lunes, 20 de octubre de 2008

Sesión 18-10-08

ANTERIORMENTE, EN "NEVERFIELD"…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!

ATRAPADOS EN UNA ODISEA DIMENSIONAL…
Danny Dalton: Vale. Ahora el Libro es un libro y las Sombras... Se han ido.
Profesor Vanister (NE) ¿Y si han ido a otros Springfield?
Leonard Powell: ¿Y si han ido…? (mira Danny) ¿Y si han ido al nuestro?

UN VIAJE A TRAVÉS DE REALIDADES ALTERNATIVAS...
Profesor Vanister (NE): Es la tanqueta. Lo que ha construido tu padre no es una máquina de salto dimensional.
Leonard Powell: Pero siendo optimistas, profesor, usted podría arreglar la máquina, cambiar esto y aquello.

TODOS BUSCAN EL CAMINO DE VUELTA A CASA...
Danny Dalton: ¿Y el Prisma?
Leonard Powell: Seguro que mi padre lo tiene en la habitación del pánico de la mansión.

PERO NO TODOS VIVIRÁN PARA ENCONTRARLO.
Fred "Fess" Fesster: Casi, Powell.
Danny Dalton (intentando agarrarle): ¡FRED!

Episodio 2x06.- TWINFIELD (Parte 6 de 6)

Tierra mojada. Humedad. Y hace frío.
Abro los ojos y, lentamente, me incorporo.
¿Dónde demonios estoy? ¿Y por qué me duelen tanto la pierna derecha y la cabeza?
Es la cima de alguna clase de montaña. Y no hay duda de que ha llovido hace poco: las nubes grises cubren el cielo aunque apenas si caen ya unas gotas. A juzgar por los charcos ha debido caer una buena.
Entonces es cuando veo el helicóptero. Tiene emblemas del FBI. Pero las cuatro personas que hay en la cima conmigo no tienen aspecto de agentes federales. Todos se han vuelto hacia mí en cuanto les he llamado la atención. En un primer momento no me suena ninguna de sus caras.

Claro que eso no es raro… teniendo en cuenta que incluso me cuesta pensar en mi propio nombre.

Profesor Vanister (NE): ¿Ben?

Suena como mi nombre. Vaya, parece que ellos si me reconocen. Aunque sus miradas… No parecen muy contentos de verme. Sobre todo los dos chicos más jóvenes. Deben tener más o menos mi edad. El más alto y corpulento apenas si se ha movido: sigue arrodillado junto al borde del precipicio. Su cara me suena. Igual que la del otro chico, el rubio que está a su lado. Quizá voy con ellos al instituto.
Si, eso puede ser.
Pensar en el instituto hace que la cara del hombre que me ha reconocido comience a dibujarse entre mis recuerdos. Es profesor. Profesor de mi instituto. Si. Pero también era algo más. ¿Un científico?

Al que no reconozco de nada es al cuarto sujeto: no se ha movido del interior del helicóptero y parece estar demasiado ocupado hablando por la radio. Lleva uniforme sanitario. ¿Hemos tenido un accidente? Eso explicaría las heridas, rasguños y, en general, el terrible aspecto que todos tenemos.

Apenas si me han dejado hacer pregunta y media cuando me rodean. Mencionan un Libro (¿se refieren a ese viejo montón de páginas mugrientas que sujeta el chico rubio?) Y dicen que me "ha poseído". De alguna forma, sus nombres comienzan a despejarse en mi mente como palabras en un crucigrama. El profesor Vanister es el más amable: por algún motivo, Leonard Powell y Danny Dalton, los otros dos chicos, me miran con… ¿puede ser rencor? ¿Por qué?
¿Y quien es ese Fred del que hablan entre susurros?

No hay duda de que he sufrido alguna clase de conmoción debido a la herida que tengo en mi cabeza. Miro al horizonte y apenas reconozco el pueblo que se ve en la lejanía. El recuerdo de una granja se vuelve algo más claro en mi cabeza. Mi padre tiene una granja. En Springfield. Mi padre es Ed Braddock. Y mi chica. Nora. ¿Dónde están?
¿Por qué tengo la terrible sensación de que les ha pasado algo?

Antes de que el profesor y los otros dos chicos puedan ni siquiera comenzar a explicarme una rocambolesca historia sobre mundos alternantes (¿o eran alternativos?), el hombre al que llaman "Tío Russell" nos llama la atención desde el helicóptero.

