Marcus Vanister: Creo que nuestra prioridad es reparar la "Alfombra Mágica" y regresar a nuestro mundo, procurando no alterar aún más el curso de los acontecimientos de esta realidad paralela…
ARROJADOS A UNA ODISEA ENTRE DIMENSIONES ALTERNATIVAS…
Profesor Vanister (NE): Es la tanqueta. Lo que ha construido tu padre no es una máquina de salto dimensional. Es una máquina de guerra.
ENGAÑADOS POR EL LIBRO DE LAS SOMBRAS…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!
CAPTURADOS POR WOLFRAM & HART…
Sarah Kauffmann (ND): Tu amigo Leonard va a morir, Danny… Así aprenderás que no se juega con Wolfram & Hart.
CONDENADOS A ENMENDAR SUS PROPIOS ERRORES…
James Roth (ND): Éste no es solo su primer día en Wolfram & Hart... (se calza las gafas de sol y sonríe) Bienvenido al primer día del resto de su vida...
… O A MORIR EN EL INTENTO.
Episodio 3x06.-
Caso Nº00158112-X
ARTHUR BLAKE contra WOLFRAM & HART
Departamento de I+D
Subsótano 3, Sede de Wolfram & Hart. Los Ángeles.
Hace una hora.
Imagina que un millón de diminutos garfios penetran por cada uno de los poros de tu piel. Y luego alguien tira de todos ellos como quien te hace la cera en seco.
Más o menos eso es lo más parecido a viajar entre dimensiones por cortesía de Wolfram y Hart. La cámara, acolchada de blanco, está aislada del exterior. Imagino que así Knox y los demás “geeks” del departamento I+D no tienen que soportar nuestros agónicos gritos que marcan nuestras idas y venidas.
Con el estómago aun dando volteretas, trato de incorporarme. Miro a mi alrededor: Danny ha sido el primero en dejar de quejarse y se ha levantado. Aun va enfundado en el traje negro marca de la casa. Ayuda a incorporarse a Ben, quien aun lleva anudada la corbata del traje a su antebrazo. El resto de su indumentaria es el vivo testimonio de que nuestro paseo por el Los Ángeles de los años sesenta no ha sido un sueño: Ben aun va vestido con el uniforme de ese policía al que… Vaya. Creo que estoy adelantando acontecimientos. Lo importante ahora mismo es que en el maletín que lleva Ben entre los brazos está el alma que nos habían encargado dar caza.
James Roth (ND): Nunca me acostumbrare a esto.
Danny Dalton: Nenaza…
James Roth (ND): Lo dice el que se ha pegado casi una semana de vacaciones.
Ben Braddock (NE): No te pases James. Ha estado en coma…
James Roth (ND): Lo dicho…vacaciones.
Ben Braddock (NE): Vamos Danny… Volvamos al hotel.
Los veo caminar a lo largo del pasillo del departamento de I+D. A mi lado, Knox acaba de entregar el maletín a su equipo de “geeks” y me da la lata sobre los informes que he de rellenar. Apenas le presto atención: veo a Ben y Danny alejarse de mí…
Subsótano 3, Sede de Wolfram & Hart. Los Ángeles.
Hace una hora.
Imagina que un millón de diminutos garfios penetran por cada uno de los poros de tu piel. Y luego alguien tira de todos ellos como quien te hace la cera en seco.
Más o menos eso es lo más parecido a viajar entre dimensiones por cortesía de Wolfram y Hart. La cámara, acolchada de blanco, está aislada del exterior. Imagino que así Knox y los demás “geeks” del departamento I+D no tienen que soportar nuestros agónicos gritos que marcan nuestras idas y venidas.
Con el estómago aun dando volteretas, trato de incorporarme. Miro a mi alrededor: Danny ha sido el primero en dejar de quejarse y se ha levantado. Aun va enfundado en el traje negro marca de la casa. Ayuda a incorporarse a Ben, quien aun lleva anudada la corbata del traje a su antebrazo. El resto de su indumentaria es el vivo testimonio de que nuestro paseo por el Los Ángeles de los años sesenta no ha sido un sueño: Ben aun va vestido con el uniforme de ese policía al que… Vaya. Creo que estoy adelantando acontecimientos. Lo importante ahora mismo es que en el maletín que lleva Ben entre los brazos está el alma que nos habían encargado dar caza.
James Roth (ND): Nunca me acostumbrare a esto.
Danny Dalton: Nenaza…
James Roth (ND): Lo dice el que se ha pegado casi una semana de vacaciones.
Ben Braddock (NE): No te pases James. Ha estado en coma…
James Roth (ND): Lo dicho…vacaciones.
Ben Braddock (NE): Vamos Danny… Volvamos al hotel.
