domingo, 28 de septiembre de 2008

Sesión 26-09-08

ANTERIORMENTE, EN "NEVERFIELD"...
Russell T. Dalton: Mi nombre es… Dalton. Teniente Russell T. Dalton, de las Fuerzas Áereas de los Estados Unidos de América.
Danny Dalton: Joooooder…

CUATRO JÓVENES EMBARCADOS EN UN EXPERIMENTO SIN CONTROL...
Danny Dalton: Ten mucho cuidado con eso, Billy (señalando el Libro de las Sombras, debidamente envuelto en un saco y atado) Escóndelo. Y mantenlo lejos de todo el mundo. Incluso de ti mismo, ¿de acuerdo?

UN VIAJE A TRAVÉS DE DIMENSIONES ALTERNATIVAS...
Leonard Powell (viendo como lo sacan de la habitación): ¡Russell! ¿A dónde se lo llevan?
Agente Sarah Kauffmann (TW): Señor Powell, ¿sabe acaso quien es ese hombre?

INFINITOS MUNDOS POSIBLES...
Agente Sarah Kauffmann (TW): Veamos… (leyendo) "Institución Militar Psiquiátrica de San Antonio", paciente Russell Thadeus Dalton. Ingresado el 20 de Agosto de 1953. Fallecido el 11 de Julio de 1973.

... Y UN ÚNICO CAMINO DE VUELTA A CASA.

Episodio 2x03.- TWINFIELD (Parte 3)

Noviembre de 1952.
White Sands, Nuevo Méjico.

Un coche con distintivos militares atraviesa una desolada carretera. En su interior viaja el veterano piloto de pruebas, Russell T. Dalton. Lleva puesto el uniforme de las grandes ocasiones. Y tener la oportunidad de hablar directamente con el Comandante John Rockstone lo es. Son viejos amigos y no es la primera vez que visita su casa de campo. Pero la formalidad es una muestra de respeto. Y Russell lo sabe.

Mira en el horizonte y puede ver la base aérea de Roswell. Russell sonríe y pide al joven soldado que hace de piloto que detenga el vehículo. Baja del coche y contempla durante un par de minutos la base en la que se fragua el futuro bélico de su país.

Russell T. Dalton: Dime, chico… ¿Sabes lo que es eso?
Soldado: Es la base aérea de Roswell, señor.
Russell T. Dalton: ¿Y sabes lo que se hace allí?
Soldado: Eso es alto secreto, señor. Pero… ¿permiso para hablar con franqueza, señor?
Russell T. Dalton (sonríe): Claro…
Soldado: Es donde se fabrican las armas secretas con las que patearemos el culo de esos jodidos comunistas, señor.

Russell asiente y vuelve a mirar por última vez a las instalaciones. Sí, allí es donde se fabrica el futuro. Pocos minutos después, el coche entra en la propiedad privada del Comandante Rockstone, un enorme rancho situado entre la base de Roswell y la pequeña localidad civil que le da su nombre. Bajo el porche de la casa colonial, Russell ve al joven Duncan, el hijo del comandante. Va vestido con un uniforme de los boy-scouts y juguetea con varios aviones de latón.

El chico se incorpora y saluda efusivamente a su tío Russell. Éste no puede evitar sonreír mientras escucha al pequeño Duncan hablar apresuradamente sobre los últimos cómics que ha leído. Sin embargo, su padre no tarda en aparecer y de inmediato, Russell recuerda que no es una visita de cortesía.

Russell T. Dalton (cuadrándose): Señor…
Comandante John Rockstone: Descanse, soldado… (superada la formalidad, le da un abrazo) Me alegro de verte, Russell. Ven… quiero que conozcas a alguien…

Mientras María, la criada hispana del comandante lleva unas copas al despacho, Russell puede ver en la penumbra de la habitación a un joven con bata blanca. Apenas supera los veintipocos y limpia sus gafas con cierto nerviosismo.

Comandante John Rockstone: Teniente Dalton… Le presento al profesor Karl Van Ishter.

Agosto 2008.
Springfield, California.

Russell T. Dalton siente como los recuerdos van quedando atrás. Igual que la oscuridad. Abre los ojos y lo primero que ve son unos fluorescentes. Parpadean y emiten un extraño zumbido. Se incorpora, esperando como siempre que todo haya sido un sueño. No es así: a su alrededor, varias estanterías repletas de material hospitalario. Afuera, en el pasillo, se escuchan voces y mucho movimiento. Ni aun estando en perfectas condiciones Russell sería capaz de captar o entender algo de lo que sucede: los calmantes que le proporcionaron aquellos agentes del FBI siguen haciendo efecto.

