miércoles, 10 de septiembre de 2008

P.O.V. - BILLY WHITEHOUSE (Sesión 06-09-08)


ANTERIORMENTE, EN "NEVERFIELD"...
Agente Baxton (PS): ¿Profesor Van Ishter? (saliendo de entre los arbustos, mientras sus hombres encañonan a Danny y Leonard) Agente William Baxton, del Departamento PSI. Tengo instrucciones de llevarlo conmigo, señor.

CUATRO JÓVENES EMBARCADOS EN UN EXPERIMENTO SIN CONTROL...
Billy Whitehouse (NE): Ben, ese año y pico que llevas pensando que yo estaba en Nueva York... ha sido un año y pico en el que me han hecho ni se sabe cuantos experimentos y mierdas médicas. Y alguien tiene que pagar por ello.

UN VIAJE A TRAVÉS DE DIMENSIONES ALTERNATIVAS...
Billy Vanister (WF): ¡Genial! (sujetándose la herida del brazo) ¡Me habéis metido en un lio de cojones! ¡Me habéis jodido la vida!
Leonard Powell (arrastrando el cuerpo de Charlie Dalton entre la espesura): Es ya una costumbre…

INFINITOS MUNDOS POSIBLES...
Leonard Powell (mientras la mina tiembla con el despertar inminente del dragón): ¡No hay tiempo de poner el prisma, Friki Fess! ¡Tu apenas si puedes caminar y yo no quie…!
Billy Vanister (WF): ¡Lo haré yo! (quitándole el prisma de las manos a Fred) ¡Ahora, salid de aquí… (mirando a Vanister) ¡TODOS!

... Y UN ÚNICO CAMINO A CASA.

Episodio 2x01.- TWINFIELD (Parte 1)

"Billy…"
Billy Whitehouse no puede dejar de cavar.
Siente su corazón palpitar como si le fuese la vida en ello. No sentía tanta angustia desde… Desde Nueva York. Era muy joven cuando todo aquello pasó: ¿Cómo podría recordarlo?
Por otro lado… ¿cómo no recordar la vez que más miedo has pasado?
Hasta aquel día, claro.

Y eso que empezó como un día normal. Al menos lo que en Springfield se había considerado como "normalidad" desde hacía unas dos semanas. Desde que el profesor Vanister y algunos de los chicos del Instituto desaparecieron sin dejar rastro. Billy se enteró cuando fue al Golden aquella misma noche: todos hablaban de ello. Billy recordó la mirada de Nora, tras la barra, escuchando todas las teorías sobre el tema. En el fondo, Nora pensaba que debía tratarse de una broma (no era descabellado, teniendo en cuenta que al día siguiente era el Gran Baile)

Dos semanas después, había quedado bien claro que aquello podía ser cualquier cosa menos una broma.

"Billy…"
Billy clava la pala en la tierra y mira a su alrededor. Es de noche. Y en la loma tras la granja de sus tíos no hay nadie. No hay nada. Salvo ese condenado sauce reseco. Y sin embargo lo ha escuchado. ¿O es su imaginación? Niega con la cabeza. Billy se seca el sudor y vuelve al trabajo…

El trabajo… Si, habían sido dos semanas de trabajo agotador. El FBI se había plantado en Lincoln Square con su carpa de circo y había puesto a sus hombres a dragar el río. Billy se presentó voluntario desde el primer día. Incluso Tío Johnatan comenzó a echar una mano en las últimas dos jornadas (pese a las protestas de Tía Martha) Billy sabía que en el fondo ella tenía razón: Tío Johnatan estaba débil del corazón y demasiado ajetreo podría resultar fatal.

Sin embargo, aquella mañana estaba siendo igual de infructuosa que todas las demás. Habían llegado con las primeras luces de la mañana y, para cuando los acontecimientos comenzaron a precipitarse, debían ser ya casi las seis. Faltaba poco para atardecer y el equipo de búsqueda comenzaba a replegarse, con la frustración de un día más sin pistas.

Tío Johnatan indicó a Billy que tomase la delantera con su bicicleta y que pasase por la farmacia de Bethanny: se estaba quedando sin esas condenadas píldoras que Doc Jefferson le había recetado desde su último amago de infarto.