Los veo caminar a lo largo del pasillo del departamento de I+D. A mi lado, Knox acaba de entregar el maletín a su equipo de “geeks” y me da la lata sobre los informes que he de rellenar. Apenas le presto atención: veo a Ben y Danny alejarse de mí…
Y es en ese momento, antes de que los dos desaparezcan tras las compuertas del laboratorio cuando tomo la decisión.
Esto no puede seguir así. Debo hacer algo.
James Roth (ND): Necesito que vengáis conmigo.
Danny y Ben se giran y se me quedan mirando con la extrañeza de a quien le acaban de invitar a un paseo por el espacio.
Danny Dalton: ¿Para qué?
James Roth (ND): Sarah Kauffman me pidió que rellenáramos el informe entre los tres…así que no voy a hacerlo todo yo.
Ben Braddock (NE): Bien, volvamos a la oficina y terminemos lo antes posible.
James Roth (ND): Tengo una idea mejor…
Bar “RaveNant”, Polígono Industrial Eisenhower.
Afueras de Los Ángeles.
Ahora.
Danny Dalton: Hazme un favor... y mátame.
No puedo evitar sonreír mientras paso por el lado de Danny, entrando en el local. Por su cara, imagino que es el último local que pisaría un “roquero sin causa” como él. Aun es temprano, no son ni las once, y el local está muerto. “Muerto”. Pienso en lo irónico que resulta ese adjetivo. La música breakbeat resuena en los altavoces, haciendo eco y dejándome claro que vuelvo a estar en mi época. Que he dejado atrás los años sesenta.
James Roth (ND): Os puede parecer extraño… (se sienta en uno de los reservados) Pero este sitio me ayuda a reubicarme tras cada uno de los saltos dimensio-temporales que damos con Wolfram & Hart. Además… me gusta esta música.
Danny Dalton: ¿Música? (sentándose) Tío, más vale que comencemos con el informe antes de que me dé por escuchar algo de esta “música” y me dé por cortarme las putas venas…
Ben Braddock (NE): Muy bien… Creo recordar que…
…cuando llegamos a su despacho, la señora Kauffman nos estaba esperando. Acabábamos de terminar una misión: habíamos tenido que atrapar a un tipo que podía cambiar de rostro cada cierto tiempo. No había resultado nada fácil y tanto el señor Braddock como yo estábamos aun débiles por el esfuerzo. Por ello, esta nueva misión representaba un segundo salto en el mismo día: algo que hasta entonces nunca habíamos afrontado. Sin duda aquello era una muestra más del especial interés que la señora Kauffman tenía en ponernos a prueba, sobre todo en lo que atañe al señor Danny Dalton (teniendo en cuenta su estado convaleciente)
Danny Dalton (molesto): Te repito que no estoy oxidado.
James Roth (ND): Oye, yo lo único que digo es que Kauffman te estaba poniendo a prueba.
Ben Braddock (NE): Eh… ¿Podemos seguir con el informe?
Nuestro objetivo era Arthur Blake: un importante hombre de negocios, de naturaleza obstinada y paranoíde. Su trato con Wolfram & Hart le había granjeado en vida la capacidad de ver el futuro. El hecho de ser capaz de prever los acontecimientos intensificó su naturaleza paranoica. Paradójicamente, el señor Blake falleció a la edad de cincuenta y siete años de un ataque al corazón. Si había algo que no podía prever era su propia muerte.
Los informes preliminares ubicaban la reaparición de su alma el 6 de Marzo de 1967, pocas horas después de su muerte, por lo que al señor Blake no le fue muy difícil hacer pasar su fallecimiento como una “falsa alarma”.
Teniendo como objetivo alguien capaz de prever el futuro, se nos planteaba nuestra misión como un reto difícilmente abarcable. Teníamos que analizar cada uno de nuestros pasos, medir sus consecuencias antes de actuar, utilizar el cerebro…
Danny Dalton: Claro. Ir a su edificio y decir que somos de Wólfram y Hart se puede llamar así.
James Roth (ND): Trato de decorarlo un poco, ¿vale?
Ben Braddock (NE): Al fin y al cabo sabía que iríamos, así que tampoco teníamos muchas opciones.
Danny Dalton: El hecho de que los capullos de Wolfram & Hart nos teleportasen hasta las puertas de su edificio también tuvo algo que ver…
Tal y como llegamos, entramos en el edificio. No nos sorprendió el hecho de que ya nos estuviesen esperando. Lo que si nos sorprendió fue el comité de bienvenida. Estabamos esperando, sentados en la recepción de aquel hotel reformado, cuando comenzó el tiroteo. De no ser por los reflejos del señor Braddock es muy posible que ahora mismo todos estuviésemos muertos.
Seis pistoleros contratados por Blake aparecieron desde las balconadas de los pisos superiores. Con sus ametralladoras Thompson no les fue difícil cubrir todo el vestíbulo de balas. El señor Braddock se incorporó, tumbando el sofá de la recepción y empleándolo como cobertura. El señor Dalton prefirió correr hacia el mostrador, buscando otra cobertura. Fue ahí cuando el señor Dalton recibió dos heridas de bala que, afortunadamente, resultaron ser meros rasguños.