De hecho, los minutos (¿o son horas?) siguientes pasan de forma confusa: cuando su mente se aclara un poco y la cabeza deja de darle vueltas, Russell descubre que lo han trasladado. Sigue estando en el hospital pero ahora vuelve a estar en la sala de cuidados intensivos. En la penumbra reinante es capaz de ver que la suya es la única cama ocupada. La camilla en la que lo han trasladado sigue a unos metros suya y sus muñecas y tobillos siguen atados a la cama. Con correas.

En el reloj que hay en la pared, Russell comprueba que son algo más de la una de la madrugada. Quizá sea el mejor momento para intentar escapar: Russell forcejea por liberar al menos una de sus manos de las correas cuando escucha pasos de nuevo. Simula estar durmiendo aún cuando irrumpen en la estancia dos agentes del FBI que escoltan a dos enfermeros. Éstos llevan a su vez a un chico negro. Y el hecho de reconocerlo da a Russell una extraña sensación de paz. Es uno de esos jóvenes que se materializaron en lo alto de la mina Dalton. Supuestamente son viajeros de otro mundo, de una realidad paralela.
En el fondo, están tan perdidos como el propio Russell.

Los agentes y los enfermeros abandonan la estancia. Russell, liberado de sus correas, se incorpora y se aproxima al chico. Éste, con un apósito en la frente que tapa un feo golpe en la cabeza, parece dormir. Pero no es un sueño plácido: se agita como si intentase despertar de una pesadilla. Y cuando lo hace… se aferra al brazo de Russell, sobresaltándose los dos.

Russell T. Dalton: Tranquilo, chico… Tranquilo.
Fred "Fess" Fesster: ¿Qué…? ¿Dónde estoy?
Russell T. Dalton: Estas en el hospital, chico. Te acaban de traer los agentes del FBI y… ¿Se puede saber que te ha pasado en la cabeza?
Fred "Fess" Fesster (tocándose la herida): Pues… No lo sé. No lo… No lo recuerdo.
Russell T. Dalton: ¿Dónde está mi sobrino?
Fred "Fess" Fesster: Danny y yo os dejamos en la mina y… nos encontramos con Nora. Y luego… Luego intentamos salir del pueblo pero no pudimos. Y luego nos encontramos a Billy Whitehouse. Y Danny le dio el Libro de las Sombras. Y después… Después fuimos a la comisaria y allí me llevaron a los calabozos. Había un agente del FBI. Lo llamaban Casey… Agente Casey. Y…
Russell T. Dalton: ¿Y? Habla, maldita sea…
Fred "Fess" Fesster: Nada. No recuerdo nada más.

Antes de que puedan decir nada más, se escuchan voces en el pasillo. Russell apenas si tiene tiempo de correr de vuelta a su cama y hacerse de nuevo el dormido. Un segundo después, la doctora Emily Fesster irrumpe en la sala mientras dos agentes del FBI intentan impedírselo. Por supuesto, es del todo inútil.

Emily Fesster (TW): ¡¡FREDDIE!! ¡Hijo mío! ¿Estás bien? Déjame que te vea… ¡Oh, Dios Mío! ¡Mira esa herida! ¿Puedes hablar?
Fred "Fess" Fesster (bajo el acoso hipocondríaco de su madre): Estoy bien, mamá…
Emily Fesster (TW): No te preocupes, Freddie. Todo va a salir bien, ¿de acuerdo? Conozco a los mejores especialistas en shock post-traumático de California.
Agente del FBI 1 (TW): Por favor, señora Fesster. No puede…
Emily Fesster (TW): ¡NI SE LE OCURRA DECIRME LO QUE PUEDO O NO PUEDO HACER, AGENTE! ¡ESTE ES MI HOSPITAL!
Agente del FBI 2 (TW): Señora Fesster, por favor…

Finalmente, tiene que ser el Doctor Jefferson quien interceda entre los agentes y la histérica Emily Fesster (quien incluso llega a echar mano de unas pastillas para controlar la angustia de ver así a su hijo) Unos minutos después, aun pueden escucharse las voces de Emily Fesster amenazando a los agentes del FBI. De nuevo solos, Russell se acerca en silencio a la cama de Fred.

Russell T. Dalton: ¿A qué ha venido todo eso?
Fred "Fess" Fesster: No lo sé… Pero algo ha pasado en la comisaría. Mi madre ha dicho algo de que han muerto dos agentes y que hay un agente del FBI herido muy grave.
Russell T. Dalton: No sé tú, muchacho. Pero yo no voy a quedarme cruzado de brazos… Me voy de aquí.