"Billy…"
Esta vez, Billy está a punto de soltar la pala. Mira en todas direcciones. Nadie. Nada. Se frota los ojos con cuidado. Suspira.
Está paranoico.
Pero es para estarlo, ¿no? Han pasado unas pocas horas, las suficientes como para generarle estrés suficiente para varias vidas.

Había empezado con un casi-atropello: Billy casi podía seguir escuchando el rechinar de los frenos cuando aquella furgoneta azul pasó por su lado. La culpa había sido suya: Tío Johnatan le estaba gritando algo desde el bosque y Billy miró durante un instante hacia allí. Fue bastante para estar a punto de ser arrollado.
Pero eso no fue lo peor.

Lo peor fue percatarse de que dentro de esa furgoneta viajaban Daniel Dalton y ese otro chico desaparecido… ¿Fred? Si, eso. Fred. Iban con Nora Thompson y Billy estuvo a punto de tartamudear algo como "tranquila-estoy-bien-ha-sido-culpa-mía."
Pero no pudo.

"Billy…"
Billy se detiene. Nota la suciedad y la tierra manchando sus manos, sus brazos y todas sus ropas. Mira a su alrededor: ha cavado como un poseso y, por un instante, siente un escalofrío. Por el tamaño que empieza a tener, aquel agujero comienza a parecer una tumba. Billy se encarama al borde del agujero y se impulsa. Al dejarse caer sobre la hierba, desliza una de sus manos por ella… hasta topar con algo que yace en el suelo. Billy lo mira…

"Billy…"
El Libro. El maldito libro…

Quizá Tío Johnatan tenía razón y no era buena idea. Pero Billy se sintió como un idiota cuando, al marcharse la furgoneta, los demás hombres del equipo de búsqueda los rodearon a él y a su tío. En cuando insinuó que dentro de aquel vehículo viajaban dos de los desaparecidos, muchos no daban crédito. Y eso que, en el fondo, todos querían creerlo. Fue entonces cuando apareció Big Timmy sosteniendo su móvil: era su chica, desde la comisaría. Al parecer habían encontrado a Vanister y a otros dos de los chicos.

Y de repente, Billy supo que no había error: eran ellos. Los había visto. Danny y Fred. Tenían que ir tras ellos. Y pese a las quejas del Tío Johnatan, fueron tras la pista de la furgoneta. La siguieron callejeando a través de Springtown, evitando los accesos cerrados a Lincoln Square. Fue entonces cuando Billy se percató del sudor que poblaba la frente de Tío Johnatan. Y de la forma en la que se aferraba al volante. Su corazón… Y encima no tenía píldoras. Cojonudo.

Billy continuó adelante con la persecución: Tío Johnatan podría avisar por su cuenta al sheriff Thompson sin poner en peligro su corazón. La furgoneta salió de los límites del condado y tomo por la carretera interestatal que rodeaba las montañas. Billy pisó a fondo el acelerador y las ruedas de su todoterreno se trabaron con un bache de la carretera. Intentó controlar el vehículo pero lo único que consiguió fue estamparse contra uno de los postes telefónicos.
La cabeza aun le daba vueltas cuando Billy escuchó el gemir del poste desplomándose sobre la camioneta.

"Billy…"
Lo escucha más fuerte ahora. Billy se incorpora mirándolo. Está envuelto en esa especie de manta con bordados mejicanos. Y atado con cordel de pesca. Como si eso pudiera hacerle olvidar el auténtico aspecto del libro.
Viejo, ancestral… casi primigenio.
Lo sostiene entre sus manos. Y teme estar volviéndose loco.

Estaban locos. Billy sentía el traqueteo de la furgoneta de Nora Thompson mientras recorrían la carretera de vuelta a Springfield. Aferrado a la parte de atrás, Billy podía ver discutir a Danny Dalton con Fred Fesster a través del ventanuco de la cabina. De haber podido escucharles no habría entendido ni media palabra. De entrada, Billy seguía sin comprender por qué Dalton le había ofrecido ayuda: Billy había conseguido escapar del todoterreno antes de que éste se convirtiese en una bola de fuego. Aún se estaba haciendo a la idea de que había estado a punto de morir cuando Dalton y Fesster se ofrecieron a llevarle de vuelta.