Permanecí en un segundo plano, cubriendo al señor Braddock quien, de forma rápida y precisa, tomó a uno de los sicarios de Blake por la espalda. Lo apresó y empleó su propia Thompson para acabar con la vida de los demás matones.
Danny Dalton: Joder…y menuda manera de acabar con ellos. ¿Cómo coño lo hacías tan rápido, Capi?
Ben Braddock (NE): Ya te lo conté… (muestra su mano enguantada) El anillo.
Danny Dalton: Pero… ¿No me dijiste también que era mejor no usarlo?
James Roth (ND): Vale, sigamos…
El único matón de Blake al que dejamos con vida nos dio indicaciones sobre su paradero. Al parecer, nuestro objetivo tenía planeado salir del país a bordo de un velero. Con algo más de presión, el matón nos reveló el muelle en el que se encontraba atracado la embarcación de Blake (al que había bautizado con su mismo nombre, “Arthur Blake”)
Fue entonces cuando el señor Braddock, recordando que nuestro objetivo podría haber previsto que le daríamos caza en los muelles, propuso dejar nuestros pasos en manos del azár. Arrojando una moneda al aire decidiríamos si ir hacia el muelle o encaminar nuestros pasos de regreso al hotel propiedad de Blake.
Danny Dalton: La verdad es que estuvo muy bien pensado, Capi…pero ese cabron ya lo tenía previsto.
Ben Braddock (NE): Tal vez... Si hubiéramos vuelto al edificio entonces...
James Roth (ND): Dudo que estuviera allí, teniendo en cuenta donde lo encontramos.
Para cuando llegamos al muelle era medio día: la actividad de los estibadores y los porta-contenedores nos permitió colarnos sin demasiados problemas. El señor Braddock, en su línea de actitud impulsiva y poco dada a la reflexión, corrió hasta la embarcación de Blake. Curiosamente, no había ningún matón vigilándolo. Aquello sin duda olía cada vez peor...
Danny Dalton: ¿“Olía cada vez peor”? Joder, tío. Que es un informe, no una novela barata de detectives...
James Roth (ND): Oye, yo sólo pongo la verdad. Además si hubiera sido una novela, los protagonistas no hubiesen sido tan idiotas. El tío es un paranoico y le pone a su barco su propio nombre. Como pintarse una diana en la frente...
Ben Braddock (NE): Menos mal que se me ocurrió saltar del barco para evitar la explosión.
James Roth (ND): Aun así, estuvo cerca.
La explosión del barco no solo dejó claro que se trataba de una trampa y que Blake seguía llevándonos ventaja. El señor Dalton y yo pudimos cubrirnos de la onda expansiva y de los fragmentos de metralla. Sin embargo no pudimos evitar caer en manos de los policías que, en poco tiempo, acordonaron la zona. El señor Braddock, sin embargo, permaneció bajo las aguas, habiendo sobrevivido a la terrible explosión del “Blake”...
Danny Dalton: ¿Por qué te dejaste coger, Capi?
Ben Braddock (NE): Hay partidos que no puedes ganar, Danny. Comprendí que no le encontraríamos a él... Blake nos encontraría a nosotros.
James Roth (ND): Menos mal que para esta misión eras tú el encargado, Danny.
Danny Dalton: Vete a la mierda.
La súbita aparición de la policía en el lugar de la explosión nos tuvo que haber puesto sobre aviso de lo que enseguida pudimos comprobar: que el señor Blake tenía comprada a las fuerzas del orden de Los Ángeles. Los policías nos encerraron en un viejo almacén de los barrios bajos, probáblemente con la intención de que no resúltasemos un estorbo mientras Blake planeaba la forma de salir del país.
Por suerte, el señor Braddock consiguió liberarse de las esposas que lo retenían y nos ayudó tanto a mi como al señor Dalton a quitarnos las nuestras.
James Roth (ND): ¿Veis? Los informes hay que decorarlos un poco...
Danny Dalton: ¿Qué ibas a poner?
James Roth (ND): Que me queríais dejar allí tirado.
Ben Braddock (NE): No nos fiábamos de ti, James...
Danny Dalton: Corrijo. No nos fiamos de ti.
James Roth (ND): Qué halagador...
Una vez neutralizada la amenaza de los dos policías que mantenian vigilada la entrada de aquel viejo almacén, nos encontramos de nuevo ante la tesitura de cómo atrapar a un hombre que podía ver su futuro. Y esa resultó ser la cuestión tal y como mencionó el señor Braddock en un alarde de ingenio.
Ben Braddock (NE): Bueno, en ese momento me pareció una buena idea...