Agente Sarah Kauffmann (a través de la radio): Por última vez, señor Dalton. Está usted protegiendo a unos fugitivos muy peligrosos. Dos de ellos, concretamente, están acusados de asesinato. Daniel Dalton está acusado del asesinato de dos agentes federales y el señor Ben Braddock ha herido de extrema gravedad a tres de ellos.
Profesor Vanister (NE): Muy bien… (desconecta un par de cables bajo el panel de mandos del helicóptero) No podrán rastrear nuestra posición.
Russell T. Dalton: Pero saben que estamos aquí. Debemos largarnos.
Agente Sarah Kauffmann (por la radio): Señor Dalton, por favor, podemos llegar a un acuerdo. Puedo interceder con las autoridades militares que le buscan. ¿Señor Dalton? ¿Me oye?

Subimos al helicóptero. La verdad es que casi tienen que arrastrarme. Pero el shock es tal que aun no puedo creer lo que he oído. Dicen que soy un fugitivo, que he agredido a tres agentes federales. Dios mío. ¿Y ahora? ¡Será un desastre para mi carrera deportiva! Por no hablar de cómo podré explicarle todo esto a Nora y papá…

Mientras intento poner en orden mis pensamientos, los demás no dejan de discutir sobre algo llamado "Alfombra Mágica", una tanqueta que guardan en un lugar llamado "complejo industrial Powell" y un "prisma". Ese prisma parece algo crucial para ellos. Y de hecho mencionan algo sobre asaltar una mansión. Aquello me inquieta aún más. Y tomo una decisión: en cuanto tomemos tierra, me largo.

Y así lo hago. Al menos en cuanto el Tío Russell posa el helicóptero en mitad de la carretera estatal, obligando a un par de vehículos a realizar peligrosas maniobras. ¿Pero es que está panda de lunáticos no tienen límites? Intento apartarme de ellos y llamar la atención del primer coche que pase. Un cadillac se perfila en el horizonte. Leonard y Daniel intentan impedir que me recojan. Pero no estoy dispuesto a ponérselo fácil: si ellos quieren seguir huyendo del FBI, por mí perfecto. Yo pienso entregarme a las autoridades. Seguro que el sheriff (era… ¿Thomas? No, Thompson) Seguro que "Rayo" Thompson aclara las cosas con los federales.
Todo es un error. Tiene que serlo.

Ben Braddock (NE): Dejadme en paz, por favor. Sólo quiero…
Leonard Powell: No puedes irte, Ben. No puedes entregarte.
Ben Braddock (NE): Lo siento, Powell. Tu sigue adelante si quieres, pero yo me voy con mi padre y mi chica…
Leonard Powell (interrumpe): ¡Tu padre y tu novia están muertos, joder!

El cadillac pasa a pocos metros de mi. Hace ademán de parar pero Danny muestra la escopeta y pone en fuga al amable conductor. Por mi parte, las palabras de Leonard se han clavado en mi memoria como un cuchillo. Duelen. Son recuerdos dolorosos. No están muy claros. Son borrosos. Pero de alguna forma, sé que las palabras de Leonard son ciertas.

Hora y media después comienzo a tener claro lo que está pasando.
El tiempo que tardamos en atravesar los bosques de la propiedad Powell es suficiente como para ponerme al día de lo ocurrido. Según ellos, ninguno de los que formamos este peculiar grupo de fugitivos somos de este mundo. Leonard y Danny, junto a otra versión del Profesor Vanister y dos chicos más, se vieron atrapados en este viaje por mundos paralelos. Me cuesta creer todo lo que me cuentan: vampiros, soldados con poderes mentales, brujas… Dicen que el Tío Russell es un viajero del tiempo, por culpa del primer experimento de salto dimensional realizado en los cincuenta. Eso explica su forma rara de hablar. Y dicen que tanto el profesor y yo somos de un mundo distinto.
Un mundo donde papá y Nora murieron.

Por fin, llegamos a las inmediaciones de la mansión. Es una gran casa con unos inmensos jardines traseros. Y un embarcadero. Los chicos comienzan a trazar planes para entrar. Mientras los escucho no sólo me da la impresión de que están locos… sino que además no es la primera vez que planifican un asalto con allanamiento de morada. Qué estupidez… ¿no se supone que es la mansión del padre de Leonard? ¿Por qué no le avisamos y ya está?

