martes, 27 de enero de 2009

Sesión 24-01-09

ANTERIORMENTE, EN NEVERFIELD...
Danny Dalton: Vale. Ahora el Libro es un libro y las Sombras... Se han ido.
Profesor Vanister (NE) ¿Y si han ido a otros Springfield?
Leonard Powell: ¿Y si han ido…? (mira Danny) ¿Y si han ido al nuestro?

ATRAPADOS EN UNA ODISEA DIMENSIONAL…
Riley Finn (ND): Estáis cometiendo un error… Trabajo para el gobierno de los Estados Unidos.
Leonard Powell: Si, claro. Y ahora me dirás que trabajas para una unidad militar especial que tiene un complejo subterráneo oculto bajo este pueblo de mierda.
Riley Finn (ND): ¿Cómo…? (sorprendido) ¿Conoces "La Iniciativa"?

UN VIAJE A TRAVÉS DE REALIDADES ALTERNATIVAS...
Profesor Vanister (NE): Ahora buscamos a Goodwin Steele, un abogado de Wolfram & Hart.
Leonard Powell: Bueno, más bien son "abogados del Diablo"… en el sentido más literal de la expresión. Y buscar al tal Steele era nuestra misión… al menos hasta que un cabrón secuestró a nuestros colegas… Danny Dalton y Ben Braddock.

TODOS BUSCAN EL CAMINO DE VUELTA A CASA...
Danny Dalton: Un momento… ¿me está diciendo que tiene en su poder al tal Goodwin Steele?
Devon Powell (ND): Más que eso, señor Dalton. Lo que le estoy diciendo es que no sólo tengo aquello que Wolfram y Hart le han pedido que busque… Sino que además sé como destruir ese Libro.

PERO NO TODOS VIVIRÁN PARA ENCONTRARLO.
Leonard Powell: ¿Profesor Vanister?
Rupert Giles (ND): Creo que me confunde, joven. Mi nombre es Rupert. Rupert Giles.

Episodio 2x15.- NEVERDALE (Parte 4)

Esta historia tiene tantas versiones como mundos posibles existen…
Casi todas comienzan en Manhattan, hace unos ocho años.
En un ático cercano a Central Park, acordonado por la policía…
Casi todas comienzan con un niño de apenas ocho años al que, bajo una noche de lluvia, truenos y sangre, se le acerca un hombre enfundado en un traje gris.
En algunos mundos, ese hombre es un agente del FBI.
En otros, el hombre que muestra su acreditación al asustado crío es algo más.
En éste, es un miembro de una organización secreta gubernamental conocida como "La Iniciativa".

¿Billy?Su voz es ronca y profunda como el abismo.- ¿Billy Baxton?

No puede responder igual que no puede dejar de llorar y temblar. Acaba de clavar una estaca en el corazón de su propio padre. Es el primer monstruo al que ha dado muerte. En lo más profundo de su ser sabe que no será el último.

- Billy, fui amigo de tu padre...Aun de pié, el individuo tiende su mano enguantada. Es algo más que un gesto de ayuda. Es la promesa de una nueva vida. De aceptar un nuevo destino.

Billy alza la mirada, empapada por las lágrimas y la lluvia… y contempla el rostro de su salvador.

- Me llamo Morgan, Billy. Morgan Kyle. Y he venido a ayudarte.

Ocho años después.
Sede de Wolfram & Hart, Los Ángeles.
Subnivel 3

Sus gritos y gruñidos resuenan con eco en la pequeña estancia. Antiguamente debió ser algún cuarto de calderas. Los muros, sucios y desnudos, están siempre marcados por humedad. La única luz, una bombilla triste y parpadeante, pende sobre la silla con refuerzos donde reposa el prisionero. No pasa de los veinte aunque su forma física es la de alguien que lleva años preparándose. Quizá un atleta. O un soldado. Quizá ambas cosas. Mientras asegura sus correas, Rosco piensa que todos los humanos parecen viejos cuando se les sienta en esa silla. La jodida silla.

- S´JKHSDFJ´KLGF – Y dicho esto, Gustav mira Rosco.

Éste, a modo de respuesta, se encoje de hombros.

- ¿Y yo qué coño sé, Gustav? – Rosco vuelve a mirar el monitor que acaba de encender Knox, el ayudante de laboratorio asignado al interrogatorio.

Gustav es un demonio F´yral. Los jefes le han dado una apariencia humana para no llamar demasiado la atención. Pese a todo, su pelo largo albino, sus ojos rojizos y el traje de dos mil dólares que lleva le dan un aire siniestro. Sin duda, Gustav tiene colegas en el inframundo que le buscaron un hueco aquí. Rosco, en cambio, es un vampiro: tenía un primo que trabajaba en Los Ángeles y fue él quien lo sacó de Sunnydale hace un par de años.

- Joder, ¿qué coño ha sido eso?

Knox, aun con el bolígrafo entre los dientes, mira a Rosco sin dejar de ajustar los controles del escáner psíquico.

- ¿Qué pasa, Rosco?
- Por un momento salió algo en la pantalla. Un tipo ayudando a un crío asustado o algo así...
- Ah, probablemente sea algún recuerdo lejano. Suelen aparecer cuando el sujeto está bajo estrés... Veamos… - Colocándose las gafas de lectura, Knox examina la ficha del sujeto. – Vaya. Un agente de "La Iniciativa". – Lo mira – Cada vez los reclutan más jóvenes…
- ¿La Iniciativa?
- Es una especie de rama del ejército, Rosco. Tiene una sede en Sunnydale y se dedican a llevar a cabo cacerías y experimentos con HST. Demonios, hombres lobo... y por supuesto, vampiros.
- Joder... ¿Y dices que trabajan en Sunnydale? Menos mal que hice caso a mi cuñado y me vine a Los Ángeles.
- AKJHA´LDHASLKJ´DH
- ¿Podrías traducírmelo, Rosco? Me temo que mi dominio de la lengua F´yarl no es muy bueno.
- Gustav dice que los vampiros ya teníamos bastantes problemas en Sunnydale con "La Cazadora".
- "La Cazadora"... Bueno, por lo que parece los chicos de "La Iniciativa" tienen instrucciones de no cruzarse en su camino. No me extrañaría que la catalogasen como un HST más...
- JHKL´JHKLJÑSAKDH`DJKHA
- Gustav dice que ha oído por ahí rumores sobre ella. Dicen que no es del todo humana...
- Bueno, no sé lo que dirán de "La Cazadora"... – Knox termina de conectar unos cables al monitor.- Pero nuestro amigo es humano al 100% Lo que quiere decir que este procedimiento posiblemente tenga secuelas en su capacidad cognoscitiva.
- ¿HJG´AJKGHKJG´HASJ?
- El señor Knox quiere decir que lo volverá idiota, Gustav.
- Bien... – Knox se coloca unos auriculares y comienza a tomar notas. Mueve una redecilla y el chico comienza a sacudirse como un pelele cargado de electricidad. - Procedamos...

Rosco y Gustav fijan sus inhumanos ojos en la pantalla del monitor. Knox garabatea y escribe a toda velocidad en su cuaderno de notas. En la imagen, dejando atrás la niebla y el ruido, se puede ver una especie de despacho. Está mal iluminado y carece de cualquier comodidad. Las paredes son grises y lucen la sobriedad de una instalación militar. El hombre que mira a través del ventanal luce uniforme de camuflaje. Un afroamericano de unos cincuenta años, robusto y con la cabeza afeitada.

- Que me cuelguen... – Knox está a punto de cagarse en los pantalones.
- ¿Qué pasa?
- Es Morgan Kyle. El comandante Kyle en persona... Y eso. Si, no hay duda... Debe ser una de las dependencias de La Iniciativa.
- ¿Cómo estas tan seguro, Knox?
- No siempre trabajé para Wolfram & Hart, Rosco. Morgan Kyle... Joder. No ha cambiado nada. Por lo que hablan, parece que envía a este chico y a su compañero… - Knox hace una anotación rápida – Un tal… Sam Wayne… Les ha encomendado una misión.

Knox permanece en silencio mientras Gustav y Rosco deben asistir a las imágenes de la pantalla, mudas y con una deplorable definición.

- Espera... – Knox se ajusta los auriculares y escucha atentamente.- Parece que en "La Iniciativa" están cagados de miedo con lo de Goodwin Steele.
- Entonces ¿fueron ellos los que secuestraron al señor Steele?
- KHKJLJKH`SASS
- ¿Qué ha dicho?
- Gustav trabajó para el señor Steele un par de veces. Era un consultor, señor Knox. De los gordos.
- Joder... – Knox deja escapar un silbido – Pues acaban de confirmar que si. Que fue "La Iniciativa" la que… ¡Vaya!

La imagen parpadea y se pierde unos instantes.

- ¿Qué es lo que pasa, señor Knox?
- No sé lo que les acaba de ordenar el comandante Kyle… - Knox forcejea con los cables: la imagen sigue siendo pura y dura estática.- … Sea lo que sea lo que les ordenase, a éste tío parece haberle creado un conflicto moral que interfiere con las ondas psíquicas...
- Espere, señor Knox... ¡Parece que ya se ve algo!

Los ajustes de Knox en los controles hacen que el tipo grite bajo la mordaza. Pero por lo menos, la imagen vuelve a la pantalla. Y esta vez el escenario es distinto. Es un despacho, completamente distinto al anterior. Éste se encuentra decorado con sumo gusto y costosa elegancia. Muebles de madera noble, valiosos cuadros en las paredes...

