sábado, 26 de julio de 2008

P.O.V.- LEONARD POWELL (Sesión 19-07-08)



ANTERIORMENTE, EN "NEVERFIELD"...
Leonard Powell: ...Así que el profesor Vanister de este mundo es una especie de brujo y nos puede enviar de vuelta a casa.
Danny Dalton: Porque si usamos ese prisma, el dragón se despertará ¿no?

CUATRO JÓVENES PERDIDOS EN EL MULTIVERSO...
Marcus Vanister (WF): No tenemos mucho tiempo, Leonard. Tu padre tiene en su poder un objeto muy poderoso. ¿Dónde lo guarda?
Leonard Powell: ¿Qué es eso?
Marcus Vanister (WF): El Libro de las Sombras…
(guardándolo en la bolsa de deporte que lleva al hombro) Ésto puede llevaros de vuelta a casa.

INFINITOS MUNDOS POSIBLES...
Devon Powell (WF): No puedo dejarle marchar, Vanister. Por cierto, hijo… Buen trabajo.

...Y UN ÚNICO CAMINO A CASA.

Episodio 19.- WITCHFIELD (Parte 5)

Parte 1.- “Y ahora… ¿qué demonios voy a hacer?”

Con ese pensamiento, Leonard Powell deja atrás el jardín y entra de nuevo en el vestíbulo de la mansión Powell. Tras él, varios guardaespaldas de su padre custodian a su prisionero: la versión de éste mundo de Marcus Vanister, director del instituto y hechicero encubierto para más señas. El padre de Leonard, Devon, aparece bajando las escaleras y, una vez comprueba que el botín que intentaba robar Vanister está a salvo…

Devon Powell (WF): Muy bien… Llevad a nuestro invitado a la bodega. En cuanto a ti… (se gira a Leonard)… ¿Cómo pudo poner las manos en esto, hijo? (mostrándole el pesado “Libro de las Sombras”, aun metido en el petate de Vanister)
Leonard Powell: No es lo que piensas, papá… Además, ¿qué es esa cosa? ¿Y dónde están mis amigos? ¡Escuché como Morgan Kyle daba instrucciones para…!
Devon Powell (WF): Escúchame bien, hijo. Ése hombre, Vanister, y otros como él no permitirán que los Powell tengamos el poder que por derecho de sangre nos corresponde. No importa las mentiras que te haya contado…
Leonard Powell: Pero mis amigos…
Devon Powell (WF): ¡Tus amigos estarán a salvo mientras me obedezcas! Y ahora... (calmándose un poco) Vuelve a tu habitación… Y no te muevas de allí.

Leonard obedece a regañadientes. Encerrado una vez más en su jaula dorada, los minutos pasan lentamente. Afuera, en los jardines, la vigilancia vuelve a impedir cualquier intento de fuga. Lo mismo que el guardián que su padre ha colocado en su puerta. Lo único que consigue Leonard de él es convencerle para que le suban algo de comer.

Pasa casi una hora cuando llaman a la puerta. No es el servicio de habitaciones: dos guardaespaldas de su padre llevan a Leonard hasta la bodega que hay bajo los cimientos de la mansión. Una vez dentro, mientras camina entre los enormes toneles de vino añejo, Leonard puede escuchar los gritos provenientes de la habitación que hay al final de la sala. Incluso bajo la tenue iluminación de los candiles, Leonard puede apreciar el color carmesí de la sangre en las manos de su padre cuando éste sale de la habitación, escoltado por un guardaespaldas.

Devon Powell (WF): ¡Ah, hijo! (limpiándose las manos) Ya estas aquí…

Los únicos dos guardias que hay en toda la bodega dejan pasar a Leonard a esa pequeña habitación. Parece una vieja destilería, con una bañera y varios tubos metálicos cubriendo el techo. Encadenado de ellos, desnudo completamente y con cortes y heridas, testimonio de una cruenta tortura, yace un semi-inconsciente Vanister.

Devon Powell (WF): No he podido sacarle nada, me temo… (acerca un carrito con numerosos cuchillos y navajas) Pero igual tú tienes más suerte, hijo. Supongo que no supone…

Leonard avanza hasta ponerse a pocos centímetros del pobre (y torturado) Vanister.