Los dejo discutiendo y trazando planes: salgo al descubierto e intento llamar a voces a cualquiera que pueda oírme desde dentro de la mansión. Más tarde me contaría Leonard que la mansión tenía cámaras y que me vieron acercarme. Bueno, también verían a Danny salir corriendo tras de mí y hacerme un placaje digno de un profesional.

Danny Dalton: Mira, Capi. Me importa una mierda tu amnesia o tus buenas intenciones, ¿vale? Si vuelves a hacer una gilipollez como esa…
Ben Braddock (NE): Suéltame. Ahor…
Danny Dalton (noqueándolo): A la mierda.

Pierdo el conocimiento. No sé cuanto tiempo pasa realmente. Lo primero que escucho son los ladridos. Y disparos. Uno. Dos. Otro más. Abro los ojos y me encuentro tras unos arbustos, a pocos metros del muro y la reja de la mansión Powell. Me aproximo y puedo ver como un grupo de guardaespaldas prenden a mis compañeros fugitivos. A juzgar por lo empapado de sus ropas diría que han seguido el plan que propuso el profesor de entrar por el embarcadero.

Sin embargo no parece haberles ido muy bien: el personal de seguridad de la mansión los lleva adentro, llevando como pueden a Danny. A esta distancia no soy capaz de ver sus heridas pero parece incapaz de sostenerse en pie por sí solo. ¿Qué habrá pasado?

Doy un largo rodeo por toda la propiedad, bosque a través. Debería marcharme, dar media vuelta y regresar a la carretera. Debería llamar a papá. Pero el teléfono más cercano está a kilómetros de aquí. Sin contar los que pueda haber en la mansión, claro. Quizá si hablo con ellos...

Veinticinco minutos después me doy cuenta de mi error. Una pareja de guardaespaldas vestidos con traje oscuro y gafas de sol me reciben en la entrada principal. Casi a rastras me llevan a un despacho. ¿Por qué no me sorprende encontrarme allí al profesor Vanister y los demás?
Danny permanece recostado en un sofá, con algunos vendajes cubriendo sus heridas. El profesor y el Tío Russell permanecen de pie mientras que Leonard mantiene una acalorada conversación con un señor mayor. Dos guardaespaldas más aguardan en el interior, junto a un tercero al que... Por un momento juraría que le conozco de algo.
Le llaman Morgan. Morgan Kyle.

Devon Powell (TW): Ah. Parece que el señor Braddock ha decidido unirse a nosotros. Siéntese. Quizá él pueda explicarme por qué habéis organizado todo este... lamentable espectáculo.
Leonard Powell: Papá, no podíamos ir a Los Ángeles.
Profesor Vanister (NE): Señor Powell, su hijo tiene razón. Es un efecto dimensional-cuántico. Nuestros organismos reaccionan de forma negativa...
Devon Powell (TW): Guarde su talento científico para después, profesor Vanister. El señor Kyle se asegurará de llevarlos al único lugar donde el FBI no les puede buscar.

El padre de Leonard menciona algo llamado "Almacén 18" y parece que a todos les suena de algo. Hablan otra vez de ese proyecto científico ("Alfombra Mágica") Parece que el padre de Leonard está trabajando en ello. Por un momento pienso que quizá por ese experimento es por lo que nos persiguen los federales...

Devon Powell (TW): Su caso, señor Dalton, es extraño. Verá, mi empresa mantiene beneficiosos vínculos con el ejército. Y ellos parecen muy interesados en su historia...
Russell T. Dalton: No me diga...
Profesor Vanister (NE): No le conviene entregarlo, señor Powell. Sus conocimientos podrían serle de mucha utilidad.
Devon Powell (TW): He leído su historial militar, profesor. Russell T. Dalton era un piloto de pruebas...
Russell T. Dalton: Y supuestamente estoy muerto. También pone eso en mi informe, ¿verdad?
Profesor Vanister (NE): Es un viajero temporal, señor Powell. Con sus recuerdos sobre el experimento al que fue sometido y mis investigaciones, podríamos conseguir que la Alfombra Mágica viajase no sólo en el espacio real o paralelo... sino también a través del tiempo.
Devon Powell (TW): Mmmm... De acuerdo. Señor Kyle, lleve también al señor Dalton al Almacén 18. En cuanto a ustedes dos (a Danny y Ben) Me temo que serán entregados al FBI.
Leonard Powell: No.
Devon Powell (TW): ¿Qué? (a su hijo) ¿Cómo te atreves...?