Y empleando las propias correas que lo retenían, Russell emplea las hebillas como destornillador para quitar las rejas de la ventana de la sala de cuidados intensivos. Sin embargo, un descuido por parte de Fred hace que uno de los tornillos salga despedido… golpeando las paredes y el suelo de la habitación. Eso basta para llamar la atención de los agentes que siguen en el pasillo. Fred intenta usar la camilla para impedirles el paso. Mientras, Russell termina de arrancar la reja por la fuerza…

Los agentes del FBI les gritan el alto pero tanto Fred como Russell ya han dejado atrás la unidad de cuidados intensivos. Los dos saltan sobre la marquesina del acceso de urgencias del hospital y consiguen subir a una de las ambulancias que hay aparcadas en el lateral. Sin embargo, cuando intentan salir de allí tropiezan con el agente John Ortega y otros dos agentes del FBI. Russell frena en seco mientras le encañonan.

Agente John Ortega (TW): Muy bien, amigo. ¡Salga con las manos en alto!
Russell T. Dalton (al volante): Joder…
Fred "Fess" Fesster (recordando cierto encuentro con Nora en PSIFIELD): Espera… (rebusca en la parte de atrás: encuentra un bisturí entre el instrumental médico) Como dijo una vez cierta chica que conocí… (le pone el bisturí en la mano a Russell) Tómame de rehén.

Antes de que puedan apretar el gatillo, Russell alza el brazo y coloca la cuchilla del bisturí bajo el cuello de Fred. Los agentes dan un paso atrás… incluso el propio Ortega acaba bajando el arma, maldiciendo. Dejan libre el camino a la ambulancia que no tarda en ganar velocidad. Sin embargo…

Russell T. Dalton: Joder, ha funciona…
Fred "Fess" Fesster (intentando avisarle): ¡Cuidado!

El aviso de Fred llega tarde: dos coches patrulla intentan bloquear la salida de la ambulancia… y ésta los embiste con fuerza. Russell acaba empotrando la ambulancia en el escaparate de una tienda de modas. Los cristales llueven sobre la ambulancia y varios agentes de policía bajan, aturdidos, de sus coches. Apenas si se han recuperado cuando Russell aprieta con fuerza el acelerador y, siguiendo las indicaciones de Fred, consigue llevar la ambulancia lejos del hospital y de las fuerzas de la ley y el orden.

Russell conduce a través de las calles de un Springfield desolado. De no ser por las indicaciones de Fred, probablemente se perdería sin remedio: es de noche y es un Springfield muy distinto al que él ha conocido. A fin de cuentas, en medio siglo cambian muchas cosas. Incluso en un lugar donde nunca pasa nada.

Siempre bajo la guía de Fred, Russell conduce hasta dejar atrás el centro de la ciudad, internándose en la desolada carretera que atraviesa la zona de granjas de "The Fields". Allí, la única luz que tienen es la del único faro frontal que le queda intacto a la ambulancia.

Russell T. Dalton: Espero que sepas a donde vamos, muchacho…
Fred "Fess" Fesster: No tengo ni idea de donde están Danny, Leonard o el profesor. Pero si sé donde hay otra cosa…
(el motor de la ambulancia comienza a toser)
Fred "Fess" Fesster: Vaya…
Russell T. Dalton: Tranquilo. Antes de que nos deje tirados, la esconderemos en uno de esos cultivos. Bastará con atravesar la cerca y

En cincuenta años cambian muchas cosas. En el Springfield que Russell recordaba, las cercas de las granjas eran poco menos que tres o cuatro tablones, tan firmes como el pulso de un cirujano borracho. En el Springfield actual, sin embargo, las cercas son algo más sólidas… y Russell lo comprueba cuando empotra la ambulancia contra una de ellas. Los airbag de la ambulancia frenan gran parte del tremendo golpe…

Fred "Fess" Fesster: Pero… ¿Se puede saber que haces?
Russell T. Dalton (mirando con curiosidad los airbag): Una vez probé algo parecido en un test de vuelo. ¿Ahora los ponen en los coches? Qué curioso…
Fred "Fess" Fesster (viendo como se encienden las luces de una granja cercana): Vamos, no podemos quedarnos aquí…

La travesía a través de los cultivos es lenta y penosa. Russell se lleva la mejor parte: ha podido cambiar su bata de hospital por el uniforme de un enfermero del Hospital. Sin embargo Fred tiene que improvisar un apaño rasgando la mitad de su bata, empleando la tela para envolver sus pies descalzos.
Para cuando divisan la granja de los Whitehouse, los pies de Fred sangran con algunos cortes.

