sábado, 11 de abril de 2009

Sesión 08-04-09 - Parte 2 de 2

Episodio 3x04.-
BEN BRADDOCK contra WOLFRAM & HART
(Parte 2 de 2)

Vestíbulo del Cine Rialto.
Harlem Hispano, Nueva York.
Hace 10 horas.

Gavin Park (ND): Ya estamos como siempre… (alzando las manos, a modo de indefensión) Muchacho, ¿por qué apuntas a un hombre desarmado?

James Hetfield hubiera disparado en cuanto vio a aquellos tres tipos trajeados entrar en el vestíbulo del viejo Rialto. Su pistola de nueve milímetros se encontraba a escasos centímetros del rostro de aquel oriental sonriente.

James Hetfield (ND): Siempre me ha parecido más sensato estar a este lado de la pistola. Y creo que tu colega opina lo mismo, ¿no?

James Roth amartilló su automática mientras la colocaba a escasa distancia de la mejilla de Hetfield.

James Roth (ND): Eres rápido, colega. Pero… ¿tanto como una bala?
James Hetfield (ND): ¿Quieres apostar, niñato?
Gavin Park (ND): Bueno, ¿y por qué no nos calmamos todos un poco? (buscando apoyo) ¿No está de acuerdo conmigo, Vanister?

El profesor Vanister, sin embargo, se encontraba paralizado. Su mirada, completamente fija y ausente al mismo tiempo, estaba centrada en el anillo que lucía en su dedo el hombre que encañonaba a Gavin. Había algo en ese anillo. Algo…

Ben Braddock (NE): ¿Pro… Profesor?

Una voz familiar hizo que Vanister viese rota su concentración. De la penumbra de uno de los pasillos que salían de aquel vestíbulo, apareció la silueta de Benjamín Braddock. Aunque vestía una cazadora vaquera gastada, aun podía verse bajo ella la elegante camisa y pantalones del traje que Wolfram y Hart le había dado en su momento.

Profesor Vanister (NE): ¡Señor Braddock!

Cuando se está lejos, cualquier cosa que nos recuerda el hogar es bienvenido. Para bien o para mal, aquel científico cuyos experimentos habían sido el detonante de toda aquella odisea era lo más parecido a una familia que le quedaba a Ben.

Gavin Park (ND): Oh, genial. Abrazos. (mirando el arma de Hetfield) ¿Puede dejar ya de encañonarme, amigo?

A bordo de un coche de empresa de Wolfram y Hart.
Algún punto entre la calle 23 y la Quinta Avenida.
Nueva York.
Hace 7 horas y media.

James Roth (ND): A ver si lo he entendido… (conduciendo) Tu primo (o al menos tu primo en esta dimensión) tiene una especie de refugio secreto bajo un cine abandonado. Y junto a una panda de pirados se dedica a recuperar una serie de anillos los cuales, además de dar… “superpoderes”, pueden acabar por poseerte.

El rumor del coche mientras atravesaba las nocturnas calles del centro de Nueva York eran lo único que rompía el silencio del lugar.

James Roth (ND): ¿Me he dejado algo?
Ben Braddock (NE): Bueno… (sentado en el asiento de atrás, se apoya en los delanteros) Confío en que el señor Park mantenga su promesa.

Gavin, sentado en el asiento del co-piloto, miró a Ben con inocencia.

Gavin Park (ND): Incluso si su primo Brad no hubiese amenazado con “silenciarme”, Ben, no tengo el menor interés en ganarme un enemigo de su calibre. Es un pez gordo de W&H en Nueva York. Si quiere mantener toda su cruzada contra los anillos en secreto para el bufete… ¿Quién soy yo para buscarle las cosquillas?
Ben Braddock (NE): Muchas gracias, señor Park, yo…
Gavin Park (ND): No tienes por qué darlas, Ben, muchacho… Ahora volveremos a Los Ángeles, redactaremos un informe en el que diremos simplemente que te encontramos en uno de los sitios marcados como “posibles” y…
Profesor Vanister (NE): Señor Park… Tengo una extraña sensación. Un presentimiento.
Gavin Park (ND): Vanister, amigo… ¿a qué viene eso ahora?

