domingo, 5 de abril de 2009

Sesión 04-04-09 (P.O.V. - MARCUS VANISTER)

ANTERIORMENTE, EN NEVERFIELD...
Marcus Vanister: Creo que nuestra prioridad es reparar la "Alfombra Mágica" y regresar a nuestro mundo, procurando no alterar aún más el curso de los acontecimientos de esta realidad paralela…

ARROJADOS A UNA ODISEA ENTRE DIMENSIONES ALTERNATIVAS…
Profesor Vanister (NE): Es la tanqueta. Lo que ha construido tu padre no es una máquina de salto dimensional. Es una máquina de guerra.

ENGAÑADOS POR EL LIBRO DE LAS SOMBRAS…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!


CAPTURADOS POR WOLFRAM & HART…
Sarah Kauffmann (ND): Tu amigo Leonard va a morir, Danny… Así aprenderás que no se juega con Wolfram & Hart.

CONDENADOS A ENMENDAR SUS PROPIOS ERRORES…
James Roth (ND): Éste no es solo su primer día en Wolfram & Hart... (se calza las gafas de sol y sonríe) Bienvenido al primer día del resto de su vida...

… O A MORIR EN EL INTENTO.

Episodio 3x03.-
WILLIAM WHITEHOUSE contra WOLFRAM & HART
(Parte 1 de 4)

P.O.V.- MARCUS VANISTER

Concierto número 666 de los “Satan´s Hammer”
Algún punto del desierto de Arizona.
3 de Abril de 1984. Universo Neverdale.

En el escenario, los teloneros hacen lo que pueden. El público, cerca de dos mil jóvenes completamente entregados, se deja llevar por la furia de unas letras arrolladoras y el ensordecedor rugido de las guitarras. Y sin embargo, no es ni la milésima parte de adrenalina que van a soltar con el plato fuerte. Con los “Satan´s Hammer”. Desde que aparecieron con su primer single hace dos años (“Razor´s Cake”), el número de discos vendidos y premios ganados sólo rivaliza con el aumento de suicidios juveniles entre sus entregadísimos fans. Los rumores sobre prácticas satanistas y demás entre los miembros de la banda no han tardado en llegar a los medios de comunicación. Sobre todo tras la falsa noticia de la muerte del líder de la banda, el carismático Hans Hammer. Dicen que ha hecho un pacto con el diablo para cantar como lo hace. La mayor parte de la gente cree que es solo una maniobra de marketing.

Marcus Vanister, aferrado con ambas manos a los andamios superiores del escenario, sabe que no lo es. Sabe que es cierto: que Hans Hammer hizo un pacto con un agente de Wolfram & Hart, Goodwin Steele. Gracias a ello, Hans tiene ahora un poder hipnótico, haciéndole capaz de controlar a las masas solo con su voz.

Mientras se vuelve a poner en pié, el profesor Vanister puede ver como James Roth forcejea con Hans Hammer. Éste clava un puñal en el hombro del joven ejecutivo, entre risas desquiciadas. Parece una herida fea… pero no es nada comparado al destino que ha corrido el señor Dalton.

El cuerpo de Daniel se balancea sobre el escenario, pendiente de una cuerda que rodea su cuello. Todos creen que forma parte del espectáculo. Vanister intenta centrarse, intenta olvidar que hace apenas unos minutos, bajo el dominio hipnótico de Hammer, Daniel se arrojó desde lo alto del escenario con una soga al cuello y un dispositivo explosivo pegado con cinta aislante al pecho. Si la caída le ha roto el cuello, ya no hay nada que puedan hacer por él. Pero el explosivo…

No hay tiempo: el profesor Vanister mira a sus pies. En el suelo de esa pasarela aérea, a metros y metros sobre el escenario, reposa el elegante maletín de cuero de Wolfram & Hart. James Roth consigue evitar una nueva estocada de Hammer. Y lo hace lo bastante rápido como para apoderarse del maletín. Vanister no lo duda un segundo: con un movimiento rápido, apresa los brazos de Hammer, reteniéndolo justo a tiempo para que el señor Roth abra el maletín y…

Sala de Reuniones, número 12.
Sede de Wolfram & Hart. Los Ángeles.
En la actualidad. Universo Neverdale.

Profesor Vanister (NE): … y eso es todo. Nos materializamos en la cámara de contención del sótano dos y…
Sarah Kauffmann (ND): Si, ya lo veo… (cierra la carpetilla que ha estado leyendo) Un informe muy completo, señor Vanister.
Profesor Vanister (NE): Gracias. Sin embargo no nos han dicho nada sobre el estado del señor Dalton…
Sarah Kauffmann (ND): El señor Dalton ha sufrido lesiones de gravedad en el cuello… sin mencionar que tendrá que ser sometido a una revisión psíquica: es posible que el señor Hammer instalase sugestiones hipnóticas en su subconsciente… así que hasta que no estemos totalmente seguros, el señor Dalton permanecerá bajo observación. Entre tanto, ustedes dos pueden tomarse el día libre.