Leonard Powell: ¿Bromeas? (coge uno de los cuchillos) De donde vengo, ésta es una de las primeras cosas que me enseñaste a hacer.

***
Parte 2.- “Vale: buen farol… ¿Y ahora qué?”
Leonard Powell piensa eso mientras sostiene en ambas manos dos cuchillos: uno largo y liso y otro de sierra. Ante él, Marcus Vanister: el objeto de su tortura. Tras él, Devon Powell y dos guardaespaldas, atentos a cada uno de sus movimientos.

Leonard Powell: Muy bien, profesor. (mostrando con teatralidad ambos cuchillos) Usted elige. ¿Éste…? ¡o éste!

Con un rápido movimiento, Leonard se da la vuelta y se echa sobre su padre, tomándolo de rehén. Cuando los guardaespaldas reaccionan, encañonándolo con sus armas, Leonard ya ha puesto su cuchillo amenazadoramente sobre la garganta de su padre.

Leonard Powell: Ahora vais a soltar a Vanister y a dejarnos salir de aquí… o me quedaré huérfano.
Devon Powell (WF): Maldito seas… Estas muerto, hijo.
Leonard Powell: Amenazarme no es una buena idea, papá.
Devon Powell (WF): No es una amenaza… Él… Vanister… Va a matarme. Y cuando lo haga… te matará a ti.

El aviso cae, por el momento, en saco roto: habiendo dejado inconsciente a sus guardaespaldas, Marcus Vanister usurpa la pistola (y los pantalones) de uno de ellos. Con Devon Powell como rehén, Leonard y el director Vanister no solo consiguen llegar hasta el despacho privado de Marcus y recuperar el “Libro de las Sombras”. Además, consiguen salir por la mismísima puerta principal de la mansión… ¡bajo la atenta mirada de media docena de guardaespaldas que los encañonan con UZIs y pistolas de nueve milímetros.

Finalmente, Leonard y Vanister consiguen llevar a su rehén hasta la elegante berlina en la que el propio Devon Powell llegó a la mansión hará unas horas.

Leonard Powell: Bien… (a punto de entrar en el coche) Ahora iremos a la mina.
Marcus Vanister (WF): Leonard, creo que debería plantearse la opción de que sus amigos estén ya…
-BANG-

Ante la mirada atónita de Leonard, la cabeza de Marcus Vanister se abre como una sandia. Todo por cortesía de un tirador, colocado en la azotea del torreón de la mansión Powell. Leonard no puede hacer nada, no puede moverse siquiera…
Porque no está allí. Porque aún no ha ocurrido…

Marcus Vanister (WF): Leonard, creo que…
Leonard Powell: ¡Marcus, un tirador! ¡En el tejado!
Marcus Vanister (WF): ¿Qué…?
- BANG –


Ésta vez es el techo solar de la berlina quien encaja la bala. Leonard y Vanister suben a bordo del coche y salen a toda velocidad de la mansión.

Leonard Powell (al volante): Vale. VALE. ¿Qué se supone que acaba de pasar?
Devon Powell (WF): Je, je, je… (en el asiento trasero, maniatado) ¿Ya lo notas, hijo? ¿Notas como la llegada de la marea mágica va despertando tu don?
Marcus Vanister (WF): Cállate, Powell…
Devon Powell (WF): Hijo, escúchame. Vanister me matará. Y luego te matará a ti. ¿Sabes por qué? Porque somos un riesgo para…

Marcus Vanister, sentado en el asiento del copiloto, se gira y apunta con su pistola a Devon. Aprieta el gatillo y la masa encefálica del padre de Leonard salpica por toda la tapicería. Leonard apenas si puede reaccionar: sus ojos están fijos en el espejo retrovisor. Tan impactado está que apenas si puede mover un músculo cuando, justo delante de ellos, ¡aparecen las cegadoras luces de un todoterreno que va en dirección contraria! Leonard intenta dar un volantazo…
Pero el coche no responde.
Porque, de nuevo, eso aun no ha ocurrido.