- Vale. Esa lujosa mansión ya no es "La Iniciativa". Y ese... – Knox se queda pálido. Más pálido de lo que ya es- Joder...
- ¿Quién es? – Rosco señala al tipo viejo, enfundado en un batín burdeos como si fuese la versión siniestra de Hugh Hefner.
- Es Devon Powell. Era un ex – vigilante hasta que el Consejo lo expulsó. He leído sobre él en los archivos. Pero nadie tenía ni idea de donde estab... Espera. – Knox guarda silencio súbito: el audio parece haber vuelto a los auriculares – Están hablando...

En pantalla, siempre a través de los ojos del recuerdo del tipo postrado en la silla, el escáner muestra a dos hombres más en la estancia. Uno ya apareció en el recuerdo anterior. Es el compañero del prisionero, el tal Sam Wayne. Viste el mismo uniforme militar, con todo el aspecto de un marine: joven y cabreado. El otro, sin embargo…

- ¡¡GHAIL´HDASKJH!!
- Tranquilo, Gustav... – Rosco tiene que retener el entusiasmo de su colega.
- ¿Qué pasa? – Knox mira al F´yral con cierto temor...
- ¡G´HFHJGFDL´GHAIL´A!
- Gustav dice que conoce a ese otro tío. El chaval de pelo castaño y vendaje en el pecho...
- ¡YUTGJHGFF!
- Dice que es uno de los que aparecieron en esa tanqueta que arrasó la planta cuarta.
- Tiene sentido... – Knox vuelve a mirar la pantalla. – Por lo que me han dicho, se llama Danny Dalton y el bufete los envió a él y a sus amigos a Sunnydale.
- Espera, sí... – Rosco hace memoria.- Pero ¿no habían muerto en una emboscada?
- No... – Knox ajusta los niveles de rastreo psíquico.- Esos fueron los refuerzos que enviaron. Lo último que supimos de ellos fue que alguien los había emboscado...
- Y parece que fueron los de esa "Iniciativa", ¿no?
- Si, pero...

La imagen se llena de niebla de nuevo. Knox maldice entre dientes mientras el prisionero se revuelve en la silla, entre gruñidos que, sin la mordaza, serían gritos de intenso dolor.

- Se resiste... – Knox aprieta varios botones y gira la redecilla de intensidad, del 1 al 3. – Esto te va a doler más, amigo...
- KHK´LJHS...
- Totalmente de acuerdo, Gustav... – Rosco da un trago a su petaca y saborea un poco de sangre.- Esto va para largo...
- Espera… Creo que ya... – pulsando un par de botones, Knox consigue que la imagen del monitor parpadee.- Si, ¡ya lo tengo!

En pantalla, la escena ha cambiado radicalmente. Como si el presupuesto de sus recuerdos hubiese aumentado, la siguiente escena transcurre en un exterior. Es de noche y aparenta ser los alrededores de alguna nave industrial abandonada. Las llamas de un Cadillac ardiendo dejan ver como un pequeño utilitario abandona el recinto. Una vez el coche se aleja lo suficiente, el Hummer en el que viaja el prisionero comienza a moverse, saliendo de su escondrijo.

- Joder, se ve de puta pena... ¿No puede mejorar la imagen, señor Knox?
- Es de noche, Rosco. Y no es un DVD... Son recuerdos. No le pidas más... – Knox se ajusta los auriculares.- Parece que su compañero y él han ido a capturar al resto de los amigos de Danny Dalton... Y se han topado con la Cazadora.
- ¿Y qué más?
- Pues poco más... Al parecer los colegas del tal Danny Dalton tampoco han querido tener mucho trato con ella. Imagino que los socios les habrán avisado con respecto a evitar a "La Cazadora".
- HJ´KHLKKHKL´JHSH...
- Dice Gustav que conoce a esos dos... El cuarentón con cara de rata de biblioteca y el chaval rubio.
- Según mis informes son los compañeros de Danny Dalton, el profesor Marcus Vanister y Leonard Powell. A quien no conozco... Joder.
- ¡Ey! ¡Pare la imagen, señor Knox!
- ¡No puedo...!
- ¡AJKHLKAJHSD!
- Ya puedes decirlo, Gustav... Está buenísima.

El prisionero y su compañero de "La Iniciativa" salen de la nave industrial llevando en brazos a una joven. El punto de vista en primera persona ayuda a tener una buena perspectiva de los encantos de la chica. Morena, pelo lacio, una cazadora vaquera que deja ver una más que generosa camiseta de tirantes bajo la misma… Un segundo vehículo de "La Iniciativa" no tarda en hacer acto de presencia.

- ¿A dónde se la llevan, señor Knox?
- Si las cosas siguen igual que cuando trabajaba para ellos, Rosco… Es una reubicación. Seguramente esa chica haya sido testigo de la operación. La dejarán en su casa con bastante droga de amnesia en la sangre como para despertar al día siguiente sin recordar nada… – Knox sonríe socarronamente a Rosco.- No te preocupes: tus colegas chupasangres de Sunnydale podrán hincarle el diente cualquier otro día.
- ¿KJHKJHLKJASL´GHAL?
- La verdad es que tienes razón, Gustav… - Rosco señala a Leonard, Danny y el profesor, que suben a bordo del Hummer de "La Iniciativa" - ¿Y qué les harán a ellos?
- Pues según mi informe… - Knox repasa las notas que le han sido entregadas minutos antes de iniciar el interrogatorio.- Dalton, Powell y el profesor Vanister aseguran haber escapado de "La Iniciativa". Imagino que escaparían antes de que los llevarán a las instalaciones subterráneas y…
- Pues no, señor Knox. – Rosco, que no ha dejado de mirar la pantalla, señala el monitor.- Mire…

La escena que muestra el escáner es la del peculiar grupo sentados alrededor del mismo escritorio tras el que, minutos antes, Devon Powell daba instrucciones a Sam Wayne y al propio prisionero. A éstos se les ha unido ahora el trío de involuntarios agentes de Wolfram & Hart. Sobre el escritorio reposan planos, diseños…

- Espera un momento… - un escalofrío sube por la espina dorsal de Knox. Se coloca los auriculares, ajustando al máximo el sonido.
- Esos planos… Señor Knox, ¿son lo que…?
- Si, Rosco… Son los planos de este edificio.

El silencio se apodera de la sala. Ni siquiera Gustav se atreve a romperlo con uno de sus gruñidos. Los ojos de Knox se van abriendo poco a poco a medida que escucha las palabras que intercambian unos y otros. Rosco y Gustav no pueden oír lo que hablan pero tampoco es que lo necesiten. Todo queda bien claro cuando Leonard Powell y su padre en esta dimensión se dan un honesto apretón de manos.

- Joder… JODER… ¡¡¡¡JODER!!! - Knox se arranca de raíz los auriculares y deja caer la silla estrepitosamente, abalanzándose sobre el teléfono como quien se aferra al saliente de un acantilado. – ¡¡Póngame con la señora Kauffmann!! ¡¡Es urgente!! – Hay unos segundos de excusas y secretarias - ¡Ya sé que está reunida! ¡Pero es importante! ¿¡NO LO ENTIENDE!? ¡UNA TRAMPA, JODER! ¡¡¡UNA TRAMPA!!!

Sala de Juntas Nº2
Octava Planta del Edificio de Wolfram & Hart, Los Ángeles.
Treinta y tres segundos después.

- Así que consiguieron escapar de "La Iniciativa" y llevarse consigo a… - Kauffmann se ajusta sus gafas de lectura y da un vistazo a sus propias anotaciones.- ¿William Whitehouse?

Danny Dalton, Leonard Powell y el profesor Vanister asienten en silencio. Enfundados en sus elegantes trajes intentan mantener a raya su nerviosismo. Mientras, el doctor Casey y una hermosa enfermera rubia preparan las dosis de suero. El suero que impide que, como vagabundos dimensionales que son, exploten debido a la presión entre realidades paralelas.

- Mmmm… - El gesto de morder la patilla de las gafas es algo muy humano. Kauffmann lo suele hacer para dar esa sensación a sus interlocutores. "Sensación de humanidad" la llama. – Si es cierto que el señor Whitehouse sabe donde está Goodwin Steele, nuestro departamento de interrogatorio psíquico nos dará pronto una respuesta…
- No es por ofender… - Danny no puede evitar mirar el reloj y después al doctor Casey.- Pero, ¿no podría darse prisa con eso?
- Antes me gustaría saber qué ha sido del señor Braddock…
- Braddock… - A todos les ha pillado por sorpresa. Pero sólo a Leonard se le da tan bien improvisar mentiras. – Claro, Ben…

Es entonces cuando suena el teléfono. Por un segundo casi parece que Kauffmann esté más interesada en escuchar una respuesta que en contestar al aparato.
Por desgracia para ellos, sólo lo parece.

- Kauffmann… - La directiva permanece a la escucha y asiente.- Bien, páseme con él.

Leonard no aparta la mirada de la mujer. O lo que sea en realidad. Mientras habla por teléfono, tiene el mismo aspecto que aquella agente del FBI a la que conocieron en ese mundo paralelo que parecía el gemelo del suyo. Aquel en el que murió Fred. Por alguna razón, Leonard pensó que bastaba ese motivo para arriesgar sus vidas en ese plan. Las suyas o la del Billy Whitehouse de este universo. Pero su padre en este mundo parecía no ser tan bastardo como en otros. Incluso había convencido a Danny de que conocía una forma para destruir el Libro de las Sombras. Pero para recuperarlo había que engañar a Wolfram y Hart.

Sólo necesitaban que Billy aguantase diez minutos las torturas a las que les sometiesen esos abogados del Diablo.