Danny Dalton: No seas modesto, Capi. Estuviste rápido.
Teniendo en cuenta que el señor Blake podía ver su futuro, el señor Braddock propuso utilizar a una persona cercana a Blake para que nos llevase hasta él. Recordando la información que la señora Kauffman nos proporcionó sobre el objetivo, descubrimos que además de ser un millonario paranoide y preconitor, Blake era un padre modelo. Su hija, Teresa, sería la que nos llevaría hasta él.
En 1967, Teresa Blake contaba con veinte años y acudía a la Universidad de Berkeley. Utilizando el furgón policial y las ropas de uno de los agentes que nos habían retenido, el señor Braddock se hizo pasar por un agente al servicio de su padre y logró ganarse la confianza de la joven, la cual sabia donde se escondía su padre.
Así, sin ella saberlo, nos llevó hasta un viejo edificio, uno de los muchos inmuebles propiedad de Blake que había por toda la ciudad. Mientras el señor Dalton y el señor Braddock accedían al edificio acompañados de Teresa, yo permanecí en el coche. A tenor de nuestros últimos encuentros, convenía estar preparado.
Ben Braddock (NE): Aquel viejo edificio de oficinas era un auténtico laberinto de pasillos. Y lo mejor es que, cuando llegamos al supuesto despacho, Teresa nos reveló que había una entrada secreta, escondido en la biblioteca. Había que presionar un viejo volumen sobre un tal... ¿Nostradamus?
James Roth (ND): Qué propio...
Danny Dalton: Una vez allí, llegamos hasta un bunker subterráneo. Algo sacado de los años cincuenta, ¿vale? La chica metió la clave y entramos.
Ben Braddock (NE): Arthur Blake estaba allí y no estaba dispuesto a dejarse atrapar.
Danny Dalton: Agarré a la chica y le puse mi pistola en su cabeza pero...
Ben Braddock (NE): Sus hombres atacaron…parece como si supieran de antemano que el señor Dalton no dispararía.
James Roth (ND): No hubieras disparado, ¿verdad, Danny?
Danny Dalton: Creo que eso no lo sabía ni el. Y yo menos.
Ben Braddock (NE): Lo importante es que conseguí abrir el maletín y encerrar en él a Blake... antes de que me disparara a bocajarro.
Danny Dalton: Y, por supuesto, dejamos marchar a la niña. Bastante la habíamos jodido ya...
Cierro la carpeta, dando por terminado el informe. Aun puedo ver la mirada de amargura en los ojos de Danny. Los de Ben parecen algo más duros. Como si, en el fondo, se estuviese acostumbrando a recibir ordenes... y cumplirlas. Charlie, el camarero, se acerca. Danny pide una cerveza. Ben, un vaso de leche. Y yo pido lo de siempre.
James Roth (ND): Bien. Informe terminado.
Danny Dalton: Cojonudo. Ahora habla…
Ben Braddock (NE): ¿Qué...? (mira a Danny) ¿Qué pasa, Danny?
Danny Dalton: Vamos, Capi. ¿De verdad crees que este tío nos ha traído aquí para escribir el puñetero informe? (mira a Roth) ¿De qué coño vas, tío?
James Roth (ND): Asi me gusta... (sonríe) Directo y delicado como una patada en la boca. Como siempre...
Danny Dalton: Si no me convence lo que tienes que contar, si que vas a saber qué es ser delicado.
James Roth (ND): En realidad no trabajo para la Señora Kauffman.
Ben Braddock (NE): ¿Qué quieres decir?
James Roth (ND): Trabajo para otro socio de la firma…el señor Manners.
Danny Dalton: ¿Y?
James Roth (ND): El señor Manners está dispuesto a devolveros a casa.
Danny Dalton: ¿Y que gana él con eso?
James Roth (ND): Joder a la señora Kauffman, para empezar. Ahora mismo hay dos gallos de pelea y un único puesto como socio de la firma. Sólo puede quedar uno...
Ben Braddock (NE): ¿Y qué tenemos que hacer?
James Roth (ND): Averiguar el plan de la señora Kauffman. Averiguar qué demonios planea en relación a Danny...
Danny Dalton: ¿Por qué yo?
James Roth (ND): Porque según ella... serás tú quien traiga el apocalípsis.
Los dos se quedan en silencio. Tal y como me quedé yo cuando lo escuché la primera vez. Danny Dalton y apocalípsis son dos terminos que jamás imaginarías en una sola frase.
Ben Braddock (NE): ¿Có... (incrédulo) ¿Cómo?
James Roth (ND): El Apocalípsis es el negocio de Wolfram & Hart. Cada socio tiene su propia apuesta al respecto. Y la de la señora Kauffman es Danny. Eres... su caballo ganador.
Ben Braddock (NE): Y el señor Manners tiene otro individuo para sus planes.
James Roth (ND): Exacto.