Russell T. Dalton: Muy bien. Y ahora… ¿vas a explicarme de una vez que hacemos aquí, chico?
Fred "Fess" Fesster: Su sobrino y yo dejamos algo muy peligroso en manos de un joven. Ese joven vive en esa granja y, a falta de un plan mejor, lo único que podemos hacer es recuperar ese objeto…
Russell T. Dalton: Ese objeto… ¿no será por casualidad ese "libro mágico" que llevaba mi sobrino consigo?
Fred "Fess" Fesster: Me temo que sí, señor…

Nuestros dos fugitivos se disponen a entrar a hurtadillas en la propiedad de los Whitehouse. El primero en hacerlo, Russell, apenas acaba de sortear la cerca que la rodea cuando una berlina del FBI pasa justo por delante de la propiedad… dejando claro que no han tardado en rastrear la ambulancia. Por suerte, los dos agentes pasan de largo y el peligro parece haber sido pasajero.
Sin embargo, cuando Fred salta la cerca reuniéndose de nuevo con Russell, se percata de algo…

Fred "Fess" Fesster (viendo las luces traseras de la berlina del FBI a lo lejos): Algo pasa…
Russell T. Dalton: Vamos, no te quedes ahí parado…
Fred "Fess" Fesster: Espere… (se queda en silencio) ¿Lo oye?

Si. Los dos pueden oírlo. Algo arrastrándose a través de los cultivos, procedente del mismo lugar en el que se ha detenido la berlina del FBI. Russell y Fred, por puro instinto, se internan en la propiedad de los Whitehouse. No tardan en descubrir que, sea lo que sea, les sigue. El sonido. Algo arrastrándose. Consiguen llegar hasta el granero donde se encierran a la espera de "eso" pase de largo. Por un segundo, "eso" se detiene justo a las puertas del granero. Por un segundo nada más. Después, pasa de largo.

Desde lo alto del granero, tanto Russell como Fred pueden ver una extraña figura caminar de forma torpe y artificiosa hacia una loma que hay un poco más al norte. Una loma sobre la que hay un gran árbol reseco.

Russell T. Dalton: ¿Qué demonios es eso?
Fred "Fess" Fesster: No lo sé, señor Dalton… (bajando las escaleras del granero y agarrando una horca de trinchar paja) Pero diez a uno a qué sé lo que va buscando.

Para cuando ambos salen de nuevo al exterior, caminando lenta y silenciosamente hacia la loma; los dos pueden ver esa extraña figura humanoide, inclinada y escarbando a pocos metros de las raíces del árbol. Mientras Russell se desliza por un lateral, aprovechando mejor las sombras; Fred camina lentamente hacia la figura.

Y entonces, la figura deja de cavar. Se gira, con movimientos torpes e inhumanos. Y mira a Fred. Éste se queda petrificado. No puede mover un solo músculo. Porque lo reconoce.
Es Marcus Vanister.
Lo que queda de Marcus Vanister: un cadáver con todos los huesos fracturados de forma abominable. Fragmentos de hierro retorcido y pedazos de granito brotan de su carne putrefacta como aberrantes protuberancias antinaturales. La criatura que alguna vez fue Marcus Vanister da un par de torpes e inhumanos pasos en dirección a Fred, intentando articular su nombre… pero no puede: carece de mandíbula.
Una mano muerta se aferra a la horca que sujeta un petrificado Fred.

Y es entonces cuando Russell intenta lanzarse contra esa criatura imposible. Sin embargo, un mal paso lo lleva a caer de bruces. El movimiento llama la atención el tiempo suficiente del Marcus Vanister zombi como para que Fred vuelva a recuperar la horca.

Fred "Fess" Fesster: ¡Teniente Dalton! ¡El Libro!

Y Russell corre hacia lo alto de la loma y se arrodilla sobre el foso que las manos muertas de Vanister han comenzado a cavar. La criatura intenta farfullar algo parecido a un "No" y camina torpemente loma arriba. Y ese es su último error: Fred lanza un golpe letal con la horca, clavándola a la altura de la nuca… y separando el cráneo del cuello. La cabeza de lo que alguna vez fue Marcus Vanister vuela en una dirección. Mientras, el cuerpo se desploma, estallando contra el suelo en un millón de pedazos pútridos y, ahora sí, definitivamente muertos.

Soltando la horca, Fred camina torpemente hasta lo alto de la loma. Y allí, se une a Russell en sus esfuerzos por cavar. Lo hacen durante pocos minutos: enseguida, sus dedos tropiezan con una especie de manta india artesanal. Es con lo que Danny cubrió el libro. Una vez lo han desenterrado, tanto Fred como Russell luchan de forma instintiva por apoderarse del Libro.
Y antes de que puedan empezar a pelearse por él…
… escuchan el resorte de una escopeta a su espalda.