Diez minutos y tendrían un comando de "La Iniciativa" asaltando el edificio y dándoles la distracción que necesitaban.

- Señor Powell… - el susurro del profesor Vanister sacó a Leonard de sus pensamientos.- Su nariz…

Leonard palpó con sus dedos la sangre que había comenzado a manar de sus orificios nasales. Y acto seguido, miró el reloj. Cinco minutos. Sólo cinco minutos más, la dosis de suero y…

Entonces, Sarah Kauffmann colgó el teléfono. Suspiró y, con una mirada, hizo hervir el suero contenido en aquellos viales… hasta hacerlos estallar.

- Me temo que han cometido un tremendo error, caballeros… - Sarah se incorporó al tiempo que todos se ponían en pie, dispuestos a morir.- El último que cometerán en sus vidas.

CONTINUARÁ…

martes, 13 de enero de 2009

P.O.V. - LEONARD POWELL y MARCUS VANISTER (Sesión 10-01-09)

ANTERIORMENTE, EN "NEVERFIELD"…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!

ATRAPADOS EN UNA ODISEA DIMENSIONAL…
Danny Dalton: Vale. Ahora el Libro es un libro y las Sombras... Se han ido.
Profesor Vanister (NE) ¿Y si han ido a otros Springfield?
Leonard Powell: ¿Y si han ido…? (mira Danny) ¿Y si han ido al nuestro?

UN VIAJE A TRAVÉS DE REALIDADES ALTERNATIVAS...
Riley Finn (ND): Estáis cometiendo un error… Trabajo para el gobierno de los Estados Unidos.
Leonard Powell: Si, claro. Y ahora me dirás que trabajas para una unidad militar especial que tiene un complejo subterráneo oculto bajo este pueblo de mierda.
Riley Finn (ND): ¿Cómo…? (sorprendido) ¿Conoces "La Iniciativa"?

TODOS BUSCAN EL CAMINO DE VUELTA A CASA...
Profesor Vanister (NE): Ahora buscamos a Goodwin Steele, un abogado de Wolfram & Hart.
Leonard Powell: Bueno, más bien son "abogados del Diablo"… en el sentido más literal de la expresión. Y buscar al tal Steele era nuestra misión… al menos hasta que un cabrón secuestró a nuestros colegas… Danny Dalton y Ben Braddock.

PERO NO TODOS VIVIRÁN PARA ENCONTRARLO.

Episodio 2x14.- NEVERDALE (Parte 3)

Habitación 205, Motel Gates. Sunnydale.
Ahora.

Leonard Powell: ¡Riley! ¡AL SUELO!

Apenas un segundo antes, antes de que las ráfagas de fuero automático comenzaran a hacer trizas aquella habitación de motel; Leonard y el profesor Vanister escuchaban atentamente las especificaciones que el agente Riley Finn de "La Iniciativa" les daba sobre la mansión de Devon Powell. Se encontraba mencionando algo sobre las cámaras y los sensores de movimiento que había a lo largo de toda la finca cuando, de repente, dos puntos rojos aparecieron en el pecho de Riley.

Y entonces comenzó el infierno.

Las balas llovían sobre ellos mientras Riley trataba de contactar con sus agentes de apoyo que, supuestamente, vigilaban esa especie de piso franco al que los había llevado.

Riley Finn (ND) (por su comunicador): ¿¡Patrick!? ¿¡Wilson!? Maldición... (mira a Leonard y el profesor) Esto solo puede ser cosa del Comandante Kyle...

Antes de poder acabar la frase, una granada rompe lo poco que queda de la destrozada ventana de la habitación. Del cilindro metálico comienza a salir un gas amarillento...

Riley Finn (ND) (empuñando su arma): ¡Póngase a salvo! ¡Yo les cubro!

Esa aureola de patriotismo barato y heroismo gratuito le recuerdan a Leonard al bueno de Ben Braddock. No piensa desaprovecharlo y, junto con el profesor, se disponen a salir. Es en ese momento cuando Leonard se percata de que el suelo esta manchado de sangre. Se mira el cuerpo: si no es suya, solo puede...

Leonard Powell (ayudando al profesor): ¿Profesor...?
Profesor Marcus Vanister (NE): Es solo... un rasguño... (aferrándose la herida en el hombro) Hay que... salir de aquí, señor Powell...

Cubiertos por el fuego de cobertura de Riley y su pistola, Leonard y el profesor corren por el pasillo exterior del motel Gates. Bajan las escaleras hasta llegar a la planta baja. Es entonces cuando ven entrar súbitamente una berlina gris en el aparcamiento del motel: un coche muy parecido al que Wolfram & Hart les dio. Y de él bajan dos tipos trajeados (y armados) a los que solo les falta un cartel para saber que trabajan para el infame bufete.

Antes de que puedan responder al fuego automático del mismo tipo encapuchado que dejó la habitación convertida en queso gruyere, un segundo encapuchado sale de detrás del camión en el que aguardaban los hombres del agente Finn. Empuña un M16 con lanzagranadas... y un proyectil explosivo autopropulsado cruza la zona de aparcamiento para acabar volando por los aires el coche de la recién llegada caballería de W&H.

Leonard Powell (mirando al encapuchado del subfusil): ¡Joder! ¡Riley ha caído! ¡Me encargaré de ese tipo! ¡Cúbrame profesor!

Mientras los disparos del profesor Vanister distraen al encapuchado del M16, Leonard se desliza entre los coches hasta situarse a pocos metros por debajo de donde está el encapuchado del subfusil. Un disparo certero y una bala entra por su pecho, dejándolo muerto. Leonard está a punto de hacer un comentario ingenioso al respecto, cuando escucha el fuego automático del M16.

En el suelo, tras los restos llameantes de la berlina, está el cuerpo del profesor. Leonard se da la vuelta y mira al encapuchado del fusil de asalto. No le da tiempo ni siquiera a que le encañone: Leonard camina con paso firme hacia él, disparando su pistola...

Leonard Powell: Hijo de puta...

Un proyectil convierte la cabeza del encapuchado en papilla. Leonard corre hasta el cuerpo del profesor: tres orificios en su pecho dejan claro que la vida se le escapa por momentos. Las manos de Leonard se empapan de sangre...

Leonard Powell (tratando de contener las hemorragias): No. Usted no, ¿me oye? Esto no va a pasar otra vez...
Profesor Vanister (NE): Señor Powell... Llévelos de vuelta... Llévelos... a casa...

Y por un segundo, Leonard casi siente lágrimas en sus ojos. Porque por un segundo, está seguro de que el corazón del profesor se detiene en ese preciso instante.

Leonard Powell: ¿Profesor?... ¡¡Profesor!!
Riley Finn (ND): Déjeme a mi...

La voz a su espalda hace que Leonard se de la vuelta. Riley camina torpemente, manteniendo su mano izquierda contra el costado, del cual salen hilillos de sangre. Las sirenas de policía comienzan a escucharse a lo lejos.

Riley Finn (ND) (ayudando como puede a Leonard a llevar el cuerpo del profesor hasta la furgoneta): Póngase al volante... Yo intentaré hacer algo por su amigo...
Leonard Powell: Pero... ¿el qué?
Riley Finn (ND) (sacando del botiquín de la furgoneta una jeringa de adrenalina) Lo que sea necesario...

Leonard Powell da la vuelta a esa furgoneta de reparto mientras en su interior, rodeado de aparatos de escucha y seguimiento electrónico, el profesor Vanister siente como su cuerpo regresa de entre la estrecha frontera entre la vida y la muerte.

La furgoneta sale del motel Gates a toda velocidad, con un par de coches patrulla siguiéndola muy de cerca. Por suerte, Sunnydale se parece lo bastante a su Springfield natal como para que Leonard pueda desenvolverse con relativa facilidad.

Leonard Powell (hablándole a los policías): ¿Queréis jugar? Pues no os lo pondré fácil...

Con un volantazo, Leonard abandona la carretera industrial y se adentra en uno de los muchos barrios residenciales que pueblan los suburbios de Sunnydale. Hace apenas diez minutos que la noche ha caído sobre la ciudad y, por suerte, no ni tráfico en la calle ni gente paseando.

O al menos eso cree Leonard.
Enfilando una de las calles residenciales, una chica con el volumen de su I-Pod demasiado alto no escucha el rechinar de frenos de la furgoneta. Ni Leonard es lo bastante rápido como para evitar llevarse por delante el enorme dálmata que la adolescente llevaba de la correa...

Con el cristal frontal hecho añicos y cubierto por los restos de la desafortunada mascota, Leonard siente como la furgoneta se adentra a ciegas en los jardines de al menos tres o cuatro casas. Mientras, los dos coches patrulla le siguen muy de cerca...

Las cosas mejoran cuando, al salir de un cruce, Leonard esquiva por los pelos el último autobús de línea que pasa por esa zona residencial. El primero de los coches patrulla también lo consigue. El segundo, no.

Agente McNamara (ND): Joder, ese cabrón ha hecho estrellarse a Donovan y Martin... (por la megafonía del coche patrulla) ¡Atención, vehículo en persecución! ¡Detén...

Y Leonard se adelanta a sus ordenes. Pega un frenazo tan súbito que consigue su objetivio: su perseguidor empotra el morro de su coche contra el trasero de la furgoneta de reparto. Leonard sabe que ha perdido al menos el cincuenta por ciento de la velocidad de su vehículo. Pero viendo el humo salir del capó del coche patrulla también sabe que sus perseguidores necesitarán un vehículo nuevo...

