martes, 16 de septiembre de 2008

Sesión 13-09-08

ANTERIORMENTE, EN "NEVERFIELD"...
Danny Dalton: A ver si lo he entendido: tenemos que colocar un poste metálico como éstos en cada uno de los puntos que rodean el condado de Neverfield y vigilar que esa luz verde no se pone roja. ¿Es eso? Venga, vale. ¿Dónde está la trampa?"

CUATRO JÓVENES ATRAPADOS EN UN EXPERIMENTO SIN CONTROL...
Marcus Vanister: La prioridad es reparar la "Alfombra Mágica" y regresar a nuestro mundo, procurando no alterar aún más el curso de los acontecimientos de esta realidad paralela…

UN VIAJE A TRAVÉS DE DIMENSIONES ALTERNATIVAS...
Billy Whitehouse (NE): Si lo que has contado es cierto y Devon Powell está enviando máquinas de salto dimensional a saquear otros mundos...

INFINITOS MUNDOS POSIBLES...
Goodwin Steele (TW): Industrias Powell está interesada en su talento como científico e ingeniero. Están dispuestos a pagar su billete a la libertad... a cambio de que firme un acuerdo de trabajo con ellos.

... Y UN ÚNICO CAMINO DE VUELTA A CASA.

Episodio 2x02.- TWINFIELD (Parte 2)

Afueras de Berlín.
Hace casi un año.
En su universo de origen.

La rave se deja escuchar incluso fuera de la nave industrial abandonada. Leonard Powell sale al exterior, dando ligeros tumbos y aferrado a una chica de pelo violeta y ropas de cuero rasgadas. No recuerda su nombre, ni cómo ha llegado a esa fiesta, ni cuanto éxtasis ha tomado esa noche… Como si le importara una mierda.
Ahora mismo su único interés es meter la mano bajo las bragas de esa zorra.

Y es en ese momento cuando los faros del coche lo deslumbran.
La chica se asusta y se echa a un lado. Leonard se cubre los ojos con la mano: es una berlina negra, un coche caro. A ambos lados del mismo, dos hombres. Visten trajes oscuros. Guardaespaldas. Uno de ellos, con coleta rubia, se acerca y dice algo en alemán. Leonard no lo entiende pero le da lo mismo: nadie va a joderle la fiesta. Parte la botella de cerveza que tenía en la mano y se dispone a atacar.

El guardaespaldas es un profesional… pero incluso los profesionales pueden tener un mal día: el matón de la coleta se prepara para desenfundar. Su pistola llega a salir de su chaqueta y aun está en su mano cuando se escucha un disparo.
Leonard jamás sabrá si le iba a disparar o si tan solo pensaba encañonarlo.
El hombre que le acaba de volar la mano a ese guardaespaldas no le dio la oportunidad.
Mientras escuchaba los gemidos de dolor del guardaespaldas, el tercer guardaespaldas terminó de bajar de la berlina, aun con su pistola humeante en la mano.

Llevaba un abrigo largo y negro. Debajo, un elegante traje de chaqueta y corbata roja como la sangre. Era negro, con la cabeza afeitada y su voz sonó profunda y rasgada.
Aquella fue la primera vez que Leonard Powell vio a Morgan Kyle.

Leonard Powell (dando un par de pasos hacia atrás, aun con la botella rota en la mano): ¿Quién coño eres tu?

Morgan Kyle guardó su arma y sacó un móvil. Marcó un número y se lo tendió a Leonard. Éste, al otro lado de la línea, pudo reconocer la voz de su padre.

Devon Powell (por teléfono): Estoy muy disgustado, Leonard. Hace dos días que nadie sabe nada de ti. Teníamos una cena importante, hijo. Y me has dejado en ridículo delante de todos por última vez.
Leonard Powell: Pero, papá…
Devon Powell (por teléfono): El caballero que te ha entregado el movil es el señor Kyle. Desde ahora se encargará de tu seguridad. Confío en él y estoy convencido de que tú aprenderás a respetarle.

