lunes, 12 de enero de 2009

P.O.V. - DANNY DALTON (Sesión 10-01-09)

ANTERIORMENTE, EN "NEVERFIELD"…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!


ATRAPADOS EN UNA ODISEA DIMENSIONAL…
Danny Dalton: Vale. Ahora el Libro es un libro y las Sombras... Se han ido.
Profesor Vanister (NE) ¿Y si han ido a otros Springfield?
Leonard Powell: ¿Y si han ido…? (mira Danny) ¿Y si han ido al nuestro?

UN VIAJE A TRAVÉS DE REALIDADES ALTERNATIVAS...
Profesor Vanister (NE): Ahora buscamos a Goodwin Steele, un abogado de Wolfram & Hart.
Leonard Powell: Bueno, más bien son "abogados del Diablo"… en el sentido más literal de la expresión. Y buscar al tal Steele era nuestra misión… al menos hasta que un cabrón secuestró a nuestros colegas… Danny Dalton y Ben Braddock.

TODOS BUSCAN EL CAMINO DE VUELTA A CASA...
Profesor Vanister (NE): Algo me dice que tanto nuestros compañeros de viaje como el señor Steele se encuentran en manos del señor Powell.
Leonard Powell: Y apuesto lo que quiera, profe… a que sé donde los ha llevado.

PERO NO TODOS VIVIRÁN PARA ENCONTRARLO.

Episodio 2x14.- NEVERDALE (Parte 3)

Poco a poco, Danny Dalton va despertando…
Los últimos recuerdos aun flotan en su cabeza: habían salido de Los Ángeles, dejando atrás el edificio de Wolfram & Hart cuya cuarta planta, con su accidentada llegada a este universo paralelo, casi habían demolido.

Eso había sido bastante guay, pensó Danny.
Lo que ya no era tan guay era trabajar para una firma de abogados del Diablo (sobre todo cuando eso no es una jodida metáfora)
Y desde luego tampoco era nada guay lo de tener una especie de veneno verde regando sus venas. Según esos cabrones de Wolfram & Hart, era lo único que les impedía morir por eso a lo que el profe daba uno de esos nombres científicos tan raros. ¿Presión interdimensional? Bah. El nombre era lo de menos. Lo importante era que esa mierda los mantenía vivos. Aunque parecía que tanto en el bueno del Capi como en su caso, aquello tenía desagradables efectos secundarios.

Del tipo nauseas y vomiteras, para ser exactos.

Y ahí estaban el Capi y él: echando la pota en los servicios de una estación de servicio a medio camino de Sunnydale… cuando aparecieron aquellos dos tipos. El que atacó al Capi era el más corpulento pero el otro no se quedó atrás: de hecho, el muy cabrón usó una especie de táser con él. Antes de perder el conocimiento, Danny les escuchó hablar. Sin embargo, no pudo reconocer sus voces bajo los pasamontañas que cubrían sus rostros.

Voz: Identifíquese.

Danny parpadeó, intentando ubicar aquella voz y, de paso, ver algo a través de la deslumbrante luz que le cegaba. Estaba desnudo de torso para arriba, con todas aquellas cicatrices que este viajecito dimensional le estaba haciendo ganar. Sentado en una silla de metal clavada a un suelo de albero, Danny tenía las manos a la espalda, sujetas por unas presillas militares.

Voz: ¿Cuál es su nombre?
Danny Dalton: ¿Y quién coño quiere saberlo?

Fue entonces cuando una figura salió de la penumbra de aquella estancia, una habitación sumida en la penumbra y de la cual Danny solo podía resaltar el hedor que flotaba en el ambiente: a cerrado y a una especie de mezcla entre vino y vinagre… Danny reconoció a la figura: era uno de los dos tipos que les asaltaron a él y al Capi en la estación de servicio. El más corpulento. Seguía con el rostro cubierto por el pasamontañas pero se acomodó en los nudillos un puño americano.

Voz (al tipo corpulento): Adelante.
Danny Dalton (recibiendo el impacto en su vientre): Buff… ¿Es… tu mejor… golpe… capullo?

No lo había sido, tal y como demostraron los tres que siguieron al primero. El tercero resultó ser el más efectivo pues hizo a Danny escupir un diente. La figura se retiró y una segunda hizo acto de presencia. Vestía una especie de traje de camuflaje. Similar al que lucen los militares en las operaciones. Llevaba un pasamontañas. Por eso no había podido identificar la voz.
La figura se sentó ante Danny y se quitó el pasamontañas. Fue entonces, cuando volvió a ver la cara de Morgan Kyle cuando Danny supo que estaba en problemas.