Ben baja la vista, pensativo. Danny, en cambio, no ha abierto la boca en todo este tiempo. Simplemente se ha quedado con los brazos cruzados, mirándome fijamente.
Ben Braddock (NE): No nos conoces de nada. Te arriesgas demasiado. Solo un loco o un suicida contaría todo lo que nos has contado.
James Roth (ND): Siempre he sido un suicida.
Danny Dalton: Y una mierda.
Danny aparta su cerveza y se echa para delante. Me clava su mirada de rencor.
Danny Dalton: No eres más que una rata más de Wolfram & Hart. Dime, Roth... ¿qué te ha prometido Manners? ¿Qué ganas tú con todo esto?
James Roth (ND): ¿Yo? (sonríe) Descansar en paz, Danny.
Ben Braddock (NE): Un momento, tú...
Por un instante, casi temo haber ido demasiado lejos. Ben me señala y abre mucho los ojos. Hace unos días no me habría preocupado de las teorías de un palurdo demasiado aficionado al futbol americano. Pero después de ver como funciona su cabeza, de saber que hay algo más que jugadas y partidos en su cerebro... Casi temo que me haya descubierto...
Ben Braddock (NE): Eres... Eres otro alma del Libro de las Sombras, ¿verdad?
James Roth (ND): No de ese libro. Pero el señor Manners prometió darme una carta de recomendación para cuando me toque bajar al infierno...
Danny Dalton: Pongamos que me creo todo eso... ¿Tienes alguna prueba de que Manners puede ayudarnos?
James Roth (ND): El señor Manners tiene el Corazón de Krahan... aunque ustedes lo conocen mejor como “el prisma”.
Danny Dalton: Espera un segundo... ¿el prisma? ¿La gema que hace funcionar el cachivache de Vanister?
Ben Braddock (NE): Pero no tenemos la máquina de salto dimensional... así que no nos vale para nada.
James Roth (ND): Yo me encargare de recuperar la máquina de salto.
Ben Braddock (NE): Tenemos... Tenemos que pensarlo, no podemos contestar ahora.
James Roth (ND): Lo entiendo... (se incorpora, poniendose la chaqueta) Pero no os toméis demasiado tiempo.
Es mi última carta. Busco en mis bolsillo y la saco. Si después de esto no confían en mí...
James Roth (ND): Un amigo tuyo me dejó esto para tí, Danny...
James Roth (ND): Necesito que vengáis conmigo.
Danny y Ben se giran y se me quedan mirando con la extrañeza de a quien le acaban de invitar a un paseo por el espacio.
Danny Dalton: ¿Para qué?
James Roth (ND): Sarah Kauffman me pidió que rellenáramos el informe entre los tres…así que no voy a hacerlo todo yo.
Ben Braddock (NE): Bien, volvamos a la oficina y terminemos lo antes posible.
James Roth (ND): Tengo una idea mejor…
Bar “RaveNant”, Polígono Industrial Eisenhower.
Afueras de Los Ángeles.
Ahora.
Danny Dalton: Hazme un favor... y mátame.
No puedo evitar sonreír mientras paso por el lado de Danny, entrando en el local. Por su cara, imagino que es el último local que pisaría un “roquero sin causa” como él. Aun es temprano, no son ni las once, y el local está muerto. “Muerto”. Pienso en lo irónico que resulta ese adjetivo. La música breakbeat resuena en los altavoces, haciendo eco y dejándome claro que vuelvo a estar en mi época. Que he dejado atrás los años sesenta.
James Roth (ND): Os puede parecer extraño… (se sienta en uno de los reservados) Pero este sitio me ayuda a reubicarme tras cada uno de los saltos dimensio-temporales que damos con Wolfram & Hart. Además… me gusta esta música.
Danny Dalton: ¿Música? (sentándose) Tío, más vale que comencemos con el informe antes de que me dé por escuchar algo de esta “música” y me dé por cortarme las putas venas…
Ben Braddock (NE): Muy bien… Creo recordar que…
…cuando llegamos a su despacho, la señora Kauffman nos estaba esperando. Acabábamos de terminar una misión: habíamos tenido que atrapar a un tipo que podía cambiar de rostro cada cierto tiempo. No había resultado nada fácil y tanto el señor Braddock como yo estábamos aun débiles por el esfuerzo. Por ello, esta nueva misión representaba un segundo salto en el mismo día: algo que hasta entonces nunca habíamos afrontado. Sin duda aquello era una muestra más del especial interés que la señora Kauffman tenía en ponernos a prueba, sobre todo en lo que atañe al señor Danny Dalton (teniendo en cuenta su estado convaleciente)
Danny Dalton (molesto): Te repito que no estoy oxidado.
James Roth (ND): Oye, yo lo único que digo es que Kauffman te estaba poniendo a prueba.
Ben Braddock (NE): Eh… ¿Podemos seguir con el informe?