Y ahí se cortó la comunicación (si es que alguna vez hubo algo que pudiera denominarse así entre Leonard y su padre)

Morgan Kyle: Y ahora, señor Powell. Suba al coche.
Leonard Powell (desafiante): ¿Qué? Estas muy equivocado, ¿vale? Si mi padre cree que le voy a hacer caso a una puta niñera…
Morgan Kyle: Disculpe, señor Powell… Pero, ¿de verdad cree que ha sido una petición?

Antes de que pueda siquiera mover un solo músculo, Leonard siente el puño de Morgan estrellarse contra su estómago. Cae de rodillas y aun no puede respirar cuando Morgan descarga un codazo en su espalda, dejándolo definitivamente fuera de combate.
Mientras el segundo guardaespaldas lo arrastra hasta el coche, Leonard escucha la voz de Morgan. Distante. Lejana. Paternalista.

Morgan Kyle: Desde ahora, chico, iré siempre tras de ti. Donde tú vayas. Iré yo. Y por su propio bien, Señor Powell, espero que no me ponga las cosas difíciles.

Cuidados Intensivos, segunda planta del Hospital Powell.
Universo Twinfield.
Ahora.

En la habitación tan solo se escucha el repicar de los dedos de la agente Kauffmann sobre la mesa. Leonard lleva casi cinco minutos sin poder reaccionar: paseando su vista atónita sobre las fotografías que le acaba de mostrar.

Agente Sarah Kauffmann (TW): 1952. Localidad de Valley Rock, Nueva Inglaterra. Unos extraños círculos aparecen en los campos de cultivo. 1978. Santa Mercedes, a diez kilómetros de la frontera con Méjico. Veinte cabezas de ganado aparecen grotescamente mutiladas. Todos aseguran que ha sido una criatura mítica conocida como "Chupacabras"… Año 2008. Springfield, California. ¿Sabe que tienen estas localidades en común? Fraudes, señor Powell. Fraudes para atraer a curiosos, turistas… a la prensa.

Leonard no sabe que contestarle. No puede decirle la verdad. Si tan sólo…
El móvil de la agente Kauffmann le ofrece lo más parecido a una prórroga que tendrá. Aun está dándole vueltas a una posible historia que justifique la furgoneta fusionada en la tierra, los cadáveres, su regreso de entre los muertos… sin olvidar al viejo Tío Russell, claro.
Pero todo eso pasa a un segundo plano cuando la agente Kauffmann reaparece por la puerta.

Agente Sarah Kauffmann (TW): Señor Powell… ¿Qué interés tiene su padre en el profesor Marcus Vanister?
Leonard Powell: ¿Cómo…?
Agente Sarah Kauffmann (TW): El señor Devon Powell acaba de contratar los servicios del bufete de abogados más prestigioso de la Costa Oeste… y está a punto de llevarse al profesor Vanister a sus instalaciones en Springfield.
Leonard Powell (se incorpora): Tiene que llevarme con él. Si quiere respuestas, agente Kauffmann… tendrá que llevarme con el profesor. Ahora.

La agente Kauffmann mira en silencio al joven Powell. Y luego hace una llamada por el móvil.

Agente Sarah Kauffmann (TW): ¿Robbins? (por teléfono) Que preparen el helicóptero: trasladaremos al señor Powell a la comisaría de policía.

Comisaría de Policía.
Quince minutos después.

Danny Dalton lleva casi media hora sentado en ese escritorio. A su alrededor, todo es un caos: los ayudantes del sheriff no dejan de ir de un lado para otro mientras responden al teléfono, tramitan órdenes legales e intentan que los periodistas que rodean el edificio no entren en él. Voces, pasos, teléfonos, impresoras, el aire acondicionado…

Hace media hora que Danny y Fred llegaron a la comisaría. Antes de que pudiera plantarles cara, los agentes del FBI al mando del Agente John Ortega los rodearon. Se llevaron a Fred abajo, a los calabozos. Danny no necesitó más que eso para reconocer en el agente Ortega al típico abusón de pasillo de instituto: había decidido ir primero a por Fred pensando que sería más fácil de doblegar.

