lunes, 20 de octubre de 2008

Sesión 18-10-08

ANTERIORMENTE, EN "NEVERFIELD"…
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso.
***
Libro de las Sombras (en Ben Braddock): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!

ATRAPADOS EN UNA ODISEA DIMENSIONAL…
Danny Dalton: Vale. Ahora el Libro es un libro y las Sombras... Se han ido.
Profesor Vanister (NE) ¿Y si han ido a otros Springfield?
Leonard Powell: ¿Y si han ido…? (mira Danny) ¿Y si han ido al nuestro?

UN VIAJE A TRAVÉS DE REALIDADES ALTERNATIVAS...
Profesor Vanister (NE): Es la tanqueta. Lo que ha construido tu padre no es una máquina de salto dimensional.
Leonard Powell: Pero siendo optimistas, profesor, usted podría arreglar la máquina, cambiar esto y aquello.

TODOS BUSCAN EL CAMINO DE VUELTA A CASA...
Danny Dalton: ¿Y el Prisma?
Leonard Powell: Seguro que mi padre lo tiene en la habitación del pánico de la mansión.

PERO NO TODOS VIVIRÁN PARA ENCONTRARLO.
Fred "Fess" Fesster: Casi, Powell.
Danny Dalton (intentando agarrarle): ¡FRED!

Episodio 2x06.- TWINFIELD (Parte 6 de 6)

Tierra mojada. Humedad. Y hace frío.
Abro los ojos y, lentamente, me incorporo.
¿Dónde demonios estoy? ¿Y por qué me duelen tanto la pierna derecha y la cabeza?
Es la cima de alguna clase de montaña. Y no hay duda de que ha llovido hace poco: las nubes grises cubren el cielo aunque apenas si caen ya unas gotas. A juzgar por los charcos ha debido caer una buena.
Entonces es cuando veo el helicóptero. Tiene emblemas del FBI. Pero las cuatro personas que hay en la cima conmigo no tienen aspecto de agentes federales. Todos se han vuelto hacia mí en cuanto les he llamado la atención. En un primer momento no me suena ninguna de sus caras.

Claro que eso no es raro… teniendo en cuenta que incluso me cuesta pensar en mi propio nombre.

Profesor Vanister (NE): ¿Ben?

Suena como mi nombre. Vaya, parece que ellos si me reconocen. Aunque sus miradas… No parecen muy contentos de verme. Sobre todo los dos chicos más jóvenes. Deben tener más o menos mi edad. El más alto y corpulento apenas si se ha movido: sigue arrodillado junto al borde del precipicio. Su cara me suena. Igual que la del otro chico, el rubio que está a su lado. Quizá voy con ellos al instituto.
Si, eso puede ser.
Pensar en el instituto hace que la cara del hombre que me ha reconocido comience a dibujarse entre mis recuerdos. Es profesor. Profesor de mi instituto. Si. Pero también era algo más. ¿Un científico?

Al que no reconozco de nada es al cuarto sujeto: no se ha movido del interior del helicóptero y parece estar demasiado ocupado hablando por la radio. Lleva uniforme sanitario. ¿Hemos tenido un accidente? Eso explicaría las heridas, rasguños y, en general, el terrible aspecto que todos tenemos.

Apenas si me han dejado hacer pregunta y media cuando me rodean. Mencionan un Libro (¿se refieren a ese viejo montón de páginas mugrientas que sujeta el chico rubio?) Y dicen que me "ha poseído". De alguna forma, sus nombres comienzan a despejarse en mi mente como palabras en un crucigrama. El profesor Vanister es el más amable: por algún motivo, Leonard Powell y Danny Dalton, los otros dos chicos, me miran con… ¿puede ser rencor? ¿Por qué?
¿Y quien es ese Fred del que hablan entre susurros?

No hay duda de que he sufrido alguna clase de conmoción debido a la herida que tengo en mi cabeza. Miro al horizonte y apenas reconozco el pueblo que se ve en la lejanía. El recuerdo de una granja se vuelve algo más claro en mi cabeza. Mi padre tiene una granja. En Springfield. Mi padre es Ed Braddock. Y mi chica. Nora. ¿Dónde están?
¿Por qué tengo la terrible sensación de que les ha pasado algo?

Antes de que el profesor y los otros dos chicos puedan ni siquiera comenzar a explicarme una rocambolesca historia sobre mundos alternantes (¿o eran alternativos?), el hombre al que llaman "Tío Russell" nos llama la atención desde el helicóptero.

Agente Sarah Kauffmann (a través de la radio): Por última vez, señor Dalton. Está usted protegiendo a unos fugitivos muy peligrosos. Dos de ellos, concretamente, están acusados de asesinato. Daniel Dalton está acusado del asesinato de dos agentes federales y el señor Ben Braddock ha herido de extrema gravedad a tres de ellos.
Profesor Vanister (NE): Muy bien… (desconecta un par de cables bajo el panel de mandos del helicóptero) No podrán rastrear nuestra posición.
Russell T. Dalton: Pero saben que estamos aquí. Debemos largarnos.
Agente Sarah Kauffmann (por la radio): Señor Dalton, por favor, podemos llegar a un acuerdo. Puedo interceder con las autoridades militares que le buscan. ¿Señor Dalton? ¿Me oye?

Subimos al helicóptero. La verdad es que casi tienen que arrastrarme. Pero el shock es tal que aun no puedo creer lo que he oído. Dicen que soy un fugitivo, que he agredido a tres agentes federales. Dios mío. ¿Y ahora? ¡Será un desastre para mi carrera deportiva! Por no hablar de cómo podré explicarle todo esto a Nora y papá…

Mientras intento poner en orden mis pensamientos, los demás no dejan de discutir sobre algo llamado "Alfombra Mágica", una tanqueta que guardan en un lugar llamado "complejo industrial Powell" y un "prisma". Ese prisma parece algo crucial para ellos. Y de hecho mencionan algo sobre asaltar una mansión. Aquello me inquieta aún más. Y tomo una decisión: en cuanto tomemos tierra, me largo.

Y así lo hago. Al menos en cuanto el Tío Russell posa el helicóptero en mitad de la carretera estatal, obligando a un par de vehículos a realizar peligrosas maniobras. ¿Pero es que está panda de lunáticos no tienen límites? Intento apartarme de ellos y llamar la atención del primer coche que pase. Un cadillac se perfila en el horizonte. Leonard y Daniel intentan impedir que me recojan. Pero no estoy dispuesto a ponérselo fácil: si ellos quieren seguir huyendo del FBI, por mí perfecto. Yo pienso entregarme a las autoridades. Seguro que el sheriff (era… ¿Thomas? No, Thompson) Seguro que "Rayo" Thompson aclara las cosas con los federales.
Todo es un error. Tiene que serlo.

Ben Braddock (NE): Dejadme en paz, por favor. Sólo quiero…
Leonard Powell: No puedes irte, Ben. No puedes entregarte.
Ben Braddock (NE): Lo siento, Powell. Tu sigue adelante si quieres, pero yo me voy con mi padre y mi chica…
Leonard Powell (interrumpe): ¡Tu padre y tu novia están muertos, joder!

El cadillac pasa a pocos metros de mi. Hace ademán de parar pero Danny muestra la escopeta y pone en fuga al amable conductor. Por mi parte, las palabras de Leonard se han clavado en mi memoria como un cuchillo. Duelen. Son recuerdos dolorosos. No están muy claros. Son borrosos. Pero de alguna forma, sé que las palabras de Leonard son ciertas.

Hora y media después comienzo a tener claro lo que está pasando.
El tiempo que tardamos en atravesar los bosques de la propiedad Powell es suficiente como para ponerme al día de lo ocurrido. Según ellos, ninguno de los que formamos este peculiar grupo de fugitivos somos de este mundo. Leonard y Danny, junto a otra versión del Profesor Vanister y dos chicos más, se vieron atrapados en este viaje por mundos paralelos. Me cuesta creer todo lo que me cuentan: vampiros, soldados con poderes mentales, brujas… Dicen que el Tío Russell es un viajero del tiempo, por culpa del primer experimento de salto dimensional realizado en los cincuenta. Eso explica su forma rara de hablar. Y dicen que tanto el profesor y yo somos de un mundo distinto.
Un mundo donde papá y Nora murieron.

Por fin, llegamos a las inmediaciones de la mansión. Es una gran casa con unos inmensos jardines traseros. Y un embarcadero. Los chicos comienzan a trazar planes para entrar. Mientras los escucho no sólo me da la impresión de que están locos… sino que además no es la primera vez que planifican un asalto con allanamiento de morada. Qué estupidez… ¿no se supone que es la mansión del padre de Leonard? ¿Por qué no le avisamos y ya está?

Los dejo discutiendo y trazando planes: salgo al descubierto e intento llamar a voces a cualquiera que pueda oírme desde dentro de la mansión. Más tarde me contaría Leonard que la mansión tenía cámaras y que me vieron acercarme. Bueno, también verían a Danny salir corriendo tras de mí y hacerme un placaje digno de un profesional.

Danny Dalton: Mira, Capi. Me importa una mierda tu amnesia o tus buenas intenciones, ¿vale? Si vuelves a hacer una gilipollez como esa…
Ben Braddock (NE): Suéltame. Ahor…
Danny Dalton (noqueándolo): A la mierda.

Pierdo el conocimiento. No sé cuanto tiempo pasa realmente. Lo primero que escucho son los ladridos. Y disparos. Uno. Dos. Otro más. Abro los ojos y me encuentro tras unos arbustos, a pocos metros del muro y la reja de la mansión Powell. Me aproximo y puedo ver como un grupo de guardaespaldas prenden a mis compañeros fugitivos. A juzgar por lo empapado de sus ropas diría que han seguido el plan que propuso el profesor de entrar por el embarcadero.

Sin embargo no parece haberles ido muy bien: el personal de seguridad de la mansión los lleva adentro, llevando como pueden a Danny. A esta distancia no soy capaz de ver sus heridas pero parece incapaz de sostenerse en pie por sí solo. ¿Qué habrá pasado?

Doy un largo rodeo por toda la propiedad, bosque a través. Debería marcharme, dar media vuelta y regresar a la carretera. Debería llamar a papá. Pero el teléfono más cercano está a kilómetros de aquí. Sin contar los que pueda haber en la mansión, claro. Quizá si hablo con ellos...

Veinticinco minutos después me doy cuenta de mi error. Una pareja de guardaespaldas vestidos con traje oscuro y gafas de sol me reciben en la entrada principal. Casi a rastras me llevan a un despacho. ¿Por qué no me sorprende encontrarme allí al profesor Vanister y los demás?
Danny permanece recostado en un sofá, con algunos vendajes cubriendo sus heridas. El profesor y el Tío Russell permanecen de pie mientras que Leonard mantiene una acalorada conversación con un señor mayor. Dos guardaespaldas más aguardan en el interior, junto a un tercero al que... Por un momento juraría que le conozco de algo.
Le llaman Morgan. Morgan Kyle.

Devon Powell (TW): Ah. Parece que el señor Braddock ha decidido unirse a nosotros. Siéntese. Quizá él pueda explicarme por qué habéis organizado todo este... lamentable espectáculo.
Leonard Powell: Papá, no podíamos ir a Los Ángeles.
Profesor Vanister (NE): Señor Powell, su hijo tiene razón. Es un efecto dimensional-cuántico. Nuestros organismos reaccionan de forma negativa...
Devon Powell (TW): Guarde su talento científico para después, profesor Vanister. El señor Kyle se asegurará de llevarlos al único lugar donde el FBI no les puede buscar.

