Cada uno por sus propios motivos, ninguno de ellos quiere que sus compañeros ocupe ese lugar. Finalmente, es el azar quien decide el destino.
Y es el azar el que designa a Ben Braddock.

En el interior de una de las casas de piedra que rodean la entrada a las minas Dalton, nuestros héroes presencian como Maese Fesster ultima cada uno de los detalles para llevar a cabo el ritual. Lord Powell, atado y amordazado, asiste impotente al rito que le privará de su codiciada inmortalidad. Los enanos allí presentes se mofan de él a sus anchas.

Ben Braddock (NE): Leonard… (preocupado porque, en el fondo, Lord Powell es el padre de Leonard) ¿Estas bien? No tienes por qué ver…
Leonard Powell: Por mí como si lo matan.

Habiendo terminado de lanzar una extraña y larga letanía, de las manos de Maese Fesster brotan tres haces de luz que envuelven respectivamente a Lord Powell, el pequeño montón de mithril enano que reposa en el suelo… y a Ben Braddock. Éste siente como sus entrañas arden durante unos breves pero a la vez largos segundos. Finalmente, cae de rodillas, agotado… y con un leve hilo de sangre cayendo por su nariz. Por su parte, el montón de mithril es ahora un puñado de piedras negras sin valor. Y Lord Powell yace inconsciente en el suelo.

Danny Dalton (ayudando a Ben a incorporarse): Capi, ¿Estas bien?
Ben Braddock: Si… Estoy bien, estoy bien.
Leonard Powell: ¿Qué es esto? (arranca una prematura cana del pelo de Ben) Joder…

El profesor Vanister toma entre sus manos el Libro de las Sombras. Al abrirlo, encuentra un nombre grabado a fuego en la primera de sus páginas. “Garius Voldan”. Antes de poder tan siquiera sonreír por su triunfo, el Libro se cierra por sí solo, guiado por una fuerza a todas luces sobrenatural.

Profesor Vanister (NE): Va… vaya… (sobresaltado)
Ben Braddock (NE): Me parece que ha funcionado, ¿no, profesor?
Profesor Vanister (NE): Eso parece, señor Braddock… (mira al Libro con evidente inquietud) Eso parece…

Con el alma de Garius Voldan de nuevo encerrada, nuestros aventureros dejan atrás las minas Dalton donde Lord Powell se enfrentará a la ira del pueblo enano. La tanqueta atraviesa los campos mientras las luces del atardecer van llegando al reino de Springfield. Ante las puertas de la fortaleza del Rey Sullivan les aguarda una comitiva presidida por el propio rey, Sir Edward Braddock, Nora Thompson y varios soldados.

Rey Sullivan III (DF): Gracias por todo… Por vuestra victoria sobre el pérfido Garius Voldan, os declaro libre de los cargos de engaño contra el reino.
Sir Edward Braddock (DF): El juicio del pueblo lo has evitado, quien quiera que seas… (se aproxima a Ben) Pero el mío, no. Si volvéis… yo mismo me encargaré de vosotros.
Profesor Vanister (NE): Eso me recuerda… Majestad, debéis estar preparados. Es muy posible que lleguen más viajeros como nosotros. Pero ellos… Ellos no tendrán buenas intenciones.
Rey Sullivan III (DF): ¿A qué os referís?
Danny Dalton: A que es posible que nos estén persiguiendo, majestad. Tened cuidado, ¿vale?
Ben Braddock (NE): Fred… Cuida de Nora.
Maese Fesster (DF): No, Ben. Esta vez debes dejar que vaya con vosotros.
Ben Braddock (NE): Me temo que te aguarda una aventura aun mayor que la que me espera a mí… la de ser padre.
Maese Fesster (DF): Un momento… (mira a Nora) ¿voy a…? Oh, Dulce Amanautor…

La mayor parte del grupo está ya en el interior de “Margaret 2.0”, en donde también aguarda un inconsciente Russell T. Dalton. Ben lanza una última mirada al enorme castillo del Rey Sullivan. Y es entonces cuando escucha la voz de su padre.

Sir Edward Braddock (DF): ¡Tú, extranjero! (se acerca a Ben) Hay una última cosa que debo pedirte.
Ben Braddock (NE): ¿Qué deseáis?
Sir Edward Braddock (DF): Nunca pude despedirme de mi hijo.