Morgan Kyle (ND): Agente Dalton…
Danny Dalton: Joder, vale… Mire, se equivoca, ¿vale? No soy su jodido agente Dalton. No soy quien cree.
Morgan Kyle (ND): Agente Daniel Dalton. Operativo de "La Iniciativa".
Danny Dalton: ¿La qué? Oiga, se confunde de tipo, ¿de acuerdo? Mire… Sé como suena pero es la jodida verdad. Mi amigo…
Morgan Kyle (ND): El agente Benjamin Braddock…
Danny Dalton: Y dale con la mierda esa de "agente"… No. Ni el Capi ni yo somos sus jodidos agentes. Somos viajeros, ¿vale? De otra jodida dimensión si sabe a lo que me refiero…
Morgan Kyle (ND): ¿Otra dimensión…? (mirando unos informes médicos) Eso explicaría los residuos encontrados en su torrente sanguíneo…
Danny Dalton: No, eso… Eso es una basura que esos cerdos para los que nos obligan a trabajar, Wolfram y… Hart…
Morgan Kyle (ND): Así que Wolfram & Hart… (pensativo, se pone de pie) Está claro, agente Dalton que ha sido víctima de alguna clase de lavado de cerebro. Sin duda el procedimiento de escáner psíquico responderá a todas las preguntas que su cerebro se niega a darnos… Claro que es posible que sufra daños neuronales permanentes y pierda pequeñas capacidades como el habla o la continencia…

Morgan Kyle se encaminaba a la puerta, ignorando las voces de Danny asegurando que le estaba contando toda la verdad. Fue en ese momento cuando sonó el movil del militar. Tras escuchar atentamente, tan solo dijo tres palabras.

Morgan Kyle (ND): Inicien el ataque. (cuelga y mira a Danny) Sus amigos… Ya están muertos.

Y se marcha junto con el matón encapuchado, dejando sólo a Danny encerrado en aquella habitación en penumbra. Sus ojos se han acostumbrado a la poca luz y se hace a la idea de lo que puede ser ese lugar: paredes de azulejo, un viejo sistema de tubos y una bañera antigua y mohosa. Alguna clase de destilería o similar. En aquel momento, sin embargo, Danny estaba más preocupado de conseguir soltar sus presillas. Sentía que podía romperlas. Si tan solo pudiera hacer un poco más de presión…

Con un chasquido, las presillas se rompen. Aunque las muñecas le duelen horrores, Danny no puede evitar un escalofrío al percatarse de lo que ahora es ya obvio. Su fuerza y su resistencia son mucho mayores que antes de recibir el suero de Wolfram & Hart. Y conociéndolos, seguro que algo tan cojonudo encierra alguna "letra pequeña".

Por el momento, Danny prefiere centrarse en los aspectos positivos y opta por utilizar su fuerza para intentar derribar la puerta de la estancia. Una primera embestida hace que llueva serrín del techo y que la puerta se tambalee un poco. La segunda se ve interrumpida cuando alguien abre la puerta desde el otro lado. Es un tipo encapuchado, de mediana estatura y luciendo los mismos pantalones de camuflaje y camisetas de manga corta que los otros. Saca la pistola y le encañona. Por suerte, recibe una llamada por su walkie-talkie… lo que da a Danny la oportunidad para dejarlo fuera de combate.

Danny sabe que los colegas del encapuchado al que acaba de dejar inconsciente (y con la rodilla reventada por un disparo) no tardarán en venir en su búsqueda. Descubre que, en efecto, su improvisado calabozo era una vieja destilería, ubicada al fondo de una bodega subterránea. Apenas dos bombillas iluminan una estancia larga y rectangular, cuya penumbra ayuda a Danny a buscar un escondrijo… bajo las escaleras de madera que llevan a la doble puerta de salida. Es allí desde donde Danny ve aparecer a dos agentes más: también van encapuchados pero llevan entre manos sendas escopetas y, además, lucen trajes de chaqueta gris.

El primero de ellos jamás sabrá que le mató: su nuca explota en un estallido de sangre con el primer disparo de Danny. El segundo y el tercero chocan contra el quicio de la puerta de la pequeña destilería. Eso da una oportunidad al segundo de los encapuchados, que se parapeta en la misma estancia que sirvió de celda para Danny. Éste apunta su pistola al techo y abre fuego volando la primera de las dos bombillas que iluminan la estancia. Amparado en la oscuridad, Danny aguarda un descuido de su oponente… el cual no duda en imitar la estrategia de Danny disparando su escopeta contra la segunda de las bombillas. Con la estancia casi a oscuras, Danny sabe que está en una ratonera.

A toda prisa y haciendo varios disparos para cubrir se movimiento, Danny sube las escaleras y sale al exterior. Intenta cerrar la doble puerta del sótano, pero éstas vuelan por los aires al recibir un disparo de escopeta.