El padre de Leonard menciona algo llamado "Almacén 18" y parece que a todos les suena de algo. Hablan otra vez de ese proyecto científico ("Alfombra Mágica") Parece que el padre de Leonard está trabajando en ello. Por un momento pienso que quizá por ese experimento es por lo que nos persiguen los federales...

Devon Powell (TW): Su caso, señor Dalton, es extraño. Verá, mi empresa mantiene beneficiosos vínculos con el ejército. Y ellos parecen muy interesados en su historia...
Russell T. Dalton: No me diga...
Profesor Vanister (NE): No le conviene entregarlo, señor Powell. Sus conocimientos podrían serle de mucha utilidad.
Devon Powell (TW): He leído su historial militar, profesor. Russell T. Dalton era un piloto de pruebas...
Russell T. Dalton: Y supuestamente estoy muerto. También pone eso en mi informe, ¿verdad?
Profesor Vanister (NE): Es un viajero temporal, señor Powell. Con sus recuerdos sobre el experimento al que fue sometido y mis investigaciones, podríamos conseguir que la Alfombra Mágica viajase no sólo en el espacio real o paralelo... sino también a través del tiempo.
Devon Powell (TW): Mmmm... De acuerdo. Señor Kyle, lleve también al señor Dalton al Almacén 18. En cuanto a ustedes dos (a Danny y Ben) Me temo que serán entregados al FBI.
Leonard Powell: No.
Devon Powell (TW): ¿Qué? (a su hijo) ¿Cómo te atreves...?

Es entonces cuando todo se va al infierno.
Leonard asesta un fuerte empujón a su padre. Danny se incorpora aprovechando la confusión, creyendo que podrá ser más rápido que aquel al que llaman Morgan Kyle. De alguna forma, sé que no lo será. El señor Kyle lo encañona con una impresionante pistola. Leonard se interpone entre Danny y el arma del señor Kyle. De alguna forma, al verlo sostener ese arma, siento un extraño "deja-vu".
Por alguna razón pienso en mi padre. Y en Nora.
Entonces escucho la voz de Devon Powell y siento un escalofrío.

Devon Powell (TW) (a Morgan Kyle): Dispare. ¡Dispare!

De alguna forma lo peor no es ver como el cuerpo de Leonard se agita con la potencia de ese disparo a bocajarro. Habría muerto en el acto de no haber llevado puesto el chaleco antibalas que robó del helicóptero del FBI. Lo peor, como decía antes, es la mirada de su padre, Devon Powell. Y su voz...
La voz del hombre que acaba de ordenar la muerte de su propio hijo.

Todo sucede muy deprisa.
El tío Russell se lanza contra uno de los guardaespaldas, un gigantesco hombretón negro al que consigue retener mediante una presa. Danny asesta un fuerte puñetazo a Morgan Kyle, lanzándolo contra la enorme cristalera del despacho. Para mi sorpresa, soy el único que no parece estar acostumbrado a la violencia: incluso el profesor Vanister toma partido en la pelea... ¡empleando una pistola de bengalas contra Morgan Kyle!

Profesor Vanister (NE): Por la constante Whitehouse...

Morgan Kyle atraviesa la cristalera, envuelto por las llamas y el fulgor de la bengala.
Una pareja de guardaespaldas irrumpe en el despacho. No pueden más que entregar las armas cuando el profesor toma como rehén a un inconsciente Devon Powell. Las amenazas parecen surtir efecto. Sin embargo, no serán de mucha ayuda para Leonard. La herida de bala no le ha matado... pero le ha faltado muy poco. Intento emplear lo que queda del botiquín con el que curaron a Danny de sus heridas.
Decididamente no es lo mismo que tratar un esguince o una luxación de hombro.

Danny Dalton: Capi, ayudame a llevar a Leonard. Tío Russell, tu y el profe id abriendo camino.
Ben Braddock (NE): Pero, ¿qué estáis haciendo?
Danny Dalton: Haz lo que te he dicho, joder.

Con los tres guardaespaldas fuera de juego y Devon Powell como rehén, subimos las escaleras y llegamos a la tercera planta de la mansión. Hasta un lujoso despacho. ¿Acaso no se dan cuenta de que Leonard necesita un médico? Pero de inmediato me doy cuenta de que los demás tienen otra prioridad. Y sea la que sea se encuentra dentro de una cámara acorazada: un habitáculo oculto tras un lujoso acuario. El profesor Vanister parecía conocer el código de acceso. Sin embargo apenas si tarda unos minutos en salir del interior de la cámara.

Profesor Vanister (NE): No está… Hay dinero, documentos financieros, varios discos duros y… ésto (sostiene un ordenador portátil entre manos) Pero ni rastro del prisma.
Leonard Powell (incorporándose) No se preocupe… profesor. (coge una de las pistolas que le han arrebatado a los guardaespaldas) Eh… Papá. Despierta.

Devon recupera poco a poco el conocimiento y, al notar sus muñecas apresadas por unas presillas (también cortesía de los guardaespaldas) su mirada se torna aterrada.

Devon Powell (TW): Estoy muy decepcionado, Leonard. Pero aún puedo arreglarlo todo. Créeme. No pasará nada. Solo tienes que desatarme y…
Leonard Powell: Papá… (coloca su pistola sobre el tobillo de su padre)
Ben Braddock (NE): ¡Leonard, no!
Leonard Powell (aprieta el gatillo, volando el tobillo de su padre): El prisma. ¿Dónde está?
Devon Powell (TW): ¡¡Almacén 18!! ¡¡Está en el Almacén 18!!
Leonard Powell: Muy bien. (a los demás) Ya lo habéis oído…
Devon Powell (TW): Ja, ja, ja… (Leonard guarda silencio al escuchar las risas) No cabe duda, hijo. Eres todo un Powell… Ja, ja, ja… ¡Acabas de demostrarlo!.... ¡JA JA JA!

La escena me supera. Es de locos. Y he tenido que presenciar algo así para darme cuenta. Me encamino hacia la puerta. Danny intenta detenerme.

Danny Dalton (encañonando a Ben): Capi. Tienes que venir con nosotros.
Ben Braddock (NE): ¿Y que harás, Danny? ¿Dispararme?

Lo que pasó a continuación quizás me salvó de conocer la respuesta. Teniendo en cuenta lo que había pasado hacía un rato en el salón y sabiendo que había más guardias en la propiedad, demasiado habían tardado en darse cuenta de lo que pasaba. Y así fue como irrumpieron en el despacho dos guardaespaldas. Pero esta vez ya no contábamos con el factor sorpresa. Y ellos iban armados con subfusiles.

Me tiré al suelo, con las manos en la cabeza. Escuche el estampido de los proyectiles acribillando los elegantes y caros elementos decorativos de la estancia. Cuando alcé la mirada, el Tío Russell se sujetaba una herida a la altura del hombro mientras de su pistola se alzaba un delgado hilo humeante. Afuera podía escuchar los resuellos de Danny golpeando una y otra vez al otro de los guardaespaldas. El profesor Vanister ayudaba a Leonard a caminar mientras yo me encargaba de Devon Powell.

Devon Powell (TW): Vamos, Ben. Escúchame. Sé que no eres como los demás. No eres mal chico. El FBI viene de camino. Yo puedo hablarles bien de…
Danny Dalton: ¿Quieres que te vuele el tobillo que te queda, Powell? (viendo herido a su tío-abuelo) Tío Russell…
Russell T. Dalton: Estoy bien, Danny. Pero Powell tiene razón: seguro que después de todo esto el FBI viene de camino.
Profesor Vanister (NE): Muy bien. Todos oímos el rotor de un helicóptero poco antes de que llegase Devon Powell. Cojamos el aparato y vayamos al Almacén 18.
Danny Dalton: Siento ser aguafiestas, profe… pero eso estará lleno de guardias de seguridad.
Leonard Powell: No te preocupes Danny… (apunta con su pistola a Devon) Tenemos un pase V.I.P.

Cargados con las armas que le arrebataron a los dos últimos guardaespaldas, el Profesor Vanister y el Tío Russell encaminan la marcha mientras Danny ayuda a caminar al señor Powell. Leonard insiste en que puede caminar por sí solo.
Yo no estoy tan seguro.

Ben Braddock (NE): Vamos, Leonard… ¿Para qué quieres volver al salón?
Leonard Powell (recogiendo el libro de las Sombras): Por una promesa que le hice a Fred… (mira al otro lado del ventanal: ni rastro de Morgan Kyle) Mierda…
Ben Braddock (NE): ¿Qué? ¿Qué ocurre?

Entonces lo oigo. Sirenas. Coches patrulla. Mientras el helicóptero remonta el vuelo y vamos dejando atrás la mansión, veo el coche del sheriff Thompson frenar ante la puerta, escoltado por otro vehículo más y dos berlinas negras. Federales. Pienso en todo lo que encontrarán dentro de la mansión: las señales de lucha, los agujeros de bala, los destrozos y los guardaespaldas inconscientes y malheridos. Empiezo a comprender por qué nos busca el FBI.

Nadie dice nada de camino al complejo industrial. Y si lo dicen, lo cierto es que no les presto mucha atención: mis ojos están clavados en el Springfield que veo extenderse a vista de pájaro. De alguna forma, lo noto distinto. Como uno de esos retoques por ordenador que haces para gastar una broma. Como si alguien hubiese borrado edificios, calles, manzanas enteras…

Cuando quiero darme cuenta, el aparato toma tierra entre las torres de refrigeración del complejo industrial Powell. Y como el propio Devon ya nos advirtió, un pequeño grupo de guardias de seguridad nos apuntan con sus armas. Leonard y Danny, sin embargo, muestran la bastante sangre fría y convicción como para que sus amenazas de "levantar la tapa de los sesos" nos garanticen la cooperación de todo el personal. También ayuda que el propio Devon Powell interceda por nosotros.

Y es entonces cuando nos llevan al Almacén 18.
Los fluorescentes parpadean en la oscuridad mientras los sistemas hidráulicos resoplan abriendo las compuertas principales del almacén. Una nave industrial repleta de garfios, pasillos aéreos y cadenas de montaje se planta ante nosotros. Y en el corazón de la misma, sobre una plataforma, la vemos por primera vez.


Leonard Powell: Ahí la tiene, profesor. La tanqueta.
Profesor Vanister (NE): Necesitaremos el prisma. ¿Señor Powell?
Devon Powell (TW): Por supuesto… (a uno de los científicos que han entrado acompañándolos) Profesor Vargas, que sus ayudantes saquen el prisma de la cámara.
Profesor Vanister (NE): Necesitaré también acceso al software y los sistemas de configuración. Imagino que se controlan desde el ordenador central, en esas oficinas de ahí arriba. (los técnicos presentes asienten en silencio) Muy bien, debo cambiar los parámetros de salto y…
Devon Powell (TW): Pues espero que pueda hacerlo en menos de veinte minutos. Al parecer el FBI ha seguido la pista de mi helicóptero y…

A todos nos sorprende la actitud cooperante de Devon Powell. En los diecisiete minutos que el Profesor Vanister teclea frenéticamente en las terminales de la oficina, varios guardias de seguridad atienden el destrozado tobillo de Devon. Aprieta los dientes y maldice susurrando. Pero no grita. No lo hará delante de su hijo. Tan cierto como que no volverá a caminar recto en su vida. Lo sé. He visto lesiones como esa.
Por algún motivo, pienso en Sam Wayne. Era mi amigo. ¿Qué habrá sido de él?