Pero "Friki" Fess había aguantado el interrogatorio de un cabreadísimo Morgan Kyle en Psifield. El agente Ortega lo tendría difícil, pensó Danny.

La primera persona que se le acercó fue el sheriff Thompson. "Rayo" dejó un vaso de agua ante Danny.

Sheriff "Rayo" Thompson (TW): Daniel… ¿estas bien? Mira, hijo… Nos habéis tenido muy preocupados a todos, ¿lo sabes? El chico de los Fesster estará bien, te doy mi palabra… Pero tienes que ayudarme, Daniel… Tienes que decirme qué está pasando… (desliza una carpeta discretamente hasta ponerla al alcance de Danny) Porque yo ya no sé qué pensar…

Danny miró la única foto que había en la carpeta. Y mientras, escuchaba la explicación del sheriff. Era la misma instantánea que, como más tarde le contaría Leonard, le había mostrado la agente Kauffmann. Parte del morro de "Margaret" saliendo del techo de una alcantarilla. Fusionada con la piedra. Parecía un jodido montaje en photoshop.

Pero no lo era.

Antes de que pudiera decir nada más, Danny vio como de una de las puertas interiores de la comisaría salía un tipo escuálido, joven y trajeado como sólo van los picapleitos. Tras él, dos guardaespaldas custodiaban al profesor Marcus Vanister. Mientras el picapleitos pedía una serie de documentos a la ayudante del sheriff, el agente Ortega apareció de repente, persiguiendo a la comitiva que parecía dispuesta a sacar por la puerta grande al profesor Vanister. Ortega presionaba al sheriff Thompson para que impidiese salir del edificio al abogado y a Vanister.

Aquella discusión, en la que no tardó en enzarzarse el propio abogado, permitió a Danny y al profesor intercambiar impresiones.

Danny Dalton: ¿Profesor? ¿Qué coño pasa?
Profesor Marcus Vanister (NE): Señor Dalton, no se preocupe. Voy a encontrar una forma de salir de aquí.
Danny Dalton: Pero, ¿a dónde le llevan?

Casi a modo de respuesta, de las mismas puertas por las que diez minutos antes salió la comitiva encabezada por aquel abogado, ahora hacían acto de presencia tres agentes del FBI encabezados por la agente Sarah Kauffmann.
Y junto a ellos, Leonard Powell.

Leonard Powell (acusando): Ni se le ocurra hacer un trato con mi padre, profesor.

Los minutos siguientes son una pesadilla burocrática: si el ruido y el caos que hay organizado en la comisaría por la súbita aparición de los "niños perdidos" no fuese suficiente; ahora la agente Sarah Kauffmann se enzarza en una discusión burocrática contra Goodwin Steele, el abogado contratado por Devon Powell para liberar al profesor. Mientras el tira y afloja continúa, Danny Dalton aprovecha para esconderse la fotografía en el bolsillo.

Goodwin Steele (TW): Me temo, agente Kauffmann que no hay más que hablar… (dando por terminada la discusión y acercándose al profesor) Vamos, profesor. Es hora de…

BANG.

El primer disparo resuena por encima del caos de la oficina. Y el segundo. Y el tercero.
Y los gritos. Proceden del sótano. De la zona de los calabozos. Donde estaba Fred. El agente Ortega y el resto de los chicos del FBI son los primeros en reaccionar, corriendo hacia abajo. Mientras continúan los gritos y los disparos, dos de los agentes bloquean el acceso al sótano… incluso para los propios hombres del sheriff Thompson.