Es entonces cuando todo se va al infierno.
Leonard asesta un fuerte empujón a su padre. Danny se incorpora aprovechando la confusión, creyendo que podrá ser más rápido que aquel al que llaman Morgan Kyle. De alguna forma, sé que no lo será. El señor Kyle lo encañona con una impresionante pistola. Leonard se interpone entre Danny y el arma del señor Kyle. De alguna forma, al verlo sostener ese arma, siento un extraño "deja-vu".
Por alguna razón pienso en mi padre. Y en Nora.
Entonces escucho la voz de Devon Powell y siento un escalofrío.

Devon Powell (TW) (a Morgan Kyle): Dispare. ¡Dispare!

De alguna forma lo peor no es ver como el cuerpo de Leonard se agita con la potencia de ese disparo a bocajarro. Habría muerto en el acto de no haber llevado puesto el chaleco antibalas que robó del helicóptero del FBI. Lo peor, como decía antes, es la mirada de su padre, Devon Powell. Y su voz...
La voz del hombre que acaba de ordenar la muerte de su propio hijo.

Todo sucede muy deprisa.
El tío Russell se lanza contra uno de los guardaespaldas, un gigantesco hombretón negro al que consigue retener mediante una presa. Danny asesta un fuerte puñetazo a Morgan Kyle, lanzándolo contra la enorme cristalera del despacho. Para mi sorpresa, soy el único que no parece estar acostumbrado a la violencia: incluso el profesor Vanister toma partido en la pelea... ¡empleando una pistola de bengalas contra Morgan Kyle!

Profesor Vanister (NE): Por la constante Whitehouse...

Morgan Kyle atraviesa la cristalera, envuelto por las llamas y el fulgor de la bengala.
Una pareja de guardaespaldas irrumpe en el despacho. No pueden más que entregar las armas cuando el profesor toma como rehén a un inconsciente Devon Powell. Las amenazas parecen surtir efecto. Sin embargo, no serán de mucha ayuda para Leonard. La herida de bala no le ha matado... pero le ha faltado muy poco. Intento emplear lo que queda del botiquín con el que curaron a Danny de sus heridas.
Decididamente no es lo mismo que tratar un esguince o una luxación de hombro.

Danny Dalton: Capi, ayudame a llevar a Leonard. Tío Russell, tu y el profe id abriendo camino.
Ben Braddock (NE): Pero, ¿qué estáis haciendo?
Danny Dalton: Haz lo que te he dicho, joder.

Con los tres guardaespaldas fuera de juego y Devon Powell como rehén, subimos las escaleras y llegamos a la tercera planta de la mansión. Hasta un lujoso despacho. ¿Acaso no se dan cuenta de que Leonard necesita un médico? Pero de inmediato me doy cuenta de que los demás tienen otra prioridad. Y sea la que sea se encuentra dentro de una cámara acorazada: un habitáculo oculto tras un lujoso acuario. El profesor Vanister parecía conocer el código de acceso. Sin embargo apenas si tarda unos minutos en salir del interior de la cámara.

Profesor Vanister (NE): No está… Hay dinero, documentos financieros, varios discos duros y… ésto (sostiene un ordenador portátil entre manos) Pero ni rastro del prisma.
Leonard Powell (incorporándose) No se preocupe… profesor. (coge una de las pistolas que le han arrebatado a los guardaespaldas) Eh… Papá. Despierta.

Devon recupera poco a poco el conocimiento y, al notar sus muñecas apresadas por unas presillas (también cortesía de los guardaespaldas) su mirada se torna aterrada.