Nuestro objetivo era Arthur Blake: un importante hombre de negocios, de naturaleza obstinada y paranoíde. Su trato con Wolfram & Hart le había granjeado en vida la capacidad de ver el futuro. El hecho de ser capaz de prever los acontecimientos intensificó su naturaleza paranoica. Paradójicamente, el señor Blake falleció a la edad de cincuenta y siete años de un ataque al corazón. Si había algo que no podía prever era su propia muerte.
Los informes preliminares ubicaban la reaparición de su alma el 6 de Marzo de 1967, pocas horas después de su muerte, por lo que al señor Blake no le fue muy difícil hacer pasar su fallecimiento como una “falsa alarma”.
Teniendo como objetivo alguien capaz de prever el futuro, se nos planteaba nuestra misión como un reto difícilmente abarcable. Teníamos que analizar cada uno de nuestros pasos, medir sus consecuencias antes de actuar, utilizar el cerebro…
Danny Dalton: Claro. Ir a su edificio y decir que somos de Wólfram y Hart se puede llamar así.
James Roth (ND): Trato de decorarlo un poco, ¿vale?
Ben Braddock (NE): Al fin y al cabo sabía que iríamos, así que tampoco teníamos muchas opciones.
Danny Dalton: El hecho de que los capullos de Wolfram & Hart nos teleportasen hasta las puertas de su edificio también tuvo algo que ver…
Tal y como llegamos, entramos en el edificio. No nos sorprendió el hecho de que ya nos estuviesen esperando. Lo que si nos sorprendió fue el comité de bienvenida. Estabamos esperando, sentados en la recepción de aquel hotel reformado, cuando comenzó el tiroteo. De no ser por los reflejos del señor Braddock es muy posible que ahora mismo todos estuviésemos muertos.
Seis pistoleros contratados por Blake aparecieron desde las balconadas de los pisos superiores. Con sus ametralladoras Thompson no les fue difícil cubrir todo el vestíbulo de balas. El señor Braddock se incorporó, tumbando el sofá de la recepción y empleándolo como cobertura. El señor Dalton prefirió correr hacia el mostrador, buscando otra cobertura. Fue ahí cuando el señor Dalton recibió dos heridas de bala que, afortunadamente, resultaron ser meros rasguños.
Permanecí en un segundo plano, cubriendo al señor Braddock quien, de forma rápida y precisa, tomó a uno de los sicarios de Blake por la espalda. Lo apresó y empleó su propia Thompson para acabar con la vida de los demás matones.
Danny Dalton: Joder…y menuda manera de acabar con ellos. ¿Cómo coño lo hacías tan rápido, Capi?
Ben Braddock (NE): Ya te lo conté… (muestra su mano enguantada) El anillo.
Danny Dalton: Pero… ¿No me dijiste también que era mejor no usarlo?
James Roth (ND): Vale, sigamos…
El único matón de Blake al que dejamos con vida nos dio indicaciones sobre su paradero. Al parecer, nuestro objetivo tenía planeado salir del país a bordo de un velero. Con algo más de presión, el matón nos reveló el muelle en el que se encontraba atracado la embarcación de Blake (al que había bautizado con su mismo nombre, “Arthur Blake”)
Fue entonces cuando el señor Braddock, recordando que nuestro objetivo podría haber previsto que le daríamos caza en los muelles, propuso dejar nuestros pasos en manos del azár. Arrojando una moneda al aire decidiríamos si ir hacia el muelle o encaminar nuestros pasos de regreso al hotel propiedad de Blake.
Danny Dalton: La verdad es que estuvo muy bien pensado, Capi…pero ese cabron ya lo tenía previsto.
Ben Braddock (NE): Tal vez... Si hubiéramos vuelto al edificio entonces...
James Roth (ND): Dudo que estuviera allí, teniendo en cuenta donde lo encontramos.
Para cuando llegamos al muelle era medio día: la actividad de los estibadores y los porta-contenedores nos permitió colarnos sin demasiados problemas. El señor Braddock, en su línea de actitud impulsiva y poco dada a la reflexión, corrió hasta la embarcación de Blake. Curiosamente, no había ningún matón vigilándolo. Aquello sin duda olía cada vez peor...
Danny Dalton: ¿“Olía cada vez peor”? Joder, tío. Que es un informe, no una novela barata de detectives...
James Roth (ND): Oye, yo sólo pongo la verdad. Además si hubiera sido una novela, los protagonistas no hubiesen sido tan idiotas. El tío es un paranoico y le pone a su barco su propio nombre. Como pintarse una diana en la frente...
Ben Braddock (NE): Menos mal que se me ocurrió saltar del barco para evitar la explosión.
James Roth (ND): Aun así, estuvo cerca.