La crisis acaba en apenas unos minutos. Unos minutos casi interminables. Dos agentes del FBI aparecen por la puerta, llevando a un inconsciente Fred Fesster: tiene una fea herida en la cabeza. Completamente fuera de sí, aparece también otro tipo al que Leonard reconoce. Es el agente Casey, el tipo con la bata de laboratorio que estuvo haciendo pruebas de reconocimiento al tío Russell. Su bata blanca ahora está salpicada de sangre y de una fea herida en su brazo salen pequeños chorritos de sangre.

Agente Casey (TW) (derrumbándose sobre el suelo, fuera de sí):
Estánvivosestánvivosestánvivos...
Agente Sarah Kauffmann (TW) (por teléfono): ¡Agente Ortega! ¿Qué ha ocurrido?
Agente Ortega (TW): Ha habido... dios. Ha habido alguna clase de incidente aquí abajo. Hay al menos dos agentes muertos...
Profesor Marcus Vanister (NE) (ayudando a sentarse al agente Casey): Vamos, amigo. Tranquilícese...
Agente Casey (TW) (reaccionando ante la presencia del profesor): ¡ESTÁN AQUÍ! ¡NO ME TOQUES! ¡NO TE ACERQUES A MI!

Mientras Fred "Fess" Fesster es llevado a la azotea (donde el helicóptero del FBI lo trasladará al hospital); varios agentes incluida la propia Sarah Kauffmann, deben retener al agente Casey quien intenta defenderse del profesor Vanister, Danny Dalton y Leonard Powell. La ayudante del sheriff, Mónica Deveraux, lleva a nuestros protagonistas a una sala de interrogatorios donde permanecerán retenidos mientras se aclara lo ocurrido.

La sala de interrogatorios es el primer sitio tranquilo que tienen el profesor, Danny y Leonard para aclarar sus ideas: no tardan en poner en común los asuntos pendientes. La extraña reacción alérgica que padecieron Danny y Fred al intentar salir de Springfield (y el hecho de que el propio profesor la sufrió también en Witchfield); la "Margaret" que encontraron las autoridades sepultada bajo la plaza Lincoln (y que parece haber sido víctima de una desafortunada teleportación)... y por supuesto, la supuesta implicación del Libro de las Sombras en lo que ha ocurrido en la morgue de la comisaría.

Leonard Powell: Así que los cuerpos que encontraron en esa furgoneta de la foto estaban ahí abajo...
Danny Dalton: Y el jodido Libro los despertó. Cojonudo.

Menos de treinta minutos después de haber sido trasladados allí, la puerta de la sala de interrogatorios se abre, dejando paso a la primera visita de la noche: la agente Kauffmann se sienta ante ellos y, repicando los dedos sobre la mesa, les hace una oferta.

Agente Sarah Kauffmann (TW): Esta conversación no está teniendo lugar. Verán... Necesito una versión para todo este incidente. Una versión que pueda poner en mi informe. Así que o me la dan ustedes... o buscaré una que se adecue a mis intereses.

Poco importa que nuestros protagonistas no puedan dar esa explicación racional que les pide la agente Kauffmann: su entrevista extraoficial se ve interrumpida por la iracunda irrupción del ayudante del sheriff, Norman McNamara.

Agente McNamara (TW) (Intentando entrar en la sala de interrogatorios): ¡Habéis matado a Chester, cabrones! ¡Ha sido la mierda que habéis montado, joder!

Varios de los hombres del sheriff consiguen llevárselo, entre ellos el propio "Rayo" Thompson quien ve a la agente Kauffmann allí. Ésta, al saberse descubierta, abandona la sala, dando una última advertencia a los personajes: deben andarse con cuidado. Los cargos de farsa se acaban de convertir en cargos por "homicidio involuntario".

Pero la noche es joven. Y en menos de diez minutos, nuestros amigos reciben su segunda visita: Goodwin Steele, el abogado contratado por Devon Powell para sacar de allí al profesor Vanister, aparece con una nueva oferta.