Agente McNamara (ND) (saliendo del coche y viendo los destrozos): ¡¡Joder!! (ve alejarse la furgoneta) ¿Quién cojones es ese tío?

Antiguo Matadero Grant.
Aproximadamente una hora después...


El lugar está completamente desierto.
La única construcción, una enorme nave industrial, sirve ahora de improvisado garaje para la furgoneta. Dentro de la misma, Riley termina de hacer milagros con el botiquín, intentando mantener con vida al pobre profesor Vanister. Leonard apura el último cigarrillo que consiguió robarle a Danny antes de que éste y Ben fuesen secuestrados. Mientras expulsa el humo por la nariz, Leonard recuerda que no pueden quedarse aquí mucho tiempo. El reloj sigue contando y sus... (sus amigos)... sus compañeros de viaje sin ahí afuera.
En manos de su padre.
Una vez más, su jodido padre.

Profesor Vanister (NE): ¿Señor Powell?

Su voz es la de un cadáver. Su forma de andar, también. La chaqueta de Wolfram y Hart cubre su figura y deja ver el bendaje con el que Riley ha parcheado sus agujeros. Por un momento, Leonard casi siente el impulso de abrazarlo. Pero parece tan debil que quizá un abrazo acabe por rematarlo.

Leonard Powell: ¿Profesor? ¿Y Riley...?
Profesor Vanister (NE): Inconsciente me temo... Hubiera intentado hacer algo más por sus heridas pero creo que he consumido los escasos recursos del botiquín...
Leonard Powell: ¿Y ahora? La emboscada del motel parece cosa de esa "Iniciativa" para la que trabaja Riley...
Profesor Vanister (NE): Lo que significaría que el señor Kyle y su padre están buscándonos...
Leonard Powell: Por no hablar de la policía de Sunnydale...
Profesor Vanister (NE): No podemos quedarnos aquí mucho tiempo ocultos, señor Powell. El tiempo corre en contra de nuestros amigos... quedan apenas ocho horas para que el suero pierda su efecto...
Leonard Powell: Tal y como lo veo yo, profesor, tenemos dos opciones: o le echamos huevos y asaltamos por nuestra cuenta la mansión de mi padre. O buscamos un aliado...
Profesor Vanister (NE): Creo recordar que el señor Finn mencionó al padre del señor Dalton como uno de los civiles al tanto de "La Iniciativa". Quizá...

El razonamiento se ve interrumpido por las estridentes notas musicales de "Ace of Spades" de Motorhead. Leonard y el profesor, escondidos junto a las puertas de la nave industrial del matadero, ven como un Cadillac descapotable irrumpe en los alrededores del matadero. Su chapa cromada negra resalta con el dibujo de unas llamas incandescentes. De sus cinco ocupantes, solo uno parece no estar disfrutando de alguna clase de juerga nocturna. Bajo la música, el motor del coche y las risas y carcajadas de esos cerdos, Leonard reconoce los gritos de una chica.

Nora Thompson (ND): ¡Soltadme, bastardos!
Profesor Vanister (NE): Hay que hacer algo, señor Powell… Esos brutos van a…
Leonard Powell (susurrando): No ha visto nunca Buffy en la tele, ¿verdad? Profesor, si esto es Sunnydale esos no son simples brutos… Son vampiros.

Como para constatar la teoría de Leonard al respecto, el que parece el cabecilla de los vampiros, un tipo enfundado en una chupa de cuero y con larga melena negra, da un poderoso brinco y se coloca justo ante Nora, cerrándole el paso. Ésta trata de usar su spray anti-violadores con él. Lo único que consigue es enfadar al vampiro… y hacer que "ponga su cara demoniaca".

Leonard Powell: Odio tener razón… (comprueba su pistola) Cúbrame, profesor.

El profesor Vanister asiente, entra en el almacén y busca la caja de fusibles. Sabe que las luces de ese lugar llevan al menos años sin funcionar. Para lo que él quiere, le da lo mismo. Activa todos los conmutadores consiguiendo un cortocircuito. Por un instante, las luces exteriores de la nave industrial se encienden, estallando en chispas y cegando a unos fotosensibles vampiros.
Y, al amparo de la oportuna distracción, Leonard sale al descubierto. Antes de que el vampiro pueda decir nada, Leonard se ha colocado a su lado y descarga un tiro contra la mandíbula. El vampiro cae al suelo.


Nora Thompson (ND): ¿Qué…? (reconoce a Leonard) ¿¡Tú!?
Leonard Powell: Nora, adentro (sigue encañonando al vampiro) ¡Deprisa!

Mientras Nora corre a esconderse dentro del matadero, perseguida por dos de los vampiros amigos del primero; Leonard ve como el vampiro de la melena se incorpora luciendo una mirada de odio mezclado con incredulidad. Lo poco que queda de su mandíbula es apenas un pedazo de carne que pende apenas de un par de tendones…

Vampiro Melenudo (ND): ¡¿Anf anffann?!
Leonard Powell (alzando la pistola, mientras retrocede): Lo siento… (dispara dos veces más) No hablo vampiro.

Las balas solo frenan de forma temporal al vampiro que, inexorablemente lo va acorralando hasta el interior de la nave industrial.

Mientras, dentro del viejo Matadero Grant…

Nora Thompson (ND): ¿Pro… Profesor Giles?
Profesor Vanister (NE): Eh… (escucha los gruñidos y risas de los dos vampiros que van tras Nora) No hay tiempo de explicaciones, señorita… (la toma de la mano) Venga conmigo.

Los dos se adentran en las derruidas y oscuras estancias del matadero, encontrando un acceso que lleva al sótano del mismo. Con dos vampiros pisándoles los talones, Nora y el profesor acaban en una de las estancias del subterráneo del matadero. Un lugar que el profesor reconoce como el enorme coso donde, en Witchifield, fueron "juzgados" por el triunvirato de los Capuchas Rojas.

Profesor Vanister (NE): Fascinante…
Nora Thompson (ND): ¿Cómo…? Oiga, profesor, no es…

En ese momento, las puertas de la estancia son destrozadas de golpe por el primero de los dos vampiros que les perseguía. A simple vista parece un veinteañero negro, vestido con cazadora vaquera y luciendo un absurdo sombrero tejano. Sus colmillos y su rugido inhumano hielan la sangre del profesor… pero no sus neuronas.

Profesor Vanister (NE): No quieres hacerlo… (agarra un pedazo de madera de los muchos escombros que pueblan el suelo del lugar) Sabes quien soy, ¿verdad?
Vampiro Tejano (ND): Rupert Giles… Has matado a muchos de los nuestros…
Profesor Vanister (NE): Has caído en la trampa… (mira por encima de su espalda, como si Nora fuese Buffy) ¡Ahora, Buffy!
Vampiro Tejano (ND): ¿La… (glups)… Cazadora?

Si los vampiros pudiesen hacer ciertas funciones biológicas, éste habría manchado los pantalones. Pero al darse la vuelta, lo único que ve es a Nora. Vanister no desaprovecha la ocasión y clava la improvisada estaca a la altura del corazón del vampiro. Estalla en una nube de polvo que cubre tanto a Vanister como a Nora.

Nora Thompson (ND): Así que todas esas historias que me han contado sobre este pueblo… Joooder. Ahora hay un montón de cosas que… ¡Cuidado!

El profesor Vanister apenas si puede hacer un torpe intento por clavar la estaca en el vampiro que acaba de irrumpir en la estancia. Ha visto como desintegraba a su colega y no está contento. Derriba a Vanister y le arrebata la estaca con la facilidad de quien le quita el sonajero a un bebé.

Por un segundo, los colmillos del segundo vampiro casi rozan el cuello del profesor. Y es entonces cuando el palo de una vieja escoba atraviesa el pecho del chupa-sangres… ¡haciéndolo estallar y cubriendo de cenizas al pobre Vanister!

Profesor Vanister (NE): Coff, coff… Gracias, Nora…
Nora Thompson (ND): No hay de qué, Giles… solo le pediría una cosa… (le ayuda a incorporarse) No vuelva a llamarme Buffy, ¿de acuerdo?

Mientras tanto, en el piso de arriba…

Leonard Powell (sigue disparando): Tío, ¡cómo odio los vampiros!

Las balas atraviesan el cuerpo del vampiro de la melena sin que éste haga otra cosa más que frenar levemente el paso. Leonard lanza una mirada fugaz a la furgoneta, dentro de la nave industrial. Intenta llegar hasta ella. Quizá Riley haya despertado y…

Pero antes de poder comprobarlo, el vampiro da otro de sus impresionantes brincos, interponiéndose en el camino de Leonard. De un fuerte manotazo, le arrebata la pistola, tirándola al suelo.

Leonard Powell: Joder…

Y es entonces cuando el virote de flecha se clava en el pecho del vampiro. Éste, por un segundo, mira incrédulo la punta de madera afilada que sobresale empapada en sangre. Intenta articular algo parecido a un "oh, mierda" pero sin mandíbula inferior. Un instante después, estalla convertido en una nube de polvo.

Leonard agudiza la mirada tratando de percibir la identidad de su oportuno salvador. Al amparo de la luz procedente de la propia furgoneta, Leonard distingue la silueta del profesor Vanister. Y sostiene entre las manos una ballesta.

Leonard Powell: ¿Profesor Vanister?
Rupert Giles (ND): Creo que me confunde, joven. Mi nombre es Rupert. Rupert Giles.

Antes de que Leonard pueda dejar de abrir la boca, paralizado por la sorpresa, otra voz se deja escuchar a la entrada de la nave industrial. Camina hasta donde están ellos dos, sin dejar de hacer divertidos malabares con una estaca de madera.