¿Por qué? ¿Por qué primero huían y luego no sólo le recogían sino que además le llevaban de vuelta a casa?

"Billy…"
Ahora comienza a entenderlo. La voz viene del Libro. Billy lo suelta por instinto, como quien aparta la mano de una llama. Y, sin embargo, no puede evitar mirarlo con fascinación. El cordel se desata y, con la caída, un pliego de la manta se aparta dejando ver parte de la encuadernación artesanal del libro. Es muy antiguo. Más de lo que puede imaginar…
Billy da un par de pasos hacia atrás, intentando alejarse del Libro.
Comienza a entender las advertencias de Dalton.

Era casi de noche cuando Dalton y Fesster lo llevaron hasta las proximidades de la granja de Tio Johnatan. Antes de marcharse, Dalton le entregó aquello: un libro, envuelto con una de las mantas artesanales que Nora llevaba en la parte de atrás de su furgoneta. La voz de Dalton revelaba preocupación y temor a partes iguales. Le insistió que lo escondiese y que no le hablara de ello a nadie. A nadie en absoluto. Le repitió una y otra vez que era peligroso. Y Billy no le creyó. A esas alturas, ya no le importaba saber qué había sido de ellos en aquellas dos semanas.

Lo único que quería era volver a casa y olvidarse de todo. Si para ello tenía que encargarse de aquel libro, perfecto.

A fin de cuentas sólo era un libro… ¿Qué peligro podía encerrar?

"Billy…"
Y Billy se detiene en seco. La voz otra vez. Está detrás suya. Justo a su espalda. Y ahora la reconoce. Es su padre. Pero eso es imposible. Su padre está muerto.
Billy se da la vuelta y lo ve allí, de pié, con su traje de chaqueta gris. Lleva sus gafas de sol redondas, sus zapatos de quinientos pavos… y un disparo a la altura de la frente.

"Hola, Billy."

Billy siente como su estómago se llena de plomo. Sus piernas son dos barras de metal pesado. Y cae al suelo, incapaz de reaccionar de otra forma. Se da la vuelta. Repta. Gatea intentando huir de algo que no puede ser real.

Y sus dedos topan de nuevo con el Libro.

"Billy…"
Billy se da la vuelta. No hay nada. Ni rastro de su padre. Pero lo ha visto. Estaba ahí, de pié. Al otro lado del foso. Mirándole.

"Billy…"
Es el Libro. Ese susurro viene de él, ahora lo sabe. Billy reúne todo el valor del que es capaz: consigue sostenerlo entre manos, intentando no temblar y no derrumbarse…

"Billy…"
… intentando no escucharlo.

Aprieta los dientes, cierra los ojos y lo arroja al fondo del foso. Y como si pudiera salir por su propio pie, Billy comienza a echar tierra al interior. No le dará oportunidad de volverle a hablar. No, señor. No le escucha. Sólo siente la sangre bombear a través de su cuerpo. No pienses en lo que acabas de ver. No pienses en tu padre. No pienses en el libro. No pienses en nada. Sólo cava, Billy.

Y Billy sigue cavando. Hasta que sólo queda un pequeño túmulo de tierra batida. Billy jadea. Está cubierto de tierra, de sudor y con algunos cortes en sus manos… Está agotado. Se da la vuelta, dispuesto a darse una buena ducha, pensando en qué le va contar a Tío Johnatan de lo ocurrido con el todoterreno. Pensando en olvidar todo lo que ha pasado…

"Billy…"
Billy se detiene en seco. Durante un instante ni tan siquiera respira.
Gira lentamente la cabeza y mira el túmulo de tierra, a los pies del viejo sauce.

"Billy…"
Es sólo un libro, Billy.
¿Qué mal puede encerrar?

CONTINUARÁ...

1 comentario:

Darrell dijo...

arrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, que grande!!, se me han puesto los pelos de punto... que final, que bueno...en fin, a ver cuando puedo volver a jugar :(.

como siempre, de puta madre contado y la foto mu bien elegida ;P