El profesor Vanister sale apresuradamente de las oficinas y, sin soltar el portátil que robó de la mansión Powell, es el primero en accionar el código de acceso a la tanqueta. Con un chasquido, ésta se abre.

Margaret (voz electrónica): SISTEMAS ACTIVADOS. BIENVENIDO, PROFESOR VANISTER.
Russell T. Dalton (tomando asiento a los mandos de la tanqueta) ¿Quién ha dicho eso?
Danny Dalton: ¿Qué te parece? Margaret ha aprendido a hablar.
Profesor Vanister (coloca el prisma en la cámara correspondiente: con un chasquido, se cierra): Muy bien, sistemas en línea. Coordenadas introducidas.

Noto como los motores de la tanqueta se ponen en marcha. Leonard entra y me mira desde el acceso.

Leonard Powell (abrazado al libro de las sombras): No es tu mundo, Ben. Pero no te obligaré a seguirnos.
Ben Braddock (NE): No… Tienes razón. No me obligarás.

No me preguntéis por qué lo hice. Pero entré. Y a pesar de que se vibraba de arriba abajo. A pesar de estar sentado en un vehículo paramilitar supuestamente equipado para saltar entre dimensiones alternativas… Lo único en lo que podía pensar en ese momento era en Nora. Y en papá. En lo mucho que los echaba de menos.
Leonard se sentó a mi lado. Y pude ver sus ojos. Había algo distinto en ellos a como los (¿recordaba?) había visto antes. Era frialdad. Y pena.

Me gustaría creer que, en el fondo, sentía lo que había pasado con su padre.

Profesor Vanister (NE): ¡Una última cosa! (los sistemas se apagan por un instante y el profesor saca medio cuerpo por la compuerta) Señor Powell. Déme el password del ordenador.
Devon Powell: Oh, profesor… Si se lo dejo llevar no es porque no tenga datos útiles. Los tiene y muchos. Por eso tengo copias en al menos media docena de discos de seguridad. Se lo dejo llevar porque, sin el password, no es más que un carísimo pisapapeles. Y si lo quiere… Bueno, tendrá que ofrecerme algo con lo que negociar.
Profesor Vanister (NE): Maldito…
Devon Powell (al escuchar las sirenas de policía fuera del almacén): ¿Lo oye? Es el tiempo que se les acaba. Pero no se preocupe, profesor… (sonríe maliciosamente) Le daré recuerdos de su parte a la señorita St.Johns.

El zumbido de los sistemas reactivándose nos impide oír el último fragmento de conversación. Lo importante es que el profesor vuelve a estar a bordo. Toma asiento en el puesto del copiloto.

Profesor Vanister (NE): ¿Están todos listos? Señor Dalton, ¿podrá conducir…?
Russell T. Dalton: ¿Es católico el Papa? (pone en marcha la tanqueta) Mejor no me conteste. No vaya a ser una de esas cosas que han cambiado en los últimos cincuenta años…
Danny Dalton: Dale caña, Tío Russell.
Leonard Powell (aferrando el libro): Si. Larguémonos de este maldito mundo.

Y lo hacemos. Quiero decir, de verdad.
Saltamos. De un universo a otro.

EPÍLOGO

No sé qué aspecto tendrá desde fuera, pero dentro todo vibra como si nos hubiesen metido en una coctelera gigante. Y lo peor es la sensación de aceleración cuando el tío Russell aprieta el acelerador. Imagino que así deben sentirse los astronautas cuando dejan atrás el planeta.
Casi puedo imaginar la cara que pondrán los agentes del FBI cuando entren en la nave industrial. Es la primera vez que sonrío desde que desperté está mañana en lo alto de la Mina Dalton.
Entonces, llega el frenazo. Agradezco tener el estómago vacío. Cuando el mareo comienza a revertir, me doy cuenta de que Leonard ha perdido el conocimiento. Los demás, más o menos aturdidos, parecen encontrarse en buen estado.

Margaret (voz electrónica): INTEGRIDAD ESTRUCTURAL. 100%. SALTO COMPLETADO.
Profesor Vanister (NE): ¿Están todos bien? (camina hasta la cámara del prisma) Por favor, que hayan mejorado el sistema de calibrado… (abre la cámara: solo hay cenizas) Vaya…
Ben Braddock (NE): ¿Ya está? ¿Ya estamos en otro mundo?
Profesor Vanister (NE): Un mundo paralelo, señor Braddock; no lo olvide. Aunque parezca idéntico al suyo, siempre hay alguna diferencia por pequeña que ésta sea.
Danny Dalton (abriendo la compuerta, alucinando): Defina "pequeña diferencia", profesor.

Lo primero que notamos es el cielo. Azul, limpio. Quiero decir totalmente limpio. Luego están los edificios si es que podemos llamarlos así. Son casas bajas, de dos plantas como mucho. Y parecen antiguas. Pero no antiguas como las mansiones sureñas o las iglesias mejicanas. No. Son antiguas, como sacadas de un cuento.
Lo que debería ser Lincoln Square es una inmensa plaza de suelo de arena. No hay calles. Ni farolas. Ni coches. Ni siquiera asfalto.
¿Dónde demonios estamos?


Profesor Vanister (NE): Oh. Dios. Mío. (señala al otro lado de la tanqueta) Miren…

Está justo detrás nuestra, justo tras la tanqueta. En el epicentro de la plaza hay un altar. Y sobre él, cuatro figuras esculpidas en piedra. Su aspecto es solemne, heroico. Una leyenda reza "A los héroes caídos. Porque algún día regresen." El primero es un tipo robusto y corpulento, de baja estatura, y que sostiene una enorme hacha de guerra. Otro, más alto y delgado, lleva una ballesta, pelo largo y extrañas orejas puntiagudas. Es Leonard. El tercero, el más viejo de los cuatro, lleva una túnica larga y sostiene un báculo. Es el profesor Vanister.
Y el último…
El último soy yo. Con armadura. Y sosteniendo una espada.

Russell T. Dalton (bajando de la tanqueta): Yo he estado aquí antes…
(todos se dan la vuelta, aún más atónitos si cabe)
Russell T. Dalton: Esto es Francia, ¿verdad?

CONTINUARÁ...

jueves, 16 de octubre de 2008

Diario de Leonard Powell (Sesión 11-10-08) - REQUIEM POR UN FRIKI



Pocas veces no consigo lo que quiero.
Pero sin duda esta es la vez que peor me siento.

Para que me entendáis debería empezar desde el principio.

Fred Fesster era el friki del instituto.
Alguien con quien normalmente los matones del instituto, e incluso yo cuando tenía la oportunidad, nos metíamos constantemente, hacíamos bromas, algunas de ellas incluso pesadas. Era el raro, un pequeño negrito endeble, que nada tenía que hacer con la panda de tiburones y bastardos que pueblan el instituto Mark Twain.

Siempre sacaba unas notas excelentes y nunca se le veía por la calle, excepto por la tienda de esoterismo de Gabrielle Grant. Eso no es que ayudara precisamente a su reputación. Por eso me sorprendió cuando el profesor Marcus Vanister le incluyo entre los suspensos de su asignatura. A día de hoy no sé si de verdad suspendió o si el profesor Vanister quería tener a su lado a alguien que pudiera ayudarle en su experimento. Sobre todo viendo a la larga cual era el verdadero motivo de dicho experimento.

En cada uno de los saltos que hemos dado, todos hemos tenido discusiones, enfrentamientos, momentos en los que casi nos damos de hostias. Pero Fred no. Es más, ni siquiera se molestó cuando lo apodamos Friki Fesster, por las cosas que decía.

Cuando recuerdo quienes empezamos, quienes se nos unieron y cuántos somos ahora, más me reafirmo en mi teoría. "Si quieres sobrevivir a este mundo, tienes que ser el hijo de puta más grande que lo pise". Ahora daré las pruebas de por qué esto es así. En tu mundo, en el mío y en cualquier dimensión en el que nos encontremos.

Todos hemos cometido pecados. Delitos y asesinatos. Defensa propia. Interés, negocios, ciencia... Cada uno pondrá la excusa que mejor le parezca para exculparse a sí mismo. Pero eso no quita que los haya cometido. Pero Fred... Podría casi asegurar que ese chico no había roto un plato en su vida. Ni tenía intención de hacerlo.

Los demás... sólo tenéis que echarnos un vistazo para comprobar que aquel que no es un hipócrita, es un bastardo que no le importa más que si mismo. O un matón del tres al cuarto. Pero nosotros estamos vivos. Y ese hecho confirma mi teoría.

"Casi, Powell"
Nunca había sido así. Cuando alguien me decía algo solía ser "¿Cómo lo has hecho Powell? " "De nuevo lo has conseguido Powell". "Joder, cómo molas Powell".
Pero no. Este puto mundo de mierda quiso que en el momento de salvar a la persona más inocente que he conocido, fuera un jodido "Casi, Powell".

Desde luego Fred, te has ido consiguiendo demostrar mi vulnerabilidad. Que aún puedo fallar. Esas palabras quedaran marcadas a fuego en mi cabeza y no las volveré a escuchar en mi vida, desde este preciso instante.
Atraparemos a cada una de esas jodidas almas.
Las encerraremos de nuevo y destruiremos el maldito libro. Porque este libro ha tenido la culpa de todo.
Y esto, Friki, no va a ser un "Casi Powell".

Ese friki, negrito y endeble, con el que todo el mundo se metía en el instituto, se convirtió en Fred Fesster.

Y luego se sacrificó por salvarnos la vida. Por algo que personas como yo no entienden hasta que es demasiado tarde.
Por amistad.

martes, 14 de octubre de 2008

Sesión 11-10-2008 (Parte 3 de 3)

Episodio 2x05.- TWINFIELD (Parte 5)

Quinta Parte.
FRED


Me llamo Fred Fesster.
Mis amigos me llaman Friki-Fess.
Hace casi dos semanas, todo era normal. En menos de un mes o dos iba a entrar en el M.I.T. dejando atrás mi vida en Springfield, el lugar más aburrido que podáis imaginar. Entonces el profesor Vanister nos propuso participar en un experimento para subir nota. Tuvimos un accidente y…
Bueno, pero esa es otra historia.
La que voy a contaros es una historia muy distinta.
Es la historia de cómo morí.

Universo Twinfield.
Cima de la mina Dalton.
Hace una hora.

Ése soy yo: el chico que va vestido con los harapos que alguna vez fueron la bata de un hospital. Había empezado a llover pero creo que todos estábamos tan asustados que lo último que nos importaba era la amenaza de pillar un resfriado.

Si, lo que hay justo detrás mía es un helicóptero del FBI. El que está sentado en la cabina es el teniente Russell T. Dalton. Por lo visto es el tío-abuelo de Danny y supuestamente murió en la guerra de Corea. Digo supuestamente porque, al parecer, participó en un proyecto secreto del gobierno. Una mezcla entre "Regreso al Futuro", "El Experimento Filadelfia" y "Quantum Leap". ¿Qué no sabes que serie es "Quantum Leap"? Bueno, creo que el señor Dalton tampoco. De hecho, teniendo en cuenta que para él hace una semana era 1953, hay que reconocer que se está habituando relativamente bien al cambio de aires. A fin de cuentas nos ha traído en helicóptero hasta aquí… y ya no dice cosas como "¿Desde cuando se le hace tanto caso a los negros?"

Los que están dentro del helicóptero intentando abrir el pequeño arsenal del FBI son mis compañeros de viaje. En serio, si hace dos semanas me hubiesen dicho que dos de los tíos más güais del instituto iban a ser mis colegas… Bueno, el hecho de apellidarse Dalton no hace que Danny sea lo que se dice "popular". Pero tiene un corazón de oro, por mucha pose de Bruce Willis que te ponga.