Danny Dalton: Tío, este sitio… Joder. Este sitio me suena…

Ante él, con el cielo púrpura de la noche ciñéndose sobre ambos, se alza una orgullosa mansión de piedra gris y muros cubiertos por enredaderas. Es la mansión Powell. La puñetera boca del lobo, piensa Danny. Y ante eso, lo mejor es salir de allí cuanto antes. Danny recuerda que había un jardín en la parte de atrás. Y más allá, un embarcadero. Si consiguiese llegar hasta él…

Mientras se desliza entre la oscuridad de los setos y estatuas del elegante jardín, Danny comprueba que esta mansión es una versión (descuidada y en peor estado) que la que pudo conocer en otros mundos paralelos. Sin embargo, apenas está a unos diez metros del embarcadero, las luces del jardín se encienden, dejándolo al descubierto y a merced de tres matones trajeados (esta vez sin pasamontañas) que vigilan el acceso al embarcadero. Dos de ellos caen bajo el fuego de la pistola de Danny. El tercero está demasiado ocupado tirándose al suelo y llamando por su walkie-talkie al resto de los guardias de la mansión.


Danny corre hasta la verja metálica que separa el embarcadero de la mansión, con la idea de trepar por ella y robar una de las lanchas allí disponibles. Saldrá de ahí, encontrará al pijo y al profesor y los tres harán lo que tantas veces han hecho antes: patear el culo de Devon Powell y…

El pensamiento acaba ahí: Danny apenas ha puesto sus dedos sobre la reja cuando siente en su espalda tres proyectiles adentrarse en su cuerpo, perforando carne y órganos. La boca se le llena de sangre súbitamente. Y el pulso de Danny se ralentiza por segundos. En menos de dos minutos, habrá muerto.

Voz 1: ¿Respira?
Voz 2: Si, joder. Pero traed de una puta vez el desfibrilador…
Voz 3: Tío, el viejo te va a joder vivo…
Voz 1: Apuntaba a las piernas, ¿vale?
Voz 2: ¡¿Queréis traer de una puta vez ese desfibrilador?!

La primera sacudida solo hace brincar el cuerpo inerte de Danny. La segunda es la que reinicia su corazón como si fuese el viejo motor de un Cadillac. Durante unos segundos, Danny incluso abre los ojos. Ve algunas caras flotar a su alrededor, mirando desde arriba. Las voces se confunden entre sí. Entonces, las caras que lo miran desde los cielos se apartan y dejan en su lugar una sola. La reconoce.

Morgan Kyle (ND): Llevénlo abajo.

Y sabiéndose jodido, Danny se permite el lujo de caer inconsciente.

Destilería, bajo la Mansión de Crawford Lane.
Una indeterminada fracción de tiempo después…

Danny aun siente el sabor a sangre en su boca cuando despierta. El olor a vinagre y a cerrado le llega incluso teniendo un saco cubriéndole la cabeza. Respira con dificultad y nada más que la idea de mover un músculo le produce punzadas de dolor en el pecho. Escucha voces más allá del saco que le cubre la cabeza. Unas manos le arrebatan el saco de la cabeza y es entonces cuando Danny descubre que vuelve a estar en su celda improvisada. Sin embargo, él está ahora sentado en una silla de ruedas, esposado de muñecas y tobillos.

En cambio, quien está sentado en la silla metálica, con presillas en sus muñecas no es otro que el Capi. Lo tienen retenido igual que lo tuvieron en su momento a él. Sin embargo hay algo distinto: una serie de cables penden de unas ventosas que le han colocado en las sienes a Ben. Éstos van conectados a una especie de ordenador montado en un carrito con ruedas. Parece una sofisticada versión del cacharro ese que usaban en aquel estúpido programa de televisión, "La Máquina de la Verdad".

Cuando Danny ve aparecer a Morgan Kyle en la estancia, comprende que esta maquina es bien distinta…

Ben Braddock (NE): ¿Us… usted? (lucha por liberarse de las presillas) Condenado hijo de perra…
Morgan Kyle (ND): Modere su vocabulario, agente Braddock. Ah… el agente Dalton ha vuelto a honrarnos con su presencia.
Ben Braddock (NE): ¿Danny? (a Morgan) Apártese de él, bastardo…
Danny Dalton: Tranquilo, Capi… (mira a Morgan) Deje a Braddock en paz. Yo responderé a sus preguntas…

Y Danny lo cuenta todo. Otra vez: su llegada a Los Ángeles desde otro mundo paralelo; el pacto con Wolfram & Hart… Por un instante, Danny piensa que esto empieza a parecer el cuento de nunca acabar. Y entonces, Morgan hace la pregunta del millón…

Morgan Kyle (ND): Así que Wolfram & Hart los envió aquí, a Sunnydale, para buscar a Goodwin Steele, ¿correcto?
Danny Dalton: Si…
Morgan Kyle (ND): Entonces, ¿qué sabe Wolfram y Hart de la Operación Shadowbook?
Danny Dalton: Espere, espere… ¿Libro de las Sombras?
Morgan Kyle (ND): ¿Dónde está el Libro? ¿Quién lo tiene?