Buffy Summers (ND): Me estaba preguntando, Giles, ¿estaría mal que me quedase los pendientes de esa vampiresa que acabo de evaporar? Oh… (ve a Leonard) Bonito traje.
Leonard Powell: Bu… Bu… ¿Buffy?

CONTINUARÁ…

lunes, 12 de enero de 2009

P.O.V. - DANNY DALTON (Sesión 10-01-09)

ANTERIORMENTE, EN "NEVERFIELD"…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!


ATRAPADOS EN UNA ODISEA DIMENSIONAL…
Danny Dalton: Vale. Ahora el Libro es un libro y las Sombras... Se han ido.
Profesor Vanister (NE) ¿Y si han ido a otros Springfield?
Leonard Powell: ¿Y si han ido…? (mira Danny) ¿Y si han ido al nuestro?

UN VIAJE A TRAVÉS DE REALIDADES ALTERNATIVAS...
Profesor Vanister (NE): Ahora buscamos a Goodwin Steele, un abogado de Wolfram & Hart.
Leonard Powell: Bueno, más bien son "abogados del Diablo"… en el sentido más literal de la expresión. Y buscar al tal Steele era nuestra misión… al menos hasta que un cabrón secuestró a nuestros colegas… Danny Dalton y Ben Braddock.

TODOS BUSCAN EL CAMINO DE VUELTA A CASA...
Profesor Vanister (NE): Algo me dice que tanto nuestros compañeros de viaje como el señor Steele se encuentran en manos del señor Powell.
Leonard Powell: Y apuesto lo que quiera, profe… a que sé donde los ha llevado.

PERO NO TODOS VIVIRÁN PARA ENCONTRARLO.

Episodio 2x14.- NEVERDALE (Parte 3)

Poco a poco, Danny Dalton va despertando…
Los últimos recuerdos aun flotan en su cabeza: habían salido de Los Ángeles, dejando atrás el edificio de Wolfram & Hart cuya cuarta planta, con su accidentada llegada a este universo paralelo, casi habían demolido.

Eso había sido bastante guay, pensó Danny.
Lo que ya no era tan guay era trabajar para una firma de abogados del Diablo (sobre todo cuando eso no es una jodida metáfora)
Y desde luego tampoco era nada guay lo de tener una especie de veneno verde regando sus venas. Según esos cabrones de Wolfram & Hart, era lo único que les impedía morir por eso a lo que el profe daba uno de esos nombres científicos tan raros. ¿Presión interdimensional? Bah. El nombre era lo de menos. Lo importante era que esa mierda los mantenía vivos. Aunque parecía que tanto en el bueno del Capi como en su caso, aquello tenía desagradables efectos secundarios.

Del tipo nauseas y vomiteras, para ser exactos.

Y ahí estaban el Capi y él: echando la pota en los servicios de una estación de servicio a medio camino de Sunnydale… cuando aparecieron aquellos dos tipos. El que atacó al Capi era el más corpulento pero el otro no se quedó atrás: de hecho, el muy cabrón usó una especie de táser con él. Antes de perder el conocimiento, Danny les escuchó hablar. Sin embargo, no pudo reconocer sus voces bajo los pasamontañas que cubrían sus rostros.

Voz: Identifíquese.

Danny parpadeó, intentando ubicar aquella voz y, de paso, ver algo a través de la deslumbrante luz que le cegaba. Estaba desnudo de torso para arriba, con todas aquellas cicatrices que este viajecito dimensional le estaba haciendo ganar. Sentado en una silla de metal clavada a un suelo de albero, Danny tenía las manos a la espalda, sujetas por unas presillas militares.

Voz: ¿Cuál es su nombre?
Danny Dalton: ¿Y quién coño quiere saberlo?

Fue entonces cuando una figura salió de la penumbra de aquella estancia, una habitación sumida en la penumbra y de la cual Danny solo podía resaltar el hedor que flotaba en el ambiente: a cerrado y a una especie de mezcla entre vino y vinagre… Danny reconoció a la figura: era uno de los dos tipos que les asaltaron a él y al Capi en la estación de servicio. El más corpulento. Seguía con el rostro cubierto por el pasamontañas pero se acomodó en los nudillos un puño americano.

Voz (al tipo corpulento): Adelante.
Danny Dalton (recibiendo el impacto en su vientre): Buff… ¿Es… tu mejor… golpe… capullo?

No lo había sido, tal y como demostraron los tres que siguieron al primero. El tercero resultó ser el más efectivo pues hizo a Danny escupir un diente. La figura se retiró y una segunda hizo acto de presencia. Vestía una especie de traje de camuflaje. Similar al que lucen los militares en las operaciones. Llevaba un pasamontañas. Por eso no había podido identificar la voz.
La figura se sentó ante Danny y se quitó el pasamontañas. Fue entonces, cuando volvió a ver la cara de Morgan Kyle cuando Danny supo que estaba en problemas.

Morgan Kyle (ND): Agente Dalton…
Danny Dalton: Joder, vale… Mire, se equivoca, ¿vale? No soy su jodido agente Dalton. No soy quien cree.
Morgan Kyle (ND): Agente Daniel Dalton. Operativo de "La Iniciativa".
Danny Dalton: ¿La qué? Oiga, se confunde de tipo, ¿de acuerdo? Mire… Sé como suena pero es la jodida verdad. Mi amigo…
Morgan Kyle (ND): El agente Benjamin Braddock…
Danny Dalton: Y dale con la mierda esa de "agente"… No. Ni el Capi ni yo somos sus jodidos agentes. Somos viajeros, ¿vale? De otra jodida dimensión si sabe a lo que me refiero…
Morgan Kyle (ND): ¿Otra dimensión…? (mirando unos informes médicos) Eso explicaría los residuos encontrados en su torrente sanguíneo…
Danny Dalton: No, eso… Eso es una basura que esos cerdos para los que nos obligan a trabajar, Wolfram y… Hart…
Morgan Kyle (ND): Así que Wolfram & Hart… (pensativo, se pone de pie) Está claro, agente Dalton que ha sido víctima de alguna clase de lavado de cerebro. Sin duda el procedimiento de escáner psíquico responderá a todas las preguntas que su cerebro se niega a darnos… Claro que es posible que sufra daños neuronales permanentes y pierda pequeñas capacidades como el habla o la continencia…

Morgan Kyle se encaminaba a la puerta, ignorando las voces de Danny asegurando que le estaba contando toda la verdad. Fue en ese momento cuando sonó el movil del militar. Tras escuchar atentamente, tan solo dijo tres palabras.

Morgan Kyle (ND): Inicien el ataque. (cuelga y mira a Danny) Sus amigos… Ya están muertos.

Y se marcha junto con el matón encapuchado, dejando sólo a Danny encerrado en aquella habitación en penumbra. Sus ojos se han acostumbrado a la poca luz y se hace a la idea de lo que puede ser ese lugar: paredes de azulejo, un viejo sistema de tubos y una bañera antigua y mohosa. Alguna clase de destilería o similar. En aquel momento, sin embargo, Danny estaba más preocupado de conseguir soltar sus presillas. Sentía que podía romperlas. Si tan solo pudiera hacer un poco más de presión…

Con un chasquido, las presillas se rompen. Aunque las muñecas le duelen horrores, Danny no puede evitar un escalofrío al percatarse de lo que ahora es ya obvio. Su fuerza y su resistencia son mucho mayores que antes de recibir el suero de Wolfram & Hart. Y conociéndolos, seguro que algo tan cojonudo encierra alguna "letra pequeña".

Por el momento, Danny prefiere centrarse en los aspectos positivos y opta por utilizar su fuerza para intentar derribar la puerta de la estancia. Una primera embestida hace que llueva serrín del techo y que la puerta se tambalee un poco. La segunda se ve interrumpida cuando alguien abre la puerta desde el otro lado. Es un tipo encapuchado, de mediana estatura y luciendo los mismos pantalones de camuflaje y camisetas de manga corta que los otros. Saca la pistola y le encañona. Por suerte, recibe una llamada por su walkie-talkie… lo que da a Danny la oportunidad para dejarlo fuera de combate.

Danny sabe que los colegas del encapuchado al que acaba de dejar inconsciente (y con la rodilla reventada por un disparo) no tardarán en venir en su búsqueda. Descubre que, en efecto, su improvisado calabozo era una vieja destilería, ubicada al fondo de una bodega subterránea. Apenas dos bombillas iluminan una estancia larga y rectangular, cuya penumbra ayuda a Danny a buscar un escondrijo… bajo las escaleras de madera que llevan a la doble puerta de salida. Es allí desde donde Danny ve aparecer a dos agentes más: también van encapuchados pero llevan entre manos sendas escopetas y, además, lucen trajes de chaqueta gris.

El primero de ellos jamás sabrá que le mató: su nuca explota en un estallido de sangre con el primer disparo de Danny. El segundo y el tercero chocan contra el quicio de la puerta de la pequeña destilería. Eso da una oportunidad al segundo de los encapuchados, que se parapeta en la misma estancia que sirvió de celda para Danny. Éste apunta su pistola al techo y abre fuego volando la primera de las dos bombillas que iluminan la estancia. Amparado en la oscuridad, Danny aguarda un descuido de su oponente… el cual no duda en imitar la estrategia de Danny disparando su escopeta contra la segunda de las bombillas. Con la estancia casi a oscuras, Danny sabe que está en una ratonera.

A toda prisa y haciendo varios disparos para cubrir se movimiento, Danny sube las escaleras y sale al exterior. Intenta cerrar la doble puerta del sótano, pero éstas vuelan por los aires al recibir un disparo de escopeta.