Y luego está Leonard. También es güai pero… No sé. A veces me recuerda a Lex Luthor, ¿vale? No, no está calvo. Pero su padre es un auténtico bastardo. Y ya sabes lo que dicen… En cualquier caso, los dos siempre intentan protegerme. Eso cuando no están compitiendo para ver quien dice la frase más ingeniosa, claro.

¿El cuarentón que traza extraños dibujos en la tierra mojada? Es el profesor Marcus Vanister y está intentando (sin mucho éxito) los grabados que su versión de Witchfield utilizó para invocar al Libro de las Sombras. Bueno, lo cierto es que éste profesor Vanister no es el mismo que inventó la Alfombra Mágica y nos metió en esta odisea interdimensional. Ése está muerto. El profesor Vanister que véis procede de otra dimensión. Es prácticamente el mismo… pero a la vez no lo es. En fin, es complicado. Digamos que procede de un mundo parecido al mío.

Ben Braddock también es de otro mundo. Si, es ese chico moreno que está sentado en pose de loto. Jamás pensé decir esto de alguien como él (en mi mundo es el tío al que todos envidian) pero siento lástima por él. Lo ha pasado realmente mal: aunque consiga volver a su mundo, allí no le queda nadie. Ni su padre, ni su chica… Nada. Pero ahora tiene otros problemas más graves, la verdad.

¿Cómo?
Ah, vale.
Veo que te has fijado en que recita unas extrañas palabras aparentemente inconexas. Bueno eso es porque en estos momentos Ben está poseído por eso. Sí, eso. Ya sé que parece un simple libro viejo, gastado y de hojas amarillentas. Pero no lo es. Es una fuerza oscura. Maligna. Peor aun… es un recipiente.
Y ahora mismo, Ben está recitando las palabras mágicas para abrirlo. Para dejarlos libres.

No creo que Leonard o Danny puedan comprenderlo. Me alegro de que todos estén pendientes de Ben. Eso me permite acercarme discretamente al borde del precipicio. No me atrevo a mirar hacia abajo. Si lo hago quizá lo piense dos veces. Pero es algo que tiene que hacerse. El Libro nos necesita a todos con vida… por eso el zombi no me atacó en la morgue. Por eso no nos ha matado hasta ahora.
Nos necesita vivos. A todos.
Miro cornisa abajo.

"¿Dolerá?"

Con ese fugaz pensamiento casi estoy a punto de arrepentirme cuando escucho la voz de Leonard gritar mi nombre. Danny se da la vuelta. Corre hacia mí, intentando agarrarme antes de que pueda hacerlo. Leonard es menos diplomático: saca la pistola que le arrebató a uno de los guardaespaldas de Morgan Kyle. Y me apunta.
El disparo me atraviesa la pierna. Duele como el infierno. Pero sonrío: esta vez no voy a caer. Voy a ser un héroe.
Voy a salvarlos a todos.

Fred "Fess" Fesster: Casi, Powell.

Lo último que veo antes de dejarme caer es a Danny. Grita algo, posiblemente mi nombre. Extiende su mano, intentando agarrar la mía.
Por un momento dudo. ¿Y si me he equivocado?
Cierro los ojos. Me da miedo conocer la respuesta. Siento el viento a mi alrededor. Y la lluvia. Luego llega el dolor. Rápido y brusco.
Y todo se vuelve oscuro.

Al menos por un segundo.

Abro los ojos. Y lo primero que veo es mi cuerpo. Tendido como un muñeco roto entre las rocas. Poco a poco noto que me voy alejando, subiendo cada vez más rápido. ¿Así que esto es morir? Pensaba que era un topicazo de las películas. O quizá… Quizá es una forma de procesarlo mi cerebro. Quizá sea como la peli que te ponen en un avión antes de llegar a tu destino. En mi caso antes de ir… a donde quiera que vaya.
Sigo subiendo. No sé cuanto tiempo ha pasado. No lo sé. Cuando quiero darme cuenta, llego a la cima de la mina Dalton. Allí están todos: Leonard, Danny, el profesor... Algo me tira hacia arriba pero me resisto.
Si ésta es mi última película quiero ver como acaba.

Profesor Vanister (NE): No… No puede ser… (coge una de las escopetas del helicóptero) Ésto ha sido un error… (se acerca a Ben Braddock) Un error que pienso subsanar.
Leonard Powell (interponiéndose): ¡No, profesor!

En ese momento, todos se quedan petrificados. Maldita sea, incluso yo siento escalofríos. Todos lo vemos aparecer, moviéndose torpemente, arrastrando sus contusionadas extremidades como el títere inanimado que es. Es mi cuerpo. Muerto. Animado por el Libro de las Sombras. Yo tenía razón, nos necesitaba a todos.
Pero también me equivoqué.
No nos necesitaba vivos.

Danny aprieta los dientes. Aferra la escopeta del profesor Vanister, arrebatándosela. La carga y encañona a la cabeza de Ben. Durante unos segundos todos aguantan la respiración.

Leonard Powell: Vamos, Danny… Yo también siento lo de Fred. Pero si lo haces… Matarás a Ben.
Danny Dalton: Ya lo sé.

Danny alza la escopeta y cambia de blanco. Aprieta el gatillo. Y la cabeza deforme y grotesca del Ben zombi estalla como una putrefacta sandía. El resto de su cuerpo cae al suelo, entre espasmos.
Danny deja caer la escopeta y mientras lo veo regresar al helicóptero me doy cuenta.
Está llorando.

Es entonces cuando sucede.
Ben termina de pronunciar las palabras. Las nubes negras que cubren todo Springfield comienzan a abrir un claro… justo encima de la mina Dalton. El Libro de las Sombras levita hasta colocarse metro y medio por encima del suelo. Los ojos de Ben son ahora amarillos. Y con una sonrisa, pronuncia unas últimas palabras.

Ben Braddock (NE): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS… ¡¡SOMOS LIBRES!!

Y con esa última palabra, una descarga de energía carmesí brota de su boca impactando contra el Libro de las Sombras. Éste se abre, haciendo saltar los cierres metálicos que lo mantenían cerrado. Las hojas aletean frenéticas mientras el libro da vueltas sobre sí mismo. La energía carmesí forma una esfera que va aumentando de tamaño. En pocos segundos tiene el tamaño de una pelota de playa.
Y estalla.
Una columna brota del Libro y se pierde a través del claro entre las nubes. Parece algo sacado de Industrias Light & Magic… pero con el punto siniestro de "El Arca Perdida". De vez en cuando, en esa columna de energía, se intuyen formas. Aterradoras. Inhumanas. Y todas ríen.

El espectáculo dura pocos minutos.
Cuando acaba, el libro cae al suelo. Su portada está cubierta de carbonilla. Y sus páginas están en blanco.
Lo llamaban el recipiente. Y ahora está vacío.


Danny Dalton: ¿Qué hemos hecho, pijo?
Profesor Vanister (NE): Hemos salvado este Springfield, señor Dalton.
Danny Dalton: ¿Y qué me dice de esas cosas, profe? ¿Y si han ido a otros Springfield?
Leonard Powell: ¿Y si han ido… al nuestro?
Ben Braddock (NE): Eh… ¿perdonad?

Todos, incluso yo, miramos hacia el lado. Es Ben: el auténtico. Sin ojos blancos y ni voz inquietante.

Ben Braddock (NE): Puede decirme alguien donde estoy… (se mira de arriba abajo) Y de paso… (se toca la herida en la cabeza) ¿Podéis decirme cómo me llamo?

Vaya…
Aun estoy viendo la cara de incrédulos que están poniendo los demás cuando noto que esa fuerza tira de mí hacia arriba. Y me doy cuenta que no es una película lo que estaba viendo. Es una maldita serie. Y ahora no sabré cómo continúa.
Pero eso no es lo peor de todo.
Lo peor es que aun no me he ido… y ya les echo de menos.
Adiós, amigos.

Sesión 11-10-2008 (Parte 2 de 3)

Episodio 2x05.- TWINFIELD (Parte 5)

Tercera Parte
VANISTER


Universo Twinfield.
Cima de la Mina Dalton.
Ahora.

Llueve. Cada vez con menos intensidad.
El profesor Vanister no sabe qué decir. Observa a los dos jóvenes que permanecen al filo del acantilado, tras el helicóptero, mirando al vacío.
Si aun tuviese sus gafas, Vanister estaría limpiándolas. Un gesto nervioso para ocultar lo obvio. Que no sabe qué decir.
O quizá si lo sabe. Sabe que ha sido un error. Una equivocación.
En el fondo todo empezó a torcerse…
… desde el accidente.

Universo Twinfield.
Algún punto de la carretera interestatal, a pocos kilómetros de Dry Rock.
Dos horas antes.

El profesor Vanister nota el asfalto contra su mejilla. Abre los ojos y lo primero que ve son sus gafas. Destrozadas. Se incorpora, con el mono de trabajo rasgado y destrozado. A su alrededor, los cuerpos de Leonard Powell y Fred Fesster. Y unos metros más atrás, la camioneta. Tumbada de costado, con humo saliendo de los bajos y las ruedas aun girando.
Y Vanister va recordándolo todo. El helicóptero del FBI. El accidente. El utilitario rojo. Un utilitario como el que…

Vanister siente que su corazón se detiene por un segundo.
"No. No puede ser".

Al otro lado de la carretera, terraplén abajo, está lo que queda del utilitario. Una columna de humo lo envuelve. Y Vanister corre hacia allí. Sin pensar en los riesgos. El único pensamiento es uno que se repite como un mantra.
"Que no sea ella. Que no sea ella. Que no sea ella."

La puerta cede con un golpe y Vanister se siente morir al verla tendida en el suelo. Una fea brecha en la cabeza. Que no esté muerta. Es lo único que pide a Dios.
Casi se echa a llorar cuando siente que tiene pulso. Vivirá… aunque necesita un médico.
Al darse la vuelta, Vanister se da cuenta de que el helicóptero ha aterrizado. Y dos figuras salen de él. Ambas son el mismo individuo: pero mientras uno es Ben Braddock, estrella del "Springfield Raiders" y héroe local, el otro es una versión grotesca, no-muerta. Se mueve torpemente, gruñendo y mostrando salientes de acero y granito por todo su corrupto cuerpo.

Con el cuerpo de la mujer en sus brazos, Vanister da un par de pasos hacia atrás, alejándose de los dos Ben. Es entonces cuando se da la vuelta y lo ve: sus compañeros accidentados están de pie. Mirándole. Impasibles.

Profesor Vanister (NE) (sujetando a la mujer): No…
Ben, Leonard, Fred y Danny (al unísono): SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS. SOMOS EL LIBRO.

Es una ecuación sin respuesta, piensa Vanister. Está rodeado, herido y agotado. De haber sido cualquier otra mujer la que sostiene entre los brazos, el profesor ya se habría rendido. Y entonces, Vanister lo ve. Algo moverse tras la furgoneta. La incógnita de la ecuación. El elemento X.
Ve al Teniente Dalton salir de la furgoneta, aferrándose al Libro de las Sombras… y corriendo desierto a través. Si. Va a conseguirlo. Saldrá fuera de los límites y entonces quizá las Sombras no puedan perseguirle.
Pero las esperanzas de Vanister se desvanecen en cuanto Russell deja de correr. Apenas ha recorrido unos veinte metros. Coincide con el momento en que Leonard, Danny y Fred vuelven en sí. Cualquiera diría que es una coincidencia. Vanister es científico: sabe que eso no existe.