Devon Powell (TW): Estoy muy decepcionado, Leonard. Pero aún puedo arreglarlo todo. Créeme. No pasará nada. Solo tienes que desatarme y…
Leonard Powell: Papá… (coloca su pistola sobre el tobillo de su padre)
Ben Braddock (NE): ¡Leonard, no!
Leonard Powell (aprieta el gatillo, volando el tobillo de su padre): El prisma. ¿Dónde está?
Devon Powell (TW): ¡¡Almacén 18!! ¡¡Está en el Almacén 18!!
Leonard Powell: Muy bien. (a los demás) Ya lo habéis oído…
Devon Powell (TW): Ja, ja, ja… (Leonard guarda silencio al escuchar las risas) No cabe duda, hijo. Eres todo un Powell… Ja, ja, ja… ¡Acabas de demostrarlo!.... ¡JA JA JA!

La escena me supera. Es de locos. Y he tenido que presenciar algo así para darme cuenta. Me encamino hacia la puerta. Danny intenta detenerme.

Danny Dalton (encañonando a Ben): Capi. Tienes que venir con nosotros.
Ben Braddock (NE): ¿Y que harás, Danny? ¿Dispararme?

Lo que pasó a continuación quizás me salvó de conocer la respuesta. Teniendo en cuenta lo que había pasado hacía un rato en el salón y sabiendo que había más guardias en la propiedad, demasiado habían tardado en darse cuenta de lo que pasaba. Y así fue como irrumpieron en el despacho dos guardaespaldas. Pero esta vez ya no contábamos con el factor sorpresa. Y ellos iban armados con subfusiles.

Me tiré al suelo, con las manos en la cabeza. Escuche el estampido de los proyectiles acribillando los elegantes y caros elementos decorativos de la estancia. Cuando alcé la mirada, el Tío Russell se sujetaba una herida a la altura del hombro mientras de su pistola se alzaba un delgado hilo humeante. Afuera podía escuchar los resuellos de Danny golpeando una y otra vez al otro de los guardaespaldas. El profesor Vanister ayudaba a Leonard a caminar mientras yo me encargaba de Devon Powell.

Devon Powell (TW): Vamos, Ben. Escúchame. Sé que no eres como los demás. No eres mal chico. El FBI viene de camino. Yo puedo hablarles bien de…
Danny Dalton: ¿Quieres que te vuele el tobillo que te queda, Powell? (viendo herido a su tío-abuelo) Tío Russell…
Russell T. Dalton: Estoy bien, Danny. Pero Powell tiene razón: seguro que después de todo esto el FBI viene de camino.
Profesor Vanister (NE): Muy bien. Todos oímos el rotor de un helicóptero poco antes de que llegase Devon Powell. Cojamos el aparato y vayamos al Almacén 18.
Danny Dalton: Siento ser aguafiestas, profe… pero eso estará lleno de guardias de seguridad.
Leonard Powell: No te preocupes Danny… (apunta con su pistola a Devon) Tenemos un pase V.I.P.

Cargados con las armas que le arrebataron a los dos últimos guardaespaldas, el Profesor Vanister y el Tío Russell encaminan la marcha mientras Danny ayuda a caminar al señor Powell. Leonard insiste en que puede caminar por sí solo.
Yo no estoy tan seguro.

Ben Braddock (NE): Vamos, Leonard… ¿Para qué quieres volver al salón?
Leonard Powell (recogiendo el libro de las Sombras): Por una promesa que le hice a Fred… (mira al otro lado del ventanal: ni rastro de Morgan Kyle) Mierda…
Ben Braddock (NE): ¿Qué? ¿Qué ocurre?

Entonces lo oigo. Sirenas. Coches patrulla. Mientras el helicóptero remonta el vuelo y vamos dejando atrás la mansión, veo el coche del sheriff Thompson frenar ante la puerta, escoltado por otro vehículo más y dos berlinas negras. Federales. Pienso en todo lo que encontrarán dentro de la mansión: las señales de lucha, los agujeros de bala, los destrozos y los guardaespaldas inconscientes y malheridos. Empiezo a comprender por qué nos busca el FBI.

Nadie dice nada de camino al complejo industrial. Y si lo dicen, lo cierto es que no les presto mucha atención: mis ojos están clavados en el Springfield que veo extenderse a vista de pájaro. De alguna forma, lo noto distinto. Como uno de esos retoques por ordenador que haces para gastar una broma. Como si alguien hubiese borrado edificios, calles, manzanas enteras…

Cuando quiero darme cuenta, el aparato toma tierra entre las torres de refrigeración del complejo industrial Powell. Y como el propio Devon ya nos advirtió, un pequeño grupo de guardias de seguridad nos apuntan con sus armas. Leonard y Danny, sin embargo, muestran la bastante sangre fría y convicción como para que sus amenazas de "levantar la tapa de los sesos" nos garanticen la cooperación de todo el personal. También ayuda que el propio Devon Powell interceda por nosotros.