Goodwin Steele (TW): La situación es la siguiente, caballeros. Teniendo en cuenta los nuevos cargos de los que se los acusa... el FBI probablemente los traslade en menos de cuarenta y ocho horas a sus instalaciones en Los Ángeles. Sin embargo, gracias a un tecnicismo similar al que empleamos con el profesor, mi bufete podría arreglarlo todo para que disfrutasen de su arresto domiciliario en las instalaciones de la Powell Corporation.

Cinco minutos después, nuestros protagonistas llegan a un acuerdo. Una firma en la línea de puntos y un sonriente Goodwin Steele presenta el documento ante las narices del sheriff "Rayo" Thompson y la agente Sarah Kauffmann.

Goodwin Steele (TW): Y ahora, si son tan amables de custodiar a mis clientes hasta la salida...

No son ni políticos ni estrellas de rock. Pero nuestros tres protagonistas salen por la puerta principal de la comisaria, bajo el aluvión de flashes y micrófonos. Una marea de periodistas se agolpa a su alrededor y luchan por conseguir una declaración de nuestros amigos (mientras Goodwin Steele no deja de repetir "sin comentarios")

Industrias Powell.
Veinte minutos después.

A bordo de un todoterreno negro con logotipos de Powell Corporation, nuestro trío protagonista llegan a la planta industrial Powell. De noche, con sus luces encendidas, Leonard no puede evitar recordar la ocasión en la que se enfrentaron con un Morgan Kyle vampírico, en Shadowfield.

La sensación y el recuerdo es aún peor cuando, minutos después, el propio Morgan Kyle y dos guardaespaldas más los llevan hasta el despacho de Devon Powell. Éste se encuentra en el cuarto y último piso del edificio de oficinas de la factoría. El mismo lugar donde, en otro universo paralelo, un Morgan Kyle que trabajaba para el gobierno disparó un arma contra Leonard Powell.

Devon Powell (TW): ¡Hijo! (se acerca y le da un abrazo) ¿Estas bien? ¿Todo bien? (lo mira de arriba a bajo) Claro que sí... Bueno... (mira al profesor) Me alegra verle, profesor Vanister. Estoy ansioso por conocer los detalles de todo su... experimento. Ah, y tú debes de ser Daniel... (hace ademán de estrecharle la mano) Cómo has crecido. La última vez que te vi apenas levantabas un par de palmos del suelo...

La charla y los saludos informales se convierten, poco a poco, en un interrogatorio relacionado con el experimento del profesor. Para dejar claro que está más que dispuesto a creer cualquier cosa que le digan, Devon Powell les muestra una grabación realizada mediante una videocámara espía, colocada en el interior de un coche. Afuera puede verse un barrio residencial, en algún punto de Outsprings.
Nuestros protagonistas no pueden evitar reconocer el vehículo que va a unos metros por delante suya.
Es "Margaret".

De repente, un rayo impacta contra un poste de teléfonos y éste cae a escasos centímetros de la furgoneta. Una chispa desafortunada y… Y nuestros protagonistas ya saben lo que viene a continuación: luces, relámpagos… el salto dimensional parece algo hecho por la factoría Light & Magic.

La grabación continúa. Quien fuera que estuviera grabando, detiene el coche y baja a la calle. En ese momento se descubre quien estaba a los mandos del vehículo. Danny y el profesor sienten un escalofrío. Leonard es el único al que no le sorprende ver que se trata de Morgan Kyle. Y una frase suya… "Donde tú vayas… iré yo"… resuena en su cabeza.