James Roth rebusca en su bolsillo y, sin dejar de conducir, muestra lo que guardaba en él.

James Roth (ND): Bueno… quizá esto tenga algo que ver con el “mal yuyu” del profesor.

Los ojos de Ben se abren como platos al ver relucir el dorado del anillo entre los dedos de Roth.

Ben Braddock (NE): No… (lo coge de los dedos de Roth) Es uno de los anillos de los que me habló mi primo. ¿De donde lo…?
James Roth (ND): Ey, tío, a mi no me sueltes el rollo. Se le debió caer a alguno de los colegas de tu primo.
Ben Braddock (NE): Da media vuelta. Tenemos…

Ben deja la frase pendiente de un hilo. Sus ojos se posan en el brillante y reluciente anillo. Y, movido por una fuerza que no es capaz de explicar con simples palabras, Ben Braddock desliza la argolla metálica en torno a su falange.

Ben Braddock (NE): Tenemos que volver.
Profesor Vanister (NE): No creo que ponerte el anillo sea buena idea, Ben.
Gavin Park (ND): Ben, muchacho… Kauffmann nos ha ordenado regresar cuanto antes a Los Ángeles. Y eso quiere decir en menos de tres horas. Si no…
Ben Braddock (NE): Este anillo es peligroso. ¡No pienso llevarlo a Wolfram y Hart! ¡Da media vuelta!
James Roth (ND): ¿Aquí todos me dan órdenes? Siéntate y tranquilízate, ¿vale?

El coche acelera. A través de la ventanilla, las calles pasan a cada vez más velocidad. Pero Ben no puede apreciarlo. Porque de repente todo va demasiado lento. Y, en realidad, todo sucede demasiado deprisa.

Ben Braddock (NE): ¡Detén el coche… YA!

Para cuando quiere darse cuenta, Ben está ya sobre la calzada. Apenas si es consciente de haber abierto la portezuela del coche de una soberana patada. Antes de que su cerebro pueda preguntarse por qué todo va tan despacio a su alrededor, Ben arranca a correr en dirección al Rialto.

Al cruzar la calle, escucha un sonido lejano. Son los frenos de un autobús de línea que se precipita sobre él. Los reflejos de Ben son lo bastante rápidos como para evitar morir arrollado. Pero no puede evitar estrellarse de frente contra un poste de electricidad.

Para cuando todo vuelve a moverse a ritmo normal, Ben está tendido en el suelo. Puede sentir el dolor llegando a raudales a su cerebro. Su nariz es un surtidor de sangre y algunos de sus dientes yacen en el suelo, deslizándose por el charco de líquido carmesí que mana de su cara.

El profesor y el señor Park han bajado del coche y lo llevan entre los dos hasta su interior.

Ben Braddock (NE): Tenemos… (balbuceante) Tenemos que volver…
Gavin Park (ND): Esta bien, Ben, muchacho… Volveremos al Rialto. Pero la próxima vez… abre la puerta del coche como todo el mundo, ¿vale?

Gavin sube a bordo del coche. James lo mira, incrédulo.

James Roth (ND): No iremos a volver, ¿verdad?
Gavin Park (ND): Pues si, James, muchacho… Es precisamente lo que vamos a hacer.
James Roth (ND): Usted manda... JEFE.

Exterior del Cine Rialto.
Harlem Hispano, Nueva York.
Hace 6 horas.


James Roth (ND): Una idea cojonuda JEFE.

Al tiempo que termina de murmurar eso entre dientes, James estampa su puño contra la cara del último de los cuatro pandilleros que han intentado robarle el coche. Incluso con una puerta menos (cortesía de Ben), ese Audi era un caramelito en un lugar como ese.

Los dos últimos pandilleros aun corrían, alejándose de allí cuando James vio salir del Rialto a sus compañeros. Todos tenían esa mirada en los ojos. La mirada de no haber encontrado nada. Y pese a todo, James preguntó. Sólo por constatar que aquello había sido una pérdida de tiempo.