Y es entonces cuando nos llevan al Almacén 18.
Los fluorescentes parpadean en la oscuridad mientras los sistemas hidráulicos resoplan abriendo las compuertas principales del almacén. Una nave industrial repleta de garfios, pasillos aéreos y cadenas de montaje se planta ante nosotros. Y en el corazón de la misma, sobre una plataforma, la vemos por primera vez.


Leonard Powell: Ahí la tiene, profesor. La tanqueta.
Profesor Vanister (NE): Necesitaremos el prisma. ¿Señor Powell?
Devon Powell (TW): Por supuesto… (a uno de los científicos que han entrado acompañándolos) Profesor Vargas, que sus ayudantes saquen el prisma de la cámara.
Profesor Vanister (NE): Necesitaré también acceso al software y los sistemas de configuración. Imagino que se controlan desde el ordenador central, en esas oficinas de ahí arriba. (los técnicos presentes asienten en silencio) Muy bien, debo cambiar los parámetros de salto y…
Devon Powell (TW): Pues espero que pueda hacerlo en menos de veinte minutos. Al parecer el FBI ha seguido la pista de mi helicóptero y…

A todos nos sorprende la actitud cooperante de Devon Powell. En los diecisiete minutos que el Profesor Vanister teclea frenéticamente en las terminales de la oficina, varios guardias de seguridad atienden el destrozado tobillo de Devon. Aprieta los dientes y maldice susurrando. Pero no grita. No lo hará delante de su hijo. Tan cierto como que no volverá a caminar recto en su vida. Lo sé. He visto lesiones como esa.
Por algún motivo, pienso en Sam Wayne. Era mi amigo. ¿Qué habrá sido de él?

El profesor Vanister sale apresuradamente de las oficinas y, sin soltar el portátil que robó de la mansión Powell, es el primero en accionar el código de acceso a la tanqueta. Con un chasquido, ésta se abre.

Margaret (voz electrónica): SISTEMAS ACTIVADOS. BIENVENIDO, PROFESOR VANISTER.
Russell T. Dalton (tomando asiento a los mandos de la tanqueta) ¿Quién ha dicho eso?
Danny Dalton: ¿Qué te parece? Margaret ha aprendido a hablar.
Profesor Vanister (coloca el prisma en la cámara correspondiente: con un chasquido, se cierra): Muy bien, sistemas en línea. Coordenadas introducidas.

Noto como los motores de la tanqueta se ponen en marcha. Leonard entra y me mira desde el acceso.

Leonard Powell (abrazado al libro de las sombras): No es tu mundo, Ben. Pero no te obligaré a seguirnos.
Ben Braddock (NE): No… Tienes razón. No me obligarás.

No me preguntéis por qué lo hice. Pero entré. Y a pesar de que se vibraba de arriba abajo. A pesar de estar sentado en un vehículo paramilitar supuestamente equipado para saltar entre dimensiones alternativas… Lo único en lo que podía pensar en ese momento era en Nora. Y en papá. En lo mucho que los echaba de menos.
Leonard se sentó a mi lado. Y pude ver sus ojos. Había algo distinto en ellos a como los (¿recordaba?) había visto antes. Era frialdad. Y pena.

Me gustaría creer que, en el fondo, sentía lo que había pasado con su padre.

Profesor Vanister (NE): ¡Una última cosa! (los sistemas se apagan por un instante y el profesor saca medio cuerpo por la compuerta) Señor Powell. Déme el password del ordenador.
Devon Powell: Oh, profesor… Si se lo dejo llevar no es porque no tenga datos útiles. Los tiene y muchos. Por eso tengo copias en al menos media docena de discos de seguridad. Se lo dejo llevar porque, sin el password, no es más que un carísimo pisapapeles. Y si lo quiere… Bueno, tendrá que ofrecerme algo con lo que negociar.
Profesor Vanister (NE): Maldito…
Devon Powell (al escuchar las sirenas de policía fuera del almacén): ¿Lo oye? Es el tiempo que se les acaba. Pero no se preocupe, profesor… (sonríe maliciosamente) Le daré recuerdos de su parte a la señorita St.Johns.