La fría ejecutiva, vestida siempre con un elegante traje blanco, no necesita decir que la reunión ha terminado: el silencio que se crea en su despacho es suficientemente incómodo como para que Vanister comprenda que es hora de irse.

Durante la hora siguiente, Vanister apenas si presta atención a lo que acontece a su alrededor. Su cabeza no deja de pensar en los extraños efectos que el suero les está ocasionando. Al principio pensaba que solo le afectaba a él: de un tiempo a esta parte, Vanister era capaz de “sentir” presencias ajenas a la naturaleza humana. Sin embargo, ahora no cabía duda: aquella soga habría roto el cuello de cualquier persona normal… pero no rompió el de Daniel.

James Roth (ND): ¿Qué coño pasa aquí?

Hasta aquel momento, Vanister había estado tan enfrascado en sus pensamientos que apenas si había prestado atención a todo lo que le había estado diciendo el señor Roth. El joven trataba de ganarse su confianza pero Vanister no estaba dispuesto a ponérselo fácil. Si, le había sacado del infierno. Pero también había dejado allí a Leonard. Y, pese a las diferencias que siempre había habido entre el joven Powell y el profesor, era algo que no iba a perdonar con facilidad.

Allí, en la penumbra iluminada por fluorescentes del parking subterráneo de Wolfram y Hart, el profesor Vanister comparte la sorpresa del joven señor Roth: una veintena larga de obreros cargan unas pesadas cajas a bordo de un enorme camión de dieciocho ruedas, siempre bajo la supervisión de un individuo trajeado. Es oriental, de unos treinta y pocos años. Al sentirse observado por Roth y el profesor, se acerca a ellos.

Gavin Park (ND): Oigan… Esto no es una feria de exposiciones, ¿de acuerdo? Si pudieran dejarnos seguir con…
Doctor Casey (ND): Ah, señor Park…

Vanister reconoce la voz del científico jefe del departamento de I+D. No le sorprende verlo aparecer enfundado en su bata. Lo que le sorprende es ver que viene acompañado de un par de enfermeros… que llevan consigo a un sedado, maniatado y amordazado Billy Whitehouse.

Profesor Vanister (NE) (sorprendido): Señor Whitehouse..

Carretera Industrial nº9.
Zona Sur de Los Ángeles.
Una hora después.

Profesor Vanister (NE): Por última vez, señor Whitehouse… ¡Suba al coche!

El humo salía del radiador de su berlina negra y el motor gemía agonizante: el profesor Vanister sabía que, tras aquel golpe brutal, su vehículo no tardaría en morir. Desde luego, aquello no era nada comparado con el estado en el que había quedado el todoterreno negro del señor Gavin Park. Parecía imposible que aquel montón de chatarra humeante, recostado sobre un lateral y ennegrecido por la explosión hubiera parecido recién salido de fábrica hacía apenas una hora.

Claro que aquel joven que había salido arrastrándose de los restos del todoterreno, el mismo que ahora sostenía con fuerza un subfusil y encañonaba al señor Park, hace una hora apenas si parecía un pelele bajo el efecto de los tranquilizantes…

Una hora… ¡cuantas cosas habían pasado en apenas sesenta minutos! La mente del profesor Vanister regresó al momento en que volvió a ver al señor Whitehouse en el parking subterráneo de Wolfram y Hart. Su aspecto era lamentable: habían afeitado su cabeza, en la que aun se veían marcas y quemaduras provocadas posiblemente por electrodos (o algo peor) Su mirada, completamente ida, dejaba claro que o bien estaba sedado… o los métodos de extorsión psíquica de Wolfram y Hart habían dejado una huella irrevocable en su cerebro. Posiblemente, una mezcla de ambas.

De alguna forma, el cargamento de aquel camión y el señor Whitehouse estaban relacionados. En aquel momento, el profesor evitó discutir con el señor Park y siguió la recomendación del señor Roth de marcharse de allí y “no meterse en asuntos que no eran de su incumbencia”. Sin embargo, en cuanto vio salir del aparcamiento al camión, seguido de cerca por el todoterreno del señor Park (quien parecía estar al mando de aquella operación), el profesor comenzó a seguirlos entre el tráfico.

Aquel seguimiento llevó al profesor hasta las afueras, atravesando el centro de Los Ángeles así como la zona de Heavenwood Boulevard. Fue allí donde el profesor comprobó que si él había estado siguiendo a Park y al camión, el señor Roth lo había estado siguiendo a él. Por algún extraño motivo, el profesor no sintió alivio al perder de vista a Roth, quien se quedó atrás por culpa de un oportuno semáforo en rojo. Lo cierto es que echó de menos tener a alguien que le cubriese las espaldas… sobre todo cuando tuvo lugar el atentado.

El atentado… En aquel momento, el profesor se sorprendió con la naturalidad con la que asumía conceptos como ese.