Danny Dalton: Tío, este sitio… Joder. Este sitio me suena…

Ante él, con el cielo púrpura de la noche ciñéndose sobre ambos, se alza una orgullosa mansión de piedra gris y muros cubiertos por enredaderas. Es la mansión Powell. La puñetera boca del lobo, piensa Danny. Y ante eso, lo mejor es salir de allí cuanto antes. Danny recuerda que había un jardín en la parte de atrás. Y más allá, un embarcadero. Si consiguiese llegar hasta él…

Mientras se desliza entre la oscuridad de los setos y estatuas del elegante jardín, Danny comprueba que esta mansión es una versión (descuidada y en peor estado) que la que pudo conocer en otros mundos paralelos. Sin embargo, apenas está a unos diez metros del embarcadero, las luces del jardín se encienden, dejándolo al descubierto y a merced de tres matones trajeados (esta vez sin pasamontañas) que vigilan el acceso al embarcadero. Dos de ellos caen bajo el fuego de la pistola de Danny. El tercero está demasiado ocupado tirándose al suelo y llamando por su walkie-talkie al resto de los guardias de la mansión.


Danny corre hasta la verja metálica que separa el embarcadero de la mansión, con la idea de trepar por ella y robar una de las lanchas allí disponibles. Saldrá de ahí, encontrará al pijo y al profesor y los tres harán lo que tantas veces han hecho antes: patear el culo de Devon Powell y…

El pensamiento acaba ahí: Danny apenas ha puesto sus dedos sobre la reja cuando siente en su espalda tres proyectiles adentrarse en su cuerpo, perforando carne y órganos. La boca se le llena de sangre súbitamente. Y el pulso de Danny se ralentiza por segundos. En menos de dos minutos, habrá muerto.

Voz 1: ¿Respira?
Voz 2: Si, joder. Pero traed de una puta vez el desfibrilador…
Voz 3: Tío, el viejo te va a joder vivo…
Voz 1: Apuntaba a las piernas, ¿vale?
Voz 2: ¡¿Queréis traer de una puta vez ese desfibrilador?!

La primera sacudida solo hace brincar el cuerpo inerte de Danny. La segunda es la que reinicia su corazón como si fuese el viejo motor de un Cadillac. Durante unos segundos, Danny incluso abre los ojos. Ve algunas caras flotar a su alrededor, mirando desde arriba. Las voces se confunden entre sí. Entonces, las caras que lo miran desde los cielos se apartan y dejan en su lugar una sola. La reconoce.

Morgan Kyle (ND): Llevénlo abajo.

Y sabiéndose jodido, Danny se permite el lujo de caer inconsciente.

Destilería, bajo la Mansión de Crawford Lane.
Una indeterminada fracción de tiempo después…

Danny aun siente el sabor a sangre en su boca cuando despierta. El olor a vinagre y a cerrado le llega incluso teniendo un saco cubriéndole la cabeza. Respira con dificultad y nada más que la idea de mover un músculo le produce punzadas de dolor en el pecho. Escucha voces más allá del saco que le cubre la cabeza. Unas manos le arrebatan el saco de la cabeza y es entonces cuando Danny descubre que vuelve a estar en su celda improvisada. Sin embargo, él está ahora sentado en una silla de ruedas, esposado de muñecas y tobillos.

En cambio, quien está sentado en la silla metálica, con presillas en sus muñecas no es otro que el Capi. Lo tienen retenido igual que lo tuvieron en su momento a él. Sin embargo hay algo distinto: una serie de cables penden de unas ventosas que le han colocado en las sienes a Ben. Éstos van conectados a una especie de ordenador montado en un carrito con ruedas. Parece una sofisticada versión del cacharro ese que usaban en aquel estúpido programa de televisión, "La Máquina de la Verdad".

Cuando Danny ve aparecer a Morgan Kyle en la estancia, comprende que esta maquina es bien distinta…

Ben Braddock (NE): ¿Us… usted? (lucha por liberarse de las presillas) Condenado hijo de perra…
Morgan Kyle (ND): Modere su vocabulario, agente Braddock. Ah… el agente Dalton ha vuelto a honrarnos con su presencia.
Ben Braddock (NE): ¿Danny? (a Morgan) Apártese de él, bastardo…
Danny Dalton: Tranquilo, Capi… (mira a Morgan) Deje a Braddock en paz. Yo responderé a sus preguntas…

Y Danny lo cuenta todo. Otra vez: su llegada a Los Ángeles desde otro mundo paralelo; el pacto con Wolfram & Hart… Por un instante, Danny piensa que esto empieza a parecer el cuento de nunca acabar. Y entonces, Morgan hace la pregunta del millón…

Morgan Kyle (ND): Así que Wolfram & Hart los envió aquí, a Sunnydale, para buscar a Goodwin Steele, ¿correcto?
Danny Dalton: Si…
Morgan Kyle (ND): Entonces, ¿qué sabe Wolfram y Hart de la Operación Shadowbook?
Danny Dalton: Espere, espere… ¿Libro de las Sombras?
Morgan Kyle (ND): ¿Dónde está el Libro? ¿Quién lo tiene?

En ese momento, entra un viejo conocido de Danny y Ben. No es otro que William Whitehouse. Luce camiseta de tirantes y pantalón de camuflaje. Ignorando las voces de Ben llamándole "viejo amigo", Whitehouse entrega una carpeta con los logotipos "TOP SECRET" a Morgan. Mientras Whitehouse abandona la estancia, Morgan permanece en silencio mirando el interior de la carpeta. Y luego…

Morgan Kyle (ND): ¿Reconoce esta foto? (le muestra una imagen tomada con teleobjetivo de Leonard saliendo a toda prisa de un motel)
Danny Dalton: Claro que si… Es Leonard Powell.

Como si aquellas dos palabras fuesen alguna contraseña, Morgan hace una llamada de teléfono fuera de la habitación. Por un instante, Danny piensa que ha metido la pata. Sin embargo, cuando pasan diez minutos, Morgan regresa. Ordena a uno de los soldados que los vigilan que le retiren las esposas y escoltan a Danny hasta un despacho en la planta baja de la mansión. Por supuesto, sus exigencias de que suelten también a Ben caen en saco roto.

Aunque su mobiliario es sorprendentemente similar al de los otros despachos que ha visto Danny, ésta versión del mismo está sumido en penumbras. Ante la única luz de la chimenea, Devon Powell bebe de una copa de cognac enfundado en un batín burdeos. Mientras, resuena en la estancia el Ave María de Schubert.

Danny Dalton: Vale… El que faltaba. Devon Powell… Oiga, ya le he dicho a lameculos asesino que el Libro de las Sombras lo tiene Wolfram y Hart. No sé lo que…
Devon Powell (ND): He escuchado todo lo que le ha contado, señor Dalton. Dígame… en ese mundo paralelo del que vienen… (lo mira) ¿mi hijo y usted son amigos?

Si el cariz humano de la pregunta pilla por sorpresa a Danny, es tan solo el principio de lo que serán los próximos minutos. Mientras Devon Powell le cuenta su historia, la mente de Danny intenta conciliar la imagen que tenía de Devon Powell y la del hombre al que está mirando en esos momentos.

Devon Powell (ND): La primera vez que murió mi hijo, tenía quince años. Era… Era el mejor chico que haya podido conocer. Noble. Generoso. Puro… Cuando aquel coche lo arrolló, perdí toda la fe en Dios. Y créame que era mucha. Cualquier otro hombre hubiese aceptado aquella broma cruel de Dios. Pero yo… Yo tenía acceso a conocimientos. Conocimientos prohibidos… Acceso a artes que me permitieron hacer un pacto.
Danny Dalton: Un momento, ¿está diciendo que hizo un pacto con el Di…?
Devon Powell (ND): Con uno de sus representantes. Firmé en un libro. Un libro que usted conoce bien…
Danny Dalton: El Libro de las Sombras…
Devon Powell (ND): En efecto. Por supuesto, aquello me costó mi cargo en el Consejo de Vigilante. Pero eso no me importaba: mi hijo estaba de vuelta… O al menos eso pensé al principio.
Danny Dalton: ¿Que pasó?
Devon Powell: Que no era mi hijo, señor Dalton. Físicamente, quizá lo fuera. Pero por dentro… Era egoísta, canalla. Bebía, se drogaba… Aquel no era Leonard. Y entonces, apenas un año después de volver… se mató en su coche.
Danny Dalton: ¿Se refiere a otro acciden…?
Devon Powell: He dicho que se mató, señor Dalton. Mi hijo se lanzó con su coche a doscientos kilómetros por hora desde un acantilado en Maine… (mira la chimenea) Comprendí entonces que tanto Dios como el Diablo me habían engañado. Y fue entonces cuando decidí que no iba a quedarme cruzado de brazos. Y, aprovechando mi posición en "La Iniciativa", comencé a preparar la operación Shadowbook.
Danny Dalton: Pues no le debió salir muy bien, amigo… El Libro estaba en otra dimensión. Y ese tipo, el tal Goodwin Steele…
Devon Powell: El señor Steele fue más rápido de lo que esperábamos y, antes de ser capturado, envió el Libro a un lugar donde no pudiéramos cogerlo.
Danny Dalton: Un momento… ¿me está diciendo que tiene en su poder al tal Goodwin Steele?
Devon Powell: Más que eso, señor Dalton. Lo que le estoy diciendo es que no sólo tengo aquello que Wolfram y Hart le han pedido que busque… Sino que además sé como destruir ese Libro.