James Roth (ND): Dejadme adivinar… Nada de nada, ¿verdad?
Ben Braddock (NE): Ni rastro de mi primo Brad o de sus compañeros.
Profesor Vanister (NE): No debe preocuparse, señor Braddock. No creo que esos hombres que nos atacaron en el interior del Rialto hayan acabado con la vida de su primo.
Gavin Park (ND): Opino lo mismo, Ben, muchacho… Además, a juzgar por el todoterreno en el que llegaron, esos hombres trabajaban para una empresa de seguridad privada… (leyendo el letrero del todoterreno) “Stormwood”. Algo me dice que tu primo Brad y sus amigos "caza-anillos" tienen sus propios problemas y enemigos...
James Roth (ND): Genial. Ahora podremos irnos y…
Ben Braddock (NE): No. Aun no… (a Gavin) Señor Park, mi primo puede haber ido a su apartamento. Quizá le encontremos allí…

Gavin miró su reloj e hizo un breve cálculo mental. Luego puso la mano sobre el hombro de Ben.

Gavin Park (ND): El avión privado de Wolfram y Hart hace el trayecto Nueva York-Los Ángeles en dos horas y media. Eso nos da un margen de sesenta y dos minutos… a partir de ya.

Apartamento de Bradley Braddock.
Upper West Side, Nueva York.
Sesenta y dos minutos después.

Gavin Park (ND): Ben, muchacho… Se acabó el tiempo.

Durante los últimos cuarenta minutos, Ben había ido de un sitio a otro de la casa, buscando de arriba a bajo algo que pudiera decirle donde se encontraba su primo. Había puesto patas arriba cada centímetro cuadrado de aquel lujoso apartamento del Upper West Side.

Pero lo cierto es que, en los últimos diez minutos, Ben se había quedado paralizado, con la mirada perdida sobre un viejo panel de instantáneas. Eran viejos recuerdos de Brad. Una de las instantáneas lo mostraba junto a un viejo Chevy.

Gavin Park (ND): Ben, muchacho… (susurró y miró de reojo al guardia de seguridad que los había dejado entrar en el apartamento: aun creía que eran agentes del FBI y así debía seguir siendo) Ben, tu primo no está aquí ni creo que venga. Es hora…
Ben Braddock (NE): No puedo. No puedo ir con ustedes… (mira su dedo, con el anillo) No mientras tenga esto en mi poder…
Gavin Park (ND): Ben… No voy a poder forzarte a hacerlo. Es tu elección. Quédate si quieres…

Gavin caminó hasta uno de los ventanales desde los que, cinco pisos por debajo, podía verse la calle. Allí, apoyados en el coche, el profesor Vanister y James Roth miraban inquietos el reloj.

Gavin Park (ND): Pero déjame decirte una cosa, Ben, muchacho… (se dirige a la salida y se detiene ante ella) Todos tomamos decisiones. Y todas tienen un precio que acabamos pagando.

Gavin se ajusta el traje y se dispone a salir. Es la voz de Ben la que lo frena. Al girarse y verlo, ve que ha cogido la fotografía de un Brad de hace tiempo. El Brad que vendía coches usados.

Ben Braddock (NE): Tiene razón, señor Park… (se guarda la fotografía) Es hora de pagar por lo que hice.

Despacho de Sarah Kauffmann.
Sede de Wolfram y Hart, Los Ángeles.
Cuatro horas y veinte minutos después.

Sarah Kauffman (ND): Pagar por lo que hizo… (mordisqueó las patillas de sus gafas mientras miraba a Ben) ¿Es lo que quiere, señor Braddock?
Ben Braddock (NE): Es lo justo, señora Kauffmann.

Desde que habían llegado a Los Ángeles, Ben sentía un desagradable quemazón entorno a su dedo anular. Sentado ahí, ante Sarah Kauffmann, Ben se acarició disimuladamente su mano enguantada, tratando de paliar esa desagradable sensación.