Johnatan Whitehouse (TW): Dense la vuelta con las manos arriba… Muy despacio.

Aunque tanto Russell como Fred obedecen, es éste último quien aprovecha la distracción para hacerse con el pesado libro, abrazándose a él como si fuese capaz de detener los perdigones de un tiro de escopeta.

Johnatan Whitehouse (TW): Muy bien. Ahora quiero saber qué demonios hacían en mis… Un momento… (reconoce a Fred) Tu eres el chico de los Fesster…
Fred "Fess" Fesster: Señor Whitehouse, por favor…
Billy Whitehouse (TW): ¡Tío Johnatan! ¡Espera, tío Johnatan!

La aparición de Billy ayuda a nuestros dos fugitivos a no tener que dar demasiadas explicaciones al tío de Billy. No en vano, éste intenta por todos los medios no involucrar a sus seres queridos en lo que sea que Danny y Fred lo metieron a él.

Para complicar aún más las cosas, un coche de la oficina del sheriff hace acto de presencia. Mientras Martha y Johnatan Whitehouse salen de su propiedad para entretenerlos; Billy se queda a solas con nuestros dos protagonistas.

Fred "Fess" Fesster: Billy, te agradezco que…
Billy Whitehouse (TW): No me agradezcas nada. (su tono es cortante y, al mismo tiempo, rebosa temor) Lárgate de aquí… (señala, temeroso, el Libro) ¡¡Y llévate esa cosa. Llévatela y ni se te ocurra traerla de vuelta!!

Dejando atrás la propiedad de los Whitehouse, Russell y Fred consiguen robar la furgoneta de sus vecinos (una pareja de jóvenes hippies de diseño) Con ella y viendo que los accesos al centro de la ciudad ya estarán controlados por el FBI, nuestros amigos intentan tomar la carretera interestatal que rodea el condado. Su destino: Dry Rock, la reserva wakane. Quizá allí puedan esconderse el tiempo suficiente como para descansar y trazar planes…

El ronroneo del motor y el agotamiento acumulado de toda la noche consiguen que Fred caiga dormido nada más apoyar su cabeza contra el cristal.
Y Fred sueña.

Fred abre los ojos: el motor de la furgoneta se ha detenido. A su lado, el asiento del conductor está vacío. Mira el exterior, buscando a Russell. Pero no hay nadie fuera. De hecho, no está ni siquiera la carretera. Fred reconoce el cobertizo: están en lo alto de la mina Dalton.
Es un sueño.

Tiene que serlo.

Y entonces se da cuenta. El Libro. No lo tiene en las manos. Comienza a buscarlo desesperadamente. Entre los asientos, en la parte de atrás, en la guantera…

Nora Thompson (desde fuera): No lo encontrarás ahí, Fred.

Fred levanta la cabeza. Y ahí está ella: ante la furgoneta, con sus ojos verdes y su pelo negro. Y sonriéndole de una forma que no olvidará en su vida.
Fred se frota los ojos. No puede ser.

Nora Thompson (a su lado, en el asiento del conductor): Si que lo es, Fred.
Fred "Fess" Fesster: No eres… (se aparta, asustado) No eres ella.
Nora Thompson: Pues claro que no, tonto… (se acerca a él) Pero puedo serlo. Si lo deseas…
Fred "Fess" Fesster: No…
Nora Thompson: Sólo tienes que hacer una cosa por él… Y él te lo dará todo. Todo cuanto pidas, Fred… Sólo tienes que llevarlo aquí… (señala el exterior, la cima de la mina) Y hacer lo que él te pida.
Fred "Fess" Fesster: Danny dijo que eras peligroso. No… No lo haré: búscate a otro que quiera pasarse al Lado Oscuro.
Nora Thompson: ¿Sabes una cosa?… (y tras un silencio, sonríe)… Es justo lo que voy a hacer.

Y Fred despierta.
Vuelve a ser de noche. Vuelve a estar en la furgoneta. Vuelve a notar el Libro entre sus manos.
Pero Fred sabe una cosa.
En alguna otra parte…
… uno de ellos está soñando con el Libro.

CONTINUARÁ

2 comentarios:

Unknown dijo...

Entro solo para ver la foto, para variar, y para decir que no podre dejar comentarios esta semana, pues prefiero no leer nada de lo que ha pasado, y llevarme mis sorpresas la semana que viene si se puede :)

Darrell dijo...

Que grande ese Fred resitiendo la tentación del lado oscuro...

Que yuyu da el librito...