CONTINUARÁ…

jueves, 8 de enero de 2009

Sesión 04-01-2009

ANTERIORMENTE, EN "NEVERFIELD"...
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!

ATRAPADOS EN UNA ODISEA DIMENSIONAL…
Danny Dalton: Vale. Ahora el Libro es un libro y las Sombras... Se han ido.
Profesor Vanister (NE) ¿Y si han ido a otros Springfield?
Leonard Powell: ¿Y si han ido…? (mira Danny) ¿Y si han ido al nuestro?

UN VIAJE A TRAVÉS DE REALIDADES ALTERNATIVAS...
Ben Braddock (NE) (mostrando un pergamino): Este es el ritual que Lord Powell quería usar para terminar de dar forma física a Garius Voldan... ¿Crees que podrías darle la vuelta? ¿Invertirlo para encerrarlo de nuevo en el Libro?

TODOS BUSCAN EL CAMINO DE VUELTA A CASA...
Profesor Vanister (NE): Muy bien, coordenadas para el salto al paralelo Neverend establecidas. Caballeros… abróchense los cinturones.

PERO NO TODOS VIVIRÁN PARA ENCONTRARLO.
Margaret 2.0: SISTEMA DE SALTO ACTIVADO. INTEGRIDAD MOLECULAR 99%, 98%, 97%...
Ben Braddock (NE): ¡¡Profesor!! (señala el Libro de las Sombras... que ha comenzado a brillar) ¡Mire!

Episodio 2x13.- NEVERDALE (Parte 2)

Universo Neverend
Aula 102. Facultad de Ciencias Avanzadas, Universidad de Berkeley.
Hace aproximadamente 6 años.

Profesor Marcus Vanister (NE): … tres coma cinco. Y así conseguimos una resolución óptima sin apenas coeficiente de rozamiento.

La voz de Marcus resuena contra las paredes de aquel aula vacía. En las dos semanas que lleva dando clases, siempre repite el mismo ritual de recitar la clase a un montón de bancas vacías. No es lo suyo, se repite: debería estar metido en un laboratorio o sentado ante su escritorio y su ordenador. Pero dar cuatro horas de clases semanales es uno de los pequeños precios que le obliga a pagar la Universidad de Berkley a cambio de poder entrar en sus programas de investigación.

Evan Foster (tocando a la puerta): ¿Profesor Vanister?

Marcus aun limpia sus gafas cuando ve al joven apoyado en la puerta. No supera los treinta pero el traje gris que lleva le infunde una cierta madurez prematura. Estrecha su mano, sonriente como un vendedor de coches. Y por un momento, Marcus no puede evitar pensar en que habla como si lo fuese.

Evan Foster: Foster, Evan Foster, del Comité de Estudios de la Universidad (estrechando su mano) Es un placer conocerle, profesor. Lamento no haber podido presentarme antes pero ya sabe como son las primeras semanas del curso…

No. Marcus no lo sabe. Y no quiere saberlo. Si aguanta la cháchara del señor Foster es, primero por cortesía. Y después porque Foster es uno de los cinco miembros del Consejo de Estudios que supervisan y apruebas los programas de investigación que financia la Facultad. El propio Foster es quien saca el tema y le recuerda que tiene de plazo hasta el final de la semana para entregar un documento explicando la naturaleza e su proyecto.

Evan Foster (ante el umbral del aula): Bueno, profesor Vanister: ha sido un placer y… oh, vaya. Casi lo olvido… (sale al pasillo y llama a una tercera persona que aguarda sentada al fondo) ¿Rayna?

Marcus acaba de colocarse sus recién limpiadas gafas cuando la ve aparecer por la puerta. La joven es una chica negra, de pelo rizado y vestida con una cazadora vaquera. Se abraza a una carpeta que, a juzgar por las fotografías que la forran, no hace mucho que ha visto las aulas de un instituto.

Rayna St.Johns (nerviosa): Es un honor conocerle, profesor Vanister… (le estrecha la mano) Su artículo sobre las partículas inestables me pareció… increíble.

Tan nerviosa está la joven que su carpeta resbala de entre sus brazos, estrellándose contra el suelo y desperdigando por él un sin fin de apuntes y anotaciones matemáticas. Mientras la ayuda a recogerlas, Marcus no puede evitar fijarse en ellas. Le basta un fugaz vistazo para reconocer en esos cálculos la obra de un cerebro privilegiado. Sus planteamientos son osados, casi ilusos…
Pero Marcus no tiene duda alguna: esa chica tiene algo. Tiene "la magia".
Mientras la ve marcharse, Marcus apenas si escucha las palabras de Foster.

Evan Foster: Si, señor. La joven Rayna es una de las jóvenes promesas de esta Facultad. Y usted, profesor, será su guía… (poniendo la mano en el hombro de Marcus) Su vigilante.

Universo Neverdale
Estación de Servicio TEXACO. A treinta kilómetros de Sunnydale, California.
Ahora.

Leonard Powell: Profesor, ¿no cree que Danny y Ben tardan demasiado?

La voz del señor Powell saca al profesor Vanister de sus pensamientos. Sentado en el asiento del copiloto de esa elegante berlina negra, enfundado en ese traje de chaqueta y con esa revista de televisión entre manos; el profesor recuerda donde se encuentra. Está en un universo en el que su vida y la de sus peculiares compañeros de viaje no es más que una serie de televisión.

Leonard Powell (señalando la portada de la revista en la que sale el elenco protagonista de la serie NEVERFIELD): Habría que hacer una visita a esos estudios de televisión, profesor. El tipo que hace de mí no se me parece en nada. Y el de Fred… joder, profesor, ¡el actor que hace de Fred es blanco!

El profesor sigue mirando en silencio la revista: tienen problemas mucho más importantes que un mal casting. Si no encuentran al agente de Wolfram & Hart desaparecido es muy posible que sus nuevos socios dejen de considerarlos útiles… y dejen de proporcionarles ese misterioso suero. La sustancia que impide que la presión dimensional destroce sus cuerpos.

Leonard Powell (mira el reloj): Joder, ¿Cuánto se tarda en vomitar? Voy a buscar a esos dos, profe. Usted compre algo de beber para el camino, ¿vale?

Mientras Leonard da la vuelta al edificio de la estación de servicio, en busca de los servicios; el profesor Vanister entra en el pequeño supermercado y busca bebidas isotónicas. El suero parece haber causado un desagradable efecto secundario en los organismos de Danny y Ben. Quizá se trate de un rechazo a nivel genético. Teniendo en cuenta que son…

Antes de que sus pensamientos lleguen a una conclusión, el profesor escucha las voces de Leonard. Para cuando sale al exterior, puede ver al joven entrando a toda velocidad en el coche y señalando a un todoterreno que sale a toda velocidad del área de servicio.

Leonard Powell: ¡Son Danny y Ben, profesor! ¡Los han secuestrado!

La persecución por carretera apenas si dura unos segundos: de inmediato, el todoterreno se adentra en el desierto. Leonard trata de seguir el juego de su presa… sin darse cuenta de que ha caído en su trampa: un inesperado desnivel en las dunas hace que la persecución acabe con la berlina hundida en la arena… y su presa perdiéndose a lo lejos, oculta su trayectoria por la columna de humo que levanta tras de sí.

Leonard Powell: Joder, no sé quien es… pero el hijo de puta es bueno.
Profesor Vanister (NE): Y si mis cálculos son exactos… se dirige a Sunnydale, señor Powell.

Los Ben Braddock y Danny Dalton de este universo eran miembros de una fraternidad universitaria y residían en Sunnydale. Sin embargo, los dos jóvenes fallecieron en un accidente de coche… hace aproximadamente un mes. Casi al mismo tiempo en que un agente de Wolfram & Hart, Goodwin Steele, desaparecía sin dejar rastro. Y ahora alguien había secuestrado a los Ben y Danny de otra dimensión. ¿Por qué?

Sólo había una forma de averiguarlo: yendo a Sunnydale. En el fondo, y pese a que su nombre era distinto, tanto a Leonard como al profesor les resultaba extraño descubrir lo similar que ese Sunnydale era a su Springfield original. Tan distinto y a la vez tan parecido como algunas otras versiones que ya habían conocido de ese condenado pueblo.

Eran aproximadamente las cuatro de la tarde cuando llegaron a Sunnydale. El profesor Vanister había intentado ponerse en contacto con Wolfram & Hart. Sin embargo…

Sarah Kauffmann (ND) (por teléfono): Profesor Vanister, me aseguraré de que nuestro departamento de documentación y archivo tome nota de su petición. Sin embargo, permítame un consejo: si empiezan a dar más problemas a Wolfram & Hart de los que resuelven, comenzaremos a pensar que no nos son de utilidad… ¿comprende lo que le digo?

Sin el apoyo de sus nuevos patrones, había que iniciar indagaciones al viejo estilo: preguntando. Mientras el profesor Vanister buscaba unas gafas de sol y otros complementos con los que nadie pudiese notar su parecido con un habitante local llamado Rupert Giles; Leonard por su parte decidió comenzar su ronda de preguntas por un lugar que conocía bien. El Golden… o, como lo llamaban en Sunnydale, "el Bronze".

Si el Golden parecía un local sacado de los años cincuenta, este "Bronze" era una nave industrial reconvertida en pub-discoteca. Muy similar al que habían conocido en el universo natal del profesor y Ben. Leonard sonrió al comprobar que, como en ese mundo, la encargada de abrir el local era la misma: Nora Thompson.

Nora Thompson (ND): Lo siento, amigo… (mientras abre el "Bronze") Pero aun tardaremos un par de horas en abrir al público… Por cierto, bonito traje.