Leonard Powell: ¿Qué…? ¿Qué acaba de pasar? ¿Y por qué me duele hasta respirar?
Danny Dalton: Porque hemos tenido un jodido accidente y… Mierda.
Fred "Fess" Fesster: El Libro. Nos ha vuelto a poseer.
Profesor Vanister (NE): Me temo que no han sido los únicos. (señala a Russell, quien a lo lejos parece estar hablando con alguien invisible)

Mientras Russell regresa con el Libro entre las manos, el grupo vuelve a reunirse y se encaran de nuevo con el poseído Ben.

Russell T. Dalton (mostrando el parpadeo transparente que sufre su mano): No sé que me está pasando, chicos.
Ben Braddock (NE): TODO ESTÁ CAMBIANDO.
Fred "Fess" Fesster: ¿Profesor?
Profesor Vanister (NE): Claro… Si el teniente Dalton vino de este pasado, quizá debía regresar. Y nosotros… Nosotros hemos cambiado el curso de la historia.
Ben Braddock (NE): EL ELEMENTO AJENO. NOSOTROS LO SOMOS. SOMOS UNO. SOMOS MUCHOS. SOMOS EL ELEMENTO AJENO. EL ELEMENTO AJENO DESTRUYE EL MUNDO. NOS PROPAGAMOS. NOS HACEMOS MUCHOS. PERO SEGUIMOS SIENDO UNO.
Leonard Powell: Mierda… Friki Fess, en esas pelis malas de zombis, cuando uno muerde a alguien, ¿qué es lo que pasa?
Fred "Fess" Fesster: Contagio. Oh, Dios… Casey. El agente Casey.
Ben Braddock (NE): NOS PROPAGAMOS. SOMOS MUCHOS. PERO SEGUIMOS SIENDO UNO. TODO ESTÁ CAMBIANDO.
Leonard Powell: Tíos… Me parece que nos hemos quedado sin opciones. (a Ben) Muy bien, Libro: tú ganas.

Mientras los dos Ben Braddock se alejan de la carretera en dirección al helicóptero, un camión de ganado hace acto de presencia. Lo conducen dos jornaleros y viejos conocidos de nuestros amigos: Big Timmy y su amigo de gesto nervioso. Gracias a Leonard Powell, ambos acceden a llevar a la joven herida al hospital.

Profesor Vanister (NE): Su nombre es Rayna St.Johns. (ayudando a subirla a la cabina del camión) 24 años. Ha perdido mucha sangre y necesitará una transfusión. Es donante universal. (cierra la puerta) Tengan cuidado con ella, por favor.
Leonard Powell (mientras el camión se va y se acercan al helicóptero que arranca el rotor): Profe… ¿Quién es la chica?
Profesor Vanister (NE): ¿Ella…? No es asunto…

Vanister aun está pensando en qué excusa dará mientras pasa por el lado del coche siniestrado. Es entonces cuando escucha el sonido de un móvil. Viene del interior del utilitario. Un escalofrío recorre a Vanister. Es el móvil de Rayna.

Profesor Vanister (NE): ¿Si?
Secretaria (por teléfono): ¿Señorita St.Johns? Le llamo del despacho del señor Devon Powell…
Profesor Vanister (NE): La señorita St.John no puede ponerse. Pero dígale al señor Powell…
Secretaria (por teléfono): Lo siento, pero el señor Powell me ha pedido que contacte exclusivamente con la señorita St.Johns. Si lo desea puedo concertarle…
Profesor Vanister (NE): Soy Marcus Vanister. El profesor…
(apenas ha dicho su nombre, alguien por otra línea le dice algo a la secretaria: su voz cambia, casi asustada)
Secretaria (por teléfono): No cuelgue, por favor.

Vanister mira a los demás, quienes estaban a punto de encaminarse al helicóptero. Les acerca el móvil, poniéndolo en manos libres. Durante unos segundos solo se escucha una molesta música de "llamada en espera". Y entonces…

Devon Powell (por teléfono): Profesor Vanister…
Leonard Powell: ¿Papá?

Cuarta Parte.
LEONARD.

Universo Twinfield.
Cima de la Mina Dalton.
Ahora.

Llueve. Cada vez con menos intensidad.
Leonard contempla lo que hay más allá del acantilado. A su lado, arrodillado, está Danny. No sabe qué decirle. Siente el peso de la pistola en su mano. Pero pesan más las palabras que no puede pronunciar.
Leonard lo sabía. O al menos debía haberlo sabido.
Aquella no había sido la primera vez que Fred lo había intentado.
Había sido la primera vez que lo había conseguido.
Ahora solo hay unas palabras que resuenan en la cabeza de Leonard como un oscuro epitafio.
"Casi, Powell."
Fueron sus últimas palabras.

Universo Twinfield.
Algún punto de la carretera interestatal, a pocos kilómetros de Dry Rock.
Noventa minutos antes.


Devon Powell (por teléfono): Escúchame, Leonard. Me has puesto en una situación muy delicada. Pero aun podemos salir de ésta. Dime donde está tu posición y enviaré a un equipo en tu búsqueda. Todo va a salir bien, Leonard. Pero tienes que hacer lo que yo te diga y…
Leonard Powell: ¿Papá?
Devon Powell (por teléfono): ¿Si, hijo?
Leonard Powell (cuelga): Vete a la mierda. (mira al resto de sus compañeros) Bueno, ya podemos irnos. Aunque… (se da cuenta de algo) … ¿Dónde está Fred?
Danny Dalton: Joder… (sale corriendo)

Leonard tarda unos segundos en reaccionar. Debe ser el subidón de adrenalina. Y no por todo lo que está pasando. No porque vayan a hacer otro pacto con una entidad sobrenatural conocida como "Libro de las Sombras" (y que ahora mismo posee a Ben "Neverend" Braddock)
O porque hayan sobrevivido a un accidente de tráfico letal.
O porque vayan a impedir que otro Sprinfield vaya a irse a la mierda (esta vez, cortesía de una epidemia zombi)
No. Leonard sabe que no hay nada que suba la adrenalina tanto como mandar a la mierda a su padre.

Pero eso ya es historia.
Ahora, mientras corre a través del desierto, intenta alcanzar a Danny. Pero es imposible: Leonard tiene media costilla rota y al menos un centenar de moratones por todo el cuerpo. Pero eso no impide que, nada más ponerse a la altura de Danny y Fred, interrumpa la conversación de ambos… asestando un buen puñetazo a Friki-Fess.

Leonard Powell (resollando): ¿Se puede saber qué cojones estás haciendo? ¿Qué quieres? ¿¡Morir!?
Fred "Fess" Fesster: No lo entiendes, Powell… Nos necesita a todos para el ritual. Me necesita. Tengo… (parece a punto de romper a llorar… o reír) Lo tengo en mi cabeza, ¿vale? Parte de ese ritual. Y es… Es oscuro. Maligno.
Danny Dalton (notando su nariz sangrar): Vale. Vamos a seguir esta conversación en un sitio en el que no nos muramos.
Fred "Fess" Fesster (intenta incorporarse y volver a escapar): ¡No! ¡No lo entendéis!
Danny y Leonard (agarrándolo y llevándolo de vuelta… ¡a rastras!): ¡¡Ni de coña!!

Minutos después están todos en el helicóptero. Russell a los mandos, el profesor de copiloto. Danny permanece en silencio, al fondo. Leonard y Fred permanecen sentados en un lateral. Frente a ellos, apoyados contra la compuerta, los dos Ben. Es difícil no fijar la mirada en la versión zombi. Pero la otra… La poseída es quizá peor. Con sus ojos en blanco y su gesto frío. Distante. Inhumano.
"Es oscuro… maligno."

Leonard Powell: Es una locura. Deberíamos dar media vuelta y volver a Industrias Powell. Cogemos la tanqueta y…
Profesor Vanister (NE): No funcionará.
Leonard Powell: ¿Por el prisma? Seguro que mi padre lo tiene en la habitación del pánico de la mansión. Podemos ir, cogerlo y…
Profesor Vanister (NE): Es la tanqueta. Lo que ha construido tu padre no es una máquina de salto dimensional. Es una máquina de teleportación.
Danny Dalton: Bueno, profe… la suya también lo era, ¿no?
Profesor Vanister (NE): Sólo en teoría, señor Dalton. La diferencia con la de su mundo y el mío es que la de este mundo funcionó. Se teleportaba.
Fred "Fess" Fesster: Así que si hubiera funcionado en nuestro mundo…
Leonard Powell: Sí, Friki-Fess… Ahora estaríamos muertos. Pero siendo optimistas, profesor, usted podría arreglar la máquina, cambiar esto y aquello y…
Danny Dalton: De todas formas no podemos irnos, pijo. Los zombis, ¿recuerdas?
Profesor Vanister (NE): Ahora mismo estarán propagándose por todo Springfield. Y si la única forma de salvar este mundo es pactando con el Libro…
Leonard Powell: Claro. Como nos ha ido tan bien… (acusador, a Danny) Quizá si alguien nos hubiese dicho lo que era realmente el Libro, no hubieramos…
Danny Dalton (plantándole cara): ¿Qué cojones estás insinuando, pijo?
Leonard Powell (respondiendo): Yo no insinúo nada: lo digo bien claro.
Russell T. Dalton (poniendo orden desde la cabina): Muy bien, niños: dejad las peleas para luego… Hemos llegado.

El helicóptero sobrevuela la cima de la mina Dalton y, tras varias vueltas asegurándose de que no hay nadie (ni nada) esperándoles allí abajo, el aparato comienza a descender. Las aspas traseras destrozan lo poco que quedaba en pie del cobertizo. Al ver la cara de Danny viendo los restos del mismo, Leonard casi sonríe.

Leonard Powell: Eso es lo que yo llamo una señal de mal agüero.
Danny Dalton (advirtiendo): Pijo…
Leonard Powell: Vale, vale…

Los primeros en pisar tierra firme son los dos Braddock. El poseído se da la vuelta y mira a Danny. Su versión zombi se limita a moverse torpemente, siguiendo sus pasos como una sombra grotesca.

Ben Braddock (NE): EL RECIPIENTE (y tiende la mano en dirección a Danny, quien sostiene aún el Libro de las Sombras) AHORA.
Danny Dalton (entregándolo): Joder…

Los dos Ben se alejan del helicóptero y se colocan en el centro justo de la cima. El poseído, con sus ojos aun en blanco, se sienta con las rodillas cruzadas. El Libro reposa a pocos centímetros de él. Y comienza a recitar unas palabras. Palabras oscuras y siniestras. Palabras de poder.

Leonard Powell: Bueno. ¿Y ahora? ¿Nos sentamos y esperamos a que destruya el mundo?
Danny Dalton: ¿Cuánto dices que tarda el ritual, Friki-Fess?
Leonard Powell (irónico): Si, Fred… ¿Cuánto nos queda de vida?
Fred "Fess" Fesster (mortalmente serio): Una hora. Puede que menos.

Leonard miró a Fred: había algo en su mirada que no supo descifrar en ese momento.
Pero Lo haría un poco más tarde.
Menos de una hora después.

CONTINUARÁ

Sesión 11-10-2008 (Parte 1 de 3)

Episodio 2x05.- TWINFIELD (Parte 5)

Primera Parte
DANNY

Universo Twinfield.
Cima de la Mina Dalton.
Ahora.