Devon Powell (WF): ¿Ya lo notas, hijo? ¿Notas como…?
Leonard grita y da un volantazo. La berlina se interna unos metros bosque a través, deteniéndose con un frenazo brusco.
Marcus Vanister (WF): ¿Qué estas haciendo, Leonard?
Leonard Powell: No voy a permitirlo, Marcus. No dejaré que mates a mi padre…

En ese instante, los faros de un par de todoterrenos rasgan la oscuridad de la noche: son los vehículos que envió Devon Powell a la mina para dar caza a los amigos de su hijo. Antes de pueda intentar una maniobra de huida, Marcus Vanister cumple con la profecía de Leonard… ¡disparando a la cabeza de Devon Powell! La deflagración del arma es suficiente como para llamar la atención de un segundo todoterreno que pasaba justo en ese momento junto al coche varado de nuestros protagonistas.

Leonard Powell (ante la visión – otra vez – de su padre muerto): No… No puede ser…
Marcus Vanister (WF): Vámonos de aquí, Leonard. ¡Conduce, por el amor de Dios!

Con las manos temblorosas, Leonard obedece a Marcus y la berlina sale a toda velocidad rumbo a la mina Dalton.
***
Parte 3.- “Ha matado a mi padre. Y no he movido un dedo.”

El pensamiento se repite una y otra vez. Lo poco que queda de trayecto entre la mansión Powell y la mina Dalton, tanto Leonard como Marcus Vanister lo hacen en silencio. Finalmente, cuando el bosque es demasiado tupido como para seguir adelante conduciendo…

Marcus Vanister (WF): Esta bien… (bajando del coche y aferrándose al petate que guarda el “Libro de las Sombras”) Echamos un vistazo, buscamos a tus amigos y, pase lo que pase, regresamos a mi casa. Allí es donde…
Leonard Powell (quedándose atrás): Mi padre tenía razón. Usted lo ha matado. ¿Va a matarme a mí también?
Marcus Vanister (WF): No tenemos tiempo para esto, Leonard. Dime, ¿quieres que os ayude a volver a casa? ¿Si o no?

Casi a regañadientes, Leonard sigue adelante y ambos llegan al claro previo a la mina, donde se alzan los tres postes donde quemaron a las brujas veinte años atrás. Entre la maleza reinante, nuestros protagonistas encuentran los cuerpos de tres guardaespaldas de Vanister.

Temiéndose lo peor, tanto Leonard como Marcus Vanister se internan en la mina. Allí se topan con “Margaret” aparentemente reparada… y con un viejo conocido.

Leonard Powell: ¿Fred? ¿Eres tú?
Fred “Fess” Fesster: Leonard… (abrazos) Joder, tío. ¡Jamás pensé que me alegraría tanto de ver a un Powell! (mirando las marcas de tortura del director Vanister) Joder, profesor… ¿Qué le ha ocurrido?
Marcus Vanister (WF): Pues…
Leonard Powell (interrumpe): Es largo de contar. ¿Dónde están los otros, Danny, Ben y el Vanister de su mundo?
Fred “Fess” Fesster: No lo sé, Leonard. Pero tenemos un problema. Algún hijo de perra se ha llevado consigo el teclado de la “Alfombra Mágica”… ¡no podemos ponerla en marcha!
Leonard Powell (mirando por encima del hombro de Fred): Me temo que ese no es nuestro único problema…
Marcus Vanister (WF): ¿Tyler? (atónito) ¿Qué haces… aquí?
Tyler Crow (WF): ¡Maldita sea, Vanister! ¡Le dije que saliera de aquí! ¿¡Por qué ha vuelto, joder!?

Tyler Crow sale de detrás de “Margaret”, armado con su cuchillo de monte y, sosteniendo entre manos el prisma. Leonard y Fred alzan la mirada, recorriendo la escarpada pared de roca viva de la caverna. La misma que tiene forma de intimidante dragón gigante. En sus mentes, un único pensamiento: “Que sea otro prisma, que sea otro prisma…”
Pero el hueco que hay entre los ojos del dragón no deja lugar a dudas: Tyler Crow ha terminado de arrancar el prisma de su sitio.

Leonard Powell y Fred “Fess” Fesster: Oh. Mierda.

CONTINUARÁ.

1 comentario:

Unknown dijo...

Esto es el mas dificil todavia, a ver cuando conseguimos reunirnos de una vez. Por cierto Ismael, si ves que no dejo ningun comentario, en ninguna otra entrada, es que no quiero leer nada que tenga que ver, con aquellos que no estamos juntos, o con lo que no me hayan contado.

Si Smaug despierta, ¿Quien sera Bardo el arquero? .