Ben apenas tarda un segundo en comprenderlo: ambos son de mundos diferentes. Y al mismo tiempo, ambos se han perdido mutuamente en ambos. A fin de cuentas, él tampoco pudo despedirse de su padre. El abrazo es breve, intenso y triste. Como lo hubiese sido de haber sido su auténtico padre.

Cuando Ben regresa al interior de “Margaret 2.0”, lo hace con las lágrimas a punto de brotar de sus ojos. Los sistemas comienzan a ponerse en marcha y Leonard pisa el acelerador de “Margaret 2.0”

Profesor Vanister (NE): Muy bien, coordenadas para el salto al paralelo Neverend establecidas. Caballeros… abróchense los cinturones.
Ben Braddock (NE): Volver a casa… De repente no parece tan mala idea.
Danny Dalton: Si, Capi. Y nosotros estaremos más cerca de volver a nuestro mundo.
Leonard Powell (acelerando): Muy bien, agarraos.
Margaret 2.0: SISTEMA DE SALTO ACTIVADO. INTEGRIDAD MOLECULAR 99%, 98%, 97%...
Ben Braddock (NE): ¡¡Profesor!! (señala el libro) ¡Mire!

Y todos lo ven. El prisma dentro de la cámara de contención no es lo único que brilla cuando las luces de la tanqueta se apagan. El Libro de las Sombras reluce con una energía rojiza y levita en el aire. Paradójicamente, es lo único dentro de esa tanqueta que no vibra como si fuese a estallar en cualquier momento.

Y con un destello, “Margaret 2.0” vuelve a dar un salto al infinito.

EPILOGO

Universo Twinfield.
Hospital Powell, dependencias privadas.

“¿Qué ha pasado? ¿Y qué demonios hago en un hospital?”

Eran el tópico de las preguntas que haces cuando despiertas de un accidente de tráfico. Pero el cerebro de Rayna, pese a su elevadísimo coeficiente intelectual, aun trataba de ubicarse. Ordenaba las piezas de sus recuerdos como un confuso puzzle: iba camino de Springfield, a más velocidad de la recomendada… pero no había sido eso lo que la había sacado de la carretera. No. Y recordaba a Marcus. Le recordaba sosteniéndola en brazos. ¿O esa parte la había soñado?

Rayna miró a su alrededor, en torno a las sombras que poblaban la habitación de hospital en la que había despertado. Una voz en la oscuridad dejó claro que no estaba todo lo sola que deseaba estar.

- Espero que se encuentre mejor, señorita Saint Johns.

El hombre, sentado en un cómodo sillón, se incorporó y caminó lentamente hasta su cama. A Rayna le pareció que cojeaba levemente.

- ¿Quién es usted? – Rayna hizo ademán de incorporarse.- ¿Es médico?
- No soy médico, señorita St.Johns… - Devon Powell dejó que la joven pudiera ver su rostro bajo la luz que se filtraba por las rendijas de la ventana. – Soy un admirador de su trabajo.

De repente y antes de que Rayna pudiera responder a su insólito comentario, unas carpetas cayeron sobre el regazo de la joven. Sobresaltada y aterrada, Rayna descubrió que había un hombre más con ellos: sobresaltada porque era lo bastante silencioso como para haber permanecido en las sombras junto a ella sin que se diese cuenta. Y aterrada porque, además de su intimidante presencia, lucía un rostro atrozmente desfigurado por el fuego. Quizá por eso Rayna tardó unos segundos en darse cuenta de cual era el contenido de aquellas carpetas. Un contenido que no tardó en reconocer…

- Un momento… Son mis notas de trabajo. ¿Cómo han…?
- El señor Kyle es un hombre de muchos talentos, señorita St. Johns. Pero comprendo su indignación… A fin de cuentas, yo también he sido víctima de un robo.
- ¿Y qué tiene eso que ver con…?
- ¿Con usted?
– Devon Powell esbozó una sonrisa.- Todo, señorita St.Johns. Porque es usted la que me ayudará a dar con los ladrones.

CONTINUARÁ…

2 comentarios:

Unknown dijo...

Que artista, que trabajo, y que eficacia. Muy bien Ismael, pero bueno, ya estaras hasta cansado de que te lo digamos :P

Ahora a ver que nos depara el destino en el siguiente salto..

Preacher dijo...

Muchas gracias, Raul! :D

La verdad es que lo peor de todo es darle formato con la "mielda" del blogger. Es un infiernoooo...

Como me entere de otra forma de colgar nuestras peripecias dimensionales, le van a dar mucho por culo al Blogger!