Llueve. Cada vez con menos intensidad.
Las nubes han dejado de ser negras.
El gris va dando paso al blanco. Y a la claridad.
Danny Dalton permanece de rodillas, al filo del acantilado.
Acaba de ver morir a un amigo.
Y no ha podido hacer nada por evitarlo.

Universo Twinfield.
Oficinas de la Powell Corporation, complejo Industrial Powell.
Doce horas antes.

Danny Dalton abre los ojos.
El sonido de la puerta abriéndose y los pasos de los guardaespaldas irrumpiendo en la smoking-room lo dejan claro: se acabó el descanso. Apenas ha dormido un par de horas. Tendrán que bastar. Intenta forcejear mientras lo arrastran al interior del ascensor. Leonard y el profesor Vanister intentan plantar cara a los guardaespaldas. Es inútil: cuando quiere darse cuenta, Danny ya está encerrado en el ascensor junto a tres matones de Morgan Kyle. Van trajeados, tienen echa la manicura… pero en el fondo no son más que matones. Danny lo piensa cuando reconoce a uno de ellos. Delgado, cuarenta y pocos… pelo rubio en una coleta. Es el mismo hijo de perra que intentó matarle en Witchfield.
Las puertas del ascensor se abren, dejando paso al elegante vestíbulo del edificio de oficinas.

Señor Sheridan (sacando un pistola de su chaqueta): Tome esto, señor Dalton… y corra.
Danny Dalton (sorprendido): ¿Qué…? (la coje, la mira, apunta a Sheridan y aprieta el gatillo)
-CLICK (descargada)
Señor Sheridan: Muy mal, señor Dalton. Ahora… (a su orden, los otros dos matones sacan sus armas y le apuntan) Corra.

Danny no lo piensa dos veces. Atraviesa el vestíbulo corriendo y sale al exterior. Y allí sus sospechas se confirman. Al menos cuatro coches, dos de ellos de la policía de Springfield, le cortan el paso. Media docena de agentes, entre policías y federales, lo encañonan. Gritos de "tira el arma" y "échate al jodido suelo" resuenan por doquier. Danny levanta las manos y obedece. Antes de que pueda dar un par de pasos hacia atrás, el señor Sheldon y sus dos matones hacen el papel de "preocupados guardaespaldas" y le hacen un sonoro placaje. Danny forcejea en el suelo. Intenta avisar a los federales de que todo es una trampa, de que Leonard y el profesor siguen ahí arriba…

Pero es inútil.
Antes de poder articular una frase completa, Sheldon descarga un culatazo de pistola contra la nuca de Danny.
Y todo se vuelve negro.

Universo Twinfield.
Cima de la Mina Dalton.
Seis horas después.

Danny Dalton abre los ojos.

La confusión y el cansancio son tales que durante los primeros instantes es incapaz de reaccionar a cuanto sucede a su alrededor. Esperaba despertar en los calabozos de la comisaría… o en algún furgón federal. Pero no aquí. No en la cima de la mina Dalton. Fred "Fess" Fesster y Ben Braddock también están allí. El aspecto de Fred es el de un refugiado, apenas vestido con los harapos de lo que en tiempos fue una bata de paciente del hospital Powell. El de Ben no es mucho mejor: lleva una bata similar a la de Fred, relativamente intacta. Leonard y el profesor también están allí: Vanister sujeta entre los brazos el Libro de las Sombras. Y Leonard levanta los brazos. ¿Por qué cojones hace eso?

-BANG-

Por un segundo, todo sigue moviéndose a cámara lenta. La bala sale del rifle del tirador. El helicóptero flota en el aire, a pocos metros del acantilado. Nadie mueve un músculo. El disparo sigue resonando en sus oídos (en los oídos de todos) mientras el cuerpo de Ben Braddock cae al suelo. La sangre salpica el suelo… Y con las gotas salpicando la tierra, el mundo vuelve a moverse a velocidad normal.

Agente Ortega (desde el helicóptero): ¡Maldita sea, dé media vuelta! ¡Necesitamos un blanco mejor!
Danny Dalton (acercándose a Ben): ¡Capi! ¡Joder! (se arrodilla a su lado, intentando taponar la herida) Ha sido solo un rasguño, ¿vale? Ni se te ocurra morirte, joder…
Fred "Fess" Fesster (confuso): ¿Qué…? (mira a todos los presentes y al helicóptero) ¿Qué está pasando? ¿Y donde está Russell?
Leonard Powell: Profesor…
Profesor Vanister (NE): Lo sé, señor Powell. Parece que el Libro ha dejado de poseerlos…
Danny Dalton (habiendo escuchado eso): ¿Poseerlos? ¿Qué ha querido decir…?

En ese momento, Ben abre los ojos. Y Danny lo ve por primera vez. Los ojos. Blancos. Inhumanos. Ben, con la fuerza de diez hombres, le asesta un fuerte empujón lanzándolo varios metros hacia atrás. De haber estado en el lado opuesto, Danny habría caído por el precipicio.
Justo por el mismo lado por el que, en ese preciso instante, vuelve a aparecer el helicóptero del FBI.

Agente Ortega (megafonía): ¡Muy bien! ¡No lo repetiré! ¡No se muevan o…!

No termina la frase: Ben Braddock se incorpora, corre y salta antes de que ninguno de los ocupantes del helicóptero pueda pestañear. Danny, aun en el suelo, puede ver como Ben se aferra a uno de los esquís del helicóptero, forzándolo a maniobrar… y desapareciendo ladera abajo.

Danny Dalton (atónito): ¿Qué…? ¿Qué carajo acaba de hacer?
Leonard Powell: Lo mismo que habéis estado haciendo tú y Fred todo este tiempo.
Fred "Fess" Fesster: ¿Cómo dices…?
Leonard Powell: No podemos quedarnos aquí arriba… ¡Os lo explicaremos mientras bajamos!
Fred "Fess" Fesster: Pero… ¿Y el tío-abuelo de Danny? Iba conmigo ¿Dónde está?
Profesor Vanister (NE): Bueno, señor Fesster... No sé como decirle ésto, pero...
Leonard Powell: Intentaste matarlo, Fred.

Segunda Parte.
RUSSELL

Universo Twinfield.
Cima de la Mina Dalton.
Ahora.

Llueve. Cada vez con menos intensidad.
En la última hora han ocurrido cosas que han puesto a prueba su cordura. Quizá por eso, mientras los demás siguen fuera, el teniente Russell T. Dalton permanece dentro del helicóptero.
Todos ellos son extraños en un Springfield no tan extraño.
Pero viendo sus caras tras lo ocurrido, Russell comprende que entre ellos hay un vínculo parecido al de una familia.
Un vínculo que ahora está roto por uno de sus extremos.
"Pobre chico" piensa. "Era demasiado joven."
Russell baja la vista y mira su propia mano.
"Siempre se es demasiado joven."

Universo Twinfield.
Alrededores de la mina Dalton, carretera interestatal.
Seis horas antes.

- BANG -

El teniente Russell T. Dalton abre los ojos, notando la claridad de la mañana, y se incorpora. Eso ha sido un disparo. Lejos. Mira a su alrededor: está tendido en la parte de atrás de la furgoneta. La misma furgoneta que robaron a aquella extraña pareja de jóvenes granjeros. "Hippies de ciudad" los llamó el joven Fesster.

Russell siente unas punzadas sordas de dolor en su cuello y, por algún motivo que es incapaz de comprender; lo relaciona con sus últimos recuerdos.

Conducía a través de una desolada carretera, en mitad de la noche y el chico Fesster dormitaba en el asiento del copiloto. El crío estaba agotado tras su escapada del hospital y aquella demencial visita a la granja de los Whitehouse. Todo por ese maldito Libro que el chico, incluso durmiendo, sujetaba con fuerza.

Russell baja de la furgoneta, intentando encontrar algún rastro del chico Fesster o de alguno de sus otros compañeros. Ni rastro. Y Russell sigue recordando…

El joven Fesster abrió los ojos súbitamente, saliendo de una pesadilla. Russell frenó la furgoneta en mitad de aquella carretera. No tuvo tiempo de comprobar si Fred estaba bien: antes de articular palabra, el chico lo miró. Sus ojos eran blancos como la leche. Y su gesto, frío. Inhumano. Le golpeó con tal fuerza que del empujón abrió la puerta y cayó fuera de la furgoneta. Aturdido, cubierto del polvo del desierto y desorientado; Russell solo tuvo tiempo de pensar… "¿De donde ha sacado la fuerza ese crío…?"

Russell siente un escalofrío: rebusca en la furgoneta y sus temores se confirman. El Libro. No está. Y Russell lo recuerda. Recuerda lo último que le oyó decir al joven Fesster. Justo antes de que lo dejará sin conocimiento de un golpe en la cabeza…

Fred "Fess" Fesster (voz de Las Sombras): Somos el Libro.

Se deja caer apoyado en la furgoneta, tratando de buscar un pensamiento al que aferrarse. ¿Se estará volviendo loco? ¿Y si los informes que le mostraron los agentes federales son ciertos? ¿Y si todo esto solo está teniendo lugar en su cabeza?

Russell pierde la noción del tiempo. No deja de ser irónico, teniendo en cuenta que ha perdido los últimos cincuenta años de su vida. Cuando quiere darse cuenta, Russell ve salir del bosque a los que, en las últimas cuarenta y ocho horas, se han convertido en sus peculiares compañeros de viaje. El profesor Van Ishter, Powell, Daniel… y el joven Fesster.

Teniente Russell T. Dalton (acercándose a Fred): Tu y yo vamos a tener unas palabras…
Danny Dalton (intercediendo): Tío Russell, espera… Fred no tiene la culpa. Ha sido el Libro. Él…
Profesor Vanister (NE): El término técnico es "posesión", caballeros. Y está claro que hace falta aclarar muchas cosas… pero será mejor buscar un rincón tranquilo.
Danny Dalton: Creo que conozco uno.
Fred "Fess" Fesster: Si… El merendero.

Dejando que sea Danny quien se ponga al volante, la extraña comitiva de "viajeros dimensionales" termina ocultándose en el merendero donde, apenas doce horas antes, Fred y Danny encontraron a Nora Thompson. Y es allí, donde algunas cuestiones se dejan en claro…

Danny Dalton: Así que el Libro nos ha poseído al Capi, a Friki-Fess y a mi… y nos ha llevado a todos a la cima de la mina Dalton.
Leonard Powell: Bueno… (señala a Russell) No a todos.
Profesor Vanister (NE): Lo denominó "factor prescindible". En una ecuación matemática eso signifi…
Danny Dalton: Sé lo que significa, profe. Lo que no entiendo es qué cojones pasó con el Libro. Joder, Friki-Fess… ¿Qué ha pasado?
Fred "Fess" Fesster: Pues… (se queda de piedra)… ¿habéis escuchado eso?

Ese ruido. Como el de un cuerpo reptando entre la hojarasca y la tierra pedregosa del bosque. Russell comprende por qué el chico se ha quedado petrificado de miedo. Es el mismo ruido que escucharon a través de los cultivos de los Whitehouse. Que esta vez sea de día solo lo hace más aterrador. Porque a la luz del día el horror puede verse a la perfección.

Antes de que pueda reaccionar, Russell y Danny contemplan como una grotesca figura surge del bosque, lanzándose sobre el capó de la furgoneta. Danny no puede ni pronunciar una frase: esa cosa, ese cadáver putrefacto y horriblemente fusionado con fragmentos de metal y roca, es Danny Dalton. Dos figuras más surgen de otros puntos del bosque: esta vez son Leonard y Fred quienes sienten un escalofrío al verse reflejados en esos grotescos muertos vivientes.