La explosión del barco no solo dejó claro que se trataba de una trampa y que Blake seguía llevándonos ventaja. El señor Dalton y yo pudimos cubrirnos de la onda expansiva y de los fragmentos de metralla. Sin embargo no pudimos evitar caer en manos de los policías que, en poco tiempo, acordonaron la zona. El señor Braddock, sin embargo, permaneció bajo las aguas, habiendo sobrevivido a la terrible explosión del “Blake”...
Danny Dalton: ¿Por qué te dejaste coger, Capi?
Ben Braddock (NE): Hay partidos que no puedes ganar, Danny. Comprendí que no le encontraríamos a él... Blake nos encontraría a nosotros.
James Roth (ND): Menos mal que para esta misión eras tú el encargado, Danny.
Danny Dalton: Vete a la mierda.
La súbita aparición de la policía en el lugar de la explosión nos tuvo que haber puesto sobre aviso de lo que enseguida pudimos comprobar: que el señor Blake tenía comprada a las fuerzas del orden de Los Ángeles. Los policías nos encerraron en un viejo almacén de los barrios bajos, probáblemente con la intención de que no resúltasemos un estorbo mientras Blake planeaba la forma de salir del país.
Por suerte, el señor Braddock consiguió liberarse de las esposas que lo retenían y nos ayudó tanto a mi como al señor Dalton a quitarnos las nuestras.
James Roth (ND): ¿Veis? Los informes hay que decorarlos un poco...
Danny Dalton: ¿Qué ibas a poner?
James Roth (ND): Que me queríais dejar allí tirado.
Ben Braddock (NE): No nos fiábamos de ti, James...
Danny Dalton: Corrijo. No nos fiamos de ti.
James Roth (ND): Qué halagador...
Una vez neutralizada la amenaza de los dos policías que mantenian vigilada la entrada de aquel viejo almacén, nos encontramos de nuevo ante la tesitura de cómo atrapar a un hombre que podía ver su futuro. Y esa resultó ser la cuestión tal y como mencionó el señor Braddock en un alarde de ingenio.
Ben Braddock (NE): Bueno, en ese momento me pareció una buena idea...
Danny Dalton: No seas modesto, Capi. Estuviste rápido.
Teniendo en cuenta que el señor Blake podía ver su futuro, el señor Braddock propuso utilizar a una persona cercana a Blake para que nos llevase hasta él. Recordando la información que la señora Kauffman nos proporcionó sobre el objetivo, descubrimos que además de ser un millonario paranoide y preconitor, Blake era un padre modelo. Su hija, Teresa, sería la que nos llevaría hasta él.
En 1967, Teresa Blake contaba con veinte años y acudía a la Universidad de Berkeley. Utilizando el furgón policial y las ropas de uno de los agentes que nos habían retenido, el señor Braddock se hizo pasar por un agente al servicio de su padre y logró ganarse la confianza de la joven, la cual sabia donde se escondía su padre.
Así, sin ella saberlo, nos llevó hasta un viejo edificio, uno de los muchos inmuebles propiedad de Blake que había por toda la ciudad. Mientras el señor Dalton y el señor Braddock accedían al edificio acompañados de Teresa, yo permanecí en el coche. A tenor de nuestros últimos encuentros, convenía estar preparado.
Ben Braddock (NE): Aquel viejo edificio de oficinas era un auténtico laberinto de pasillos. Y lo mejor es que, cuando llegamos al supuesto despacho, Teresa nos reveló que había una entrada secreta, escondido en la biblioteca. Había que presionar un viejo volumen sobre un tal... ¿Nostradamus?
James Roth (ND): Qué propio...
Danny Dalton: Una vez allí, llegamos hasta un bunker subterráneo. Algo sacado de los años cincuenta, ¿vale? La chica metió la clave y entramos.
Ben Braddock (NE): Arthur Blake estaba allí y no estaba dispuesto a dejarse atrapar.
Danny Dalton: Agarré a la chica y le puse mi pistola en su cabeza pero...
Ben Braddock (NE): Sus hombres atacaron…parece como si supieran de antemano que el señor Dalton no dispararía.
James Roth (ND): No hubieras disparado, ¿verdad, Danny?
Danny Dalton: Creo que eso no lo sabía ni el. Y yo menos.
Ben Braddock (NE): Lo importante es que conseguí abrir el maletín y encerrar en él a Blake... antes de que me disparara a bocajarro.
Danny Dalton: Y, por supuesto, dejamos marchar a la niña. Bastante la habíamos jodido ya...
Cierro la carpeta, dando por terminado el informe. Aun puedo ver la mirada de amargura en los ojos de Danny. Los de Ben parecen algo más duros. Como si, en el fondo, se estuviese acostumbrando a recibir ordenes... y cumplirlas. Charlie, el camarero, se acerca. Danny pide una cerveza. Ben, un vaso de leche. Y yo pido lo de siempre.
James Roth (ND): Bien. Informe terminado.