Devon Powell (TW): Imagino que están agotados tras tantas emociones. Y mañana le espera un día de duro trabajo, profesor. Será mejor que descansen. Ahora, si me disculpan…

Morgan Kyle acompaña a los tres protagonistas al que será su dormitorio provisional: una "smoking room" para empleados de la segunda planta del edificio de oficinas. Allí, se han habilitado dos camastros y un sofá cama. El agotamiento les puede y deciden relajarse un poco. Disfrutan de una comida y aprovechan para ducharse: Morgan Kyle les lleva hasta las duchas para empleados, ubicadas en los ruidosos sótanos del edificio. Allí, mientras el guardaespaldas personal de Leonard busca ropas, los tres protagonistas disfrutan del primer momento tranquilo que tienen en mucho tiempo.

Danny Dalton (rompiendo el silencio de la ducha): Tíos… La de tiempo que llevo sin hacerme una buena paja.

Todos ríen el chiste de Dalton. Pero es cierto: sus vidas se han convertido en una persecución constante, a vida o muerte.

Poco tiempo después, Morgan regresa: las únicas ropas que ha encontrado la traen dos guardias de seguridad, Dave y Ben. Dave es alto, lampiño, delgado como un palillo y rubio con el pelo cogido en una coleta. Ben, por el contrario, es bajito, regordete, con barba poblada y moreno.

A pesar del cansancio, la ducha y la comida les ha hecho reponer las fuerzas suficientes para que nuestros tres protagonistas no quieran permanecer mucho más tiempo dentro de su "cómoda" celda judicial. Así, luciendo los monos de trabajo con logotipos de la Powell en la solapa; los tres se disponen a escapar de las instalaciones y averiguar que se cuece en el única almacén donde parece concentrarse toda la actividad de la planta.

Mientras Danny y el profesor no consiguen evitar la vigilancia de Dave y Ben; Leonard si consigue escabullirse (pese a que no impide que se percaten de su presencia: ¡había una cámara vigilando la "smoking-room"!) Para distraer todo el tiempo que puedan a la peculiar pareja de guardias, Danny convence a Dave para que le pase algo de "material"… y los dos acaban fumándose un porro en los vestuarios.

Entre tanto, Leonard consigue escabullirse el tiempo suficiente como para poder echar un vistazo al interior de la nave industrial en la que parece que están trabajando contrarreloj. Desde uno de los ventanucos, contempla lo que se cuece allá dentro: entre plataformas, maquinaria pesada y chispas de soplete, Leonard contempla el primer prototipo de lo que, en un futuro, podría llegar a ser una armada de tanquetas. Una fuerza de asalto (y conquista) dimensional.
Leonard lo sabe bien: lo ha visto.
En Neverend.

Por desgracia, Leonard no tiene mucho más tiempo para seguir indagando: las alarmas saltan en ese momento. Movilizado todo el personal de seguridad de la planta, una pareja de guardias no tarda en interceptar al joven Powell y llevarlo de vuelta al edificio principal. Allí, un molesto Morgan Kyle ya ha descubierto a Danny en los vestuarios.

De vuelta a la "smoking-room" (y esta vez con vigilancia en la puerta), los tres interpretan un papel ante la cámara que ahora saben que los vigila. Así, intercambian comentarios intrascendentes mientras Leonard escribe una única palabra en la parte de atrás de la foto que Danny tiene aún de la furgoneta empotrada bajo el suelo de Lincoln Square.

La palabra es "blindado". Y lo acompaña de un dibujo. Ni Danny ni el profesor necesitan más explicaciones: ellos estuvieron allí. Vieron el ejército que Devon Powell había construido. Y ahora saben que puede repetirse aquí.

Danny coge la foto, la pliega y le prende fuego. El fuego consume la instantánea lentamente. Como una metáfora de lo que deben hacer para impedir que los planes de Powell sigan adelante.

De repente casi parece que el Libro de las Sombras es la última de sus preocupaciones.
Pero sólo lo parece…

CONTINUARÁ

1 comentario:

Unknown dijo...

Mu bien. Y ahora paron de unas semanitas jo. Hay ganas de ver cual es el proximo marron jejejeje.