Russell se abalanza sobre los mandos de la furgoneta, acelerando y empotrando el grotesco zombie de su sobrino-nieto contra un grueso árbol, cortándolo por la mitad. Danny recupera el control de su cuerpo y se agarra con todas sus fuerzas al volante. La furgoneta traza un giro brusco y sale del merendero a toda velocidad. Tanto Danny como Russell miran el espejo retrovisor… viendo como uno de los cuerpos se incorpora después de haberse roto el cuello contra el asfalto.

Danny Dalton: Joderjoderjoder…
Leonard Powell (en la parte de atrás de la furgoneta): Pro-profesor… ¿También tiene un término técnico para definir lo que nos acaba de atacar?
Profesor Vanister (mirando la carretera, petrificado): No… No había visto nada parecido…
Fred "Fess" Fesster (a su lado): Yo sí, profesor.
Russell T. Dalton (desde el asiento del copiloto): El chico tiene razón: vimos uno que tenía su mismo aspecto, profesor Van Ishter.
Fred "Fess" Fesster (a Russell): Sí, señor Dalton. Pero lo cierto… Lo cierto es que yo ya había visto algo así. Ahora lo recuerdo.

Una hora después, la furgoneta permanece aparcada tras una pequeña formación rocosa, a pocos metros de la carretera que rodea Dry Rock. De vez en cuando pasa algún coche, pero es un buen lugar para descansar… y para poner en orden algunas ideas. Russell, algo más apartado del grupo, escucha la historia que narra el joven Fred. Algo que ocurrió en la comisaría de policía.

Fred "Fess" Fesster (narrando la historia): El agente Ortega me llevó a los calabozos, para interrogarme. Estaba ahí, haciéndome preguntas y entonces… Entonces apareció ese otro agente del FBI.
Leonard Powell: ¿Casey? ¿Un tipo con bata blanca…?
Fred "Fess" Fesster: Si. Parecía del CSI o algo parecido. El caso… el caso es que hizo de "poli bueno" y me dijo que tenía que identificar unos cuerpos. Le acompañé a la morgue y allí…
Profesor Vanister (NE): Los cuerpos se levantaron… ¿no es así?
Fred "Fess" Fesster: Eso fue al principio, sí. Mordieron al agente Casey y se lanzaron contra un agente del FBI y uno de los ayudantes del sheriff Thompson. Pero cuando intentaron atacarme a mí…
Danny Dalton: ¿Qué? ¿Qué pasó, friki?
Fred "Fess" Fesster: Se… se detuvo. Fue como si no pudiera hacerme daño.

Russell los escuchaba hablar. Les escuchaba trazar planes: volver a la cima, con el Libro y cumplir con lo que ese "espíritu" quería. O lanzar una ofensiva contra un complejo industrial, propiedad del padre de uno de los chicos, para robar una máquina de salto dimensional. Planes, planes y más planes. Russell estaba a punto de perder la paciencia…
… cuando lo sintió.

Un cosquilleo en su mano.
Como la sensación de tener dormidos los músculos tras mantener una postura incómoda durante largo rato. Russell miró su mano… y pudo ver como parecía desvanecerse de la existencia, como un parpadeo de realidad. Durante un instante pudo ver el suelo pedregoso del desierto como si su piel, sus músculos y sus huesos se hubieran vuelto transparentes.
Iba a decirlo en voz alta.

Pero fue entonces cuando escucharon el helicóptero aproximándose.

Russell: ¡Se acabó la charla! (subiendo a la furgoneta) ¡Vamos, moveos!
Danny Dalton (arrancando mientras el resto suben a la parte de atrás): Joder, es el puñetero FBI…
Profesor Vanister (NE): No. Es Ben.
Leonard Powell: ¿Cómo está tan seguro?

El helicóptero realiza un vuelo rasante, pasando por encima de sus cabezas. A pocos metros de la furgoneta, el cuerpo del agente Ortega se estampa contra el suelo, arrojado desde las alturas como si fuese un saco de patatas.

Leonard Powell: Vale. Es Ben. (a Danny) ¡Hora de no estar aquí, Danny!
Danny Dalton (dando marcha atrás): Agarraos fuerte. Esto va a ser…

Danny no llegará a terminar la frase: la furgoneta sale a la autopista, dando marcha atrás. Lo hace deprisa. Demasiado deprisa.
Un pequeño utilitario rojo apenas si puede reaccionar antes de chocar contra la parte trasera de la furgoneta. El coche sale despedido, dando vueltas de campana. La furgoneta da también varias vueltas antes de quedar postrada de lado.
Para todos sus ocupantes, todo se vuelve oscuro.

CONTINUARÁ

domingo, 5 de octubre de 2008

Sesión 04-10-08

ANTERIORMENTE, EN "NEVERFIELD"...
Marcus Vanister (WF): Está vivo, señor Dalton. El Libro de las Sombras es un ente extraordinariamente poderoso. Y, normalmente, utiliza los sueños para… “tentar” a los hombres.

ATRAPADOS EN UN EXPERIMENTO SIN CONTROL...
Marcus Vanister (NE): Quiero que volvamos a casa. Todos.
Libro de las Sombras (sonríe y sus ojos se vuelven amarillos): Concedido.

UN VIAJE A TRAVÉS DE REALIDADES ALTERNATIVAS...
Leonard Powell: Así que los cuerpos que encontraron en esa furgoneta de la foto estaban ahí abajo...
Danny Dalton: Y el jodido Libro los despertó. Cojonudo.

INFINITOS MUNDOS POSIBLES...
Leonard Powell: Quién lo iba a decir, ¿verdad, profesor? El Libro de las Sombras ha cumplido todos nuestros deseos … (mira el cuerpo de Ben) Todos a la vez.

... Y UN ÚNICO CAMINO DE VUELTA A CASA

Episodio 2x04.- TWINFIELD (Parte 4)

Cuando viajas a través de universos alternativos, no abundan las ocasiones para dormir plácidamente aunque sea un par de horas. Tanto Leonard Powell como el resto de sus compañeros de viaje dimensional lo habían aprendido ya por las malas. Aquellas oficinas de Industrias Powell no eran precisamente una suite presidencial. Pero al menos no eran los calabozos de la comisaría de policía (malo) o el interior de un furgón del FBI que los llevase camino de Los Ángeles (peor) Si, estaban en manos de un hombre tan ambicioso como peligroso. Un hombre cuyos planes en otros universos paralelos implicaban siempre conquista, poder y sacrificios ajenos.
Leonard lo sabía bien: era su padre.
Quizá por eso, Leonard sabía que el descanso y la tranquilidad no iban a durar mucho.


Y tenía razón.
La puerta de la "smoking-room" se abre súbitamente: Leonard y el profesor Marcus Vanister apenas si tienen tiempo de reaccionar antes de que cuatro guardaespaldas irrumpan y agarren por la fuerza a Danny Dalton. Afuera, en el pasillo de las oficinas, Morgan Kyle coordina la operación.


Danny Dalton (forcejeando): ¿Pero qué carajo…? ¡Pijo! ¿¡De qué va todo esto!?
Morgan Kyle (TW): Lleven al señor Dalton abajo. (a Leonard y el profesor Vanister) Ustedes dos, síganme.
Leonard Powell (intentando esquivar a los guardaespaldas): Ni de coña… ¡Danny!
Danny Dalton (se lo terminan de llevar): ¡Pijo! Joder, ¡soltadme, cabrones!

Sin mediar explicación alguna, Leonard y el profesor Vanister obedecen a Morgan Kyle y suben por las escaleras hasta llegar a la azotea del edificio de oficinas. Allí, en el helipuerto, un aparato con emblemas de la corporación Powell aguarda con las turbinas encendidas.

Leonard Powell (mientras sube al helicóptero, junto al profesor y un guardaespaldas): ¿Qué es lo que está pasando, Morgan?
Morgan Kyle (TW): Todo esto es por su propia seguridad, señor Powell. Señor Clyde… (al guardaespaldas) Asegúrese de que llegan sanos y salvos a Los Ángeles.
Leonard Powell y Marcus Vanister (NE) (al unísono): ¿¿¡QUÉEE!??

La noticia de que pretenden sacarlos del condado de Springfield hace que el pánico se apodere de Leonard y el profesor: ¿Cómo explicar que al no ser originarios de esta realidad alternativa sus cuerpos físicos parecen estar anclados a un área geográfica determinada? ¿Cómo explicar que quizá eso les cueste la vida? Y sobre todo… ¿Cómo explicárselo a los hombres de Morgan Kyle?

Sin tiempo para explicaciones, Leonard y el profesor consiguen hacerse con el control del helicóptero, desarmando al guardaespaldas que les asignó Morgan Kyle y amenazando a punta de pistola al piloto. Siguiendo las instrucciones de Leonard y el profesor, el aparato sobrevuela la reserva india Wakane y aterrizan a espaldas de la formación rocosa de Dry Rock.

Una vez allí, la situación se descontrola súbitamente: en un intento por avisar a Morgan Kyle de lo ocurrido, el piloto recibe un disparo cortesía de un imprudente y nervioso Leonard Powell.

Leonard Powell: Oh… Mierda…
Guardespaldas 1: Está perdiendo mucha sangre… (muestra las presillas con las que lo ataron) suéltenme y quizá pueda hacer algo por él…

Nuestros amigos sueltan al guaradespaldas… ¡momento que aprovecha éste para intentar escapar! Forcejea con Leonard y consigue escapar, internándose en la noche del desierto que rodea las inmediaciones de Dry Rock. Una vez han hecho todo lo posible por frenar la hemorragia del malherido piloto, el profesor Vanister se hace con un maletín de herramientas que encuentra dentro del helicóptero, así como con una pistola de señales y una escala.

Leonard Powell: Vamos, profesor… Tendríamos que estar buscando a los demás…
Profesor Marcus Vanister (NE): Estaba por aquí… (camina por las inmediaciones de Dry Rock) Ahí está.

Gracias a la linterna que encontró junto a las herramientas del helicóptero, el profesor ilumina el acceso a un viejo pozo, semienterrado entre las rocas del desierto, a pocos metros de la falda de la montaña. El profesor arroja la escala dentro del pozo, esperando que le lleve a una caverna subterránea. Sin embargo, el sonido del chapoteo de la escala en el agua deja claro que en este mundo no hay gruta subterránea… ni restos de un naufragio procedentes de otra dimensión (para más detalles, ver "Sesión 26-07-08").

Profesor Marcus Vanister (NE): Maldita sea…
Leonard Powell: Pero, ¿se puede saber qué demonios está buscando allí aba…?

No termina la frase: los dos, tanto él como el profesor, escuchan el sonido de un motor en la lejanía. Se va haciendo más fuerte a medida que se aproxima. Ante la posibilidad de que se trate de refuerzos enviados por Morgan Kyle (posiblemente el helicóptero disponga de un sistema localizador), nuestros dos protagonistas deciden esconderse entre las rocas de la ladera de Dry Rock.

Sin embargo, ni son hombres de Morgan Kyle los que aparecen ni agentes del FBI ni nadie que pudiera estar persiguiéndoles. En su lugar, ven aparecer una furgoneta Dodge, con la parte de atrás al descubierto. Los faros del vehículo iluminan el helicóptero a medida que se adentra en las inmediaciones de Dry Rock. La furgoneta se detiene a escasos metros del aparato y alguien desciende de ella.