Sarah Kauffmann (ND): Sus amigos, el profesor Vanister y el señor Dalton, tendrán que firmar tarde o temprano su acuerdo de cooperación…
Ben Braddock (NE): No si yo firmo por ellos.
Sarah Kauffmann (ND): Vamos, no…
Ben Braddock (NE): Es cierto que todos hicimos un trato con aquel libro… Pero fui yo al que esas… (trató de buscar una palabra para definirlas) esas sombras poseyeron. Y al que usaron para dejarlas en libertad. Por lo tanto… soy yo quien debe pagar por ello.

Sarah Kauffmann miró al chico de diecinueve años que tenía ante ella. Ben mantuvo su mirada firme. Ella, en cambio, se limitó a sonreír y levantarse. Mientras paseaba alrededor del muchacho, activó con un gesto de su mano el sistema automatizado de video que disponía su despacho. En una pantalla plana de alta definición, comenzaron a pasar distintas escenas. Escenas protagonizadas por sus compañeros, el profesor Vanister y el señor Dalton. En algunas incluso aparecía el difunto Leonard Powell.

Sarah Kauffmann (ND): Parece usted estar dispuesto a dar sacrificar su alma por sus amigos… aunque ellos no parecían preocupados por usted.

En aquellas escenas, tomadas en cada una de las reuniones que habían tenido con Sarah Kauffmann desde su llegada a la firma, ninguno de ellos había preguntado por el paradero de Ben.

Sarah Kauffmann (ND): Dígame, señor Braddock… ¿aun sigue dispuesto a hacer semejante sacrificio?

Ben bajó la vista. Trató de respirar con calma, intentando controlar sus sentimientos. Luego miró a Kauffmann.

Ben Braddock (ND): He perdido a mi padre, a la mujer que amaba… si algún día regreso al mundo al que pertenezco, seguramente acabe mis días entre rejas. He sacrificado la mitad de la vida que me queda por capturar una sola de las almas que liberé… (bajó la vista y apretó los dientes) ¿De verdad cree que me da miedo perder mi alma?

En su recuerdo, Ben volvió a escuchar las palabras que su primo Brad le había dicho poco antes de que abandonasen el Rialto. Antes de que un anillo maldito acabase en su poder. Antes de que volviese a Los Ángeles. Antes de poder hacer una tontería como la que estaba a punto de hacer.

Brad Braddock (ND): “Recuerda, Ben… Nunca firmes nada con Wolfram y Hart.”

De vuelta en aquel despacho, Ben miró a la mujer que tenía ante sí.

Ben Braddock (NE): Y ahora, señora Kauffmann… ¿Dónde tengo que firmar?

-EPÍLOGO-

Habitación Blanca.
En algún lugar entre lugares.
En algún momento entre el pasado y el futuro.

Una niña rubia juguetea con una peonza, hipnotizada ante su bailoteo. A su espalda, una mujer enfundada en un elegante y sobrio traje gris de ejecutivo hace acto de presencia.

Sarah Kauffman (ND): Tal y como predijo, el señor Braddock se sacrificó al firmar por el resto.
Mesektet (ND): Humanos… Tan predecibles. Tan aburridos… (sonríe) No como esta maravillosa peonza… Nunca sabes hacia donde se inclinará…
Sarah Kauffman (ND): Pero… Mi señora… Aun nos queda por encontrar a Bradley Braddock.
Mesektet (ND): No te impacientes, criatura tonta… Mientras tengamos a un Braddock, el otro…

La peonza termina de girar y cae. Muerta sobre el suelo.

Mesektet (ND): Caerá… (sonríe) Al final, siempre caen.

CONTINUARÁ...

3 comentarios:

Unknown dijo...

^__^ y otro capitulo mas...espero que Yugu no tarde demasiado en hacer el resumen.

Preacher dijo...

Pues me moló bastante la idea de hacer un crossover con RINGS. De todas formas, aun habrá que ver como acaba (aunque está claro que el titulo de ese capítulo será BRAD BRADDOCK contra WOLFRAM y HART)

Ya tenemos incluso comentarios-SPAM (y si no os lo creeis, mirad el primer comentario de la anterior entrada...)

Darrell dijo...

ufffffffffffffffffffffffffffffffff, molon, muy molon si señor.