Había ocurrido hace diez minutos y ya parecía algo lejano en el tiempo. El convoy dirigido por Park había llegado hasta una zona de suburbios, en la parte sur de la ciudad. El camión cruzó un paso a nivel. Pero el todoterreno de Park tuvo que esperar un fatídico semáforo en rojo. Vanister esperó, una calle más atrás, a que se pusiera en verde. No quería pegarse demasiado a él. Quizá fue esa precaución la que le salvó la vida.

Con el resonar de su escape libre, una moto todoterreno pasó a toda velocidad junto a la berlina de Vanister. El motorista, enfundado de arriba a bajo en cuero negro y con un casco de idéntico color, saltó de su montura, dejando que la moto se deslizara por el suelo hasta llegar junto al todoterreno de Park. Entonces, el motorista pulsó el botón de un mando a distancia.

Y la motocicleta voló por los aires, haciendo que los cristales del todoterreno volasen en mil pedazos y haciéndole dar un par de vueltas de campana por la onda expansiva.

El profesor Vanister apretó el acelerador. No quería atropellarle. Pero el motorista no le dio otra opción: se dio la vuelta y se giró empuñando un subfusil. Al mismo tiempo que apretaba el gatillo y los proyectiles comenzaron a destrozar la luna delantera de su berlina, el morro de su coche golpeó con fuerza al motorista, haciéndolo volar por los aires.

Su cuerpo, completamente destrozado por el tremendo golpe, aterrizó a unos centímetros del todoterreno siniestrado. Mientras comprobaba que sus heridas no eran más que rasguños y una herida leve en el hombro, Vanister vio como, de entre los restos del todoterreno, salía un malherido y aturdido William Whitehouse.

Con un movimiento rápido del volante, colocó su berlina a pocos metros del siniestro.

Profesor Vanister (NE): ¡Señor Whitehouse!

Por puro instinto, con la mirada confusa, el pulso inseguro y varios hilos de sangre manando de sus cortes y heridas; William Whitehouse encañonó por un instante al profesor.

Profesor Vanister (NE): ¡No dispare! (alza las manos, en señal de indefensión) Soy el profesor Vanister… ¿me recuerda?
William Whitehouse (ND): ¿Va… Vanister? ¿Qué demonios…?
Gavin Park (ND): Eh… Perdonen…

Whitehouse se dio la vuelta: pese al efecto de los sedantes, el joven soldado parecía ser víctima de una fuerte subida de adrenalina pues encañonó con firmeza al titubeante señor Park, cuyo traje de chaqueta mostraba signos evidentes de haberse llevado la peor parte de la detonación.

Gavin Park (ND): Eh, eh, eh… Chico, ¿por qué me apuntas?
William Whitehouse (ND): ¿Qué…? ¡Porque ha secuestrado a un agente de La Iniciativa! ¡Por eso!
Gavin Park (ND): Te equivocas, Billy, muchacho… (da un par de pasos hacia delante) No te he secuestrado… De hecho, soy quien estaba intentando… salvarte.
William Whitehouse (ND): No de un paso más…
Profesor Vanister (ND): ¡Señor Whitehouse! ¡Suba al coche! No podemos quedarnos aquí…

Es entonces cuando el profesor capta la atención del señor Park. Y éste abre un poco más sus ojos rasgados, a modo de sorpresa…

Gavin Park (ND): Espere un segundo… usted… Es uno de los ejecutivos del parking…
William Whitehouse (ND): ¿Qué…? (mira al profesor Vanister) ¿Qué está diciendo, profesor?
Gavin Park (ND): Billy, muchacho, tu colega el profesor… también trabaja para Wolfram y Hart.
Profesor Vanister (NE): Usted cállese, señor Park. Señor Whitehouse, por favor…
William Whitehouse (ND): No, él... él tiene razón, profesor. Lleva usted uno de esos trajes… Trabaja para ellos.
Profesor Vanister (NE): Puedo explicárselo, señor Whitehouse. Pero ahora debe subir al coche… ¡antes de que lleguen refuerzos!
Gavin Park (ND): Si, sería mejor que nos largáramos cuanto antes…
William Whitehouse (ND): ¡Usted se queda aquí!
Gavin Park (ND): Si así es como lo quieres, Billy, muchacho... Pero entonces no sabrás quien ha intentado salvarte ni quien ha vendido tu pellejo. Y usted, profesor… no sabrá lo que había dentro de ese camión.
Profesor Vanister (NE): ¿Cómo está tan seguro de que eso pueda interesarme, señor Park?
Gavin Park (ND): Porque lo que llevan dentro de ese camión es suyo, profesor.

Un escalofrío recorre la columna vertebral del profesor Vanister pues sólo hay algo en esta dimensión que pueda ser suyo.
Algo que ni siquiera es de este mundo.

Profesor Vanister (NE): Oh.Dios.Mío… Margaret.
CONTINUARÁ...

1 comentario:

Darrell dijo...

yo al señor Park le hubiera puesto un "esto y lo otro" pero ta de puta madre!!! XD