Para sorpresa de nuestros protagonistas no es otro que Fred Fesster quien baja de la furgoneta sacando de la parte de atrás a un inconsciente Russell T. Dalton… cuyo cuerpo se hecha al hombro con una sola mano, como si fuese un saco de patatas. Y sin aparente esfuerzo.

Leonard Powell: Joder… Es Fred.
Profesor Marcus Vanister (NE): No. Eso no es el señor Fesster.

Casi a modo de evidencia, Fred deja caer sobre el suelo pedregoso a un inconsciente e indefenso Russell… y acto seguido, aferra una enorme y pesada piedra ¡con la que pretende estamparle los sesos!

El profesor Vanister sale de su escondrijo y, llevado por la adrenalina, utiliza el maletín de herramientas para deslizarse por la ladera de Dry Rock. El maletín acaba por abrirse en los últimos metros, desperdigándose su contenido a los cuatro vientos. Sin embargo, el profesor consigue llegar a ponerse a escasos metros de Fred… justo a tiempo de impedir que estampe la roca contra la cabeza del indefenso Teniente Dalton.

Profesor Marcus Vanister (NE): ¿Quién…? (acercándose a él con un destornillador a modo de arma) ¿Qué eres?
Fred "Fess" Fesster: SOMOS EL LIBRO; SOMOS LAS SOMBRAS: SOMOS UNO; SOMOS MUCHOS.
Profesor Marcus Vanister (NE): Oh.Dios.Mío… ¿Qué… qué es lo que quieres?
Fred "Fess" Fesster: NUESTRO DESEO ES EL VUESTRO. VOLVER A CASA. VOLVER TODOS A CASA. DEJAR DE SER UNO. VOLVER A SER MUCHOS.

Leonard Powell, empuñando la pistola que le arrebató al guardaespaldas, se aproxima a tiempo de ver como el profesor parece haber iniciado una conversación con un "poseído" Fred Fesster.

Leonard Powell (tras haber escuchado la explicación del profesor): ¿¡Qué!? ¡Tiene que estar de coña, profesor!
Profesor Marcus Vanister (NE): Señor Powell, está claro que esa entidad nos necesita… de lo contrario nos habría matado. ¿No ha visto la fuerza que es capaz de tener habiéndose adueñado del señor Fesster? ¡Podría habernos matado! Y sin embargo…
Leonard Powell (ayudando al profesor a subir a la parte de atrás de la furgoneta a un inconsciente Russell): Pero intentó matar al tío de Danny… ¡por no mencionar que es una jodida entidad sobrenatural a la que llaman "Libro de las Sombras"! ¿Y que se supone que debemos hacer? ¿¡Ayudarle!?
Profesor Marcus Vanister (NE): Eso parece… (se gira y mira al poseído Fred, sentado en la parte de atrás de la furgoneta y aferrado al Libro) ¿A dónde debemos ir?
Fred "Fess" Fesster: EL PUNTO DE LLEGADA ES EL PUNTO DE PARTIDA. PARA VOLVER A CASA. PARA VOLVER TODOS A CASA. PARA DEJAR DE SER UNO. PARA VOLVER A SER MUCHOS.
Profesor Marcus Vanister (NE): Claro… El cobertizo de la mina Dalton.
Leonard Powell (poniendo en marcha la furgoneta): Esto no es una buena idea, profesor…

Así, mientras atraviesan con la furgoneta la desolada carretera que rodea el condado, nuestros protagonistas pueden contemplar los primeros rayos del amanecer en un cielo de color púrpura oscuro.

Leonard Powell (conduciendo): Esto es una locura, profesor… Ese jodido libro ya nos engañó una vez. Y ahora le seguimos el juego. Eh, tú… (se dirige a Fred) ¿Qué se supone que harás allí?
Fred "Fess" Fesster: ---
Leonard Powell (conduciendo): Te he hecho una pregunta…
Fred "Fess" Fesster: ---
Leonard Powell (frena el vehículo, dejándolo a un lado de la carretera): Vale. Se acabó.

Leonard baja del coche y el profesor intenta convencerle para que regrese al interior y reanuden la marcha. Sus argumentos no parecen convencer al joven Powell… pero el Libro, a través de Fred, vuelve a incorporarse y aferra por el cuello el cuerpo del Teniente Dalton.

Fred "Fess" Fesster: ENTIDAD HUMANA INUTIL PARA NOSOTROS. (hace fuerza y sus huesos empiezan a crujir) ¿ÚTIL PARA VOSOTROS?
Profesor Marcus Vanister (NE): Me parece, señor Powell… (se pone a los mandos de la furgoneta) ...que no tenemos elección.
Leonard Powell: Joder… (entra de nuevo en la furgoneta)

Finalmente, nuestros protagonistas llegan a la parte posterior de la gran formación rocosa que son las minas Dalton. Una vez allí, el poseído Fred baja del vehículo sin soltar en ningún momento el Libro de las Sombras. Sin mediar palabra alguna, comienza a caminar dispuesto a internarse en el bosque para, después, iniciar la subida hasta la cima de la montaña. Pero antes de que desaparezca entre la espesura del bosque…

Profesor Marcus Vanister (NE): Señor Powell… (le da caña al motor) Prepárese.
Leonard Powell (viendo como el profesor coloca la furgoneta dispuesta para arrollar a Fred antes de que desaparezca bosque a través): Pero, profesor… ¡Que sigue siendo Fred!

Sin embargo, el intento por golpear a Fred con la puerta de la furgoneta acaba en desastre: un mal bache hace que la portezuela se abra segundos antes… y Leonard salga despedido. La caída le provoca todo tipo de magulladuras y le deja con un par de costillas rotas. Aunque podría haber sido peor, el incidente les quita el suficiente tiempo como para que el poseído Fred les saque cierta ventaja.

Una vez recuperado del golpe, Leonard y el profesor se internan en el bosque dejando al inconsciente Teniente Russell en la parte trasera de la furgoneta. Cuando llegan a la ladera de la montaña, pueden ver que Fred ha conseguido escalar la primera sección de las tres que conforman la montaña. El profesor y Leonard han discutido en otras ocasiones… pero esa vez parecen estar de acuerdo en una decisión terrible y necesaria. No pueden dejar que Fred llegue a la cima y haga… lo que quiera que el Libro de las Sombras pretenda hacer.

Leonard Powell (apunta con su arma a Fred): No es una buena idea, profesor.
Profesor Marcus Vanister (NE): Lo sé, señor Powell… (alza su pistola de señales y apunta también) Lo sé.

Ambos disparan. Y ambos fallan. Por muy poco. Basta para poner sobre aviso al poseído Fred… que acelera sus movimientos de escalada. Tanto el profesor como Leonard deciden luchar contra el agotamiento y sus múltiples heridas… e intentan iniciar la escalada. Sin embargo, la pared de roca es demasiado escarpada y sus intentos por subir caen en saco roto. Con los dedos ensangrentados, agotados y hartos, tanto el profesor como Leonard parecen a punto de tirar la toalla…

Leonard Powell: Así es imposible, profesor. No podemos seguir su ritmo…
Profesor Marcus Vanister (NE): Un momento… (se incorpora y mira la montaña) La última vez que subí esta montaña lo hice acompañado del Señor Dalton. Y él… Él conocía un sendero practicable para subir. Si lo encontramos…
Leonard Powell: Muy bien, ¿y como pretende recordar cada recodo por el que pasó?
Profesor Marcus Vanister (NE) Señor Powell… (sonríe, ajustándose las gafas) ¿le he hablado alguna vez de mi memoria fotográfica?

En efecto, el profesor inicia la marcha y va recordando paso a paso, recodo a recodo, la ruta que siguieron tanto él como el señor Dalton cuando, hace apenas un par de días, tuvieron que escapar de los hombres de Morgan Kyle… en otro mundo.

A medida que suben, un frío e inquietante viento comienza a soplar. Y una sombra parece eclipsar el sol: el profesor y Leonard alzan la vista y contemplan como un manto de nubes sombrías comienzan a tapar el hermoso cielo de Springfield.

Y finalmente, nuestros dos protagonistas consiguen llegar a la cima. Pero antes, al echar un vistazo desde el nivel inmediatamente inferior, descubren que hay alguien además de Fred allá arriba: mientras su joven y friki compañero de peripecias se mantiene sentado frente al Libro, murmurando ininteligibles plegarias sumido en una especie de trance; Danny Dalton y Ben Braddock permanecen de pie a unos metros suya. Danny lleva el mismo mono de trabajo de Industrias Powell que lucen Leonard y el profesor. Pero Ben lleva aun la bata de paciente del hospital.
Y los dos tienen sus ojos en blanco.
Han sido poseídos también por el Libro.

Leonard Powell: Mierda, profesor… ¿Y ahora?
Profesor Marcus Vanister (NE): No tenemos alternativa, señor Powell…
(los dos guardan silencio: han escuchado algo)
Leonard Powell: Tiene razón, profe…

Ben Braddock, poseído por el libro, es el primero en descubrir a los intrusos… e intentar frenarlos en su intento por interrumpir el ritual. Tanto el profesor como Leonard se han enfrentado a todo tipo de amenazas en sus viajes dimensionales… pero nunca habían tenido que atacar a sus propios compañeros.

Profesor Marcus Vanister (NE): ¡Señor Powell! ¡Intente coger el Libro! (hace ademán de disparar la última bengala… pero Danny Dalton le asesta un golpe en el brazo: la bengala surca los cielos y estalla)
Danny Dalton y Ben Braddock (NE): NO SE RESISTAN.
Leonard Powell (esquivando una y otra vez a Ben): Y una mierda. No dispararía contra Danny o Fred… (alza la pistola) Lo siento, Ben… (dispara: la bala atraviesa la pierna de Ben… que ignora el dolor)

Finalmente, las tornas cambian cuando el profesor y Leonard intercambian a sus oponentes: mientras Vanister y Ben (ambos procedentes de Neverend) se enzarzan en una estrepitosa pelea que casi acaba hundiendo el cobertizo; Leonard se encara a Danny… quien le aferra por el cuello, haciendo gala de una sorprendente fuerza.

Leonard Powell (notando su cuello bajo la presión de la mano de Danny): Vamos, Danny… Éste no eres tú. ¡No dejes que te controle! ¡Lucha… contra… él!
Danny Dalton: NO SE RESIS… (parpadea y sus ojos recuperan su tonalidad humana) ¿Pijo? ¿Qué coño…? (suelta a Leonard y, de inmediato, sus ojos vuelven a tornarse blancos) NO SE RESISTAN.

El profesor, mientras tanto, consigue apoderarse del Libro de las Sombras a pesar de los intentos de un poseído Fred "Fess" Fesster por impedírselo. Mientras Leonard y el profesor, con el libro aferrado al pecho, encaran a sus poseídos amigos, lo que había sido un zumbido en el horizonte se convierte en un cercano ruido de rotor… ¡y un helicóptero del FBI surge por uno de los laterales de la montaña!

Agente Ortega (por la megafonía del helicóptero): ¡A los de abajo! ¡Les habla el FBI! (se abre la compuerta lateral, dejando ver a un par de agentes dentroNo se muevan y échense al suelo… (uno de los agentes apunta con un rifle de tirador) o abriremos fuego!

Leonard Powell alza los brazos, en señal de rendición. El profesor se mueve lentamente, aferrando el Libro. Ninguno de los dos pretende moverse… pero el Libro de las Sombras parece no sentir apego alguno por sus marionetas.
Y así, Fred, Danny y Ben se lanzan sobre Leonard y el profesor. Éstos reaccionan esquivándoles.
Y el tirador del FBI aprieta el gatillo.


CONTINUARÁ.