El zumbido de los sistemas reactivándose nos impide oír el último fragmento de conversación. Lo importante es que el profesor vuelve a estar a bordo. Toma asiento en el puesto del copiloto.

Profesor Vanister (NE): ¿Están todos listos? Señor Dalton, ¿podrá conducir…?
Russell T. Dalton: ¿Es católico el Papa? (pone en marcha la tanqueta) Mejor no me conteste. No vaya a ser una de esas cosas que han cambiado en los últimos cincuenta años…
Danny Dalton: Dale caña, Tío Russell.
Leonard Powell (aferrando el libro): Si. Larguémonos de este maldito mundo.

Y lo hacemos. Quiero decir, de verdad.
Saltamos. De un universo a otro.

EPÍLOGO

No sé qué aspecto tendrá desde fuera, pero dentro todo vibra como si nos hubiesen metido en una coctelera gigante. Y lo peor es la sensación de aceleración cuando el tío Russell aprieta el acelerador. Imagino que así deben sentirse los astronautas cuando dejan atrás el planeta.
Casi puedo imaginar la cara que pondrán los agentes del FBI cuando entren en la nave industrial. Es la primera vez que sonrío desde que desperté está mañana en lo alto de la Mina Dalton.
Entonces, llega el frenazo. Agradezco tener el estómago vacío. Cuando el mareo comienza a revertir, me doy cuenta de que Leonard ha perdido el conocimiento. Los demás, más o menos aturdidos, parecen encontrarse en buen estado.

Margaret (voz electrónica): INTEGRIDAD ESTRUCTURAL. 100%. SALTO COMPLETADO.
Profesor Vanister (NE): ¿Están todos bien? (camina hasta la cámara del prisma) Por favor, que hayan mejorado el sistema de calibrado… (abre la cámara: solo hay cenizas) Vaya…
Ben Braddock (NE): ¿Ya está? ¿Ya estamos en otro mundo?
Profesor Vanister (NE): Un mundo paralelo, señor Braddock; no lo olvide. Aunque parezca idéntico al suyo, siempre hay alguna diferencia por pequeña que ésta sea.
Danny Dalton (abriendo la compuerta, alucinando): Defina "pequeña diferencia", profesor.

Lo primero que notamos es el cielo. Azul, limpio. Quiero decir totalmente limpio. Luego están los edificios si es que podemos llamarlos así. Son casas bajas, de dos plantas como mucho. Y parecen antiguas. Pero no antiguas como las mansiones sureñas o las iglesias mejicanas. No. Son antiguas, como sacadas de un cuento.
Lo que debería ser Lincoln Square es una inmensa plaza de suelo de arena. No hay calles. Ni farolas. Ni coches. Ni siquiera asfalto.
¿Dónde demonios estamos?


Profesor Vanister (NE): Oh. Dios. Mío. (señala al otro lado de la tanqueta) Miren…

Está justo detrás nuestra, justo tras la tanqueta. En el epicentro de la plaza hay un altar. Y sobre él, cuatro figuras esculpidas en piedra. Su aspecto es solemne, heroico. Una leyenda reza "A los héroes caídos. Porque algún día regresen." El primero es un tipo robusto y corpulento, de baja estatura, y que sostiene una enorme hacha de guerra. Otro, más alto y delgado, lleva una ballesta, pelo largo y extrañas orejas puntiagudas. Es Leonard. El tercero, el más viejo de los cuatro, lleva una túnica larga y sostiene un báculo. Es el profesor Vanister.
Y el último…
El último soy yo. Con armadura. Y sosteniendo una espada.

Russell T. Dalton (bajando de la tanqueta): Yo he estado aquí antes…
(todos se dan la vuelta, aún más atónitos si cabe)
Russell T. Dalton: Esto es Francia, ¿verdad?

CONTINUARÁ...

2 comentarios:

Darrell dijo...

brutal el último capitulo!!!. Mu bueno lo de la constante whitehouse XDXD

me he quedado asi O_o con el epilogo... a ver que tal!!! XDXD

Unknown dijo...

Tatachan tatachan...despues de estar a punto de morir todos, ahora llega el momento de que pasen a mis crueles manos juaaaajajajajaja (entiendase como risa cutremente maligna) :P