Aprovechando que Nora no parecía reconocerle, Leonard decidió emplear un poco de encanto "made in Powell" junto al efecto que causaba su elegante traje. Por desgracia, Nora no resultó de demasiada ayuda: no sabía nada de ningún abogado llamado Goodwin Steele. Sin embargo, las indicaciones oportunas sobre los dos estudiantes fallecidos en accidente de tráfico si dieron resultado…

Nora Thompson (ND): Si, fue horrible. Dos chicos de la universidad, creo. No solían venir mucho por aquí, la verdad… Ya sabéis: los tíos cuando entran en una fraternidad, convierten sus sedes en fiestas perpétuas.

Las palabras de Nora aun resonaban en los oídos de Leonard cuando él y el profesor entraban por las puertas de la sede de la fraternidad "Delta Kappa Epsilon". Era media tarde pero a juzgar por el desenfreno y la fiesta que bullía en el enorme salón de la fraternidad, bien parecía una rave a altas horas de la madrugada. Entrar en el recinto de las fraternidades no había sido difícil (al menos, no teniendo esos trajes y los maravillosos "documentos de impronta psíquica" que Wolfram & Hart les habia proporcionado)

Sin embargo, dos tipos trajeados llamaban mucho la atención en aquella fiesta de fraternidad. Y casi de inmediato, su presencia se hizo notar más de lo deseable. Bastó una leve provocación por parte de uno de los matones de fútbol americano allí presentes para que Leonard comenzara una pelea. Por supuesto, fue el profesor Vanister quien se llevó el primer golpe de una pelea que acabó tan pronto como lo confundieron con el profesor Rupert Giles.

Y así, mientras Leonard calmaba los ánimos con una sonrisa y el profesor Vanister se veía rodeado de jóvenes que aseguraban ser antiguas alumnas suyas en el Instituto; una voz llamó la atención de los dos viajeros dimensionales.

Riley Finn (ND): Disculpen lo ocurrido… Soy Riley, de la Delta Kappa Epsilon. Profesor Giles, si me acompaña quizá podamos hacer algo con esas manchas…

Dejando atrás el bullicio de la fiesta y al amparo de una habitación algo más discreta, el joven Riley Finn encañona con una pequeña pistola a Leonard y el profesor. Éstos, más que acostumbrados a verse ya ante el cañón de un arma, optan por seguirle el juego al señor Finn… al menos de momento.

A punta de pistola, el joven Riley Finn los lleva hasta una camioneta, aparcada en la parte posterior de la casa de la fraternidad. Entre los otros vehículos que permanecen allí aparcados, Leonard reconoce uno en concreto: el todoterreno azul en el que se llevaron a Danny y Ben.

Siguiendo las indicaciones de Riley, Leonard conduce hasta el Motel Gates: el viejo negocio regentado por la señora Wayne. En una de las habitaciones del mismo, lejos de miradas indiscretas, Riley entrega unas esposas a sus dos prisioneros y se dispone a ponerse en contacto con alguien a quien llama "su superior". Está demasiado ocupado recibiendo ordenes, como un buen soldadito, cuando Leonard y el profesor saltan sobre él. Consiguen arrebatarle la pistola y obligarle a esposarse en una de las dos camas de la habitación.

Riley Finn (ND): Estáis cometiendo un error… Trabajo para el gobierno de los Estados Unidos.
Leonard Powell: Si, claro. Y ahora me dirás que trabajas para una unidad militar especial que tiene un complejo subterráneo oculto bajo este pueblo de mierda.
Riley Finn (ND): ¿Cómo…? (sorprendido) ¿Conoces "La Iniciativa"?
Leonard Powell: Espera un segundo… ¿¿Otro Springfield con una base secreta del gobierno bajo tierra?? Jooooder…

Antes de que puedan sacar más información de Riley, dos comandos encapuchados asaltan la habitación, subfusiles en ristre. El profesor, sin embargo, ha tomado a Riley como rehén y, colocándole la pistola en la sien, lo usa como baza para dejarse escuchar. Paradójicamente, y amenazas a parte, el gesto de devolverle el arma a Riley es el que finalmente hace que el joven soldado comience a confiar en esos dos misteriosos individuos.

Una vez los comandos regresan al furgón que aguarda frente al motel; Riley pasa los siguientes quince minutos escuchando la historia de Leonard y el profesor sobre universos paralelos, viajes entre dimensiones y la existencia de otras versiones de sí mismos.

Profesor Vanister (NE): Ahora buscamos a Goodwin Steele, un abogado de Wolfram & Hart.
Leonard Powell: Bueno, más bien son "abogados del Diablo"… en el sentido más literal de la expresión. Y buscar al tal Steele era nuestra misión… al menos hasta que un cabrón secuestró a nuestros colegas… Danny Dalton y Ben Braddock. Imagino que los conocías: eran de tu fraternidad…
Riley Finn (ND): ¿Ben? Ben era algo más que un miembro de la fraternidad. Tanto él como Danny eran miembros de "La Iniciativa". Y Ben… Ben era mi amigo.
Profesor Vanister (NE): Pero murieron en un accidente de tráfico…
Riley Finn (ND): Aquello sólo fue una tapadera orquestada por "La Iniciativa". Tanto Danny como Ben fueron considerados "desaparecidos en combate" tras una misión clasificada como alto secreto.

La explicación de Riley acerca de "La Iniciativa" explica en gran parte la cantidad de crímenes y desapariciones sin resolver que salpican Sunnydale: la presencia de un importante foco de organismos sobrenaturales, llevó al gobierno a crear una rama especializada en su lucha y erradicación.

Leonard Powell: Así que Spring… quiero decir, Sunnydale está plagado de seres extraños y nocturnos, ¿no? (mira a Vanister) ¿Le suena de algo, profesor?
Profesor Vanister (NE): Puede carecer de sentido, por supuesto. Como lo es para el señor Finn las teorías de mundos paralelos…
Riley Finn (ND): En realidad, profesor Vanister, tiene mucho sentido. Eso explicaría… (mira a Leonard) por qué el hijo de Devon Powell sigue vivo.
Leonard Powell: Espera… ¿conoces a mi padre?
Riley Finn (ND): ¿Conocerle? Devon Powell es una de las tres personas que conforman el Triunvirato: el organismo que controla y dirige las actividades de "La Iniciativa" en Sunnydale. (mira a Leonard) Te reconocí porque había visto tu ficha en los archivos personales… por eso te reconocí en la fiesta.
Profesor Vanister (NE): Un momento… Has dicho un Triunvirato. ¿Quiénes son los otros dos miembros?
Riley Finn (ND): La doctora Margaret Walsh y el coronel Morgan Kyle.
Leonard Powell: Jooooder.

En ese momento, Riley recibe una llamada telefónica de su superior… que resulta ser la doctora Walsh. Tras un rato hablando, informa a sus nuevos y potenciales aliados de su situación.

Riley Finn (ND): La doctora Walsh lleva un tiempo sospechando que tanto Devon Powell como el coronel Kyle llevan a cabo misiones a espaldas de los intereses gubernamentales.
Profesor Vanister (NE): Misiones como en la que desaparecieron los agentes Braddock y Dalton, ¿cierto?
Riley Finn (ND): En efecto. Y al ser "material clasificado" los únicos que saben lo que pasó realmente son Powell, el coronel Kyle… y los dos miembros supervivientes de la operación: los agentes Samuel Wayne y William Whitehouse. Y ninguno de los dos ha querido decir nada de lo ocurrido en la operación "Shadowbook".
Leonard Powell: Vale. "Libro de las Sombras". Muy sutil, papá.
Profesor Vanister (NE): Es evidente que esa operación y la desaparición de Goodwin Steele están directamente relacionadas.
Riley Finn (ND): Sin embargo, no hay constancia en los registros de "La Iniciativa" de ningún prisionero reciente que responda a la descripción de Goodwin Steele. Pero…
Leonard Powell: ¿Qué? ¿Qué pasa?
Riley Finn (ND): La doctora Walsh me ha confirmado que tampoco se ha notificado la captura de dos duplicados de los agentes Ben Braddock y Daniel Dalton.
Profesor Vanister (NE): Algo me dice que tanto nuestros compañeros de viaje como el señor Steele se encuentran en manos del señor Powell.
Leonard Powell: Y apuesto lo que quiera, profe… a que sé donde los ha llevado.

Riley Finn explica el lugar donde se encuentra la mansión de Devon Powell en ese universo: no muy lejos de su ubicación en el Springfield del que viene el propio Leonard. Sin embargo, ante la idea de tomar al asalto la mansión con la ayuda de "La Iniciativa"…

Riley Finn (ND): No.
Leonard Powell: Pero, tío… ¡Conozco a mi padre, ¿vale?! Si te digo que los tiene en su mansión es que los tiene en su mansión.
Riley Finn (ND): No se trata de eso. La doctora Walsh no puede verse involucrada en todo este asunto. Si se descubriese que ella ha colaborado de alguna forma en un golpe contra altos cargos de "La Iniciativa" como Powell o el coronel Kyle…
Profesor Vanister (NE): Y la pena por alta traición es la misma en todos los universos, señor Powell.
Riley Finn (ND): Si… La muerte.

Viendo las últimas luces del ocaso filtrarse por la ventana de la habitación del motel; el profesor hace un silencioso cálculo mental. Les quedan menos de doce horas antes de que sus organismos asimilen la última gota de suero que riegue sus venas.

Si van a hacer algo, tendrán que hacerlo deprisa.

CONTINUARÁ…