Danny Dalton: Cojonudo. Ahora habla…
Ben Braddock (NE): ¿Qué...? (mira a Danny) ¿Qué pasa, Danny?
Danny Dalton: Vamos, Capi. ¿De verdad crees que este tío nos ha traído aquí para escribir el puñetero informe? (mira a Roth) ¿De qué coño vas, tío?
James Roth (ND): Asi me gusta... (sonríe) Directo y delicado como una patada en la boca. Como siempre...
Danny Dalton: Si no me convence lo que tienes que contar, si que vas a saber qué es ser delicado.
James Roth (ND): En realidad no trabajo para la Señora Kauffman.
Ben Braddock (NE): ¿Qué quieres decir?
James Roth (ND): Trabajo para otro socio de la firma…el señor Manners.
Danny Dalton: ¿Y?
James Roth (ND): El señor Manners está dispuesto a devolveros a casa.
Danny Dalton: ¿Y que gana él con eso?
James Roth (ND): Joder a la señora Kauffman, para empezar. Ahora mismo hay dos gallos de pelea y un único puesto como socio de la firma. Sólo puede quedar uno...
Ben Braddock (NE): ¿Y qué tenemos que hacer?
James Roth (ND): Averiguar el plan de la señora Kauffman. Averiguar qué demonios planea en relación a Danny...
Danny Dalton: ¿Por qué yo?
James Roth (ND): Porque según ella... serás tú quien traiga el apocalípsis.
Los dos se quedan en silencio. Tal y como me quedé yo cuando lo escuché la primera vez. Danny Dalton y apocalípsis son dos terminos que jamás imaginarías en una sola frase.
Ben Braddock (NE): ¿Có... (incrédulo) ¿Cómo?
James Roth (ND): El Apocalípsis es el negocio de Wolfram & Hart. Cada socio tiene su propia apuesta al respecto. Y la de la señora Kauffman es Danny. Eres... su caballo ganador.
Ben Braddock (NE): Y el señor Manners tiene otro individuo para sus planes.
James Roth (ND): Exacto.
Ben baja la vista, pensativo. Danny, en cambio, no ha abierto la boca en todo este tiempo. Simplemente se ha quedado con los brazos cruzados, mirándome fijamente.
Ben Braddock (NE): No nos conoces de nada. Te arriesgas demasiado. Solo un loco o un suicida contaría todo lo que nos has contado.
James Roth (ND): Siempre he sido un suicida.
Danny Dalton: Y una mierda.
Danny aparta su cerveza y se echa para delante. Me clava su mirada de rencor.
Danny Dalton: No eres más que una rata más de Wolfram & Hart. Dime, Roth... ¿qué te ha prometido Manners? ¿Qué ganas tú con todo esto?
James Roth (ND): ¿Yo? (sonríe) Descansar en paz, Danny.
Ben Braddock (NE): Un momento, tú...
Por un instante, casi temo haber ido demasiado lejos. Ben me señala y abre mucho los ojos. Hace unos días no me habría preocupado de las teorías de un palurdo demasiado aficionado al futbol americano. Pero después de ver como funciona su cabeza, de saber que hay algo más que jugadas y partidos en su cerebro... Casi temo que me haya descubierto...
Ben Braddock (NE): Eres... Eres otro alma del Libro de las Sombras, ¿verdad?
James Roth (ND): No de ese libro. Pero el señor Manners prometió darme una carta de recomendación para cuando me toque bajar al infierno...
Danny Dalton: Pongamos que me creo todo eso... ¿Tienes alguna prueba de que Manners puede ayudarnos?
James Roth (ND): El señor Manners tiene el Corazón de Krahan... aunque ustedes lo conocen mejor como “el prisma”.
Danny Dalton: Espera un segundo... ¿el prisma? ¿La gema que hace funcionar el cachivache de Vanister?
Ben Braddock (NE): Pero no tenemos la máquina de salto dimensional... así que no nos vale para nada.
James Roth (ND): Yo me encargare de recuperar la máquina de salto.
Ben Braddock (NE): Tenemos... Tenemos que pensarlo, no podemos contestar ahora.
James Roth (ND): Lo entiendo... (se incorpora, poniendose la chaqueta) Pero no os toméis demasiado tiempo.
Es mi última carta. Busco en mis bolsillo y la saco. Si después de esto no confían en mí...
James Roth (ND): Un amigo tuyo me dejó esto para tí, Danny...
Dejo reposar la carta en su mano y me marcho. Antes de que puedan hacer la clase de preguntas que no podré responder sin mentiras.
Ben Braddock (NE): ¿Qué ocurre, Danny? ¿De quién es esa carta?
Danny Dalton (leyendo): Leonard…es de Leonard.
Ben Braddock (NE): ¿Quieres decir que ellos le tienen? ¿Que está ... vivo?
CONTINUARÁ...