En ese momento, entra un viejo conocido de Danny y Ben. No es otro que William Whitehouse. Luce camiseta de tirantes y pantalón de camuflaje. Ignorando las voces de Ben llamándole "viejo amigo", Whitehouse entrega una carpeta con los logotipos "TOP SECRET" a Morgan. Mientras Whitehouse abandona la estancia, Morgan permanece en silencio mirando el interior de la carpeta. Y luego…

Morgan Kyle (ND): ¿Reconoce esta foto? (le muestra una imagen tomada con teleobjetivo de Leonard saliendo a toda prisa de un motel)
Danny Dalton: Claro que si… Es Leonard Powell.

Como si aquellas dos palabras fuesen alguna contraseña, Morgan hace una llamada de teléfono fuera de la habitación. Por un instante, Danny piensa que ha metido la pata. Sin embargo, cuando pasan diez minutos, Morgan regresa. Ordena a uno de los soldados que los vigilan que le retiren las esposas y escoltan a Danny hasta un despacho en la planta baja de la mansión. Por supuesto, sus exigencias de que suelten también a Ben caen en saco roto.

Aunque su mobiliario es sorprendentemente similar al de los otros despachos que ha visto Danny, ésta versión del mismo está sumido en penumbras. Ante la única luz de la chimenea, Devon Powell bebe de una copa de cognac enfundado en un batín burdeos. Mientras, resuena en la estancia el Ave María de Schubert.

Danny Dalton: Vale… El que faltaba. Devon Powell… Oiga, ya le he dicho a lameculos asesino que el Libro de las Sombras lo tiene Wolfram y Hart. No sé lo que…
Devon Powell (ND): He escuchado todo lo que le ha contado, señor Dalton. Dígame… en ese mundo paralelo del que vienen… (lo mira) ¿mi hijo y usted son amigos?

Si el cariz humano de la pregunta pilla por sorpresa a Danny, es tan solo el principio de lo que serán los próximos minutos. Mientras Devon Powell le cuenta su historia, la mente de Danny intenta conciliar la imagen que tenía de Devon Powell y la del hombre al que está mirando en esos momentos.

Devon Powell (ND): La primera vez que murió mi hijo, tenía quince años. Era… Era el mejor chico que haya podido conocer. Noble. Generoso. Puro… Cuando aquel coche lo arrolló, perdí toda la fe en Dios. Y créame que era mucha. Cualquier otro hombre hubiese aceptado aquella broma cruel de Dios. Pero yo… Yo tenía acceso a conocimientos. Conocimientos prohibidos… Acceso a artes que me permitieron hacer un pacto.
Danny Dalton: Un momento, ¿está diciendo que hizo un pacto con el Di…?
Devon Powell (ND): Con uno de sus representantes. Firmé en un libro. Un libro que usted conoce bien…
Danny Dalton: El Libro de las Sombras…
Devon Powell (ND): En efecto. Por supuesto, aquello me costó mi cargo en el Consejo de Vigilante. Pero eso no me importaba: mi hijo estaba de vuelta… O al menos eso pensé al principio.
Danny Dalton: ¿Que pasó?
Devon Powell: Que no era mi hijo, señor Dalton. Físicamente, quizá lo fuera. Pero por dentro… Era egoísta, canalla. Bebía, se drogaba… Aquel no era Leonard. Y entonces, apenas un año después de volver… se mató en su coche.
Danny Dalton: ¿Se refiere a otro acciden…?
Devon Powell: He dicho que se mató, señor Dalton. Mi hijo se lanzó con su coche a doscientos kilómetros por hora desde un acantilado en Maine… (mira la chimenea) Comprendí entonces que tanto Dios como el Diablo me habían engañado. Y fue entonces cuando decidí que no iba a quedarme cruzado de brazos. Y, aprovechando mi posición en "La Iniciativa", comencé a preparar la operación Shadowbook.
Danny Dalton: Pues no le debió salir muy bien, amigo… El Libro estaba en otra dimensión. Y ese tipo, el tal Goodwin Steele…
Devon Powell: El señor Steele fue más rápido de lo que esperábamos y, antes de ser capturado, envió el Libro a un lugar donde no pudiéramos cogerlo.
Danny Dalton: Un momento… ¿me está diciendo que tiene en su poder al tal Goodwin Steele?
Devon Powell: Más que eso, señor Dalton. Lo que le estoy diciendo es que no sólo tengo aquello que Wolfram y Hart le han pedido que busque… Sino que además sé como destruir ese Libro.

CONTINUARÁ…

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